Las republicanas “burguesas”
Inmaculada de la Fuente
ISBN: 978-84-15930-40-2
© Inmaculada de la Fuente, 2014
© Punto de Vista Editores, 2014
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Índice
LA AUTORA LA AUTORA Inmaculada de la Fuente es escritora y periodista. Estudió Historia Moderna y Contemporánea y Periodismo y ha estado vinculada profesionalmente a El País desde 1977 hasta 2012. En 1985 obtuvo el Premio Nacional de Periodismo en la modalidad de Reportajes y Artículos literarios. En los últimos años se ha especializado en ensayos biográficos de mujeres de la generación de la Segunda República y la posguerra. Recientemente ha publicado una biografía de María Moliner (El exilio interior. La vida de María Moliner, editorial Turner, 2011). Es autora, además, de la novela Años en fuga (El Acantilado, 2002) y los ensayos de temática histórica Mujeres de la Posguerra. De Carmen Laforet a Rosa Chacel, historia de una generación (Planeta, 2002) y La roja y la falangista. Dos hermanas en la España del 36 (Planeta, 2006). Ha participado también en la obra Historia de las mujeres de España y América Latina (Cátedra, 2006, tomo IV) con el capítulo “Escribir su propia historia”.
PRÓLOGO El tiempo de las pioneras. Las republicanas de la cultura
CAPÍTULO 1 Republicanas y cosmopolitas
Constancia de la Mora: refinada y comunista
Isabel Oyarzábal: una dama ávida de libertad
Carmen de Zulueta: la pasión neoyorkina de una exiliada republicana
Bibliografía del capítulo 1
CAPÍTULO 2 Escritoras e intelectuales
Mercè Rodoreda, la aventura de las palabras
Zenobia Camprubí, amor y dependencia
Josefina Carabias, una chica de provincias con aspiraciones intelectuales
Bibliografía del capítulo 2
CAPÍTULO 3 El compromiso ético y estético de las artistas plásticas
La gran pionera: María Blanchard, pasión por el cubismo y la soledad
Remedios Varo, encadenando vida y sueños
Leonora Carrington, libre como un caballo salvaje
Ángeles Santos, la huida del surrealismo
Bibliografía del capítulo 3
CAPÍTULO 4 Depuradas y proscritas
Retrato íntimo de María Moliner
Matilde Ucelay, la primera arquitecta, condenada a ser invisible
María Brey, la bibliotecaria amiga de Azaña que acabó desterrada
El reto de llamarse Matilde Moliner
Bibliografía del capítulo 4
LA AUTORA
Inmaculada de la Fuente es escritora y periodista. Estudió Historia Moderna y Contemporánea y Periodismo y ha estado vinculada profesionalmente a El País desde 1977 hasta 2012. En 1985 obtuvo el Premio Nacional de Periodismo en la modalidad de Reportajes y Artículos literarios. En los últimos años se ha especializado en ensayos biográficos de mujeres de la generación de la Segunda República y la posguerra. Recientemente ha publicado una biografía de María Moliner (El exilio interior. La vida de María Moliner, editorial Turner, 2011). Es autora, además, de la novela Años en fuga (El Acantilado, 2002) y los ensayos de temática histórica Mujeres de la Posguerra. De Carmen Laforet a Rosa Chacel, historia de una generación (Planeta, 2002) y La roja y la falangista. Dos hermanas en la España del 36 (Planeta, 2006). Ha participado también en la obra Historia de las mujeres de España y América Latina (Cátedra, 2006, tomo IV) con el capítulo “Escribir su propia historia”.
