A estos textos deben sumarse producciones más antiguas, pero de gran trascendencia hasta nuestros días, como Clases, Estado y Nación de Julio Cotler, aparecido en 1978 y publicado por el IEP. Este texto es un clásico que ha formado el pensamiento histórico de varias generaciones de intelectuales. Es un libro de historia escrito para explicar a Velasco. Por ello fue tan potente, buscó entender el presente a través del ayer y no estaba centrado en el pasado en sí mismo. Además, el presente que buscaba entender era el momento más trascendente del país en muchos años. En una línea bastante cercana, Carlos Franco practicó el clásico formato del ensayo para analizar la democracia y la nación peruanas en Acerca del modo de pensar la democracia latinoamericana (1998). Franco tenía formación de psicólogo social y disponía de entrenamiento y sensibilidad para captar el estado de ánimo, la tendencia colectiva y el sustrato espiritual de la sociedad. Este breve recuento de obras influyentes de las décadas anteriores no puede cerrarse sin mencionar a Heraclio Bonilla, quien representa la continuidad de la historia crítica formulada en los años de la teoría de la dependencia. Bonilla fue el historiador de esa generación y ha tenido una larga carrera, ya que sigue muy activo hasta hoy. Ha reunido sus trabajos añadiendo nuevos ensayos en tres tomos publicados con el título El futuro del pasado (2005). Si Cotler había pretendido explicar el presente a través del pasado, Bonilla refina este acercamiento postulando que para entender el paso del tiempo es preciso situarse en el futuro y mirar desde ahí la historia.
Algunos colegas como Juan Luis Orrego (2014), motivados por el bicentenario han indagado por el ambiente y las obras relacionadas con la conmemoración de los primeros cien años de nuestra independencia. En aquel entonces, la integración nacional estaba lejana y la derrota en la Guerra del Pacífico aún estaba muy presente. Pero el gobierno de Leguía venía impulsando un proceso de renovación social y modernización estatal al que llamó la «Patria Nueva». Al llegar el Centenario el mandatario aún gozaba de simpatía popular e impuso un curso decididamente optimista a la conmemoración. Sin embargo, Leguía era autoritario y su vocación dictatorial quedó patente desde el primer momento. Ello motivó la reacción crítica de la joven generación, que se expresó en los políticos Haya y Mariátegui y en los académicos de la generación del Centenario. Ellos fijaron su atención en los abismos sociales y económicos que laceraban al Perú de los años veinte. Así apareció la idea del país en formación, que aún no había realizado plenamente la promesa de la vida peruana. Tanto en Jorge Basadre como en José Carlos Mariátegui aparece esta misma idea de un proceso abierto e inacabado. De este modo, el balance de la generación del Centenario enfatizó en lo inconcluso de las realizaciones republicanas, pero, a la vez, anticipaba un futuro prometedor a condición de superar la discriminación y forjar una comunidad de destino.
Por su lado, la situación nacional del bicentenario es bastante más crítica que la vivida hace cien años. El escándalo Lava Jato se ha llevado por delante la escasa credibilidad de la clase política. Luego la pandemia ha mostrado la impotencia del Estado para contener el avance de la enfermedad, al grado que el país afronta una doble catástrofe, sanitaria y económica. Por ello, el ánimo general es muy diferente del festivo y esperanzador que reinó durante el Centenario. Una historia complicada ha originado este cambio de percepción ciudadana sobre nuestro propio país. Por momentos la situación social se acerca a la anomia que años atrás fue estudiada por Hugo Neira (1996), quien sostiene que nuestra sociedad propone ciertos fines, pero no ofrece los medios para realizarlos y por lo tanto genera atomización, pesimismo y rencor. Aunque hay elementos para pensar que la apatía y la indiferencia son predominantes, también es cierto que ha crecido la conciencia ciudadana acerca de sus responsabilidades y derechos. Ese vaivén es característico del país y marca su compleja y por ratos contradictoria historia.
