Santa Teresa de Jesús - El libro de las fundaciones

Здесь есть возможность читать онлайн «Santa Teresa de Jesús - El libro de las fundaciones» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El libro de las fundaciones: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El libro de las fundaciones»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

El Libro de las Fundaciones es la historia de un entusiasmo, la crónica de una Reforma, gemela y alternativa a la luterana, llevada a cabo por santa Teresa y escrita a lo largo del decenio final de su vida. El texto ha sido rigurosamente revisado siguiendo el de la última edición crítica-facsímil del autógrafo teresiano (Tomás Álvarez, 2003), lo que ha permitido incorporar numerosas correcciones con respecto a las ediciones anteriores. Asimismo, conlleva abundantes notas de carácter filológico, histórico y doctrinal, con el fin de facilitar la lectura, la comprensión del texto y el acceso a todo tipo de lectores, conforme al deseo de la propia autora y con su misma invitación: «Las Fundaciones van ya al cabo. Creo se ha de holgar de que las vea, porque es cosa sabrosa». Teresa de Jesús es una mujer nada común que estuvo fuertemente comprometida «con un compromiso crítico, no exento de protesta» con la sociedad de su tiempo. Un compromiso que la llevó a fundar dieciséis conventos de monjas y otros tantos de frailes en un tiempo récord. Y esto en una época antifeminista y de analfabetismo generalizado. Su fuerte personalidad, su protagonismo, su fina ironía, convierten sus obras, escritas por mandato de sus confesores, en una fuente de primer orden, un observatorio excepcional, para ver al vivo numerosas realidades de aquella España de la segunda mitad del siglo XVI.

El libro de las fundaciones — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El libro de las fundaciones», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Capítulo 3

Por qué medios se comenzó a tratar de hacer el monasterio de San José en Medina del Campo.

[1] Pues estando yo con todos estos cuidados, acordé de ayudarme de los padres de la Compañía, que estaban muy aceptos en aquel lugar, en Medina[131], con quien, como ya tengo escrito en la primera fundación[132], traté mi alma muchos años, y por el gran bien que la hicieron, siempre los tengo particular devoción. Escribí lo que nuestro padre general me había mandado al rector de allí, que acertó a ser el que me confesó muchos años, como queda dicho, aunque no el nombre; llámase Baltasar Álvarez, que al presente es provincial[133]. Él y los demás dijeron que harían lo que pudiesen en el caso, y así hicieron mucho para recaudar la licencia de los del pueblo y del prelado[134], que por ser monasterio de pobreza, en todas partes es dificultoso; y así se tardó algunos días en negociar.

[2] A esto fue un clérigo, muy siervo de Dios y bien desasido de todas las cosas del mundo y de mucha oración. Era capellán en el monasterio adonde yo estaba, al cual le daba el Señor los mismos deseos que a mí, y así me ha ayudado mucho, como se verá adelante. Llámase Julián de Ávila[135]. Pues ya que tenía la licencia, no tenía casa ni blanca[136] para comprarla. Pues crédito para fiarme en nada[137], si el Señor no le diera, ¿cómo le había de tener una romera[138] como yo? Proveyó el Señor que una doncella muy virtuosa, para quien no había habido lugar en San José que entrase, sabiendo se hacía otra casa, me vino a rogar la tomase en ella. Ésta tenía unas blanquillas[139], harto poco, que no era para comprar casa, sino para alquilarla (y así procuramos una de alquiler) y para ayuda al camino. Sin más arrimo que éste, salimos de Ávila dos monjas de San José y yo[140], y cuatro de la Encarnación (que es el monasterio de la Regla mitigada, adonde yo estaba antes que se fundase San José)[141], con nuestro padre capellán, Julián de Ávila.

[3] Cuando en la ciudad se supo, hubo mucha murmuración: unos decían que yo estaba loca; otros esperaban el fin de aquel desatino. Al obispo, según después me ha dicho, le parecía muy grande, aunque entonces no me lo dio a entender ni quiso estorbarme, porque me tenía mucho amor, y no me dar pena. Mis amigos harto me habían dicho, mas yo hacía poco caso de ello; porque me parecía tan fácil lo que ellos tenían por dudoso, que no podía persuadirme a que había de dejar de suceder bien. Ya cuando salimos de Ávila había yo escrito a un padre de nuestra orden, llamado fray Antonio de Heredia[142], que me comprase una casa, que era entonces prior del monasterio de frailes que allí hay de nuestra orden, llamado Santa Ana, para que me comprase una casa. Él lo trató con una señora que le tenía devoción[143], que tenía una que se le había caído toda, salvo un cuarto, y era muy buen puesto. Fue tan buena, que prometió de vendérsela, y así la concertaron sin pedirle fianzas ni más fuerza de su palabra[144]; porque, a pedirlas, no tuviéramos remedio. Todo lo iba disponiendo el Señor. Esta casa estaba tan sin paredes, que a esta causa alquilamos esta otra, mientras que aquélla se aderezaba, que había harto que hacer.

