Johann Herder - Escultura

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Situado en la encrucijada de la Ilustración y el Romanticismo, el pensamiento de Herder, esencialmente crítico e intempestivo, tiene una complejidad que no puede reducirse a las derivas irracionalistas que poco tenían que ver con el verdadero sentido de sus ideas. Estas reflexiones sobre la estética, a partir de la escultura, permiten aproximarse al pensamiento de un humanista radical.

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29Ibid., pp. 256-257.

30Ibid., pp. 258-260.

31Ibid., pp. 261, 263.

32Ensayo sobre el origen del lenguaje, en Obra selecta, op. cit., p. 171.

33Sobre Kaligone [Calígona], de 1800, no podemos ni debemos extendernos aquí. A tal propósito, y como precedente de posteriores estudios, el punto de referencia podría ser el gran trabajo de Günther Jacoby, Herders und Kants Ästhetik, Leipzig, Dürrschen Buchhandlung, 1907.

34Sobre estos aspectos de Herder, cfr. Michele Cometa, «Mitologie della ragione in Johann Gottfried Herder», en Michele Cometa (ed.), Il romanzo dell’Infinito. Mitologie, metafore e simboli dell’età di Goethe, Palermo, Aesthetica edizioni, 1990.

35Diario de mi viaje del año 1769, en Obra selecta, op. cit., pp. 25-27.

36Silvas críticas, Primera silva, ibid., pp. 1-5.

37Sobre Laocoonte, cfr. infra, Escultura, nota 3, p. 61; sobre Filoctetes, ibid., nota 37, p. 77.

38Obra selecta, op. cit., p. 10.

39Ibid., p. 22.

40Ibid., pp. 112-113.

41Parece que uno de los métodos empleados consistía en «perforar el lacrimal y hacer pasar un pelo de caballo diariamente, moviéndolo arriba y abajo para restablecer la comunicación». Cfr. Goethe, Poesía y verdad, op. cit., libro 10, nota 1.

42Ibid.

43Cfr. Goethe, Poesía y verdad, op. cit., libro 11. Allí describe la colección, unas cuarenta piezas, como «un bosque de estatuas que había que penetrar, una gran sociedad ideal».

44Herder también conocía, aparte de la colección de Versailles, la Walmonden de Hannover y la de la Kunsthaus de Kassel. Sólo más tarde tuvo ocasión se conocer más esculturas durante su visita a Roma en 1788.

45Cfr. Alexander Gottlieb Baumgarten, Reflexiones filosóficas en torno al poema (1735), en Belleza y verdad. Sobre la estética entre la Ilustración y el Romanticismo, Barcelona, Alba Editorial, 1999.

46Cuyo pretexto era polemizar con Friedrich Riedel, autor de una Teoría de las bellas artes y las ciencias (1767). La Silva la escribió en 1769, pero no fue publicada hasta 1846. Cfr. infra, Escultura, notas 24 y 25, pp. 71-72.

47Lo que Herder reprochaba a Baumgarten, obviamente, era su perspectiva crasamente racionalista, a la que oponía un sensualismo un tanto ingenuo, aunque de orígenes empiristas. «¡Me siento a mí mismo, luego existo!» («Ich fühle mich! Ich bin!»), proponía Herder como alternativa al cogito cartesiano en cuanto que fuente de autoconciencia. Cfr. Zum Sinn des Gefühls, en Sämtliche Werke, VIII, p. 96. Cfr. la introducción de Jason Gaiger a su espléndida edición de la Plastik de Herder (Sculpture. Some Observations on Shape and Form from Pygmalion’s Creative Dream, Chicago y Londres, University of Chicago Press, 2002, p. 9).

48Cfr. Gotthold Ephraim Lessing, Laocoonte, edición de Gustavo Barjau, Madrid, Tecnos, 1990, caps. I-V.

49Carta sobre los ciegos seguida de carta sobre los sordomudos, Valencia, Pretextos, 2002.

50William Molineux, abogado dublinés, fue también el autor de un tratado de óptica, Dioptica nova, publicado en 1692. Molineux, amigo de Locke, le planteó explícitamente el problema en una carta. Cfr. los clarificadores comentarios al respecto de Jason Gaiger, op. cit., pp. 11 ss.

51Ensayo sobre el entendimiento humano, Libro segundo, cap. IX, # 8 (Madrid, Editora Nacional, 1980, p. 223).

