Foucault y la crítica a la concepción moderna de la locura
Lejos de ser concebida como un objeto fijo a lo largo de la historia, respecto del cual se habrían elaborado diversos sistemas de representación, de función y de valor representativo, Michel Foucault estudia la locura como una “experiencia” singular en el seno de nuestra cultura. Pensar la locura como “experiencia” presupone analizarla como origen de muy variados tipos de conocimiento: médico, por supuesto, pero también psiquiátrico, sociológico, jurídico, psicológico, etc.; implica, asimismo, indagar el conjunto de normas mediante las cuales se determina culturalmente como fenómeno de desviación dentro de una sociedad. Por último, pensarla como “experiencia” nos obliga a interrogarnos en lo tocante a los modos de constitución del sujeto normal, de cara siempre y con referencia al sujeto loco.
Mauricio Lugo Vázquezes doctor en Filosofía por la UNAM. Desde 1987 se desempeña como profesor e investigador en la Facultad de Filosofía y Letras de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), México. Sus temas de interés se centran en el área de la política, la ética, la filosofía de la cultura y la filosofía de la educación. Entre sus libros se encuentran Ética (2006), Michel Foucault: la prisión y las ciencias humanas. Un estudio sobre la relación saber-poder (2007) y Apropiaciones foucaultianas (2017). Ha publicado asimismo numerosos artículos sobre la obra de Michel Foucault.
MAURICIO LUGO VÁZQUEZ
FOUCAULT Y LA CRÍTICA A LA CONCEPCIÓN MODERNA DE LA LOCURA
Para Karla Sofía.
Tal vez un día ya no se sabrá muy bien lo que pudo ser la locura. Su figura se habrá cerrado sobre sí misma, impidiendo descifrar las huellas que haya dejado. Estas mismas huellas ¿acaso serán otra cosa, para una mirada ignorante, que simples marcas negras? A lo sumo formarán parte de configuraciones que ahora nosotros no sabríamos dibujar, pero que en el futuro serán las claves indispensables para hacernos legibles, a nosotros y a nuestra cultura. Artaud pertenecerá al suelo de nuestro lenguaje, y no a su ruptura; las neurosis, a las formas constitutivas (y no a las desviaciones) de nuestra sociedad. Todo lo que hoy experimentamos bajo el modo del límite, o de la extrañeza, o de lo insoportable, habrá alcanzado la serenidad de lo positivo. Y lo que para nosotros designa actualmente ese Exterior podría ser muy bien que un día nos designara a nosotros.
Michel Foucault
Lo que la ciencia explica mediante causas, no resulta comprendido por ello. La comprensión es lo que se le escapa, avanza con fuerza y constancia hacia el momento en que comprender ya no es posible, en que el hecho, en su realidad absolutamente concreta, se convierte en lo oscuro y lo impenetrable.
Maurice Blanchot
Mis proposiciones son esclarecedoras de este modo; que quien me comprenda acaba por reconocer que carecen de sentido, siempre que el que comprenda haya salido a través de ellas fuera de ellas. (Debe, pues, por así decirlo, tirar la escalera después de haber subido). Debe superar estas proposiciones; entonces tiene la justa visión del mundo. De lo que no se puede hablar es mejor callarse.
Ludwig Wittgenstein
Michel Foucault aborda el tema de la locura en varias ocasiones. En cada una de ellas lo hace a partir de las herramientas conceptuales y metodológicas con las que en ese momento cuenta y en función de los intereses teóricos que son dominantes. El examen de la locura lo lleva a cabo valiéndose de un vocabulario que está relacionado con ella: enfermedad mental, alienación, sinrazón, anomalía. Esta serie de conceptos integran un conjunto de cuestiones y problemas que constituyen un eje temático que abarca desde su primera publicación, Enfermedad mental y personalidad (1954), hasta las lecciones impartidas en el Colegio de Francia, entre 1973 y 1975, que corresponden a los cursos El poder psiquiátrico y Los anormales .
