Alacenas
Las alacenas pueden formar parte tanto de una cocina como de un comedor. Daniel Taboada (1994, p. 313) habla también de este uso arquitectónico para interiores que nosotros no hemos verificado in situ , así como de la utilización de azulejos para “remates de descargas pluviales”.
Vaca torn en la ebarca Casa de Angelina Inestrillo
Según la estructura del despiece
Pueden diferenciarse dos grandes grupos:
a) Arrimaderos con despiece perpendicular al plano del pavimento.
La mayor parte de arimaderos de La Habana se han resuelto con este tipo de colocación.
b) Arrimaderos con despiece oblicuo.
Son casi todos los de escalera que se estructuran de forma perpendicular al plano inclinado de los tramos de ascenso mientras que en los descansillos se recupera la verticalidad del despiece; entre unos tramos y otros se originan así espacios en forma de cuña triangular que han de chaparse con piezas recortadas in situ por los albañiles. Podemos señalar como ejemplo la escalera de San Ignacio 509; se inicia en el atrio o entrada con un tramo recto pero más ancho, de mármol blanco, con barandilla de hierro con roleos de cinta plegada y pasamanos de madera moldurada; el chapado tiene un rodapié de jaspe azul con veteado blanco; en los tramos inclinados las piezas están cortadas diagonalmente facilitando la colocación de las hileras que forman el resto del arrimadero, cuerpo y cenefa de remate a juego (cfr. 254 y 255); en el descansillo los azulejos del rodapié aparecen enteros. Esta fórmula es la más repetida en las escaleras de La Habana; así en el arrimadero de la escalera de Tejadillo 5, más alto (cuatro hileras en el cuerpo y una de remate, también a juego, 236 y 242) igualmente de mármol con una elegante barandilla ecléctica férrea, pasamanos de madera moldurada v un robusto barrote de arranque en forma de columna corintia de hierro fundido; también en Bernaza 156 donde los jaspes del rodapié son azules una vez más, pero elegidos ahora a juego con los azulejos monocromos que componen en cuerpo de cuatro hileras (40) rematado por otra (182) que contrasta por su policromía. U no de los primeros chapados de este tipo es el de Merced 120, donde los azulejos del cuerpo del arrimadero y los de la cenefa superior o el rodapié no estan fabricados a juego (cfr. 8, 14, 18, 51, 59) y hay dos pasamanos de madera (a derecha e izquierda), lo que hace necesaria su incrustación con garras metálicas en el chapado; en este caso no hay una cuña triangular de piezas recortadas en los espacios que separan tramos horizontales e inclinados de la escalera (sólo en la cenefa) y las piezas oblicuas invaden los descansillos en forma de dientes de sierra recuperando la horizontalidad con adiciones cortadas diagonalmente azulejo por azulejo. Es menos frecuente que los arrimaderos de escalera tengán el rodapié del tramo inclinado resuelto con piezas enteras que requieren la inclusión de una segunda hilera devastada o dejan espacios triangulares sin chapar entre los escalones, como sudece en la escalera de acceso al piso alto en Calzada del Cerro 2066, en una elegante villa ecléctica de finales del siglo XIX que conserva la carpintería original; la escalera es una vez más de mármol blanco con un tipo de barandilla y barrote de arranque casi idénticos a los de Tejadillo 5; el cuerpo del arrimadero (cfr. 245) es de tan sólo dos hileras para poder completar los dibujos cuarteados y la cenefa de remate (246) es a juego; pero el rodapié azul con veteado blanco en este caso no armoniza cromáticamente con el resto de la azulejería –que se extiende a todas las estancias de la planta baja– sino que contrasta vivamente con ella; tanto aquí como en la escalera de Tejadillo que mencionamos el tramo de arranque está macizado y chapado con los mismos azulejos del arrimadero recortados al nivel de los primeros escalones.
110 - Convento de las Teresas, Retrete
Hay que mencionar el hecho de que los chapados de escaleras fueron una moda tan arraigada en la arquitectura habanera que en algunos casos, cuando la compra de azulejos no era posible, se recurrió a una solución más barata pero peculiar: la pintura de una ancha franja de la zona inferior del muro que copiaba dibujados a la misma escala los azulejos existentes en otras casas de la ciudad. Así sucede en Mercaderes 16, donde el Gabinete de Arqueología de La I Iabana ha descubierto bajo varias capas de encalados sucesivos un arrimadero pintado con despiece perpendicular que reproduce los modelos 91 y 92 de nuestro catálogo.
Por su organización
Los arrimaderos más antiguos conservados en La Habana son del primer tercio del siglo XIX; entre ellos el de la portería del antiguo convento de Santa Teresa de Jesús; su organización responde a una fórmula que es frecuente ya en Valencia en el último cuarto del siglo XVIII y tiene un modelo arquitectónico en el plinto con molduras en la base, un amplio espacio liso y cornisa: la zona inferior de estos chapados parietales bajos (A) se resuelve con una hilera de azulejos jaspeados oscuros –generalmente azules con veteado blanco– que no guarda relación cromática con el resto; recoge humedades, golpes y suciedad pero sus piezas pueden reemplazarse –sobre todo en los arrimaderos historiados– sin alterar el dibujo de la zona inmediatamente superior o cuerpo (B); cuando el piso estaba algo inclinado –y eso sucede en muchas entradas de casas en La Habana para facilitar la evacuación de aguas y la limpieza, el rodapié tiene abajo una segunda hilera (AA) de piezas triangulares (recortadas) cuyos lados superiores conforman la horizontal en la que se asienta el resto del chapado. En ocasiones hay tres o más (AAA…). Finalmente una cenefa (C) de remate a juego (sólo con enlaces laterales, aunque en el XVIII valenciano tenía otros que la relacionaban con el cuerpo del arrimadero); surge así la fórmula A / B / C que en todo el siglo XIX se mantiene en un plano liso y único.
El origen de esta estructuración es tardío; los chapados parietales talaveranos del palacio de la Generalidad (1574) se conciben aún como pinturas con marco completo (no sólo en los bordes superior e inferior sino también lateralmente) y aparece a veces una hilera diferenciada en el remate superior, con lo que la fórmula sería B / C. Los arrimaderos de capillas de la comunión y trasaltares del siglo XVII potencian una especie de friso ancho corrido con figuras simbólicas (aves picoteando uvas, etc.) con lo que la parte superior del arrimadero (C) resultaba la más importante; sólo en el último cuarto del siglo XVIII valenciano acaba imponiéndose la costumbre de iniciar los arrimaderos con un rodapié protector de jaspes oscuros ajeno al diseño polícromo del resto del chapado.
Читать дальше