Los Discursos y el Enquiridion de Epicteto (55 -135 a.C.), están llenos de comparaciones y de dichos semejantes a las parábolas. Al igual que varios otros escritores, Epicteto tiene parábolas interrogativas similares a las formas de las parábolas interrogativas de Jesús (p. ej., Diatriba 1.27.19: “¿Quién de vosotros, que necesita ir al baño, va más bien al molino?”).59 Epicteto compara las personas que fallan en obtener la excelencia porque están satisfechas de sus logros con alguien que sale de viaje pero se queda en un cómodo hotel y nunca alcanza su objetivo (2.23.36-41). En una parábola alusiva al relato de Jesús sobre el hombre fuerte, Epicteto compara al que investiga el cinismo con un intruso que dice ser el dueño de la casa, y ofrece una explicación de la analogía comenzando con la palabra “así” ( houtōs ) (3.22.1-5). Los deberes de la vida se comparan con las tareas en una barca o con los deberes de un soldado (3.24.32-37). Se compara al cuerpo con un pobre burro sobrecargado y se detallan numerosas correspondencias sobre el burro y sus pequeñas bridas, bolsitas de carga, y otros (4.1.78-80). Se urge a las personas que mantengan por un tiempo su filosofía para sí mismas, porque así también el fruto brota en las plantas, con la semilla enterrada y escondida, que le permite crecer lentamente. La imagen se extiende hasta describir el florecimiento prematuro y las inestabilidades del clima, y las correspondencias sirven como advertencias de lo que puede acontecer a las personas (4.8.36-40). La vida se compara a un viaje en barca cuando se permite que uno baje a tierra un momento. Hay varias correspondencias de lo que uno puede encontrar en tierra y lo que uno tiene en la vida ( Enquiridion 7).60
Las fábulas de Esopo tienen una obvia, aunque distante, relación con las parábolas bíblicas, pero también con otras fábulas.61 De hecho, “Esopo” es tanto un término genérico como una referencia a una persona. Por lo general pensamos que una fábula es un cuento moralista sobre plantas y animales que hablan y actúan como seres humanos. Son moralistas, pero no todas refieren plantas y animales. Muchas reseñan las acciones de los humanos, y algunas de los dioses.62 Aunque debidamente relacionadas en términos de estructura, las fábulas de Esopo en muchas formas no son como las parábolas de Jesús. La diferencia primordial atañe al contenido y el contexto. Las fábulas se escribieron y coleccionaron esencialmente para entretenimiento y segundo para enseñar consejos sabios, con frecuencia de manera ingeniosa y satírica. Se relataban por su propio interés y no servían a una narrativa más extensa o un contexto específico.63 Esto es muy distinto a las parábolas de Jesús, que se relataron en el contexto de su propio ministerio y servían para explicar su mensaje. A veces las parábolas de Jesús eran humorísticas, pero la intención primordial era provocar más que entretener.
Los prólogos de varios libros de Fedro y Babrio , las dos colecciones donde se preservaron las fábulas de Esopo, son especialmente instructivas, pero uno debe recordar que las colecciones son cientos de años posteriores al mismo Esopo. Fredo y Babrio son del principio y finales del siglo primero respectivamente, pero se cree que Esopo vivió a principios del siglo sexto a.C. Ambas colecciones indican que emplean la forma de Esopo para sus propias contribuciones, y “Fedro” asegura a sus lectores que él trata de preservar el espíritu del “famoso viejo”, incluso si él agregara algo de su propia cosecha. Después afirma que con sus propias contribuciones ha construido una avenida donde Esopo solamente abrió un sendero.64 Promythia (introducciones), identificaciones del tema, se agregaron al principio de las fábulas, aparentemente para tener un índice, y las epimythia (conclusiones), moralejas y aplicaciones, van a continuación de la fábula para manifestar la intención. Algunas conclusiones no calzan muy bien, pero se supone que la mayoría son adiciones secundarias. Esto no se debería suponer, porque algunos afirman que son del autor mismo ( Fedro 4.11; 5.10), y en tales ocasiones las explicaciones son necesarias (p. ej., Babrio 74).65
