Por el puerto de Málaga salieron sólo ocasionalmente (en 1891, Y entre 1894 y 1899) 6azulejos. En 1894 llegaron a más de 11.000 Kg, pero los otros años fueron cantidades muy poco importantes.
Alicante sí exportó sistemáticamente productos cerámicos en el siglo XIX: ladrillería, lozas y barros vidriados ordinarios con destino a Argelia; en 1880, excepcionalmente salieron de allí 1.270 Kg de azulejos. En 1886 coincidiendo con el inicio de la actividad de una fábrica de mosaicos situada en el sur de Valencia, La Alcudiana , se expidieron desde Alicante 4.000 Kg de mosaico y loseta que debían proceder de esa fábrica y al año siguiente esa cantidad se incrementó hasta 41.123 Kg. Sin embargo, en el resto del siglo no se embarcaron más azulejos por este puerto.
Palma de Mallorca tampoco exporta azulejos a pesar de contar con alguna fábrica; de su puerto salen partidas de “barro obrado” hacia Argelia principalmente y según las clasificaciones de Aduanas, tejas o ladrillos. En 1892, sin embargo, se exportaron 10.000 Kg de azulejos. Este hecho singular viene a coincidir con otros que deben relacionarse: también excepcionalmente Castellón saca directamente por su puerto azulejos en 1893 (12.000 Kg) y Alicante ve dispararse hasta más de un millón 7de Kg de barro ordinario vidriado, lozas y vajilla, quizá algún azulejo, hasta el punto de que ese mismo año han de incorporarse a las exportaciones de estos materiales los puertos próximos de Denia, Torrevieja y Santa Pola 8.
El puerto de Castellón a pesar de existir fábricas de azulejos en la propia ciudad y sobre todo en la vecina Onda no exporta azulejos en todo el siglo XIX. No tenía categoría administrativa ni técnica para ello; en 1873 no pasaba de ser un “pequeño fondeadero” 9; como hemos visto hubo un intento en 1893 que continuó al año siguiente, pero en 1894 la cifra de ventas fue más baja (8.220 Kg) y en 1895 dejó de exportar azulejos.
Onda, que ya en 1873 era un importante centro productor de cerámica arquitectónica de revestimiento, aunque mantuvo una intensa relación comercial –vino, algarrobas, higos secos– con el puerto de Burriana, nunca exportó por allí azulejos. Tenía en cambio en esa fecha una nueva carretera que comunicaba la población –cuatro coches diarios– con todos los trenes de Villarreal 10que podían acceder directamente a Valencia y su puerto. Desde 1860 Castellón estaba conectado con Valencia por ferrocarril y desde 1893 un tren de vía estrecha unía Onda con el puerto de Castellón.
Las aduanas –los puertos– por los que salieron pues de forma constante y sistemática importantes partidas de azulejos en el siglo XIX, fueron en definitiva los de Barcelona y Valencia.
Entre 1849 y 1870 el registro de datos de tales exportaciones hacia América está efectuado en número de azulejos por lo que toda comparación ha de tener en cuenta que los valencianos son de 20 a 21 cm de lado, mientras que los catalanes miden alrededor de 13 cm, es decir, tienen menos de la mitad de superficie; ello significa por ejemplo que en 1862 salieron de Valencia poco más de 60.000 azulejos, mientras que de Barcelona lo hicieron casi 80.000; el peso y en definitiva la superficie chapable con lo exportado por el grao valenciano supera ampliamente las ventas exteriores del barcelonés.
Entre 1861 y 1872 las exportaciones valencianas a América triplican como mínimo a las catalanas; incluso las superan en 1867 cuando desde Barcelona salen excepcionalmente más de 380.000 piezas, por las razones –extensión superficial y grosor de las piezas– que apuntamos antes. Después de la pausa del periodo republicano tras el destronamiento de Isabel II, a partir de 1875, se reanudan las exportaciones con un predominio valenciano hasta 1886; entre esta fecha y 1894 es Barcelona la que envía azulejos en grandes cantidades a América, mientras que las que salen de Valencia son algún año casi insignificantes, así en 1892 desde Cataluña se vendieron más de 400.000 Kg y desde Valencia apenas 10.000. Pero la relación se invierte de nuevo en 1895 y el puerto de Valencia bate cifras en los últimos años del siglo con más de 480.000 Kg, a mucha distancia por encima del de Barcelona.
El puerto de Valencia no sólo exportó azulejos; otros materiales cerámicos para la construcción como baldosas y mosaicos –sobre todo de Nolla –, refractarios, etc., fueron objeto también de ventas exteriores, contabilizados en los registros de aduanas en un apartado específico.
LAS IMPORTACIONES CUBANAS
En la isla no existieron en todo el periodo colonial hornos cerámicos por lo que incluso los ladrillos comunes hubieron de ser importados; este hecho que puede hacer comprensible la abundancia de construcciones pétreas o el uso del adobe para las más humildes, explica las abundantes importaciones de azulejos y evita que, en cualquier caso, puedan establecerse atribuciones equívocas de una producción local como sucede en México con Puebla. Además no hay que olvidar la sensación de frescor y limpieza que los azulejos confieren sobre todo en un clima cálido como el cubano y ciertas peculiaridades del interiorismo arquitectónico local que no se dan en la península.
Vista de la ciudad y puerto de La Habana. Litografía de E. Laplante.
EL SIGLO XVI: LA AZULEJERÍA SERLIANA SEVILLANA Y TALAVERANA (420-431)
La importación de azulejos españoles debió iniciarse ya a finales del siglo XVI. Conocemos ejemplares 11procedentes del convento de San Francisco de La Habana que son de indudable fabricación talaverana o trianera, con las características comunes a los azulejos que se hacen en estos centros, o que fabrica Lorenzo Madrid en Manresa (Barcelona) o Antonio Simón para el Colegio del Corpus Christi de Valencia en torno a 1600. El convento de San Francisco fue edificado efectivamente entre 1580 y 1600 aunque a finales del siglo XVII el edificio que se hallaba en un estado ruinoso hubo de ser reconstruido, erigiéndose la actual iglesia entre 1719 y 1738 12. Los restos cerámicos deben proceder de la fábrica antigua por sus características: en un caso se trata de una cinteta con un trenzado serliano muy difundido en la azulejería tardorrenacentista 13; en el otro de un azulejo cuadrado con un círculo inscrito, una roseta central y decoraciones angulares en los espacios residuales, del mismo periodo; ambos perfilados con azul, con el cromatismo característico con predominio del amarillo/azul, mezclan decoración pintada con el empleo de los fondos blancos en reserva por lo que parecen piezas de transición al siglo XVII.
EL SIGLO XVII
En el siglo XVII los azulejos que llegan a Cuba son muy escasos; es un periodo de claro predominio de la azulejería holandesa y, en España, de los azulejos catalanes, pasado ya el esplendor de Sevilla y Talavera. De la azulejería holandesa sólo restan fragmentos rescatados en excavaciones arqueológicas por el equipo del Gabinete de Arqueología dirigido por Roger Arazcoeta. La cronología, al igual que la de los azulejos catalanes más antiguos llegados a Cuba oscila entre finales del siglo XVII y primer cuarto del XVIII; de Puebla (México), a pesar de la importancia de sus azulejerías no se importaron apenas y sólo conocemos dos ejemplares de serie atribuibles a este centro; de cada uno de los dos modelos debieron comprarse muchas más piezas cuyo paradero se ignora. En nuestro catálogo este periodo comprende los apartados dedicados a los azulejos de serie catalanes (457-465), azulejos de serie holandeses (468-474) y azulejos de Puebla (México) (466-467).
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