Antes, durante y después del partido contra Yugoslavia, Ronaldo estableció un verdadero vínculo de amistad con el capitán del equipo brasileño, Dunga. Era uno de los pocos jugadores del equipo que había recibido educación secundaria. Su padre era funcionario del gobierno provincial de Río do Sul.
Dunga sabía que Ronaldo iba a experimentar muchos problemas debido a su juventud. “Todos esperan que tenga una actuación brillante en cada partido”, le reveló a un periodista. “A Romario, Bebeto, Branco y a mí nos considera sus hermanos mayores, pero se ve a sí mismo como un crío que aún tiene mucho que aprender. Aun así, sabe que tiene un gran futuro por delante. Llegará el día en que sea tan importante para los demás jugadores del equipo como ellos lo son ahora para él”.
Por aquella época, el otro ángel de la guarda de Ronaldo en el equipo brasileño era el marmóreo defensa Marcio Santos. De hecho, corría la voz de que “si hieres a Ronaldo, también hieres a Santos”.
Curiosamente, durante los entrenamientos previos al partido contra Yugoslavia, Ronaldo tuvo grandes problemas con un ejercicio relativamente sencillo. Tenía que lanzar el balón por la espalda y, al recogerlo por delante, hacer un breve regate. Pusiese el empeño que pusiese, no lograba hacerse con el ejercicio. El balón acababa botando a sus espaldas o por algún lugar cercano. Ronaldo acabó realmente avergonzado al final del ejercicio. El resto del equipo se burló de él, imitando su incompetencia. Ronaldo estaba humillado, pero no dijo nada.
Después, durante el peloteo final del entrenamiento, se tomó la revancha y se movió con tanta rapidez y potencia que algunos de sus compañeros se quedaron presos de admiración, incapaces de frenar sus carreras vertiginosas.
Durante esa estancia en Brasil, Ronaldo aceptó participar en un documental de televisión que se estaba rodando en una de las doradas playas cercanas a la carretera que lleva a Sâo Paulo.
Le pidieron que demostrara sus habilidades malabares con el balón y, de cuando en cuando, se adentraba en el mar para devolver el balón, como parte del espectáculo. Después de tres horas repitiendo los mismos trucos una y otra vez, tembloroso por la temperatura del agua, Ronaldo se despojó momentáneamente de su máscara diplomática. Se quejó enfadado al director, al que posteriormente calificaría de “gordo”, y llegó a afirmar que “la organización fue una auténtica mierda”. Fue una explosión un tanto insólita, aunque Ronaldo se mostró mucho más aliviado después de haber dado rienda suelta a su enfado.
De nuevo en Holanda, Nike dio seguimiento al contrato firmado con los jugadores de la selección brasileña y se puso en contacto con el PSV para suplantar a Adidas, sus eternos rivales, y encargarse de patrocinar al equipo. También siguieron manteniendo arduas negociaciones con los agentes de Ronaldo para hacerse con la “propiedad” del futbolista. Parecía que Nike quería hacerse dueña de todo el mundo del fútbol.
El PSV Eindhoven era consciente de que tenían a un prodigio en sus filas. A los 18, Ronaldo tenía la constitución de un chico de 25 años, raras eran las veces en que cometía faltas y nunca se quejaba a los árbitros. Era agradable, tranquilo y sereno.
Lo único que irritaba al PSV era su evidente falta de interés en los entrenamientos, una cualidad común a muchos de los grandes futbolistas del panorama mundial. Ronaldo era el único jugador del PSV que nunca hacía entrenamientos con pesas.
Se mostraba indiferente ante los entrenadores y jugadores que intentaban obligarle a integrar un sistema que no se adaptaba a él en absoluto. Nunca respondía de malas maneras, no discutía; simplemente se reía, asentía con la cabeza, se alejaba y hacía lo que le daba la gana.
