María Mendoza Micholot - 100 años de periodismo en el Perú
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En el campo de la prensa, contribuyeron a que la información llegara a confines antes inimaginados el daguerrotipo (1839), la línea telegráfica (1844), las agencias de noticias (1848), las rotativas (1849), el cable submarino (1851), el cable trasatlántico (1866), la máquina de escribir (1867) y el teléfono (1875), a los que se sumarían después la película fotográfica (1884), la linotipia (1884), la monotipia (1887), la radiotelegrafía o telegrafía sin hilos (1894), el cinematógrafo (1895) y el teletipo (1897). Grandes inventos, cuya administración estuvo a cargo de manos privadas, salvo excepciones, como la del telégrafo.
Gran parte de estos avances, que se vivieron intensamente en Latinoamérica, coincidieron en el Perú con los gobiernos que van desde Ramón Castilla hasta José Balta, lapso que Basadre denomina “la prosperidad falaz”. Es decir, el período en que una vanguardia político-intelectual de peruanos intentó “llevar al país a la tierra prometida del progreso nacional y de la institucionalidad” pero que, irónicamente, culminó con la bancarrota fiscal en 1875 (Mc Evoy 2007: 32).
Algunas innovaciones se aplicaron tardíamente en el Perú, pero otras fueron precursoras en Sudamérica, como el ferrocarril que convirtió al país en el primero en contar con una línea férrea (de Lima al Callao).
Esa renovación tecnológica se basó en un principio básico: cómo llegar más rápido, de manera más barata y con un mayor alcance. Y, en el caso de los diarios, significó aumentar tirajes, abaratar costos de producción, disminuir precios de venta y ampliar cobertura (Bordería et al. 1998: 327).
Desde el poder se reconoció la necesidad de agilizar las comunicaciones en el Perú, así como el potencial de estas en el juego político. Los procesos electorales de la década de 1870 pusieron en evidencia el papel clave cumplido por el correo y el telégrafo en la aplicación de estrategias de propaganda política y consolidación de alianzas partidarias.
3.1 El servicio cablegráfico
La instalación del telégrafo en el Perú pasó por varias etapas antes de consolidarse plenamente. En 1867 fue declarado de propiedad nacional. La línea Lima-Callao, la única que existía, estaba en manos de un concesionario. Ese año el Gobierno entregó la construcción y explotación del telégrafo eléctrico de Lima a Lambayeque a Carlos Paz Soldán, considerado su introductor en el Perú (Basadre VIII, 2005: 46).
La Compañía Nacional Telegráfica, fundada por Paz Soldán, suscribió compromisos con el Estado en 1865 y 1869 para establecer nuevas líneas que unieran Lima con el país. Otras empresas lograron concesiones similares, como la de Adrián S. Morse, que explotó la línea Lima-Ica. Sin embargo, en 1875 las líneas telegráficas retornaron a la administración estatal:
La Compañía Nacional Telegráfica, que había asumido sus compromisos con el Estado y con el público en virtud de los decretos del 27 de junio de 1865 y 25 de agosto de 1869, se vio imposibilitada de cumplir dichas tareas. El Gobierno, que le había hecho un fuerte préstamo, se encontró en la necesidad de asumir, como mayor acreedor, la propiedad de la empresa y llegó a un acuerdo con la compañía citada por decreto de 27 de abril de 1875. Las líneas telegráficas terrestres pasaron a ser así propiedad de la nación (Basadre VIII, 2005: 66).
A fines de junio de 1875 se daban los últimos toques para tender una línea cablegráfica submarina, entre Chorrillos (Perú) y Caldera (Chile), gracias al contrato que suscribió la empresa India Rubber Gutta Percha and Telegraph Works Company con el Gobierno del Perú dos años antes.
