La bibliografía consultada es amplia y diversa. En lo que respecta a Hegel, Heidegger y Gadamer, cito principalmente las ediciones de sus obras completas en el idioma original, aunque acompaño esas citas con las traducciones disponibles en español. Cuando la traducción incluye referencias a las páginas de la edición original, consigno solamente esas referencias, omitiendo las páginas de la traducción. Las citas de las ediciones bilingües que no señalan las páginas del original corresponden a las paginaciones de los dos idiomas en dichas ediciones. Los demás autores son citados en la mayoría de los casos según la paginación de las traducciones —cuando las hay—, aunque se indica la fuente en las que estas se basan. En todas las citas textuales tomo en cuenta las traducciones al español mencionadas en la bibliografía, pero introduzco modificaciones cuando lo estimo necesario o conveniente.
Dedico este libro a Otto Pöggeler (1928-2014), quien me acogió por primera vez el año 1985 en el Hegel-Archiv de Bochum, Alemania —del que entonces era Director responsable de la edición crítica de las obras de Hegel—, y aceptó dirigir mi tesis de Doctorado en la Ruhr- Universität con la amabilidad y el rigor que le caracterizaban. Ha dejado un recuerdo imborrable entre quienes tuvimos el honor de estudiar y compartir sus enseñanzas en torno al idealismo alemán, la fenomenología y la hermenéutica, especialmente la filosofía de Hegel y Heidegger.
Agradezco a la Facultad de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica de Chile, en la persona de su Decano, Olof Page, que me ha concedido un permiso sabático durante el segundo semestre de 2018, en el curso del cual realicé una pasantía en el Hegel-Archiv para terminar de dar forma a este libro. También agradezco a mi colega y amigo Enrique Muñoz, que leyó el borrador y me hizo atinadas sugerencias.
I. Hegel y Schleiermacher. Encuentros y desencuentros entre dialéctica especulativa y hermenéutica1
Friedrich Schleiermacher, teólogo y filósofo, colega de Hegel en la Universidad de Berlín, se consideraba a sí mismo y es considerado también por la mayoría de los historiadores de la hermenéutica como el autor que unifica y sistematiza por primera vez las reglas de la interpretación aplicadas anteriormente por filólogos, historiadores, juristas y teólogos en una teoría general de la comprensión que cobra autonomía respecto de las disciplinas particulares.2 Lo hace en el marco de una concepción filosófica y teológica diametralmente opuesta a la de Hegel, no obstante lo cual desarrolla un concepto de la dialéctica que tiene también algunos puntos de encuentro con la dialéctica hegeliana, sin entrar en contacto directo con esta.
Se sabe que ambos pensadores tuvieron un antagonismo que se extendió más allá de sus diferencias intelectuales, afectando incluso al clima académico de la Universidad de Berlín, y que tuvo consecuencias para la posterior historia espiritual alemana. En efecto, mientras la filosofía de Hegel ejerció una influencia decisiva más allá de su propio campo, sobre la teología, las ciencias sociales, la historia, el derecho, etc., el influjo de Schleiermacher quedó reducido —con la sola excepción de su recepción en la pedagogía— al ámbito teológico-eclesial protestante. De ese relativo anonimato vinieron a sacarlo tan solo los estudios de Dilthey3, cuyas secuelas se harían sentir posteriormente en la filosofía de Heidegger y de Gadamer.
A pesar de la oposición intelectual, académica y personal entre Hegel y Schleiermacher, considero que ambos se potencian mutuamente cuando se examina el modo como su pensamiento ha sido recogido en la filosofía hermenéutica contemporánea. Contra lo que suele pensarse, el aporte de Hegel a esta corriente del pensamiento no ha sido menor y merece ser sacada a la luz. Pero no solo es posible constatar la efectividad de esa influencia, pues —lo que me parece aún más importante— de la confrontación entre ambos pensadores se pueden descubrir impulsos virtuales todavía no desarrollados, que abren la posibilidad de orientar la filosofía hermenéutica en una dirección especulativa que en cierto modo retome el camino seguido por la tradición metafísica, pero adaptándola a las exigencias de la filosofía actual.
Para apreciar la paradójica convergencia entre intenciones filosóficas aparentemente irreconciliables, me parece conveniente presentar en primer lugar algunos rasgos generales de la dialéctica de ambos pensadores y de la hermenéutica de Schleiermacher, para después explicitar algunos de los principales contrastes que los enfrentan y finalmente hacer un balance provisorio sobre la posibilidad de que, más allá de la confrontación, el estudio comparativo de la forma que tienen de abordar la dialéctica y la hermenéutica contribuya a una nueva comprensión de ambas formas de pensamiento que permita hacerlas confluir de manera filosóficamente productiva.
Al hacer la confrontación debo dejar en claro, sin embargo, que, excepto en lo que se refiere a la filosofía de la religión, que no trataremos aquí, Hegel y Schleiermacher no confrontaron entre ellos el concepto de dialéctica, que constituye el fundamento teórico de ambos sistemas de pensamiento y es, por lo mismo, el complejo temático principal en torno al cual anudaremos esta exposición.
1.Dialéctica y autoconciencia en Hegel
Tanto Hegel como Schleiermacher reconocen en el origen de su concepción de la dialéctica a los diálogos de Platón. Pero mientras Schleiermacher considera como rasgo esencial de la dialéctica el carácter conversacional de los diálogos, Hegel piensa que lo esencial de la dialéctica radica más bien en la superación de determinaciones limitadas y contrapuestas del pensamiento, que se anulan recíprocamente en su pretensión de ser verdaderas. Así, se conecta con el sentido más profundo del escepticismo antiguo, que consistiría, según Hegel, justamente en mostrar la falta de verdad de las determinaciones unilaterales del pensamiento finito, o sea, de lo que denomina el entendimiento reflexivo. Pero aquella falta de verdad encuentra su complemento en un saber especulativo que es capaz de pensar unitariamente lo que la reflexión separa. En un artículo de 1802/03, titulado “Relación del escepticismo con la filosofía, exposición de sus diversas modificaciones y comparación del más moderno con el antiguo”, Hegel sostiene que el Parménides de Platón es la máxima expresión del escepticismo como superación del lado negativo del conocimiento del absoluto, es decir, de la reflexión:
“¿Qué documento y sistema más perfecto y consistente podríamos encontrar del auténtico escepticismo que la filosofía platónica del Parménides, que abarca y destruye todo el dominio de aquel saber por medio de conceptos del entendimiento?”.4
Lo esencial del Parménides, según Hegel, es que presenta hipótesis y argumentos contrapuestos como poseyendo igual valor, con lo que contribuye, en el mismo sentido de la isostenia escéptica, a destruir la pretendida validez del saber finito propio del entendimiento reflexivo. Pero, con ello, pone también la necesidad de complementar aquel lado negativo del pensamiento con su lado positivo, vale decir, con la razón especulativa. La aniquilación de la validez de las determinaciones finitas del entendimiento presupone, según Hegel, el absoluto infinito y su cognoscibilidad. Esta interpretación del Parménides está íntimamente conectada con la interpretación que el propio Hegel hace de las antinomias de la Dialéctica trascendental de Kant, que también tendrían el sentido de contradicciones inevitables en las que incurre el pensamiento finito de la reflexión cuando se hace cargo no solo de la idea de mundo, como lo plantea Kant, sino de todo concepto metafísico.
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