1 ...8 9 10 12 13 14 ...24 “In short, there is a poverty of stimulus problem here, in the sense that neither the L1 grammar nor the L2 surface patterns can account for a property of this Interlanguage system.” (Schwartz & Sprouse 2000b: 175)
Curiosamente, no obstante, hay lenguas naturales que sí se caracterizan por esta propiedad. Según Schwartz & Sprouse (1994, 2000b), un ejemplo en este respecto es el francés. Schwartz & Sprouse (200b: 175) argumentan que, como la teoría generativista en general tiene que poder explicar los fenómenos del francés, los mismos mecanismos pueden servir para explicar la gramática de una interlengua. De esta manera, por lo tanto, se evita una dependencia de una teoría sobre las características de la GU. Como el francés es una lengua natural, por definición tiene que estar dentro de los sistemas posibilitados por la GU, independientemente de cualesquier descubrimientos teóricos. Como las construcciones dentro de la interlengua resultan equivalentes a similares construcciones francesas, es lógico que igualmente tengan que estar permitidos por la GU.
Como estas observaciones y consideraciones teóricas sobre la dependencia de las hipótesis son esenciales en el campo de las propiedades del verbo, un punto importante de las siguientes secciones consiste en la descripción de las generalidades de los sistemas verbales lingüísticos. El verbo se mostrará especialmente apropiado e interesante para contrastar las debilidades y fuerzas de los distintos planteamientos presentados.
2.5 La variación paramétrica
La dependencia de las teorías vista en la sección 2.4 ilustra un punto importante que concierne al sistema temporal-aspectual del español. Se verá en las siguientes secciones qué problemas se producen a la hora de aplicar las hipótesis acerca de la adquisición de los rasgos a la adquisición de las formas del pasado en español. Esto concierne a la prevalencia de rasgos temporales o aspectuales. En referencia al futuro, se va a evidenciar que, aunque en menor medida, también se pueden hallar distintas explicaciones que determinan la alternancia entre la forma sintética y el futuro perifrástico.
Según Roberts (2014), la diferenciación entre los macro- y microparámetros no es un contraste nítido proveído por parte de la GU, sino un constructo para facilitar el aprendizaje, y así la adquisición, de la gramática de la lengua en cuestión. Esto explica también por qué en la bibliografía falta una definición precisa que aclare el límite entre los dos conceptos (Roberts 2014: 188-191). Lo único compartido es que los macroparámetros, en general, tienen un efecto mayor y hay menos de ellos. Sin desatender las observaciones que han causado la creación de los microparámetros, su modelo debe mantener la adecuación explicativa.
Según Roberts (2014), es precisamente el efecto de la pobreza del estímulo el que contradice a la creación de microparámetros estrictamente locales si estos se consideran como conceptos opuestos y alternativas a los macroparámetros. Es decir, los microparámetros, que aumentan el número de posibles gramáticas permitidas por la GU, no solamente complican la investigación lingüística teórica, sino que también representan una dificultad insuperable para el niño de adquirir la lengua en poco tiempo. Así, fallan en la explicación del problema lógico.
Para no prescindir de las ventajas que han traído las definiciones de los microparámetros (compárese Domínguez 2014), Roberts (2014) propone un modelo que posea una adecuación explicativa, implicando las ideas originales de macroparámetros con mayores efectos. La solución propuesta se inspira en la separación entre morfología y sintaxis. Se ha evidenciado que, en algunas lenguas, se presentan elementos que por una parte son clasificables como morfológicos, pero también llevan consigo efectos sintácticos mayores. La sintaxis se refiere a elementos más grandes, mientras que la morfología queda restringida a elementos mínimos. La diferencia está en la escala.
Igualmente, Roberts (2014) propone considerar los macroparámetros como acumulación de varios microparámetros. Esta acumulación no está definida a priori, ni tampoco resulta inseparable. Igual que hay fenómenos en los que no existen definiciones claras para distinguir la morfología de la sintaxis (en algunos contextos se prefiere el término morfosintaxis), tampoco existe un límite establecido entre la variación micro- y macroparamétrica. Esta definición tiene la ventaja de que una delimitación exacta se vuelve redundante. Igual que la distinción entre morfología y sintaxis, la diferencia entre micro- y macroparámetros se refiere a la escala sin que exista una delimitación nítida. El modelo toma la forma de jerarquías que guían la adquisición. Los macroparámetros se sitúan en el nivel superior, y en niveles inferiores se separan en más y más microparámetros.
Los macroparámetros, consiguientemente, se reducen a parámetros aparentes que facilitan el proceso de adquisición sin excluir una posible desviación de sus predicciones para adaptarse al input que recibe el hablante durante la adquisición. El proceso de la adquisición se esquematiza recorriendo la jerarquía desde arriba hacia abajo, empezando con los macroparámetros más generalizados hasta llegar a los microparámetros ligados a elementos léxicos singulares. Según Roberts (2014), el adquirente desciende la jerarquía hasta llegar al primer punto en el cual el input ya no causa ninguna contradicción con las opciones que presenta el parámetro. En este momento, el parámetro se fija, y un retroceso es imposible. Todo este proceso cumple dos requisitos esenciales para el minimalismo: la economía de rasgos y la generalización del input. La primera condición alude a la idea de economizar el proceso de la adquisición de modo que se prefieren aquellas representaciones gramaticales que hacen uso de menos rasgos. El segundo punto resume la tendencia a sobregeneralizar los rasgos percibidos hasta que se contradigan con el input.
Así, el modelo de Roberts (2014) cumple con ambos deseos teóricos: como se permite un descenso hasta el nivel más bajo de elementos léxicos singulares, incluye todas las gramáticas posibles. Simultáneamente consigue implicar el problema lógico de la adquisición: como, en algún momento determinado, los parámetros se fijan, se sobreentiende una generalización hacia fenómenos gramaticales no percibidos en el input. En lugar de plantear la oposición entre micro- y macroparámetros en la gramática misma, Roberts (2014:190) afirma que se trata una propiedad de optimación del aprendizaje que armoniza el input con las opciones provistas de la GU. Visto así, la función de la GU consiste en la suministración de los rasgos, pero no afecta a cómo cada lengua termina aplicándolos. Así, Roberts (2014) replica a la posición tomada por Chomsky (2008) y Domínguez (2014) según la cual hay una diferencia crucial entre las dos interfaces sintaxis/semántica y sintaxis/fonética (recuérdese →2.1.1).
Aplicado a la adquisición de segundas lenguas, este modelo tiene diversas implicaciones. Al asumir un efecto de la L1 (→2.1.2) de cuyo sistema parte el aprendiz; es decir, al adoptar un marco teórico que resalta la necesidad de refijar/resetear los parámetros, se deduce la tarea de adquisición siguiente: el aprendiz tiene que efectuar un retroceso hacia arriba en la jerarquía hasta encontrarse con la diferenciación más fundamental entre el sistema de la L1 y el de la L2. Así, cuanto más se diferencian los dos sistemas, tantos más niveles tiene que ascender el aprendiz. En el modelo, la transición entre aprendizaje y adquisición (una diferenciación importante para la adquisición de lenguas extranjeras por parte de alumnos instruidos →5.1.5) también resulta difusa. Mientras que la fijación de los parámetros sí es un proceso innato, tal y como se propuso en los orígenes del generativismo, la separación de las acumulaciones resulta más bien un proceso de aprendizaje, desencadenada por el input.
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