Daniel Salvo (seudónimo de Julio Viccina, Ica, 1967), como ya se ha comentado a lo largo del presente trabajo, es probablemente el autor de factura más clásica y, al mismo tiempo, el que más ha elaborado textos de ciencia ficción inspirados en la precaria realidad peruana y en la dramática historia del país. Al igual que Adolph y Rivera Saavedra, utiliza el género para plantear parábolas sobre la injusticia social, la intolerancia, el racismo y la inviabilidad de un colectivo con tendencia a la involución y a la anomia. Abogado de profesión, desarrolló en paralelo una profusa labor de investigador y crítico, con la virtud de no hacer distinciones entre las producciones de prestigio y las de alcances más mediáticos. Su generosa labor de difusión sobre autores peruanos, a través de una serie de soportes virtuales, lo colocan en una posición singular: una especie de aduana, de gran central por la que transitan textos y creadores con el único propósito de que estos sean leídos. Creyente fiel del e-book y el Kindle , y escéptico ante los mecanismos de distribución tradicionales, su importante obra solo fue conocida en revistas y antologías hasta que se decidió, en 2014, a publicar una selección de sus relatos en el volumen físico El primer peruano en el espacio , texto que debe sumarse a los grandes hitos de la ciencia ficción peruana, como El retorno de Aladino , Casa , La fabulosa máquina del sueño o El fuego de las multitudes . Salvo, sin lugar a dudas, es quien más ha contribuido a que la ciencia ficción local alcance una suerte de visibilidad que contradice largamente los lugares comunes acerca de su condición periférica o de mera curiosidad.
En tercer término, debe incluirse a Alexis Iparraguirre (Lima, 1974) como cierre de este grupo de autores determinantes. Su libro El inventario de las naves (2005), galardonado con el importante premio de narrativa concedido por la Pontificia Universidad Católica del Perú, fue una verdadera revelación, y no solo de Iparraguirre como autor de talento, capaz de elaborar textos renuentes a ubicarse en un casillero único, con universos ficcionales autosuficientes o autocontenidos, emparentados quizás con los planteamientos de Donayre Hoefken —lo mistérico, lo apocalíptico, las referencias literarias y la impronta metaficcional, aparte de una gran preocupación por el estilo—, pero también distintos en cuanto al sentido de la estructura; es decir, a la construcción de los discursos. En El inventario de las naves Iparraguirre desarrolla una serie de inquietantes relatos —en torno del escape de esta realidad a través de una sustancia sicotrópica— que, al final, desembocan en uno solo, el que lleva el título del libro: clara alusión a un pasaje de la Ilíada , ligado a una posible catástrofe planetaria. El esperado retorno de Iparraguirre ocurrió precisamente en 2016, cuando la Editorial Emecé del Grupo Planeta publicó El fuego de las multitudes , volumen que consta de cuatro narraciones de gran factura literaria. La ciencia ficción, en la perspectiva de Iparraguirre —especialmente en cuentos como “Albedo” y “Demonio atómico”—, vincula el relato del ascenso de la civilización y sus logros con la locura inherente al ser humano: el desequilibrio crónico que lo lleva a ejecutar acciones donde la tecnología no lo redime, pues ha quedado solo como una cáscara despojada de significado: la razón o la fe en el progreso ya dejó de ser la fuerza generadora para una humanidad más bien proclive a caer bajo la férula de los poderes más oscuros y siniestros. Estos dos libros sitúan a su autor dentro del canon, y son una buena muestra de la madurez que está alcanzando el género en el Perú.
Las escritoras peruanas, al contrario de lo que ocurre en otros países, no han incursionado en la ciencia ficción de un modo decidido o como un objetivo central. La autora más destacada y reconocida es Tanya Tinjälä (Callao, 1963), quien radica hace muchos años en Finlandia, donde enseña inglés y francés. Al igual que Salvo, es una verdadera animadora cultural, pues está dedicada a difundir el género en blogs y espacios similares. Tinjälä es autora de la novela La ciudad de los nictálopes (2003), libro destinado, en principio, a un público juvenil que, como en muchos casos similares, logra traspasar esas fronteras, pues su problemática atañe sobre todo a una amarga crítica al mundo construido por adultos. La protagonista vive en una ciudad futurista en la que todas las necesidades son automáticamente resueltas para lograr el bienestar del individuo. Pero esta urbe, una especie de entidad artificial que vela por los sujetos, llega a convertirse en una cárcel, en una atadura que anula la inventiva y la creatividad. De este modo, se propician ansias de libertad entre los habitantes. La novela fue muy exitosa en la órbita del llamado plan lector.