[4] Pues, llegando la primera jornada, noche, y cansadas por el mal aparejo[145] que llevábamos, yendo a entrar por Arévalo, salió un clérigo nuestro amigo, que nos tenía una posada en casa de unas devotas mujeres, y díjome en secreto cómo no teníamos casa; porque estaba cerca de un monasterio de agustinos, y que ellos resistían que no entrásemos ahí, y que forzado[146] había de haber pleito. ¡Oh, válgame Dios! Cuando Vos, Señor, queréis dar ánimo, ¡qué poco hacen todas las contradicciones! Antes parece me animó, pareciéndome, pues ya se comenzaba [a]alborotar el demonio, que se había de servir el Señor de aquel monasterio. Con todo, le dije que callase, por no alborotar a las compañeras, en especial a las dos de la Encarnación, que las demás por cualquier trabajo pasaran por mí. La una de estas dos era supriora entonces de allí, y defendiéronle[147] mucho la salida; entrambas de buenos deudos, y venían contra su voluntad[148], porque a todos les parecía disparate, y después vi yo que les sobraba la razón; que, cuando el Señor es servido yo funde una casa de éstas, paréceme que ninguna admite mi pensamiento, que me parezca bastante para dejarlo de poner por obra, hasta después de hecho. Entonces se me ponen juntas las dificultades, como después se verá.

[5] Llegando a la posada, supe que estaba en el lugar un fraile dominico, muy gran siervo de Dios, con quien yo me había confesado el tiempo que había estado en San José. Porque en aquella fundación traté mucho de su virtud, aquí no diré más del nombre, que es el maestro fray Domingo Báñes[149] (tiene muchas letras y discreción), por cuyo parecer yo me gobernaba, y al suyo no era tan dificultoso, como en todos, lo que iba [a] hacer. Porque, quien más conoce a Dios, más fácil se le hacen sus obras, y de algunas mercedes que sabía su Majestad me hacía[150], y por lo que había visto en la fundación de San José, todo le parecía muy posible. Diome gran consuelo cuando le vi, porque con su parecer todo me parecía iría acertado. Pues, venido allí, díjele muy en secreto lo que pasaba. A él le pareció que presto podríamos concluir el negocio de los agustinos; mas a mí hacíaseme recia cosa cualquier tardanza, por no saber qué hacer de tantas monjas, y así pasamos todas con cuidado aquella noche, que luego lo dijeron en la posada a todas.

[6] Luego, de mañana, llegó allí el prior de nuestra orden, fray Antonio, y dijo que la casa que tenía concertado de comprar era bastante y tenía un portal adonde se podía hacer una iglesia pequeña, aderezándole con algunos paños. En esto nos determinamos. Al menos a mí parecióme muy bien; porque la más brevedad era lo que mejor nos convenía, por estar fuera de nuestros monasterios y también porque temía alguna contradicción, como estaba escarmentada de la fundación primera. Y así quería que, antes que se entendiese, estuviese ya tomada la posesión, y así nos determinamos a que luego se hiciese. En esto mismo vino el padre maestro fray Domingo.

[7] Llegamos a Medina del Campo víspera de nuestra Señora de agosto, a las doce de la noche. Apeámonos en el monasterio de Santa Ana por no hacer ruido, y a pie nos fuimos a la casa. Fue harta misericordia del Señor, que a aquella hora encerraban toros para correr otro día, no nos topar alguno. Con el embebecimiento[151] que llevábamos, no había acuerdo de nada; mas el Señor, que siempre le tiene de los que desean su servicio, nos libró, que cierto allí no se pretendía otra cosa.

[8] Llegadas a la casa, entramos en un patio. Las paredes harto caídas me parecieron, mas no tanto como cuando fue de día se pareció. Parece que el Señor había querido se cegase aquel bendito padre para ver que no convenía poner allí Santísimo Sacramento. Visto el portal, había bien que quitar tierra de él, a teja vana[152], las paredes sin embarrar[153], la noche era corta y no traíamos sino unos reposteros[154] (creo eran tres); para toda la largura que tenía el portal era nada. Yo no sabía qué hacer, porque vi no convenía poner allí altar. Plugo al Señor, que quería luego se hiciese, que el mayordomo de aquella señora[155] tenía muchos tapices de ella en casa y una cama[156] de damasco azul, y había dicho nos diese lo que quisiésemos, que era muy buena.

[9] Yo, cuando vi tan buen aparejo[157], alabé al Señor, y así harían las demás, aunque no sabíamos qué hacer de clavos, ni era hora de comprarlos. Comenzáronse a buscar de las paredes; en fin, con trabajo, se halló recaudo. Unos a entapizar, nosotras a limpiar el suelo, nos dimos tan buena prisa, que, cuando amanecía, estaba puesto el altar, y la campanilla en un corredor, y luego se dijo la misa. Esto bastaba para tomar la posesión. No se cayó en ello, sino que pusimos el Santísimo Sacramento[158], y desde unas resquicias de una puerta que estaba frontero[159], veíamos misa, que no había otra parte.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El libro de las fundaciones»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El libro de las fundaciones» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


José María Fernández Lucio - Momentos con santa Teresa
José María Fernández Lucio
José Vicente Rodríguez Rodríguez - Los papiros de la madre Teresa de Jesús
José Vicente Rodríguez Rodríguez
Santa Teresa De Lisieux - Historia de un alma
Santa Teresa De Lisieux
Santa Teresa
Неизвестный Автор
María Fernanda Porfiri - El Libro de las Revelaciones
María Fernanda Porfiri
Отзывы о книге «El libro de las fundaciones»

Обсуждение, отзывы о книге «El libro de las fundaciones» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x