Stephen Goldin - Asesinos Alienígenas

Здесь есть возможность читать онлайн «Stephen Goldin - Asesinos Alienígenas» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: foreign_contemporary, foreign_detective, Фантастика и фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Asesinos Alienígenas: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Asesinos Alienígenas»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Deborah Rabinowitz es una agente literaria. Ella viaja a mundos alienígenas mediante realidad virtual y vende los derechos para publicar libros terrestres en otros planetas. Pero cuando un alienígena es asesinado justo ante sus ojos, no hay forma en la que ella pueda evitar involucrarse y resolver el asesinato. Luego, cuando una vieja amiga es acusada de homicidio en un mundo diferente, Deborah debe resolver ese homicidio también.

Asesinos Alienígenas — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Asesinos Alienígenas», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

La proyección de Levexitor en su espacio de giro era muy alta, una cabeza completa más alta que Rabinowitz. Su marabú estaba teñido con lavanda, mucho más elegante que el marrón plebeyo de Chalnas. Era tan noble, que escasamente necesitaba moverse.

No había sillas en la sala. Rabinowitz estaba de pie, Levexitor estaba de pie, Chalnas—cuando estaba allí—estaba de pie. El acto de hacerse a sí mismo deliberadamente más pequeño al frente de los demás obviamente era indecible en Jenithar. Si Rabinowitz no hubiese sido capaz de sentarse en su silla de extensión en casa, al mismo tiempo que permanecía “de pie” en el espacio de giro de Levexitor, algunas de sus largas sesiones de negocios no pudieran haber salido tan bien como salieron.

“Bienvenida, Srta. Rabinowitz. No esperaba pararme con usted tan pronto de nuevo.”

“Me disculpo profundamente por mi intromisión, Mayor. Hubo un par de pequeños detalles que faltó resolver y pensé que podríamos dejarlos descansar de una vez por todas... pero si Chalnas no se encuentra para registrarlos—”

“Es el día de descanso de Chalnas, pero puedo recordar bastante bien lo que dijimos. Por favor, continúe.”

Rabinowitz pasó los siguientes diez minutos discutiendo definiciones exactas de derechos teatrales submarinos de las tres novelas de Tenger y la duración exacta de las opciones. Al tiempo que este fue un ejercicio insulso, le dio una excusa legítima para estar allí.

Hubo pausas atípicamente largas en las respuestas de Levexitor, y parecía más intranquilo. Obviamente había alguna tarea en su espacio real que preocupaba al menos parte de su mente. Cuando Rabinowitz comentó que preferiría negociar con asuntos locales y recuperarse, él desestimó eso sin pensarlo dos veces y prosiguió con la discusión.

Cuando entró en materia más profundamente de lo necesario, Rabinowitz dijo, “Mayor, dudo en traer un asunto tan delicado frente a una persona tan alta, pero algo me ha molestado tanto que siento que debo hablar con usted al respecto.”

“Por favor, siéntase libre de hablar abiertamente,” dijo Levexitor.

“Muy bien, Mayor,” dijo Rabinowitz. “He oído rumores en la Tierra de que elementos criminales están intentando contrabandear parte de nuestra literatura hacia mercados recónditos. No he escuchado nombres, pero sólo nuestros más bajos hombres recurrirían a tales actividades.”

“Es curioso que usted deba mencionar tal asunto justamente ahora, Srta. Rabinowitz. Por favor, continúe.”

“Sé que usted, por supuesto, está por encima de esas cosas. Sin embargo, como amiga, me preocupaba que usted pudiese ser, involuntariamente, conducido por estos astutos criminales a realizar actos que ciertamente le perjudicarían. También pienso que usted debería saber cómo advertirle a sus colegas más cercanos, algunos de los cuales podrían sucumbir a esta gran tentación. Estos criminales, no tienen escrúpulos, y perjudicarían a cualquier persona que negocie con ellos.”

“De hecho,” dijo Levexitor. “Puedo entender demasiado bien cómo alguien, incluso el más alto de nosotros, pudiera ser tentado en algún momento por esos otros, especialmente si vienen de fuentes altas.” Hubo otra pausa larga. “Sí,” finalmente prosiguió, “y también puedo comprender la última disminución que usted mencionó. Para decirlo claramente, Srta. Rabinowitz—”

Levexitor interrumpió repentinamente lo que estaba diciendo y se volteó. Su cabeza se inclinó hacia atrás y hacia arriba. Luego, emitiendo un pequeño grito, se abalanzó contra su mesa de trabajo y se quedó muy, muy quieto.