52Tal vez vale la pena recordar que poco después, y a propósito del problema de Molineux, el radical Berkeley afirmaría directamente que «los objetos de la vista y los del tacto son dos cosas diferentes». Cfr. Ensayo sobre una nueva teoría de la visión (1709), XLI-L.

53Cfr. infra, Escultura, nota 2, p. 42.

54Über die schöne Kunst des Gefühls, en Sämtliche Werke, VIII, p. 94.

55Herder no parece pensar en el Golem, o en los cuentos de Hoffmann, ni su mundo era todavía el de Mary Shelley y su Frankenstein. Sus curiosas especulaciones sobre la palingenesia y la metempsícosis no vienen tampoco al caso.

56Jason Gaiger, op. cit., pp. 16 ss.

57Inka Mülder-Bach, «Eine ‘neue Logik für den Liebhaber’: Herders Theorie der Plastik», en Hans-Jürgen Schings (ed.), Der ganze Mensch: Anthropologie und Literatur im 18. Jahrhundert, Stuttgart, Metzler, 1994, p. 360. Cfr., al respecto, el comentario de Jason Gaiger, op. cit., p. 20.

58De hecho, no fue sino hasta 1815, gracias a la publicación de Le Jupiter Olympien, ou l’art de la sculpture antique, considerèe sous un nouveau point de vue, de Quatramère de Quincy, cuando se empezó a reconocer el uso del color en la escultura antigua.

59Von der Fähigkeit des Empfindens des Schönen in der Kunst (Sämtliche Werke, VIII, p. 107).

60De la admiración de Herder por Winckelmann no sólo da cuenta la obra que aquí presentamos, sino algún que otro escrito suyo. Por ejemplo, su Denkmal Johann Winckelmanns, escrito en 1778 (diez años después del asesinato de Winckelmann en Trieste).

61Aloïs Riegl, El arte industrial tardorromano, Madrid, Visor, 1992.

62Heinrich Wölfflin, Conceptos fundamentales de la historia del arte (1924), Madrid, Espasa-Calpe, 1979, pp. 26 ss.

63Aprovecho la ocasión para explicar que el término alemán Plastik suele traducirse, como en este caso, como Escultura. Pero somos conscientes de que en otros idiomas, como el nuestro, se habla de artes plásticas en referencia a las artes visuales en general. En alemán también se pudo llamar a la escultura, como hacía Winckelmann, Bildhauerkunst (arte del cortar una madera, o arte del labrar o tallar una piedra, o de esculpir). De cualquier modo, parece que traducir Plastik por Plástica hubiera llevado a los lectores en castellano a un innecesario malentendido.

64Sobre las nuevas relaciones entre lo visual y lo táctil, en cuanto que trabajo de articulación del espacio, en la nueva escultura, aquí podemos conformarnos con remitir al libro de Javier Maderuelo, El espacio raptado, Madrid, Mondadori, 1990.

Escultura

Algunas observaciones

sobre la forma y la figura

a partir del sueño plástico

de Pigmalión

1 Escrito en su mayor parte durante los años 17681770 Una incompleta - фото 2 1

Escrito en su mayor parte durante los años 1768-1770.

Una incompleta introducción para otros similares ensayos de una anaglífica, una óptica, una acústica, etc. 2

-en! ille in nubibus arcus

mille trahit varios adverso sole colores.

VIRGILIO 3

1«¿Qué es lo bello? La pregunta de un ciego». Diógenes Laercio (siglo III), Vidas de los más ilustres filósofos griegos, V.1.20. El pasaje de referencia es uno en que se habla de Aristóteles: «A uno que le preguntaba por qué dedicamos más tiempo a conversar con los bellos, le dijo: Esa pregunta es propia de un ciego». La cita aparece convenientemente modificada por Herder a fin de servirse de ella como motto.

2Un anaglifo –del griego anaglifos, de aná [en alto] y glýpho [esculpir]– es un relieve o bajorrelieve. En óptica, un procedimiento para conferir relieve a las imágenes (de modo que puedan ser reconocidas por los ciegos a través del tacto). La «anaglífica» de la que habla Herder sería la ciencia que estudia los bajorrelieves. La «óptica» se referiría en este caso a los fundamentos de la pintura, y la «acústica» a los de la poesía y la música.

3Virgilio, Eneida, V.88-9: «¡Ved, aquel arco en las nubes que arrastra mil diversos colores contra el Sol!».

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