Briggette Rodriguez - Sielf y la legión de los guardianes

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Sielf y la legión de los guardianes: краткое содержание, описание и аннотация

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Sielf, una joven estudiante de carácter escéptico, se decide a cursar en la escuela internado Espada y Pluma el último año de su carrera. En ese lugar, encontrará infinitas incógnitas y respuestas a vivencias anteriores y se verá envuelta en una serie de sucesos insólitos y encuentros con seres que pondrán en tela de juicio todo lo que ella conocía sobre el mundo y sobre sí misma.
El clima de suspenso y el acercamiento a culturas ancestrales la acompañarán en una extraordinaria aventura donde la amistad y el amor guiarán sus pasos en búsqueda de la verdad y la justicia.
La fluidez de la trama, el acierto en los cuadros y el hilo que no deja de atarse capítulo tras capítulo logran hacer de esta obra una constante lectura de disfrute.

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—Está bien, está bien —aceptó ella en tono burlón.

Ambos se quedaron en silencio. El rostro de Sielf se mantuvo con una expresión neutra hasta que llegaron a una carretera iluminada lo cual indicaba que estaban cerca al Internado. La joven bajó los vidrios de la ventanilla, la lluvia se había convertido en una tenue garúa, entonces observó cómo se iban aproximando a la puerta principal del Internado Espada y Pluma y, una vez frente a la entrada, atravesaron un muro cubierto de ramas que dividía los bosques y la gran estructura académica. En el interior había un camino previo a las instalaciones del Internado con un centenar de flores a su alrededor, tan diversas como coloridas, que hacían más agraciadas a las esculturas que se levantaban por doquier. Y detrás de todo ese edén se hallaba el Internado, tan grande como una mansión pero con un visible rasgo de historia y antigüedad.

Tom estacionó el auto en donde se lo indicaron, descendió y abrió la puerta para que Sielf bajara.

—Olvidé preguntar si eres estudiante de último año —dijo el joven.

—Sí, ¿y tú?

—Qué coincidencia, yo también —comentó mientras ambos iban a la maletera de la camioneta. Al intentar sujetar su bicicleta Sielf no pudo evitar un quejido de malestar, aún le dolían los brazos por la caída.

—Déjame ayudarte —sugirió Tom extrayendo la bicicleta sin dificultad y posándola en el suelo.

—Gracias —dijo la joven al tiempo que un relámpago trajo consigo una lluvia más densa.

—Vaya clima que nos tocó, dejaremos tu bici aquí. Ahora tenemos que entrar... —opinó Tom sujetando una maleta que luego dejó en la entrada bajo techo antes de ingresar a la oficina de recepción junto a la joven.

—Buenas noches, qué feo clima el de hoy ¿no le parece? —dijo mirando a una señora cordial que se acercó solícita.

—Soy Rosa —se presentó —¿Son nuevos estudiantes?

—Sí —dijeron ambos al mismo tiempo mientras tomaban asiento.

—Bienvenidos al Internado Espada y Pluma. ¿Dejaron sus pertenencias en la entrada?

—Así es —respondió Tom.

—Yo no, pues lo mío solo es esta mochila —contestó la joven.

—De acuerdo, ahora les iré pidiendo a cada uno sus pases —dijo Rosa refiriéndose a un carnet específico de cada alumno que además de contener sus datos servía para diferenciar los grados y para marcar sus asistencias a los cursos.

—Aquí está el mío —dijo la joven cuyo aspecto sucio y desaliñado por su reciente infortunio llamaba la atención de modo tal que Rosa no pudo disimular la sorpresa que le generó ver a Sielf mientras entregaba su carnet color verde.

—Bien, probablemente ambos están informados acerca del reglamento interno así como la historia de la institución. Todo eso estaba en el folleto que se les dio el día que presentaron la solicitud de inscripción así que solo les reiteraré dos cuestiones que algunas veces pasan desapercibido. En primer lugar, el Director de la Escuela Internado, el señor Suus, es un hombre que se interesa y atiende las inquietudes de sus alumnos, no duden en hablar con él en cuanto surja alguna inquietud, siempre y cuando sea en horario de oficina. Él suele estar en su despacho en el ala oeste —Rosa indicó la dirección del sector con la mano —. Y en segundo lugar, deberán ser muy cuidadosos con las obras de arte que se exhiben en el lugar, cualquier daño o perjuicio de alguna de las piezas será penalizada, de más está decirles que tienen prohibido acercarse a ellas y, peor aún, tocarlas. Forman parte de la historia de este lugar así como la colección de nuestro director —explicó seguido de un relámpago estremecedor que hizo que las luces se apagaran y se volviesen a encender al segundo —y por cierto, no se asusten si se va la luz. Las tormentas suelen causar apagones pero no duran mucho.