“¿Mayor? ¿Mayor?” La habitación estaba totalmente en silencio. Nada se movía, nada hacía ruido. Rabinowitz miró a su alrededor. No había nadie en la sala virtual, a excepción de Levexitor y ella. Y Levexitor no se movía.

Rabinowitz caminó hacia adelante hasta estar justamente en frente del gran extraterrestre. Alcanzó a tocarlo. Había solidez, era como tocar un árbol usando gruesos guantes de goma, pero sin más sensación que esa. El cuerpo proyectado de Levexitor era tan real como las paredes—y no estaba más animado que ellas.

Caminó lentamente por la sala. Sus pasos no hacían ruido. Levexitor no hacía ruido. Lo único que ella escuchó fue su propio pulso fluyendo por sus orejas y su respiración, que intentaba regular.

No sería buena idea gritar o preguntar si alguien más estaba allí. En este espacio virtual sólo estaba su proyección y la de Levexitor. Alguien o algo pudo haber ingresado al espacio real de Levexitor y, de hecho, aún podría estar allí, pero ella no podía verlo.

Se debe notificar a alguien. Ella miró alrededor de la sala escasamente amoblada para algunos dispositivos de comunicaciones. No parecía que hubiese alguien. El escritorio de Chalnas estaba vacío y sin cambio alguno. Algunos controles digitales estaban sobre la mesa de Levexitor, pero él se encontraba extendido sobre ellos y ella no podía moverlo. Incluso si pudiese, los controles no habrían sido intuitivos.

El cuerpo de Levexitor se sacudió de la mesa, repentinamente. No era un movimiento conscientemente controlado. Mientras Rabinowitz observaba, unas manos no visibles jugaban con el panel de control sobre el escritorio. Entonces, la oficina del alienígena desapareció repentinamente, y ella se encontró de vuelta en su propia sala de giro.

Cruzó sus brazos fuertemente, y se sentó sobre su silla de extensión, temblando como una hoja. Sus dientes realmente castañeaban; no podía recordar hacer eso desde cuando leyó “El Corazón Delator” por primera vez, a los catorce años. Cerró sus ojos e intentó regular sus repentinos jadeos para respirar.

Lentamente, muy lentamente, retomó el control. Forzó a sus temblorosos labios a decir, “Teléfono: San Francisco, Interpol, detective Hoy.” En unos instantes, el rostro sonriente del detective apareció ante ella.

“Qué placentera sorpresa, Srta. Rabinowitz,” dijo. “No creí que volvería a hablar con usted tan pronto.”

“No es placentera,” dijo. “Para nada. Tendrá que contactar a las autoridades en Jenithar. Acaba de sucederle algo a Levexitor. Creo que fue asesinado.”

***

“Me siento tan estúpida,” dijo Rabinowitz. “Me llené de pánico como una tonta adolescente. Yo no estaba en peligro. No pudo haberme tocado—”

“Usted estuvo presente cuando la vida de alguien terminó de forma violenta,” dijo Hoy cómodamente desde el otro lado del escritorio parlante. “O al menos, se encontraba telepresente. Creo que no sería natural que usted no hubiese entrado en shock.”

“Él estaba justo allí conmigo,” prosiguió Rabinowitz. “El asesino. No pude verlo, no pude escucharlo, pude tocarlo. Pero estuvo allí, sin embargo. Se encontraba en el mundo real y yo en el virtual, pero teníamos un enlace en común—Levexitor. ¿Cree usted que me vio?”

Hoy hizo una pausa. “Bien, pudo haber monitoreado el computador de Levexitor sin encontrarse en el espacio. ¿Su imagen proyectada es igual a la real?”

“Básicamente. Estoy bastante satisfecha con mi imagen.”

“Estoy totalmente de acuerdo con usted.” Dijo Hoy con una amplia sonrisa.

“Gracias, detective. Cada vez que pienso que usted tiene mucha determinación, me decepciona educadamente. Supongo que no importa si él me vio o no. Levexitor dijo mi nombre con suficiente frecuencia. El asesino debe haber estado allí todo ese tiempo. Eso explica las extrañas pausas de Levexitor. Por lo menos esto significa que estoy fuera de la lista de sospechosos.”

“Bien, lamento decepcionarle, pero no. Usted pudo haber asesinado a Levexitor para cubrir sus pistas al saber que yo sospechaba de usted.”

“Usted tiene una mente realmente paranóica.”

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Asesinos Alienígenas»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Asesinos Alienígenas» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Asesinos Alienígenas»

Обсуждение, отзывы о книге «Asesinos Alienígenas» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x