Más importantes que las fábulas de Esopo es el progymnasmata de Teón por lo que estos ejercicios revelan acerca de la atención al género de las fábulas/parábolas. Probablemente Teón data del primer siglo d.C., y los progymnasmata eran libros de textos con ejercicios preliminares para instruir retórica. Se diseñaron discusiones de fábulas, chrías y otras formas como ayuda para que los estudiantes entiendan estos géneros y su empleo en la argumentación a fin de que se vuelvan adeptos de la composición. Además de recitar fábulas, de combinarlas con una narrativa, de expandirlas y resumirlas, los estudiantes modificaban la parábola. O sea, se requería que relataran una parábola empleando varios casos y números de la lengua griega.66
También se debe atender las chrías y sus elaboraciones. Una chría (palabra griega que significa “necesidad” o “lo que se debe suplir”) es un dicho conciso que se presenta mediante una descripción específica de la situación y que supuestamente fue pronunciado por una figura histórica reconocida. Por ejemplo, Isócrates dijo: “La raíz de la educación es amarga, pero su fruto es dulce.” Colecciones como “dichos útiles” datan desde muy temprano como el siglo cuarto a.C. La educación por lo regular incluía ejercicios de retórica ( progymnasmata ) para elaborar y defender las chrías y, aunque habían varios esquemas para tales elaboraciones, al menos desde el siglo segundo d.C., la analogía ( ektouparabolēs [sic]) es parte regular de la elaboración, por lo general el quinto paso, al que le sigue un ejemplo histórico específico ( paradeigma ).67 Esta forma de argumentación es más antigua que el siglo segundo,68 y solamente resalta cuán importantes eran las parábolas y las fábulas para el antiguo mundo greco-romano.
También son importantes las descripciones tempranas de las parábolas y su función retórica para entender su función en el mundo antiguo. Las obras en retórica son manuales de argumentación y persuasión, y detallan los componentes de la persuasión. Por lo general se considera los ejemplos y las parábolas como formas de argumentación. En su libro El “arte” de la retórica , Aristóteles distinguió dos tipos de ejemplos ( paradeigmata ): el histórico y el ficticio,69 y el último subdividido en comparaciones ( parabolē ) y fábulas ( logoi ). Su ejemplo de parabolē es el argumento de Sócrates que no se deben escoger los magistrados por azar más que los atletas o escoger el timonel de un barco por azar.70 Luego añade que es más fácil inventar ejemplos que encontrar ejemplos históricos, pero el último es más útil.71
No todos seguían la explicación de Aristóteles. Más descripciones y comparaciones detalladas e instructivas (con ejemplos) aparecen en Rhetorica ad Herennium y en la Institutio Oratoria de Quintiliano. El primero cita cuatro objetivos de la comparación y cuatro formas de presentación correspondientes.72 El autor reconoce los múltiples puntos de comparación y que la semejanza no necesita aplicarse a través de toda la comparación.73 Quintiliano ofrece una extensa discusión de prueba por comparación en Inst . 5.11.1-44. Aunque los escritores romanos preferían el latín similitudo (“comparación”) para traducir el griego parabolē , y exemplum (“ejemplo”) para traducir el griego paradeigma , Quintiliano optó, como muchos griegos, por emplear paradeigma (“ejemplo”),74 para todas las comparaciones. Él consideró los ejemplos, reales o supuestos, como las pruebas más importantes por comparación. Él sabía que los paralelos pueden ser parciales o completos, y que las parábolas comparan cosas cuyo parecido o afinidad no son obvios.75 Quintiliano apreciaba menos las fábulas debido a que eran especialmente atractivas para las mentes rudas y no educadas (5.11.19).76 De manera extensa, él discute la metáfora, el ornamento supremo de la oratoria (8.2.6 y 8.6.4-18) y, aunque los teóricos modernos rechazan su teoría de sustitución de la metáfora, su método todavía es valioso. A diferencia de muchos eruditos modernos, Quintiliano consideraba la alegoría como una forma legítima de argumentar que se emplea con frecuencia en la oratoria y es muy habitual incluso para aquellos con poca habilidad. Sus ejemplos no son narrativas extensas como las parábolas alegóricas de los Evangelios, pero indican que él no se habría sorprendido de la forma de las parábolas de Jesús. Quintiliano anticipa otras partes del debate moderno sobre las parábolas del Nuevo Testamento. Distinguió entre alegorías puras y formas mixtas (parcialmente metafórica y parcialmente literal), advirtió contra la ambigüedad de las parábolas y denunció los debates cuestionando si sus ejemplos eran alegorías o si las alegorías necesariamente envolvían oscuridad. También arguyó que la alegoría podía ser una forma de disimular burlas amargas con palabras gentiles mediante el ingenio.
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