Nuestra investigación se propone llevar a cabo una doble tarea: por un lado, mostrar la novedad y la coherencia que tiene la crítica que elabora en contra de la concepción moderna de la locura, esto es, la locura entendida como enfermedad; por el otro, poner de relieve la evolución por la que atraviesa el análisis y la problematización que hace de ella. En relación con este segundo punto identificamos cuatro grandes momentos en los que Foucault estudia el tema de la locura. Se trata de cuatro análisis distintos, congruentes, sistemáticos y claramente diferenciados. Entre ellos pudimos ubicar “rupturas”, encadenamientos, anticipaciones, interferencias, contrapuntos, repeticiones y relaciones de continuidad. Esto nos obligó a un incesante ir y venir de un texto a otro, de un eje de pensamiento a otro, a lo largo de los tres capítulos que conforman nuestro trabajo. En el primer capítulo quisimos dejar claramente establecidos los cuatro recorridos por los cuales Foucault transita en su crítica a la locura. El primero alude a los textos de la década de 1950, anteriores a la escritura de Historia de la locura en la época clásica . Se trata de textos cortos en los que Foucault no se muestra muy original. Aquí, la locura es comprendida a partir de elementos retomados del pensamiento marxista (es el caso de Enfermedad mental y personalidad ) y, al mismo tiempo, de esquemas explicativos de la filosofía existencial (“Introducción” a Binswanger). Esta doble filiación no deja de ser problemática y solo se superará por medio de una analítica histórica. Así que el segundo tiempo corresponde a Historia de la locura en la época clásica . Es el texto más importante, extenso y rico en ideas e intuiciones que Foucault escribió sobre la locura. Sus tesis más originales se encuentran en ese texto; asimismo, es punto de partida de muchas de sus indagaciones posteriores. Aunque más adelante abandonará algunas de las hipótesis más significativas de ese texto y rectificará otras, la crítica principal que esgrime en contra de la psiquiatría tradicional se mantendrá a lo largo de sus trabajos posteriores. Dicha crítica consiste en demostrar que la locura no es un hecho de naturaleza sino de civilización; que la locura, en una sociedad concreta, es siempre “una conducta otra”, “un lenguaje otro”. Por tanto, no es posible emprender una historia de la locura sin aludir a una historia de las culturas y las sociedades que la definen y la excluyen como tal. A partir de ahí, Foucault subraya la necesidad de tomar distancia con respecto a los conceptos de la psiquiatría contemporánea, ya que el discurso médico participa solo como una de las tantas formas históricas de la relación entre la razón y la locura. La conclusión es contundente: de lo que se trata, finalmente, es de ver lo que una cultura compromete en su disputa con la locura. En nuestra investigación regresamos a este texto una y otra vez. Pero, más que intentar hacer una síntesis del gran relato narrado en esta obra, nos propusimos aprehender la estructura conceptual en la que se fundamenta su crítica a la locura.
El tercer capítulo está íntegramente consagrado a analizar la relación que Foucault establece entre la literatura moderna y la locura. Este momento se refiere a los temas contenidos en su libro Raymond Roussel y los diversos artículos escritos para las revistas Tel Quel y Critique . En todos ellos, el punto de encuentro que se da entre la escritura moderna y la locura reside en una “experiencia radical” del lenguaje que Foucault sitúa bajo el signo de la ausencia de obra; experiencia que concierne a un lenguaje vertical que, tal y como ocurre con un mensaje, propone su principio de desciframiento, su código propio de lectura. Así puede verse cómo el delirio, en la experiencia psicoanalítica, consiste en formar vocablos que expresan en su enunciado la lengua en la que lo formulan; de igual manera, puede constatarse cómo la literatura moderna está transformándose cada vez más en un lenguaje cuya palabra enuncia, al mismo tiempo que lo que ella dice y en el mismo movimiento, la lengua que la torna descifrable como palabra. El delirio, lejos de ser visto por Foucault como una patología en la manera de hablar, o una simple desviación, remonta el flujo del lenguaje hasta revelar la posibilidad primaria de este: allí donde se anuda a sí mismo, aun antes de supeditarse a las funciones de expresión. Por tanto, tanto el delirio del loco como la escritura literaria muestran al lenguaje en el origen mismo de su posibilidad, lo que significa que en el principio del lenguaje no existe nada más que el lenguaje mismo.
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