No puedes diferenciar tu persona de las otras personas, en un instante todos son Dago, y al rato todos son distintos seres; una sola mente que los aglutina o un millón de pensantes independientes. Todo ha dejado de tener razón y aquello a lo que te aferrabas puede que en un momento exista y en otro ya no. Es imposible basar tu presencia en cómo te ven los otros, ya que no sabes ni siquiera si el resto es real o solo es efecto de tu mente; ahora lo único válido es tu pensamiento más puro y primitivo. Dago, ahora lo único real eres tú.
En este mundo lo mejor es no entender nada, dejar de pensar; apaga tu cerebro y deja que tus pensamientos sean ahogados. Eres demasiado consciente para esta irracionalidad que te tocará vivir, toma la bolsa de neopren y da algunas aspiradas, apaga tus pensamientos y deja que el tolueno, nuevamente, te vuelva un desperdicio de persona.
Dago, por tu bien, debes aspirar hondo y dejar que tus pensamientos mueran, debes dar una gran bocanada para dormir definitivamente esta lucidez. La única forma de tolerar esto será apagando tus neuronas, una a una debes ir matándolas hasta que la última pizca de razón que te quede sea suficiente para sobrevivir.
Dago, debes aspirar tolueno para recibir el premio de la ignorancia y soportar esta existencia sin sentido, no hay otra forma de que resistas este mundo que carece de lógica, no hay otra salida más que volver a ser el sobrante social que no logra adaptarse y es mirado en menos por todos.
Dago, aspira profundo de tu bolsa de neopren y no seas consciente de que este caótico mundo te ha dejado a un lado. Da una angustiante aspirada más y ya no importará si el mundo tiene sentido o no. Deja que esa última aspirada queme tu faringe y te haga caer en un profundo sueño.
Dago, simplemente deja que este absurdo mundo exista y le seas totalmente ajeno. Dago, refúgiate en la piadosa bendición del tolueno.
H. Toole, El Megalo-ludopata
12 de octubre
La primera losa dice que las prisiones pueden contener las memorias de un hombre, sin importar si estas son, fueron o serán; que una prisión es una tumba que guarda cualquier recuerdo, no importa la línea de tiempo… Todo siempre es el mismo recuerdo.
¿Quién dice eso?... Creo que yo lo digo, pero no yo… sino otro yo, un yo mucho más primitivo, un yo de otra línea de tiempo, uno que ya se ha perdido.
Leo un manuscrito rasgado en las piedras de mi pared, es mi letra y estoy seguro de que es mi mensaje… Ya descarté la locura, estar agotado o simplemente estar ido, y que lo que escribía lo olvidaba; después de todo, son mis hechos los que leo… Y también me advierte que no es en ningún caso la aliviadora pérdida de la cordura.
Dice que mi alma está atorada en esta prisión y que sus paredes guardarán mi testimonio, no importa por qué lo haya comenzado a escribir, lo que sea que se haya transmitido siempre estará atado a mi ser, siempre habrá un yo que pueda leerlo… Será mi última palabra.
Es extraño, pero pensé que al menos la historia que he escrito en estas paredes trataría sobre mí, de mi caso, de mi irreal, pero supuesta inocencia, de algún descabellado plan de escape, pero simplemente no es así. La historia escrita trata de la persona que está en la celda contigua, por quien siento una extraña mezcla de admiración y odio, esa persona que he decido llamar «el ludópata», pero no cualquier ludópata, sino el más grande y miserable de toda la historia, el megalo-ludópata, uno que juega con toda nuestra realidad. La historia que escribo es sobre este horrible tipo y lo que él llama la «dimensión 89».
17 de octubre
He leído con calma todos los rincones de mi celda, y en cada una de las piedras de mis paredes hay fragmentos que describen la susodicha dimensión 89. Hay muchas palabras confusas y, según mi propia letra, trata de los relatos que me ha hecho mi vecino de prisión.
Hoy es 17 de octubre y, supuestamente, mi vecino ha estado saltando e intercambiando la realidad, ha estado entrando y saliendo de esta prisión, pero por una puerta secreta e invisible que da a dicha dimensión y que, según sus palabras, solo desde este lugar puede alcanzar.
