Se han escrito muchos libros sobre parábolas judías y rabínicas, pero pocos sobre parábolas greco–romanas. Esto es desafortunado, porque los griegos y los romanos empleaban analogías, parábolas y dichos semejantes al igual que otras culturas. Varios retóricos discuten la forma y el uso de las parábolas y otros géneros literarios relacionados. Además, es un hecho que la cultura judía y la gentil se mezclaron en el primer siglo de nuestra era. Aunque el material parabólico greco–romano tiene diferencias importantes de las parábolas de Jesús, es claro que al menos parte es del mismo patrón. Los que afirman que las parábolas de Jesús son algo totalmente nuevo, pueden aprender algo si examinan los materiales greco–romanos. Los detalles semejantes a las parábolas de Jesús vienen de los filósofos u otros que confrontan a las personas por sus fallos, una afinidad obvia con el uso profético de las parábolas en el Antiguo Testamento y por Jesús.
El campo semántico de la palabra parabolē en este contexto no es tan amplio como el del hebreo mashal o parabolē en el Nuevo Testamento. Con mucha frecuencia se refiere a una simple comparación, en ocasiones a una forma más desarrollada, o quizá tenga un significado sin relación a lo que nos interesa.51 Parabolē no ocurre con mucha frecuencia, y además otras palabras se emplean para las comparaciones y las formas de parábolas: eikōn , ainos , mythos , logos y paradeigma . Una interrogante importante es por qué los traductores de la Septuaginta (LXX) escogieron parabolē , que principalmente se refiere a una simple comparación, para traducir mashal cuando esta palabra se refería a formas más extensas, y además por qué la tradición del Evangelio emplea parabolē para formas narrativas más extensas, del cual hay poco precedente.
No podemos hacer justicia aquí a las parábolas greco–romanas,52 pero la frecuencia de tales formas se debe reconocer. En ocasiones, las personas hablan de parábolas en Homero, pero los ejemplos que se mencionan no son como las parábolas de Jesús. Más bien, esos ejemplos son narrativas simbólicas o alegóricas como las de Polifemo el cíclope ( Odisea 9.166-566), o de los remadores y las sirenas (12.37-200), o las descripciones de las oraciones de las hijas de Zeus ( Ilíada 9.502-514).53 A menudo se encuentran símiles extensos en los escritos de Homero,54 pero más que todo son descripciones poéticas que símiles parecidos a los empleados por Jesús. Como ejemplo de parábolas más pertinentes cito las siguientes narrativas obtenidas de diversas fuentes.
Con frecuencia se presenta como el primer testigo en los manuales de retórica una parábola de Herodoto ( Historias 1.141, del siglo quinto a.C.) que habla del fallido intento de Ciro por reunir las ciudades Jónicas y Eolias en una revuelta contra Creso. Después de la derrota de Creso, estas ciudades enviaron mensajeros a Ciro, con la propuesta de someterse a Ciro conforme a los mismos términos que habían servido a Creso. Ciro rechazó la oferta con esta historia:55
Una vez, dijo Ciro, había un flautista que vio peces en el mar. Tocó la flauta, pensando que así los peces vendrían a tierra seca. Al ver su esperanza defraudada, tomó una red, los atrapó y sacó una gran multitud de peces. Al verlos saltando, les dijo: “Deben parar ahora su baile; ustedes no quisieron salir y danzar cuando les toqué la flauta.”
La parábola era una expresión de enojo que no necesita explicación. Al recibir este mensaje, las ciudades se fortificaron para la guerra. Las correspondencias con la analogía son obvias: Ciro es el flautista, las ciudades son los peces, el rechazo a bailar equivale negarse a una revuelta contra Ciro, y los saltos dentro de la red se entiende como sus intentos de ahora agradar a Ciro; pero nadie necesitaba deducir o que le explicaran estas correspondencias. Eran parábolas obvias porque al igual que las de Jesús, esta historia se relató en un contexto. Luego, Esopo ( Babrius 9), tomó esta parábola, pero sin el contexto ni la intención original, y le dio una aplicación simple y genérica.56 Esta parábola tiene poco valor sin su contexto histórico. Su verdadera fuerza depende de ese contexto.
