En 2014 el Centro de Investigaciones Sociales, dependiente de la Vicepresidencia, publicó Capitalismo, modernización y resistencia popular, 1825-1952, que incluye un conjunto de trabajos que representan la culminación de las investigaciones de Gustavo. Citaré los que considero tienen relación con el tema de la formación del proletariado minero.
En primer lugar destaco el capítulo i: “Capitalismo, mercado de trabajo y cultura obrera, 1825-1900”, en el que sintetiza sus investigaciones en la formación del proletariado minero, acentúa su constitución como clase, características, visión y prácticas culturales. Este último aspecto significa que Gustavo identifica la contradicción entre las formas de disciplina capitalista y las costumbres y comportamiento de los trabajadores mineros (por ejemplo, el san lunes, el Miércoles de Ceniza, etc.), y la respuesta de los empresarios orientada a disciplinar una mano de obra, “vigilando y castigando”, que a su vez responde aún por prácticas contestarías al acatamiento sumiso a la disciplina del trabajo, pero, al final, es sometida.
En el mismo libro, en el capítulo ii, como estudio de caso presenta su trabajo relativo a la Compañía Guadalupe, perteneciente a Gregorio Pacheco, que agrupaba las minas que en importancia estuvieron después de Huanchaca: “Guadalupe: Una mina-hacienda en Chichas, Bolivia, 1825-1906”. El argumento central es la relación entre la actividad minera y dos haciendas importantes que formaban parte de la propiedad de Pacheco, en la que las haciendas proveen alimentos y mano de obra para la actividad minera, además de combustible y transporte. Es el ejemplo más claro de lo que el autor denominó en su tesis de 1977: “articulación feudal-capitalista” y sus límites.
De esa forma, Gustavo, que estudió la formación de la burguesía minera en un trabajo arduo, extenso, serio, metódico y sistemático, no solamente superó la deficiencia de no haber abordado en su tesis el examen de la formación de uno de los polos fundamentales de capitalismo desde el punto de vista marxista. Aportó más identificando las características culturales de los trabajadores, los conflictos con el capital y las formas y momentos de organización sindical.
El segundo elemento que no está en la tesis es el mercado interno, debido a que el capitalismo nace en la minería de la plata vinculado con formas de producción precapitalistas y relacionado con el mercado externo, especialmente a partir de la derogación del monopsonio estatal en 1872, e incluso años antes, y que permitió la libre exportación. Posteriormente cumplió esa tarea. En este aspecto es importante considerar que partió desde un enfoque teórico-histórico con base en el libro del marxista italiano Emilio Sereni (1980), relativo a la importancia del mercado interno para una economía capitalista, reiterando en varios trabajos que, para un historiador marxista, abordar la constitución y las características del mercado interno son elementos vitales para comprender la naturaleza de ese mercado interno. De este modo relaciona, desde mi óptica, el mercado interno básicamente a dos regiones: Santa Cruz y Cochabamba, considerando el problema regional.
En 1987 publicó, en Historia Boliviana, un acercamiento sólido al tema (cfr. Rodríguez Ostria, 1987). Posteriormente, en 1993, editó un libro relativo al mercado interno en Cochabamba y Santa Cruz que incluye el examen del papel de las elites regionales. Un aspecto importante en esta línea analítica fue la contextualización del tema en la problemática regional en Bolivia, es decir, tomando en cuenta las pugnas entre las regiones occidental y oriental.8 Más adelante, en 2011, amplió el análisis, y me parece que sus trabajos en relación a los ferrocarriles se incluyen en esta trayectoria investigativa.
Finalmente, en el libro del cis, en la tercera parte que podría formar un nuevo libro, termina su investigación y reflexión relativa al mercado interno y los factores determinantes (2014c: 411-520). En el capítulo I, “La constelación regional en la formación del capitalismo en Bolivia, 1825-1899”, su análisis vincula el mercado interno, el problema regional y el papel del Estado; examina el mercado interno de Santa Cruz incluyendo el ciclo de explotación de la goma en el capítulo ii, y termina en el capítulo iii ampliando el estudio sobre el auge y la crisis de la goma, las relaciones mercantiles, el significado del Plan Bohan y los problemas del norte amazónico (ibid.).
