Meses después acudí a un instituto de investigación en Copenhague para elaborar la tesis doctoral. Durante aquel periodo leí artículos y libros especializados, pero también algunos libros clásicos de divulgación sobre astronomía y cosmología: Los tres primeros minutos del universo (1978) de Steven Weinberg, o Paciencia en el azul del cielo (1982) de Hubert Reeves. Estas lecturas me animaron a tratar de explicar los asuntos relacionados con mi investigación en conferencias y artículos de divulgación, principalmente en el suplemento de ciencia de La Vanguardia, dirigido por Vladimir de Semir.
La importancia de la divulgación científica de calidad ha constituido un punto de encuentro con muchos colegas de disciplinas variadas, y nos ha servido para llevar a cabo iniciativas como la
Cátedra de Divulgación de la Ciencia de la Universitat de València. He tenido la fortuna de moverme entre científicos que consideran que la comunicación social de la ciencia es una labor importante que
los científicos profesionales deben considerar entre sus actividades.
John Mitton lo explica con sencillez: «El contrato social no se completa hasta que se comunican los resultados». También Virginia Trimble, ex vicepresidenta de la Unión Astronómica Internacional, lo remarcaba hace poco: «Dado que nuestro trabajo viene costeado por casi la totalidad de nuestros conciudadanos, todos tenemos la responsabilidad de hacerlos conocedores de lo que han obtenido con su dinero».
Éste ha sido el objetivo fundamental de los ciclos de conferencias que he organizado durante los últimos años, como por ejemplo «Nuestros científicos» o «La ciencia en el cambio de milenio», que nos han permitido disfrutar en la ciudad de Valencia, y con estilos diferentes y enriquecedores, de disciplinas tan diversas como la física de partículas, la química, la botánica, la biología molecular o la meteorología. Hemos tenido ocasión de observar que todas estas materias despiertan el interés del público si los comunicadores se esfuerzan por contagiar el entusiasmo que ponen día a día en investigar sus respectivas disciplinas.
La astronomía y la cosmología gozan, además, de una gran aceptación por parte del público. Por un lado, se trata de especialidades que se ocupan de aspectos relacionados con los orígenes y con las grandes preguntas de la humanidad. Por otro, las imágenes tan llamativas que llegan cada día desde los observatorios y desde las agencias espaciales contribuyen a incrementar nuestra fascinación por el universo. Considerando el carácter visual de la astronomía, he introducido imágenes y diagramas que hacen más comprensible el discurso empleado.
A la hora de escribir este libro he tenido presente el contenido de las conferencias que he impartido en escuelas, institutos, aulas de cultura, planetarios y universidades, así como las respuestas a las preguntas que con mayor frecuencia me ha formulado el público. Todo ello se ha ido articulando de manera coherente en este libro, en el que intento explicar lo que hoy sabemos del universo, rindiendo homenaje a los viajeros cósmicos que, con telescopios, sondas espaciales y la imaginación, se han adentrado en nuestros orígenes cosmológicos: son los marineros que surcan los cielos.
VICENT J. MARTÍNEZ
AGRADECIMIENTOS
He conocido a muchos astrónomos y cosmólogos que, en el desempeño de su trabajo, manifiestan un interés destacado por conocer y comunicar, no sólo lo que sabemos sobre nuestro universo, sino también cómo hemos llegado a adquirir estos conocimientos, adentrándose en la aventura humana y científica de los protagonistas de los hallazgos. Entre ellos tengo que dar las gracias a mi maestro Bernard Jones por contagiarme el entusiasmo por la cosmología, y a Virginia Trimble y a Jim Peebles por facilitarme el acceso a muchos de los protagonistas.