PRÓLOGO
El tiempo de las pioneras. Las republicanas de la cultura
Las mujeres que aparecen en esta obra tienen una identidad singular y bien merecen una biografía. A pesar de su potente individualidad, pertenecen a una misma realidad histórica, están vinculadas a la cultura en sentido amplio y la mayoría de ellas alcanzó su plenitud profesional durante la Segunda República. Sólo María Blanchard, la gran pintora cubista, puede considerarse ajena a esta dimensión política. Blanchard desarrolló su carrera en el París de las vanguardias y murió dos años después de proclamarse la Segunda República. Aunque compartió, quizás sin saberlo, algunos de sus valores. Su sentido de la libertad y su empeño en ser una artista plena en un mundo de hombres confluyeron con las aspiraciones de las mujeres republicanas y su apuesta por la educación y la igualdad. Podría decirse que fue pre republicana o avant la lettre en su apuesta radical por el arte y la emancipación de la mujer. Al conocerse su muerte, en 1932, el mundo de la cultura lloró su pérdida, y Luz. Diario de la República se hizo eco de la noticia. Corpus Barga escribió que la artista, a quien evocó como un duendecillo en su estudio de Montparnasse, había sido tragada por el silencio y pidió a las mujeres españolas que reivindicaran su memoria. La Unión Republicana Femenina asumió la idea y el 1 de junio de aquel 1932 se celebró en el Ateneo de Madrid un homenaje en su memoria. En el acto participaron Clara Campoamor y un grupo de artistas y escritores, entre ellos Ramón Gómez de la Serna, amigo y buen conocedor de la obra de la pintora cubista, Concha Espina –pariente de la artista fallecida– y Federico García Lorca, que leyó su Elegía a María Blanchard. No fue una casualidad que el poeta granadino escribiera la elegía. Entre García Lorca y Blanchard había más afinidades de las que ellos habrían sospechado: les unía la pasión por el talento, el respeto a la diferencia y el amor a la cultura popular. Aun así, si María Blanchard se encuentra en esta selección dentro del capítulo dedicado a las artistas plásticas que convivieron con la Segunda República o la apoyaron, es por su arrojo de pionera y por abrir camino a otras pintoras que vinieron detrás, como Remedios Varo o Ángeles Santos.
De ellas, Remedios Varo fue la que se identificó más con los postulados republicanos y la que se sintió más comprometida con la defensa de la libertad durante la Guerra Civil. La ausencia en esta obra de Maruja Mallo se debe a que es la surrealista española más conocida y sobre ella hay ya una amplia bibliografía. Esta misma autora le dedicó un capítulo en Mujeres de la posguerra. Ángeles Santos fue, ante todo, un referente generacional para los poetas del 27: más que seguidora, fue hija de la Segunda República, a pesar de su silencio y discreción posteriores. Leonora Carrington, antifascista en Francia, acabó siendo disidente en la España que acababa de ganar la guerra. A pesar de esta relación temporal y algo tangencial con la realidad española, su rebeldía y sus afinidades con Remedios Varo al coincidir en el exilio mexicano han propiciado su inclusión en este capítulo. Ambas surrealistas se consideraban hermanas “del alma”.
De cualquier modo, el grado de identificación de estas grandes pintoras con el periodo republicano no es comparable con el fuerte compromisoadquirido por otras figuras de perfil político más acusado, como Constancia de la Mora e Isabel Oyarzábal. Esta última fue militante socialista y Constancia de la Mora ingresó en el PCE durante la Guerra Civil, pero no tuvieron cargos dentro de sus respectivos partidos y compatibilizaron la política con la actividad profesional.
Zenobia Camprubí, Carmen de Zulueta, Josefina Carabias o Mercè Rodoreda hallaron en la Segunda República un viento de modernidad, una etapa de oportunidades para ellas mismas como mujeres y para la propia sociedad. Todas ellas acabaron en el exilio, no por haber participado activamente en la contienda, sino por sentirse parte de aquel periodo histórico en el que se habían sentido un poco más libres. María Moliner, Matilde Ucelay, María Brey y Matilde Moliner, depuradas por sus adherencias o simpatías republicanas, no se marcharon fuera de España pero sufrieron el ostracismo y las represalias propias del exilio interior.
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