En octubre de 1874 sus directores se dirigieron al Congreso Nacional solicitando una garantía equivalente al cinco por ciento del valor del cable. La crisis fiscal, ya en álgido momento, impidió que se atendiera tal demanda. No obstante, los trabajos continuaron en el entendido de que el gobierno del Perú otorgaría a los inversionistas ingleses “la protección que todos los países civilizados han otorgado a las empresas que invierten sus capitales en la colocación de cables submarinos”. También en 1873 la compañía Maintenace suscribió otros contratos con la administración de Manuel Pardo para tender un cable submarino entre Panamá y Paita. Dificultades diversas, motivo de encendidas polémicas periodísticas, tuvieron como colofón la suspensión de los trabajos. Mas la Maintenace organizó en Londres la que podríamos llamar “empresa madre”, indispensable para que la India Rubber pudiera asociarse a ella y proyectar los trabajos del cable del sur (López Martínez 2009: 218).
Los cables submarinos constituyeron una gran proeza. Son considerados la primera tecnología de las comunicaciones transoceánicas, revalorada luego, tras el invento de la fibra óptica. A partir de 1850, cuando se tendió el primer cable, se pudo llevar la comunicación más allá de los hilos del telégrafo que, si bien se extendieron en el siglo XIX por Estados Unidos, Inglaterra y el continente europeo, se detenían frente a los mares, según explica Horacio C. Reggini en Los caminos de la palabra :
Los cables deben ser desenrollados de forma tal que se adecúen al relieve submarino y sin sufrir una tensión excesiva por la velocidad de los buques que los tienden; de otra manera, se cortan. En las cercanías de las costas se los entierra, para que no puedan ser dañados por las anclas de los barcos o las redes de los pescadores (Reggini 1996: 21).
La comunicación cablegráfica comenzó en nuestro país recién el 2 de septiembre de 1875. Los primeros despachos internacionales fueron los saludos que intercambiaron el presidente Manuel Pardo y sus homólogos de Chile y Argentina. Tres años después el Perú pudo comunicarse de manera directa con Londres (Basadre VIII, 2005: 67).
El servicio cablegráfico agregó un nuevo interés a la información de los diarios de la época (Porras 1970: 36). El primer telegrama que publicó El Comercio salió el sábado 6 de mayo de 1876, en la página 2 de la edición de la tarde, y provenía de Caldera (Chile). A la letra dice:
Importantes noticias de Europa
Guerra probable entre Rusia y Austria
Telegrama (por el cable submarino)
Han llegado noticias importantes de Europa. Se teme una guerra. El ministro de Rusia en Austria, se ha retirado a Viena. Poco antes de este suceso, el Zar de Rusia estuvo en Berlín a conferenciar con el Emperador de Alemania. Nada se sospechó entonces, pero es probable que Alejandro fuera a buscar la alianza con Guillermo. La Reina Victoria hizo últimamente un viaje precipitado a Alemania y aunque el pretexto fue celebrar un tratado relativo a la herencia de Sajonia-Coburgo-Gota, su visita puede tener relación con los sucesos posteriores. Otro antecedente […].
La interconexión internacional que generó el cable alcanzó directamente al Perú. El estadounidense James Scrymser obtuvo en 1878 la concesión para construir líneas telegráficas entre Estados Unidos y México, países que unió dos años más tarde mediante un cable entre Galveston y Veracruz.
Su compañía, la Central & South American Telegraph Company, fundada en 1882 con el apoyo de un grupo de banqueros de New York dirigidos por J. Pierpont Morgan, tendió cables hacia el sur hasta la costa de Perú. En 1891, esta compañía construyó un cable hasta Chile y compró la línea terrestre a Buenos Aires de la Transandine Telegraph Company, compitiendo con la compañía inglesa Eastern Telegraph Co. y sus subsidiarias, por el tráfico entre Sur y Norte América, y también por el tráfico entre Sur América y Europa, vía Norte América (Reggini 1996: 37).
Para 1878, si bien el despacho de telegramas había aumentado, las líneas telegráficas cubrían apenas 2554 kilómetros del territorio nacional. Al año siguiente se habilitó un servicio telegráfico trasandino que permitió al Gobierno —y a la prensa— comunicarse con el resto del país. Un aviso de El Comercio, publicado el 10 de agosto de 1879, dice:
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