—Gracias por la información —agradeció Sielf.

—Seremos muy cuidadosos con las obras de arte —opinó Tom.

—¿Alguna pregunta?

—¿Empezó la ceremonia de apertura? —consultó la joven mientras firmaba un papel.

—Finalizó hace unos minutos —contestó Rosa mientras guardaba en su archivero aquel papel —casi todos están en sus habitaciones.

—Claro... ya es tarde —dijo Sielf viendo poco alumnado transitando los pasillos.

—De todos modos, si tienen dudas respecto de lo que se informó en la ceremonia lo pueden consultar aquí —sugirió Rosa amablemente —, y si ambos desean cenar algo, tienen tiempo hasta treinta minutos más para acercarse a la cocina. ¿Saben los horarios del comedor?

—Sí —contestaron ambos al mismo tiempo.

—Ahora joven, permíteme tu carnet —solicitó Rosa.

Tom entregó un carnet igual al de Sielf pero de color rojo. Apenas Rosa lo observó no pudo evitar esbozar una leve sonrisa.

—Así que también eres extranjero —dijo mientras le hacía entrega de unos formularios —. Es curioso, este año tuvimos varias solicitudes de alumnos de fuera, al parecer el Internado se está volviendo famoso.

—Me alegro —comentó Tom entregando los papeles bajo la mirada de Sielf —, muchas gracias, Rosa.

—De nada, gracias a ti por elegirnos —contestó la mujer cordialmente.

—Tengo una pregunta —dijo la joven después de un silencio —, ¿es posible que encuentre aquí repuestos para bicicleta? Tuve un accidente mientras venía y se rompió la cadena de mi bicicleta.

—No lo creo... nadie suele venir en bici por temor al bosque, el traslado se realiza básicamente en autobús, de vez en cuando en transporte particular o una que otra motocicleta en el caso de los más osados —murmuró la señora —¿Tú viajaste en bici hasta aquí?

—Casi... Dime, ¿por qué le temen al bosque?

—Está encantado y criaturas malignas merodean en su interior —explicó Rosa —pero volviendo a tu pregunta inicial, en el pueblo hay muchas bicicleterías, lo que podríamos hacer es conseguir que alguien te haga el traslado para que puedas llevarla al pueblo.

—Eso sería de mucha ayuda —contestó la joven esbozando una sonrisa.

—Te estaremos informando, mientras tanto la dejaremos en el estacionamiento, y por la ubicación de tu habitación me parece que la podrás ver desde tu ventana.

—¡Genial!, gracias. Y disculpa, tengo una última pregunta... ¿Cómo llego a mi habitación?

—Cierto, ahí les digo. Por poco me olvido también de entregarles esto —recordó Rosa proporcionando a cada uno la llave de su habitación —. Como sabrán las habitaciones de hombres y mujeres están separadas, son individuales aunque el baño se comparte —dijo asomándose junto a ellos a la salida de la oficina —. Sielf, siguiendo este pasillo llegarás a un pequeño jardín, cruzas por ahí en la misma dirección y luego giras hacia tu derecha, allí encontrarás las escaleras a las habitaciones de las chicas; mientras que para llegar a las habitaciones de hombres, Tom caminas hasta el final de este otro pasillo y giras a tu izquierda, allí están las escaleras que conducen a las habitaciones de varones. ¿Alguna pregunta?

—No, creo que es todo —comentó Tom.

—Muchas gracias —dijeron ambos jóvenes.

—Gracias a ustedes, hasta luego —se despidió Rosa mientras los vio salir.

—Aquí nos separamos —comentó Tom en cuanto se encontraron con los pasillos que orientaban a los cuartos —, seguramente te veré mañana.

—Sí, muchas gracias por haberme traído.

—No fue nada... solo tengo una duda... —dijo el joven —¿No deberías ir antes a la enfermería?

—¿Por esto? —contestó Sielf mostrando sus vendajes improvisados con apósitos —Para nada, no fue grave, estoy bien, solo necesito un cambio de ropa urgente —dijo luego de ver las luces parpadear después de otro relámpago.

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