Las líneas de investigación destacadas en el ámbito de la historia económica no se agotan con la descripción realizada. Destacan, por ejemplo, sus estudios de la industria nacional y en Cochabamba, que están relacionados al mercado interno.9
Gustavo desarrolló una permanente investigación que no solamente respondió a los vacíos de su tesis, sino que amplió y profundizó cada uno de los temas, superando cualquier expectativa al respecto. Esa labor fue realizada con pasión perseverante, es decir, con vehemencia y entusiasmo en el tiempo, pero la pasión fue racional y se expresó en la calidad de sus trabajos. Por eso ahora publicamos este libro, producto del trabajo de Manuel. E. Contreras, Nigel Caspa y Raúl Reyes, en coproducción con Plural.
Mario Napoleón Pacheco Torrico
La Paz, febrero de 2021
1Aclaro que me formé bajo el manto de la economía neoclásica, posteriormente abrevé del keynesianismo y del enfoque del libre mercado. Las lecturas sobre Marx y otros autores de esta corriente respondían a mi curiosidad intelectual y a lecturas en el postgrado, pero no niego que en algunos aspectos me impactaron y, en su momento, y como joven, sentía algo de simpatía por ellas.
2Cfr. Prado, 1995 y 2008; además, Barragán, Cajías y Qayum (eds.), 1997.
3Cfr. Mitre, 1981 y 1986; Platt, 1986; Luján y Antezana, 2005; Antezana, 2014.
4Sobre la compañía minera de Huanchaca, ver Ramos Marca, 2020. (ne)
5Ver también Jiménez Chávez, 1997.
6Retomó el tema de las palliris con un ingrediente profundamente social que nos lleva a no olvidar esa dramática realidad social. Ver Rodríguez Ostria, 2014b.
7Ver Contreras, 1984, 1985, 1989, 1990 y 1994.
8El problema de las pugnas regionales inicialmente fue planteado por el historiador José Luis Roca ([1979] 2007).
9Ver Rodríguez Ostria, 1982, 1995a, 1998 y 1999.
Esta acumulación originaria juega, en la economía política, casi el mismo papel que, en teología, el pecado original. Adán mordió la manzana y, con ello, cayó el pecado sobre el género humano. Su origen se explica si se relata como una anécdota del pasado. En épocas muy lejanas había, de un lado una élite diligente; inteligente y sobre todo, frugal; y, de la otra, lumpens, vagos que maltrataban alegremente todo lo suyo y aún más. La leyenda teológica del pecado original nos relata, ciertamente, cómo el hombre se vio condenado a comer el pan con el sudor de su frente; pero la historia del pecado económico original nos revela que hay gentes que nunca se ven en esa necesidad. Lo mismo da. Así sucedió que los primeros acumularon riquezas y que, a los últimos, al final, no les quedaba otra cosa por vender que su propia piel. Y de este pecado original data la pobreza de las grandes masas, que nunca tienen a pesar de todos sus trabajos, otra cosa que vender que sus personas; y la riqueza de los menos que constantemente crece a pesar de que hace tiempo que han dejado de trabajar.
Karl Marx, El capital,
libro primero, capítulo XXIV
Introducción
La problemática conceptual y analítica acerca del origen del capitalismo en Bolivia, como en cualquier parte del mundo, exige una reconversión, un cambio metodológico respecto a “quienes ven sin duda cómo se produce dentro de la relación capitalista, pero no cómo se produce esta” (Marx, 1976: 41). Esto significa, pues, investigar no sólo el funcionamiento capitalista como modo de producción situado en una formación económica, sino cómo es producido el capital que le da origen. Quizá sea necesario extenderse más en lo anterior, aun en un lugar que no corresponde, pero no es este un problema gratuito y cuya magnitud pueda reducirse a la sola dilucidación sobre la procedencia del dinero para ser transformado en capital productivo, sino que su importancia es extensible más allá de estos límites –aunque este sea siempre el punto de partida–, permitiendo la comprensión de la multifacética articulación entre el modo de producción capitalista y los precapitalistas y, correlativamente, de los vínculos y compenetración entre las clases sociales provenientes de ellos y de estas y las asentadas en el exterior de la formación social.
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