La ley fundamental a observar estrictamente, es comer con amor,
con buena disposición de espíritu
y un sentimiento de gratitud por los beneficios divinos.
Debéis pues aprender a alimentaros de una manera nueva, tanto física como psíquicamente, y obtendréis los resultados que la Naturaleza viviente ha previsto para el hombre. Estos resultados son la fuerza, la vida y la salud, indispensables para que el ser humano se eleve y se ennoblezca cada vez más.
Acerca del vegetarianismo
Toda la naturaleza está impregnada de fuerzas de vida, llamadas prana, con las que entramos en contacto a través de la comida, el aire, el agua, la luz... Un simple ejemplo basta para demostrar que, a través de la comida, recibimos energías más sutiles que las fuerzas que nos son dadas por la digestión: cuando un hombre ha hecho un trabajo fatigoso y no ha comido desde hace tiempo, está cansado, agotado... Sin embargo, unos minutos después de haber tomado esta comida con apetito, siente que sus fuerzas se renuevan y se siente preparado para reanudar su trabajo... ¿De dónde provienen estas fuerzas? La digestión ni siquiera ha comenzado... En este caso, es evidente que estas fuerzas las recibe ya durante la masticación.
Esto es lo que ha sucedido: las terminaciones nerviosas del paladar, las encías y la lengua, han extraído las fuerzas vivificantes y sutiles de la comida, y han sido enviadas directamente al sistema nervioso y a los órganos. Por eso es indispensable practicar una buena masticación, no solo para facilitar el trabajo del estómago, sino también para dar el tiempo necesario al paladar, a las encías y a la lengua para extraer más de ese prana vital escondido en la comida.
Esta práctica es válida también para la absorción del líquido. Al beber agua, leche, etc., se debe beber lentamente, a pequeños sorbos, de modo que quede un poco de líquido en la boca. Al tragarlo demasiado rápido, se pierde gran parte del prana.
Estamos rodeados de energías malignas y beneficiosas. ¿Cuáles recibimos? La recepción depende de nuestro estado de conciencia y de nuestro organismo. El universo está lleno de energías, pero también está impregnado de vibraciones que transportan los pensamientos e ideas de un mundo más elevado.
Por ejemplo, si alguien se encuentra en un estado espiritual negativo, con deseos de venganza o desaliento, estará más receptivo a las energías y vibraciones negativas. Entonces, penetrarán en él y actuarán de manera destructiva sobre su organismo. Por esta razón, se recomienda evitar, durante las comidas, toda disputa, todo pensamiento negativo y todas las preocupaciones.
Por el contrario, es beneficioso desarrollar un humor alegre e impregnarse de sentimientos de gratitud y de amor. Hay que sentir las riquezas de la comida y pensar en lo que se come.
Como discípulos, debéis elegir los alimentos más apropiados para la Nueva Vida y los más favorables para vuestro cuerpo, para elevaros mejor. El mundo invisible que nos observa y nos guía, da total libertad, pero nos hace responsables de cualquier violación de las leyes de la vida. Así, comer carne aviva en el hombre su carácter más animal. Examinando más de cerca esta costumbre, podemos descubrir que ha causado grandes males a la humanidad.
Tenemos que entender la vida como un todo, y el animal cuya carne comemos entra en ese todo. El animal no tiene el mismo nivel de desarrollo que el ser humano y su carne, así como su sangre, perjudican nuestro desarrollo. Sus vibraciones son de un carácter inferior y es una de las causas que favorecen la tendencia al descenso hacia la materia. Por esta razón, los que se alimentan de ella, se preparan condiciones de vida que le producirán todo tipo de enfermedades.
Los animales sacrificados por su carne, también tienen una conciencia bastante desarrollada, y presienten su muerte. Sus instintos les advierten y luchan hasta su último aliento. Durante esta resistencia, su trastorno y su odio tienen una repercusión nefasta en todas sus células, y todo su organismo se invade de violentos venenos.
Varias civilizaciones ya han desaparecido o están en peligro de desaparecer porque su comida se basaba únicamente en la carne; han sido víctimas de una intoxicación generalizada. Una de las razones de la degeneración y de la desaparición de la raza atlante fue provocada por la ingestión exagerada de carne. Por la misma razón, la humanidad actual corre un gran peligro y este abuso de la carne ya da lugar a diferentes trastornos digestivos y respiratorios.
Además de estas enfermedades fisiológicas y de los sufrimientos que de ellas se derivan, el hombre carnívoro no puede elevar su pensamiento hacia lo sublime, ni sentir las vibraciones interiores de su alma que quiere orientarlo hacia la pureza y la comprensión del infinito.
Consciente de esta degradación fisiológica y espiritual, el ser razonable debe multiplicar sus esfuerzos para empezar a ser voluntariamente, vegetariano y frugívoro. Que pregunte a su voz interior, lo Divino en él, y abandonará definitivamente la carne y se alimentará solo de cereales, de hortalizas y de frutas. Entonces, su estado físico mejorará rápidamente y su progreso espiritual será mucho más fácil.
Los discípulos de la Fraternidad Blanca deben adoptar una comida vegetariana, preludio a la comida espiritual. Deben desterrar la carne de sus comidas y así recuperarán la alegría de vivir.
Debéis también saber que ningún medicamento puede eliminar los venenos de la sangre debido a la absorción de la carne. La curación solo puede lograrse con comida vegetariana y respiración profunda y rítmica.
Pero suprimir la carne de la comida no es suficiente para recuperar la salud perfecta. La asimilación de los alimentos no depende solo de su elección, ni de una buena masticación que facilite el trabajo de las glándulas y de todos los órganos de la nutrición, sino también de los pensamientos y sentimientos con los que vivimos.
Como Jesús y los primeros cristianos, antes de cada comida, debemos agradecer a Aquél que nos da este alimento material, con la convicción de apaciguar también nuestro apetito interior con un alimento espiritual, apropiado a nuestro grado de evolución, pero cuyo fundamento es siempre el amor.
La comida realiza un proceso esencial, es un poderoso estimulante de la vida. Es importante que sea comprendida y apreciada en su justo valor para que nuestra vida sea armoniosa y sana. Nuestros estados físicos y psíquicos están estrechamente relacionados con lo que comemos. Afortunadamente, observo que muchos de vosotros lo habéis comprendido y ya elegís los alimentos más puros y naturales.
Los científicos investigan sobre el rejuvenecimiento de las células, cuestión que también depende de la comida.
Hay principios que son válidos para todos: comer despacio y masticar largamente, tener un pensamiento tranquilo y concentrado, evitar las discusiones comiendo, no comer demasiado y quedarse con un poco de apetito, terminar las comidas agradeciendo, mantener el placer y la gratitud por lo que hemos comido, sintiendo aún su buen gusto.
Si bien es preferible seguir una dieta vegetariana, esto no debe hacerse por obligación, sino conscientemente y con pleno conocimiento, sin violencia externa. Y la elección de los alimentos es un asunto personal que depende de lo que nuestro organismo asimile mejor.
La enseñanza de la Fraternidad Blanca concede gran importancia no solo a la elección de los alimentos, sino también a la forma de comer. Podemos atraer más energía vivificante – de prana o magnetismo vivo – con una buena masticación hecha en silencio, y la mente concentrada en los alimentos. Una masticación insuficiente, con una mente dispersa, en un estado de descontento o de nerviosismo, nos impide asimilar las energías del alimento que son necesarias para reforzar nuestro sistema nervioso.
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