Espero una risa, o una recomendación a algún psiquiátrico, pero debido a lo vivido nadie puede negar qué es posible y qué no.
—Entonces… No viste ningún zorro, pero sí un monstruo extraño… –Walter deja escapar un largo suspiro y luego resopla en el transcurso, se aleja mirando por última vez al cadáver y le pide a Mica que salga. También guarda el bloc dentro de su chaqueta.
—Escuchen, hay que sacar esto de aquí, hay que dejarlo en alguna habitación oculta de la casa, no podemos enterrarlo o sacarlo, alguien podría vernos. –La forma en que dice todo de una manera tan seria, no puedo creer que de verdad estuviéramos los tres a punto de esconder un muerto–. Si primero no limpiamos no podremos empezar a buscar al zorro, supongo que tendré que pedirle otra mano a Thania e ir a casa a buscar algunas cosas de papá.
El padre de Walter es cazador, tiene otro trabajo, pero ninguno sabe cuál es, tiene una casa un poco más alejada del pueblo y otra dentro, donde vive Walter y donde los fines de semana va a visitarlo. La otra es una especie de rancho con una gran cantidad de perros, herramientas y armas. Recuerdo lo mucho que nos gustaba ir allí de pequeños a los tres.
—Walt… Yo limpiaré esto, tú puedes ir a la tienda esa y a buscar las cosas… creo que debería ser yo quien ordene todo esto. –Una parte de mí siente que debe tomar la responsabilidad por esto y no sobrecargar a mis pobres amigos con este… problema.
—¿Y moverás eso tú solo? Lo siento, pero creo que necesitas nuestra ayuda, ya después podrás pagarme con gaseosas y papas en efectivo. –Fabi siempre reclama algo a cambio de ayudar, supongo que esa parte de él no cambiaría ni en esta situación–. Walter, tú ve a lo de la bruja esa, yo te esperaré en tu casa para ayudarte con las trampas. ¿Quieres ir al bosque, cierto?
—Jo, jo. –La famosa risa actuada de Walter–. Como era de esperarse, te dije que podrías ser mi Watson, ya sabes qué pasa por esta ingeniosa mente. En ese caso está bien, te esperaré en mi casa luego de que termines aquí. –Walter sonríe un momento y se dirige a la puerta, y antes de marcharse dice en un tono más tranquilo–. Resolveremos esto, chicos.
Mica se acerca para preguntar qué había pasado, solo le contamos lo planeado. Fabi le pide unas bolsas de consorcio y cinta, parece más decidido que un mafioso, aunque con ese aspecto tan rudo y sus rulos rubios oscuros a veces podría asegurar que lo era. Mica trae todo lo pedido y sugiere que lo dejemos en el pequeño galpón que usaban para dejar las cosas viejas. Luego de que movemos el cuerpo, que está comenzando a endurecerse, lo ensamblamos como si fuera una morcilla, yo lo tomo de la cabeza y Fabi de los pies y lo metemos con cuidado en el pequeño armario. Bueno, en realidad es bastante grande si tenemos en cuenta que hay una cocina vieja, cuadros y discos apilados, algunos juguetes de plaza oxidados y un cuerpo, a pesar de todo esto el armario cierra sin problemas.
—Bien, te dejo el resto de la limpieza a ti, yo iré a la casa de Walter, así que mejor que cuando nos encontremos tenga mis papas. –Fabi se dirige a la puerta con una expresión algo seria.
—Gracias… –digo casi sin fuerzas y con una leve sonrisa, antes de salir pone su mano en mi hombro y me sonríe. Luego se marcha.
Por un momento pienso que quizá alguno de ellos llamaría a la policía y terminaríamos todos en una prisión juvenil o algún reformatorio, pero luego recuerdo la clase de amigos que son y lo comprometidos que se ven con todo, no podría dudar de ellos, de ninguno, sin exceptuar a Mica.
—Paul… ¿Me ayudas a cambiar las sábanas y dar vuelta el colchón? –Mica parece poder recuperar su postura y ya comienza a ser la de antes, al menos una parte de ella.
—Claro. ¿Pero no te molestará el olor?