Livy (del 50 a.C. al 17 d.C.) cuenta que Agripa Menenio, un gran orador, fue enviado a suprimir una rebelión en el año 494 a.C. ( Ab Urbe Condita 2.32):
Al ser admitido en el campamento, se dice que Agripa simplemente relató la siguiente apología, en el estilo pintoresco y descortés de aquella época: En los días cuando los miembros del cuerpo del hombre no estaban de acuerdo entre sí, como es el caso ahora, sino que cada uno tenía sus propias ideas y su propia voz, los otros miembros pensaban que era injusto que tuvieran que afanarse y pasar la molestia de proveer todo al estómago mientras éste permanecía perezoso en medio de ellos y disfrutando de las buenas cosas que los demás proveían. Entonces puestos de acuerdo todos, decidieron que las manos no llevarían comida a la boca, ni la boca aceptaría nada, ni los dientes masticarían lo que recibieran. Mientras los miembros muy enojados procuraban someter al estómago mediante el hambre, los miembros mismos y todo el cuerpo se debilitaron grandemente. De esta manera aprendieron que el estómago no es ocioso ni inútil, y que no estaba más alimentado que los demás miembros, porque daba a todos los miembros del cuerpo lo necesario para vivir y prosperar, repartiendo por igual por las venas la sangre enriquecida. Agripa hizo un paralelo de este relato para mostrar la semejanza de la disensión interna de los miembros del cuerpo con el enojo de la plebe contra los Padres, él prevaleció en la mente de los oyentes.
Ente los muchos ejemplos de Séneca (4 a.C. al 65 d.C.), encontramos una parábola interrogativa con una explicación:
De modo que no hay razón para que pienses que cualquier hombre ha vivido por mucho tiempo solo porque tiene canas o arrugas; él no ha vivido mucho, ha existido mucho. Acaso ¿se debe pensar que aquel hombre que tuvo un largo viaje, si en realidad su barco fue acosado por una feroz tormenta tan pronto zarpó del puerto y, empujado de un lado a otro por los vientos que soplaban de diferentes direcciones, fue llevado en círculo por el mismo curso? En realidad él no viajó mucho, sino que fue sacudido mucho ( De la brevedad de la vida 7.10) .
Séneca también pregunta: “¿Quién quiere apuñalar un enemigo con tanta fuerza que deja su propia mano dentro de la herida y no puede recuperarse del golpe? El enojo es como esa arma; es muy difícil sacarlo” ( Sobre la ira 2.35.1). Semejante al dicho de Jesús de mirar la paja en el ojo del hermano, Séneca escribe: “Ustedes ven los granos en los demás cuando ustedes mismos están cubierto con una masa de llagas” ( Sobre la vida beata 27.4).57
Plutarco (46 d.C. hasta principios del 120 d.C.) con frecuencia emplea las comparaciones y las formas parabólicas. Él relata la historia del sol que derrotó al viento del norte al hacer que un hombre se quitara el abrigo. La inclemencia del viento hizo que el hombre apretara más su abrigo a su cuerpo, pero el calor del sol hizo que se lo quitara. La historia se aplica a las mujeres cuyos esposos tratan que ellas dejen sus extravagancias. Si los esposos emplean la fuerza, las esposas pelearán continuamente, pero si recurren a la razón, las esposas practicarán la moderación ( Moralia 139 D-E, “Consejos a la novia y al novio”). El mismo documento cuenta de un esclavo que se había escapado y que se lo encontró escondido en un molino, lugar de trabajo de los esclavos, y cuyo amo dijo: “¿En qué otro lugar hubiera yo deseado encontrarte que no fuera este?” La aplicación es una advertencia a la mujer que, debido a sus celos, pide el divorcio, ya que su rival no desearía otra cosa (144 A). Plutarco, también refiere a la gallina de Esopo en una situación que los enemigos inquieren sobre el conflicto de un hombre con su hermano. La gallina responde al gato que averigua sobre el bienestar de un ave enferma: “Estará bien, si te mantienes alejado.” Plutarco añade –muy semejante al nimshal en el Nuevo Testamento o a una parábola judía–“así ( houtōs ) uno podría decir del tipo de persona que saca a colación el tema de un pleito y hace averiguaciones y trata de conocer algún secreto” ( Moralia 490 C, “Sobre el amor de hermanos”).58
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