En diálogo con estos autores y sobre todo con este ambiente social e intelectual, este libro se enfoca en la historia política del país y además considera los asuntos económicos, sociales e ideológicos a fin de facilitar la comprensión de la lucha política en la historia nacional. Buena parte de este texto es una narración analítica de la construcción del Estado y de los planteamientos ideológicos y políticos en torno a este proceso. Las contradicciones que ha suscitado constituyen el núcleo de mi reflexión. Ya que mi compromiso intelectual con las izquierdas es abierto y explícito, me he esforzado por pensar en las razones de las otras opciones políticas y tratarlas con equilibrio —ya que la objetividad es imposible—, buscando entender sus planteamientos y realizaciones.
La redacción de este libro corresponde a mi estancia en la Universidad de Shanghai, SHU. El año 2018 obtuve una licencia de la PUCP para trabajar por tres años en China y satisfacer mi enorme curiosidad sobre la otra mitad del mundo, aquella que habita el Oriente. Los posgrados de SHU están organizados en función a la investigación; por ello, los profesores estamos convocados a escribir a la par que brindar más asesorías y dictar menos clases de lo habitual en universidades de enseñanza. El requerimiento de publicar significó tiempo libre que me permitió concentrarme en este libro. A ambas universidades mi especial agradecimiento por el encargo y por el tiempo para concretarlo. Comencé este texto en Shanghai y obviamente no tenía acceso a una biblioteca con fondos peruanos. Pensé solucionar este problema trabajando unos meses en el Perú, pero apenas llegué para cumplir esa tarea empezó la pandemia y he seguido encerrado hasta el final, sin acceso a muchos libros que sé han sido publicados y que no he tenido conmigo durante la redacción. Por el contrario, he contado con buenas bases de datos en medios electrónicos. Por ello, la bibliografía es algo singular, puesto que en ocasiones he tenido que apoyarme en artículos científicos que se hallan en línea y no los libros que esos ensayos produjeron a continuación. Asimismo, esta circunstancia me ha llevado a pasar por alto la producción de algunos autores difíciles de hallar en línea y que sin embargo merecerían estar en una síntesis como la que he intentado. Este problema se agudiza con los colegas de las regiones del Perú —con algunos de los cuales he trabajado— y sé que aportan una perspectiva singular que lamentablemente no he logrado incorporar. Esta es una síntesis limitada por las circunstancias de la pandemia.
La organización de este libro es cronológica y está basada en una línea de tiempo diferente a la habitual. Por ello, creo necesario ofrecer una breve justificación de la periodización. Con respecto al primer capítulo no hay ninguna modificación de la interpretación clásica, puesto que se abre con San Martín y termina con la derrota en la guerra con Chile en 1884. A continuación, en el segundo capítulo, comienzan mis discrepancias con la versión tradicional, que establece una segunda etapa desde la reconstrucción nacional de Cáceres hasta la crisis de 1930. Existen sólidas razones para otorgarle peso al año 1930 y no dejo de valorarlas. En efecto, en ese momento terminó el largo gobierno de Leguía a través de un golpe de Estado y se abrió una nueva era, la política de masas. Pienso que el resultado de esa crisis fue la prolongación del dominio oligárquico a través de su alianza con el Ejército. De ese modo, según mi opinión, el periodo 1930-1962 corresponde a la alternancia civil militar en la fase final de la oligarquía, cuando ella trató de modernizarse pero no pudo contener la lucha social que acompañó el periodo. Por ello, en la interpretación que ofrezco, el segundo capítulo corresponde a la etapa oligárquica de construcción del Estado y termina con el gobierno de Prado, 1956-1962. Luego se abre el periodo nacionalista y desarrollista, cuando el Estado adopta una nueva matriz que algunos investigadores llaman populismo o nacionalismo económico. Ella llevaba treinta años en otros países de Latinoamérica, pero llegó tarde al Perú.
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