—Oh, en cuanto a eso, no he olido nada en todo el día, tampoco siento el tacto, ni siquiera tuve frío o calor –responde tomando su codo izquierdo con su mano derecha, dándose cuenta de lo alejada que está del reino de los vivos.
—Oh, tienes razón, quizá haya que acostumbrarse a varias cosas nuevas.
—Espero que no por mucho tiempo –responde deprimida.
—Cierto… –Parezco ser un insensible como cierto amigo mío, pero es que esta situación aún está sin digerir y no puedo acostumbrarme al cuidado de mis palabras con lo que digo.
Me pregunto si alguna vez Miss Maple tuvo que empezar a destejer un caso habiendo ocultado otro. Quién pensaría en su sano juicio que me vería envuelto en un nuevo mundo lleno de interrogantes y gente más rara de lo que te esperas. He dejado a Fabi y a Paul con Mica, estarán ocultando el pobre cadáver de… ¿Cómo era su nombre? En fin, no debería ser importante, yo siempre recuerdo rostros y nombres sospechosos, por eso estoy aquí, en un café a unas cuadras de la gran plaza, porque efectivamente aún no recuerdo cómo llegar a la tienda de cosas mágicas. Pero no podía volver a entrar y decir que me den direcciones, no después de lo genial que me vi haciendo esa salida tan espectacular, ah… Los problemas de los detectives, pues podría dar vueltas hasta encontrarla, o simplemente preguntar. ¡Claro! Preguntar es el hábito de un buen investigador, de modo que apenas se acerque la mesera para preguntar si quiero algo más le preguntaré sobre la peculiar tienda.
—Qué curioso, Walter, no creí que te gustaran esas cosas –me responde Keyla, la mesera.
Es un pueblo no muy grande y venimos seguido a este sitio, por lo que nos conocen muy bien.
—Para nada, solo es un caso en el que estoy trabajando –aclaro mientras cuento los billetes con el total del café.
—Espero que no sea nada peligroso. Estoy segura de que es en la calle Frías al 606. Pero hay algunos volantes pegados en el poste de afuera, podrías confirmarlo ahí.
Agradezco la información y me dirijo al poste de luz que tiene varios papeles en su cuerpo; un perro perdido, colonia de verano, algo de la iglesia, número de alcohólicos anónimos y un volante violeta muy llamativo.
Casa del Redentor
Ataduras, objetos protectores, hechizos variados,
lecturas, curaciones y más.
No se moleste en pasar a preguntar.
Frías 606
Bueno, parece que ya tengo una dirección, solo falta ir y hacer unas buenas y variadas preguntas, o eso pienso, pues cuando llego la sospechosa pelirroja hace una broma con que la iba a ver muy seguido y que su madre se enojaría si pierde el tiempo en el trabajo. Además de eso dijo que no puede decir más nada del animal, solo que busque en donde cree que podría esconderse bien. Al llegar a casa no veo a Fabi, debió hacer una parada para comprar alguna golosina y decirle a su hermano que nuevamente estaría haciendo algo fuera de casa, quizá la libertad tan enorme que tenemos los cuatro es lo que nos une. En fin, dejo la puerta sin llave para que Fabi pase y revise el viejo galpón de papá, no deja sus armas aquí, pero sí varias trampas de conejo y herramientas. Junto eso, las estacas y sus cadenas, una cuerda y por las dudas una linterna, las pongo en la mochila y voy a mi habitación donde abro el buscador de Internet. Lo primero que escribo en Google es «zorro» teniendo demasiadas imágenes y foros o ventas sobre el animal, y de primeras, cómo no, una ventana de Wikipedia. Probé con otras cosas como «zorro fantasma», «asesino», «espíritu», «magia» y así hasta tener más de 16 pestañas abiertas y leer en pocas unas cuantas cosas que no termino de creerme. Por suerte una mano en mi hombro me hace saltar del susto, Fabi entra en silencio y me pregunta qué quiero hacer.
—Supongo que ahora estará alerta, y no podemos poner algo en cada casa que hay en el pueblo, así que iremos al bosque, la zona segura que es más visible y está protegida por el guardabosque la dejaremos, confío en que no pasará por allí –le digo a mi compañero mientras tomo mi mochila, la cual pesa demasiado.
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