Por aquella época, el grupo musical preferido de Ronaldo era un conjunto de rap llamado Gabriel O Pensador. Llegó incluso a figurar en el vídeo de promoción de la canción “Nada Especial”. El vídeo describía un trayecto en el autobús 175 por Río y Ronaldo hacía las veces de conductor. Cada vez que los raperos se cruzaban con una catástrofe en el camino, el autobús se paraba y los raperos comentaban el suceso. Lacónico y sarcástico. Robos y asesinatos a plena luz del día, traficantes por doquier, putas en la playa, extrañas sectas religiosas: el vivo retrato de Río. Ronaldo miraba a la cámara con actitud despreocupada y de gallito. Era como si estuviera diciendo: “Si procedes de Río, te comerás el mundo”.
En su primera temporada en Europa, Ronaldo marcó 35 goles en total, proclamándose máximo goleador de Holanda. Al joven de 18 años no le sorprendía en absoluto su propio éxito.
“He trabajado mucho para tener éxito. El juego es más rápido en Europa, aunque menos duro que en Brasil”.
Algunos de los grandes clubes volvían a revolotear en torno al futbolista. Sin embargo, Ronaldo insistía: “Ha sido una gran temporada y no tengo intención de cambiar de equipo. Sé que hay un par de clubes interesados en mí, pero he firmado un contrato de cuatro años con el PSV y espero ganar algún campeonato con ellos”.
Ronaldo era consciente de que se había topado con el mejor marcador del mundo, el holandés Ulrich Van Goddel, del Feyernoord. “Era duro de roer, espero no tener que volver a enfrentarme a él”.
En tan sólo dos años, Ronaldo había pasado de ser un jugador desconocido de los equipos de segunda brasileños, a convertirse en el joven más caro en la historia del fútbol mundial.
Tras la decepción por no haber podido jugar en el Mundial de Fútbol de 1994, Ronaldo tuvo la oportunidad de brillar con luz propia cuando le convocaron para participar en la Copa Umbro en Inglaterra, en el verano de 1995. Hasta ese momento, Ronaldo sólo había jugado con la selección en tres ocasiones y había marcado un solo gol.
En Inglaterra, criticó de forma más abierta no haber podido jugar en el Mundial de Fútbol. “Claro que me sentí disgustado. Todos queremos jugar. Nunca he llegado a entender los motivos por los que el entrenador decidió no sacarme”.
En el campo de entrenamiento del Aston Villa, Bodymoor Heath, una multitud de curiosos acudió a ver los entrenamientos de Brasil previos al partido. Ronaldo dio un taconazo al balón, lo pasó entre las piernas de su marcador, le rodeó, disparó el balón con fuerza y éste ardió entre las manos del portero. Aplausos.
El 11 de junio de 1995, Inglaterra perdió 3-1 contra Brasil, y Ronaldo marcó un gol en su debut en el estadio de Wembley. Los cientos de periodistas que le observaban le consideraban ya un jugador a ser tenido muy en cuenta. De nuevo, Martins y Pitta se frotaron las manos con regocijo, ante lo que ya era casi una realidad: el valor de su “propiedad” se acababa de duplicar.
La primera mitad de la temporada 95-96 de Ronaldo en el PSV no fue muy fructífera. Su promedio de goles descendió considerablemente tras una serie de lesiones. En Eindhoven, su última conquista rubia, Vivianne, y su madre, Sonia, seguían a su entera disposición.
A finales de 1995, se difundió el rumor de que el Arsenal, equipo inglés de la Premier League , iba a la caza de Ronaldo, después de que el entonces gerente del equipo, Bruce Rioch, fuese visto en Holanda a la busca y captura de talentos.
Por aquel entonces, la prioridad del Arsenal era conseguir a Ronaldo, puesto que los directivos del equipo necesitaban desesperadamente un jugador que pudiese hacer revivir las esperanzas y corazones de su frustrada afición, que eran bien conscientes de que el equipo tenía unos 26 millones de dólares disponibles para nuevos fichajes.
Se suponía que Ronaldo, que tenía entonces 19 años, y su club, el PSV, debían ser los encargados de dar la primera opción al Inter de Milán cuando el jugador decidiese fichar por otro equipo. Los rumores del Arsenal fueron considerados una especie de ejercicio de calentamiento de los agentes de Ronaldo, deseosos de mantener alerta al PSV.
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