En las últimas Cortes republicanas, las de Figueras, Negrín pide entre otras cosas que el pueblo pueda decidir sobre el futuro del régimen, pero ante la inminencia de la victoria los nacionales rechazan sus peticiones.
En Madrid, el Coronel Casado da un golpe de Estado anticomunista en marzo, creándose el Consejo Nacional de Defensa, mientras que Juan Negrín —siguiendo su criterio de mantener la resistencia— y buena parte del Gobierno se refugian en Elda y Petrer, en la llamada «Posición Yuste».
La nueva institución se hace con el control de Madrid tras un cruento enfrentamiento entre las mismas tropas republicanas e inicia las diligencias con el Gobierno de Burgos con el objetivo de acordar la paz. Fracasadas estas, el 26 de marzo cae la ciudad. Y el Gobierno republicano pierde rápidamente las últimas capitales de provincia que mantenía: el 29 de marzo Cuenca, Albacete, Ciudad Real, Jaén, Almería y Murcia; el 30 de marzo Valencia y Alicante, y el 31 de marzo cae el último bastión republicano, la ciudad de Cartagena.
El primero de abril Franco emite el último parte, que dice lo siguiente:
En el día de hoy, cautivo y desarmado el ejército rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado. Burgos, 1º de abril de 1939, año de la victoria. El Generalísimo. Fdo. Francisco Franco Bahamonde.
La guerra naval
Al principio de la Guerra Civil, el reparto de la flota era el siguiente:
En el lado republicano:
1. el acorazado Jaime I,
2. los cruceros ligeros Libertad, Miguel de Cervantes y Méndez Núñez,
3. catorce destructores en servicio o a punto de entregar,
4. siete torpederos,
5. doce submarinos
6. la casi totalidad de la Aeronáutica Naval.
En el bando sublevado,
1. el acorazado España,
2. los cruceros pesados Canarias y Baleares, en muy avanzada fase de construcción en Ferrol,
3. los cruceros ligeros Almirante Cervera y República (rebautizado como Navarra),
4. el destructor Velasco,
5. cinco torpederos
6. y varios cañoneros y guardacostas.
El bloqueo del Estrecho
La escuadra republicana, consciente de que debe impedir el paso del Ejército de África a la península, bloquea el estrecho de Gibraltar, siendo hostigada por unos pocos aviones nacionales. Sólo consigue pasar un pequeño convoy con unos mil hombres, lo que se interpreta desde el bando franquista como un gran éxito. Pero ante el avance de los nacionales en el Norte de España, la República decide enviar la Escuadra, salvo dos destructores que quedan a cargo del bloqueo del Estrecho, al frente Norte, consiguiendo así ayudar a las operaciones terrestres y retrasar el avance de los sublevados, al impedirles avanzar por la costa. Pero este alivio en el frente norte es fatal para la República, ya que los cruceros Canarias y Cervera acuden al Estrecho, y el 29 de septiembre de 1936 hunden uno de los destructores,el Almirante Ferrándiz, de la clase Churruca después de inutilizar una de las calderas con un tiro casi imposible (la tercera salva a 20 km) y hacen huir al otro, el Gravina, que se refugia en Casablanca, dejando libre el paso al Ejército de África.
La campaña del Cantábrico
En septiembre, la República decide enviar al Cantábrico al acorazado Jaime I, dos cruceros, seis destructores y cinco submarinos, dejando en el Estrecho sólo dos destructores y un submarino.
El 24 de septiembre, la Escuadra republicana llega al Cantábrico y paraliza o retrasa las operaciones en tierra de los sublevados. Impide las operaciones en Guipúzcoa y retrasa el avance de las columnas gallegas hacia Oviedo, obligándoles a ir por el interior.
Su superioridad es absoluta, y durante la estancia de la flota republicana en el Cantábrico, no hay actividad en el mismo de la marina rebelde. Pero este triunfo relativo permite, al tener abandonado el bloqueo del Estrecho de Gibraltar, el paso del grueso de las tropas de África a la península.
