© 2021 Carlos Sánchez Ortiz
© 2020, Sin Fronteras Grupo Editorial
ISBN: 978-958-5191-45-7
Coordinador editorial:
Mauricio Duque Molano
Edición:
Juana Restrepo Díaz
Diseño y diagramación:
Paula Andrea Gutiérrez R.
Reservados todos los derechos. No se permite reproducir parte alguna de esta publicación, cualquiera que sea el medio empleado: impresión, fotocopia, etc, sin el permiso previo del editor.
Sin Fronteras, Grupo Editorial, apoya la protección de copyright.
Diseño epub: Hipertexto – Netizen Digital Solutions
Este libro se lo quiero dedicar a los miles de adictos y adictas que existen en este planeta.
Siempre hay una luz de esperanza.
A mi madreLaura Rosario Ortiz de Sánchez, Q.E.P.D.
Contenido
Prólogo
Introducción
CAPÍTULO 1
¿Por qué yo?
CAPÍTULO 2
Una bomba de tiempo
CAPÍTULO 3
La sombra del fracaso
CAPÍTULO 4
Habla el vicio
CAPÍTULO 5
Te hablo a ti, vicio
CAPÍTULO 6
Pensamiento disfraz: el cerebro y yo
CAPÍTULO 7
Una mirada distinta
CAPÍTULO 8
La consciencia habla y la sabiduría responde
TESTIMONIOS DE ADICTOS
CAPÍTULO 9
“Soy sexo. Huelo a sexo”.
CAPÍTULO 10
“Me odio, maldita sea”.
CAPÍTULO 11
Adicción al drama: una guerra interna con sabor a telenovela
CAPÍTULO 12
El camino al infierno: las drogas
CAPÍTULO 13
Adicción al miedo: parálisis existencial
CAPÍTULO 14
“¡Fumando... Desespero!”.
CAPÍTULO 15
Realidades del vicio, desde la psicología
CAPÍTULO 16
Aceptación: el camino hacia la salida
CAPÍTULO 17
Ojo, padres de familia
CAPÍTULO 18
Conclusiones
Nota de la editora
Notas al pie
Prólogo
En este libro van a encontrar el relato de una persona valiente que tuvo y aún tiene el reto de manejar un cerebro adictivo asociado con la necesidad compulsiva (ludopatía) y las sustancias (marihuana), cuya esclavitud duro más de catorce años.
Su vida estuvo atada al uso y abuso de sustancias, así como a conductas marcadas por un intenso deseo y una necesidad irresistible de realizar ciertas actividades en las que perdía el control de sus acciones, afectando así sus estados de consciencia.
Debido a la grave afectación que se presenta en las personas que abusan de las sustancias psicotrópicas y sus conductas impulsivas, el tema de las adicciones es, sin duda, un asunto de salud pública que requiere una atención urgente.
Las adicciones producen trastornos en el funcionamiento cerebral que agravan la compulsión al consumo y debilitan el psiquismo de la persona adicta, disminuyendo su capacidad adaptativa y el contexto vital de base.
Las capacidades potenciales de creatividad y productividad se ven rápidamente comprometidas, llevando a los adictos y a sus familias al marginamiento y a la desadaptación social.
Se tienen en cuenta también la pérdida de vidas y las lesiones graves en personas que se dedican al tráfico de estupefacientes y en los agentes del orden que las combaten.
Desde el punto de vista médico se considera que para que se produzca la adicción confluyen condiciones biológicas, psicológicas, económicas y sociales en interacción.
Hay predisposición cerebral a la adicción por fallas metabólicas del cerebro y trastornos de las áreas del sistema límbico que intervienen en la gratificación (recompensa). Con frecuencia, el uso de sustancias psicotrópicas busca erradamente corregir un trastorno mental latente como una depresión, un trastorno severo del pensamiento o un trastorno de la personalidad, que llevan a una decepción vital, casi siempre con disfunciones familiares en la historia del individuo y con dificultad para configurar una personalidad sana.
La búsqueda de una gratificación, que pronto se vuelve indefinida, lleva al adicto a presentar un comportamiento errático e incoherente, encaminado hacia la autodestrucción.
Esto no significa necesariamente que la persona intentará vengarse de los padres o de una infancia infeliz en el estado de adicción, aunque son frecuentes los relatos de maltrato.
Este maltrato se puede constatar en muchos casos pero una de las estrategias mentales que sostienen la adicción es la manipulación emocional lastimera.
Los aspectos obsesivos también hacen parte del cuadro clínico de la adicción. El estado de adicción lleva al individuo a repetir los mismos errores de manera casi indefinida. Sin embargo, es importante aclarar que en la enfermedad obsesiva (TOC) pocas veces se recurre al abuso de sustancias.
También es necesario aclarar que tener aficiones, apegos emocionales y comportamientos rituales es natural en el ser humano, sin que esto pueda encuadrarse en la patología adictiva. Por lo tanto, no es válido dar calidades negativas a las tendencias sanas en el comportamiento humano.
En los registros mundiales de las diferentes instituciones que se especializan en el tratamiento de las adicciones, desde alcohólicos y narcómanos anónimos, hasta las comunidades terapéuticas, existen numerosos casos de éxito, donde se llega a un diagnóstico de curación. Aunque el panorama parezca tenebroso, siempre hay luces de esperanza, como insinúa Carlos Sánchez, quien hoy es considerado un caso de éxito, aun cuando es consciente de que su enfermedad no tiene cura pero sabe que sí se puede manejar.
Conocí a Carlos Sánchez Ortiz a mediados del año 2013. Es un hombre inquieto y ávido de conocimiento y experiencias desde la infancia, por lo cual recibió el maltrato de pretensión educativa habitual que les espera a los niños ‘hiperquinéticos’, tanto en su casa como en el ámbito escolar.
Ese rechazo social, lejos de ser formativo, como él describe, le deformó los instintos naturales. La deformación del instinto básico del placer —y las variadas formas de obtenerlo— y del instinto del conocimiento (epistemofílico), lo llevaron a recorrer caminos espinosos e irregulares.
El abuso de sustancias, la ludopatía y una actitud temeraria y de riesgo vital, configuraron el laberinto de dolor que él iba recorriendo.
Después de tanto maltrato y falta de reconocimiento personal por ser un niño inquieto, ¿cómo iba a desarrollar confianza en alguien o en algo?
Una persona incomprendida de tal forma suele volverse desconfiada como mecanismo de autoprotección. Esta desconfianza, si no se resuelve, va generando la desestructuración paranoide del pensamiento con severas crisis de ansiedad.
Un espíritu indomable como el de Carlos Sánchez Ortiz se negó a aceptar tal destino. Consultó innumerables profesionales, revisó escritos e intentó diferentes prácticas de control mental hasta que desarrolló el método que amablemente comparte en este libro como la mejor manera de sacarle provecho al dolor que ha vivido.
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