He disfrutado enormemente con las conversaciones y discusiones mantenidas con Edward Kolb, José Luis Sanz, Rosa Domínguez-Tenreiro, Joe Silk, Carlos Frenk, Ígor Novíkov, Jaan Einasto, Vincent Icke, Rien van de Weygaert, Alain Blanchard, Silvio Bonometto, Jaynat Narlikar, Peter Coles, Michael Rowan-Robinson, John Barrow, José Adolfo de Azcárraga, Andrew Hamilton, John Peacock, Martin Rees, Jon Marcaide, Alberto Cappi, José Bernabéu, Mariano Moles, Rafael Rebolo, Emilio Alfaro, Antoni Ferrer, Jesús Navarro y Eduard Salvador, que, además, ha escrito un prólogo entrañable. He aprendido muchísimo de las conversaciones mantenidas con los historiadores de la ciencia Michael Hoskin, Helge Kragh, Gale Christianson, Víctor Navarro y Antoni Ten.
Otros colegas, como por ejemplo Ramon Lapiedra, Amelia Ortiz, Enn Saar, María Jesús Pons-Bordería, Guillermo Quintás, Miquel Gómez y Alberto Fernández-Soto, han leído versiones preliminares del manus-
crito y han aportado comentarios acertados que quiero agradecer.
He contado con la inestimable colaboración de Fernando Ballesteros en la elaboración de muchos de los diagramas que ilustran el libro. Diversos astrónomos aficionados (Robert Gendler, Vicent Peris, Jim Misti y Josch Hambsch) han cedido su trabajo generosamente.
Ha sido un auténtico placer contactar con los responsables de los archivos de muchos observatorios y bibliotecas de todo el mundo. Realizan una labor fantástica de conservación y divulgación de un patrimonio fabuloso. Quiero darle las gracias especialmente a Alison Doane del Harvard College Observatory, a Sabina Bernacchini y Franca Principe del Istituto e Museo di Storia della Scienza de Florencia, a Christian Aliverti de la Zen-
tralbibliothek Zürich, a M.ª Cruz Cabeza de la Biblioteca Històrica de la
Universitat de València, a Kerry Magruder de la Biblioteca Histórica de
la Universidad de Oklahoma, a Owen Gingerich del Harvard Smithsonian Center for Astrophysics, a David McKitterick del Trinity College Cambridge, a Eva Jurlander del Observatorio de Lund, a Alicja Kawecki de Lucent Technologies, a Richard Dreiser del Observatorio de Yerkes, a John Strom de la Carnegie Institution of Washington y al conde de Rosse de la Birr Scientific and Heritage Foundation.
Escribí gran parte de este libro durante los meses de agosto del 2004 y el 2005 en Camarillas, un pueblecito de la sierra de Gúdar, que me ha proporcionado el entorno tranquilo y el cielo limpio y estrellado (decididamente inspirador) que requería una labor como ésta. Los ánimos de Laura, mi mujer, cuando leía directamente sobre el ordenador los primeros borradores del manuscrito han sido fundamentales para continuar la tarea con entusiasmo. A mis hijos, Albert, Clara y Jordi, quiero agradecerles los ratos que me sacaron del estudio para tener «vacaciones» y quizá, gracias a ellos, volver por la noche con ideas y pensamientos nuevos para seguir escribiendo sobre «la aventura de descubrir el universo».
Construyamos naves y velas adecuadas para el aire de los cielos. Porque entonces también habrá gente que no se arredre ante la desierta vastedad del espacio.
JOHANNES KEPLER
INTRODUCCIÓN:
La sinfonía cósmica
Pasamos por la vida sin entender casi nada del mundo.
CARL SAGAN
Entender el universo es una labor tan apasionante como posible. Einstein dijo que «el aspecto más incomprensible del universo es que sea comprensible». La cosmología, la ciencia que estudia el universo en su conjunto, ha experimentado un desarrollo espectacular durante los últimos cien años, y ha cambiado por completo nuestro concepto de universo en una transformación que podría compararse con la revolución copernicana. En este periodo, la cosmología ha logrado dejar a un lado su carácter especulativo, o incluso mitológico, para alcanzar la condición de disciplina sólida y rigurosa. A la vez, el interés por conocer el origen y la evolución del universo se ha vuelto muy generalizado; las noticias sobre el cosmos son ya habituales en los medios de comunicación, y las páginas de Internet con explicaciones sencillas de los últimos descubrimientos astronómicos reciben a diario la visita de miles de personas interesadas en éstos.
Читать дальше