El 13 de octubre de 1936, el grueso de la escuadra republicana vuelve al Mediterráneo.
Las acciones navales en el bando sublevado el resto del año 1936 se limitan a las protagonizadas por el España, el Velasco, los bous y algunos mercantes armados por el bando sublevado, dedicándose al bloqueo, a minar los puertos republicanos y al bombardeo de costa. La República sólo había dejado en el Cantábrico al destructor José Luis Díez (conocido en Bilbao por «Pepe el del puerto», por lo poco que salía a navegar) y los submarinos C-2 y C-5.
El Gobierno vasco, nacionalistas aliados al bando republicano, crea la Marina de Guerra Auxiliar de Euzkadi, al mando de Joaquín Eguía, con algunos bous armados (cuatro bacaladeros con cañones de 101,6 mm), nueve bous en misión de dragaminas y hasta 24 pesqueros pequeños más como dragaminas costeros o de puerto. Estas unidades del Gobierno nacionalista vasco, a diferencia de las unidades aliadas republicanas, demuestran un alto grado de preparación y espíritu combativo, interceptando mercantes alemanes con cargamento para los franquistas y llegando a enfrentarse al Velasco el 15 de noviembre de 1936.
Se cierra el año con la desaparición del submarino C5.
En el año 1937, la misión de la flota rebelde es apoyar las operaciones de tierra encaminadas a terminar con el frente Norte, bloqueando y minando los puertos del Cantábrico para evitar el aprovisionamiento de las fuerzas republicanas y apoyar con fuego naval el avance de las tropas de tierra. Intervinieron con base principal en Ferrol, apoyándose en Pasajes, Bilbao y Santander, a medida que iban siendo conquistadas.
Participaron el España, el Velasco, los minadores de clase Júpiter Vulcano y Júpiter, tres mercantes armados y unas flotillas de bous. Esporádicamente se incorporaron los cruceros Canarias y Almirante Cervera.
La República reforzó sus fuerzas con el destructor Císcar y los submarinos C-6 y C-4. Pero se enfrenta con el problema de falta de mando único. Los nacionalistas vascos no aceptan que sus buques sean mandados por la República. Esto, unido a la baja moral de las dotaciones republicanas, hace que los nacionales tengan prácticamente el dominio del mar.
Las operaciones de bloqueo impuesto se vieron dificultadas por la Marina británica, que tenía en estas aguas al crucero de batalla HMS Hood, los acorazados HMS Royal Oak y HMS Resolution, y varios cruceros y destructores que protegían a los mercantes británicos hasta aguas territoriales españolas, con lo que llegaban con facilidad (sólo quedaban tres millas) a los puertos republicanos víveres y suministros militares. Esto permitió la resistencia republicana al avance nacional, pese al relativo dominio del mar.
El 5 de marzo de 1937, el Canarias llega al Cantábrico y apresa al mercante Galdames, a la altura del cabo Machichaco. Para ello tuvo que enfrentarse a los bous nacionalistas vascos que, pese su inferioridad manifiesta, le hicieron frente con gran valor y arrojo, siendo hundido uno de ellos (el Navarra) y averiados los otros dos.
El 30 de abril, frente a Santander, el acorazado España se hunde tras tocar con una mina propia. La tripulación es rescatada por el Velasco.
Al finalizar la campaña del norte, la República había perdido al destructor Ciscar, hundido por la aviación en el puerto de Gijón, y al submarino C-6. Los submarinos C-4 y C-2 se refugiaron en Francia, desde donde volvieron a manos republicanas a mediados de 1938, y el José Luis Díez se refugió en Inglaterra, después en Francia y en agosto de 1938 intentó pasar al Mediterráneo camuflado como el destructor inglés HMS Grenville (D19), siendo interceptado por el Canarias. Se refugió en Gibraltar, y en diciembre de 1938, al intentar unirse a la flota republicana, fue inutilizado por el minador Vulcano.
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