También es interesante citar el caso de Adriana Alarco de Zadra (Lima, 1937), de educación cosmopolita, pues se educó en los Estados Unidos y en Italia, donde reside. Especializada en literatura infantil, ha abordado la ciencia ficción en repetidas ocasiones. Alejandra Paredes Demarini y Yelinna Pulliti Carrasco son dos nombres recurrentes en antologías y en distintos foros, y quienes junto a Tynjälä deben ser consideradas como representantes de una emergente literatura de ciencia ficción femenina, parcela lamentablemente dominada todavía por los varones. Sin embargo, en poco tiempo, esto debería cambiar, como ya ha ocurrido en el género fantástico con la escritora Yeniva Fernández (Lima, 1969), por ahora la única representante destacada en estos dominios entre las nuevas generaciones.
Casos interesantes son los de escritores no identificados con el género como un registro constante, pero que han llegado a él por afinidades electivas o coyunturas particulares en algún momento de sus trayectorias. Son los casos de escritores reconocidos, como Carlos Calderón Fajardo (1946-2015), Luis Freire Sarria (1945), Nilo Espinoza Haro (1950) y Jorge Valenzuela Garcés (1962). Dos de ellos, Freire y Valenzuela, han sido incluidos en la antología.
Otro caso significativo es el de Giancarlo Stagnaro (Lima, 1975), precoz escritor que a comienzos de los noventas, cuando tenía catorce años, publicó Hiperespacios , una novela de anticipación que combina elementos clásicos de la space opera con la cultura de los mass media . Hoy es un respetado crítico, profesor universitario e investigador que radicó muchos años en los Estados Unidos. Se esperan de él más incursiones en este género. Precisamente, su tesis doctoral aborda la problemática de la ciencia ficción peruana, trabajo que se suma con grandes méritos, por la seriedad y el rigor asumidos, al de Elton Honores.
También es oportuno mencionar a Pedro Novoa Castillo (Huacho, 1974), un escritor galardonado en múltiples ocasiones y que se orienta a varios registros, como el realista y el fantástico. Su libro de cuentos, Cacería de espejismos (2013), es uno de los más sólidos conjuntos de narraciones de ciencia ficción que se hayan publicado durante los últimos años, debido a que incluye una mirada que excede las convenciones y los tratamientos típicos o desgastados.
Finalmente, hay una lista larga de escritores, de heterogéneas edades, en proceso de construcción o afirmación de una obra propia, que han aprovechado al máximo los nuevos soportes tecnológicos en comunicación para difundir sus obras y tender redes globales. Varios de ellos apuntan a consolidarse durante los años venideros.
Entre ellos, es pertinente mencionar a Alfredo Dammert, Carlos de la Torre Paredes, Luis Bolaños, Alberto Casado, Luis Arbaiza, Luis T. Moy, Carlos Vera Scamarone, César Anglas, Carlos Saldívar, Hans Rothgiesser, Jorge Casilla, Carlos Scotto, Raúl Quiroz, Francisco Bardales, Alberto Benza, Miguel A. Vallejo, Aland Bisso, Jorge Ureta, Benjamín Román Abram, Antoanette Alza Barco, Jeremy Torres-Montero, Luis Zuñiga, Horacio Vargas, Juan José Cavero, Enrique Kawamura, Jesús Salcedo, Carlos Bancayán, Aurora Seldon, Víctor Coral, Amador Caballero, Fernando Luque, Sandro Bossio, Augusto Murillo, Francisco Bardales, Giulio Guzmán, Jim Rodríguez, Alejandro Neyra, Carlos Echevarría, Andrea Rivera, Manuel Antonio Cuba, Iván Bolaños, José Dellepiane, Antony Llanos Sánchez, Doménico Chiappe, Bianca Miosi, Sebastián Esponda, Giuseppe Albatrino, Fred Guerra Velásquez, José Manuel Balta, Ethel Bazán Vidal, Antonio Castro Cruz, Arturo Delgado Galimberti, Miguel Franco Ulloa, Abram Jara Támara, Zózimo Roberto Morillo, Paul Muro Lozada, Pablo Nicoli Segura, Martín Palma Melena, Iván Paredes Córdova, Andrés Paredes, Jorge Revilla, Isaac Robles, Luis J. Torres, Pablo Salazar Calderón Galliani y Carlos Yushimito. Es evidente que la lista no se agota aquí y debe ser revisada constantemente.
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