Me ha dicho que fuera de este mundo, en aquel extraño lugar, ha competido y ha ganado, pero cada vez que lo hace, procura volver en el tiempo y el espacio, para encontrarse nuevamente en esta prisión y volver a jugar aquel irracional juego.
Según lo que ha escrito mi mano, en cualquier momento debería volver a llegar y, luego de ello, en cualquier momento debería partir a la dimensión 89.
21 de octubre
Ayer volvió a estar aquí, lo encerraron en su celda. Según él, fue condenado por homicidio; ni siquiera se esforzó en esconder su crimen que, de alguna forma, sin importar el delito, siempre lo trae aquí. Es una especie de contrato interdimensional que no hay forma de eludir, porque la realidad que ha construido dice que debe llegar a este punto para entrar de nuevo en la dimensión y volver a jugar.
Sé cómo reconocerlo, mis manos tallaron sus rasgos en la piedra. Apenas entró a la prisión lo identifiqué y él, burlescamente, comenzó a hablarme como quien trata a un muy buen conocido, siendo la primera vez que nos vemos. Para él, es como si continuara una conversación que ya llevamos avanzada, como viejos jugadores de ajedrez que retoman una partida que han llevado por años… Sin embargo, aun cuando lo reconozco de mis escritos, mi sensación es de una primera vez. No es alguien que reconozca, es alguien que conozco por primera vez, quizás por centenares de primeras veces.
Según él, fue su idea que yo pudiera tallar su historia en esta piedra; una especie de desliz de su ego. Necesitaba un testigo y decidió condenarme sobre mi propia condena.
Según mis escritos, cada vez que ha llegado a esta prisión, ha llegado con una historia distinta. Se siente omnipotente modificando la realidad. Cada vez que nos encontramos, es una realidad distinta, y cada vez ha decidido que yo pueda recordar… Según sus palabras, su idea es que la prisión guarde mis relatos.
Ahora que no lo veo, he caído en cuenta que ha vuelto a viajar a la dimensión 89.
11 de octubre
Lo han vuelto a encarcelar. Esta vez ha sido una estafa o algo así. Mi manuscrito dice que ha caído por tantos delitos como delitos existen, hay algunos que ni siquiera entiendo. Según él, en esta realidad lo más probable es que ni siquiera existan esos delitos… que puede modificar las leyes que nos rigen a su antojo. Quiero no creer eso, pero al leer mi testimonio, parece ser cierto.
Mientras más leo, parece como si pudiera conectar las realidades. Es como una empatía entre dimensiones, puedo sentir lo que ya he sentido, vivir en mis tallados recuerdos en piedra y darme cuenta de lo inestable que es este universo, que un loco puede llegar a moldear y modificar a su antojo… Lo estoy viendo fijamente y él parece inmutable.
Cada vez que se le da la oportunidad me cuenta como le ha ido en su viaje. Yo solo escucho y escribo para no volverme loco, es la única forma en que puedo aceptar que ha estado jugando cósmicamente con la realidad y sopesar el hecho de que todos hemos sido puestos aquí por su capricho, por el capricho de un ludópata cósmico jugando a ser Dios… Y ahora veo como aquel dios de carne y huesos toma su lugar en la celda. En aquel rincón con manchas secas de sangre, hace sus ruidos extraños, golpea su cabeza contra las paredes del mismo muro, llevando un ritmo cada vez más fuerte. Oigo cómo crujen los huesos de su cráneo y luego se desvanece… Es como una mezcla entre desfallecer y desvanecer. Veo su cuerpo caer inconsciente, pero nunca toca el piso, cae en otra dimensión… Se ha ido a la dimensión 89.
52 de octubre
He vuelto a leer la piedra. Sé que en cualquier momento aparecerá, quiero preguntarle más detalles sobre sus viajes, pero no sé si esta vez me prestará atención. Quizás esta vez le parezca insignificante, solo un preso e ignorante… Según la piedra, yo no soy así, pero en esta realidad he nacido inseguro de mí mismo, o puede ser lo que he vivido… Según la piedra, mi personalidad también es fruto de su juego; lo que pienso, lo que hago, lo que he vivido, todo está regido por la forma en que jugó sus cartas, por la forma en que construyó esta realidad. Siento como si hablara con Dios… siento que estas paredes son mi Biblia y este es su testimonio… Solo espero que en esta realidad también decida hablarme.
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