Danilo Clementoni - Encuentro Con Nibiru
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- Название:Encuentro Con Nibiru
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- Год:неизвестен
- ISBN:978-8-87-304742-1
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«En cuanto a esto, estoy de acuerdo, pero de aquà a poder aprovecharla de esta manera⦠va un mundo»
Estaba a punto de pedir más aclaraciones cuando una musiquilla de blues, proveniente de su teléfono móvil, lo interrumpió.
«¿Y ahora quién diablos será?» dijo en voz alta mientras leÃa el nombre del que llamaba âCamp Adder - Prisiónâ.
«Coronel Hudson» se oyó secamente al micrófono.
«Coronel, por fin»
Jack reconoció inmediatamente el vozarrón del sargento negro que le habÃa acompañado en tantas misiones. «Sargento, ¿qué sucede?»
«Lo busco desde hace horas. ¿Dónde se encuentra?»
«Esteâ¦podemos decir que estoy âgirando como una peonzaâ. De todos modos, dÃgame sargento, ¿cuál es el problema?»
«Sólo querÃa decirle que su petición de traslado del general se ha llevado a cabo sin problemas.»
«¿Petición de traslado del general? ¿De qué demonios está hablando?»
«Tengo delante de mà una orden escrita, firmada de su puño y letra, que autoriza al general Richard Wright y al coronel Oliver Morris a llevarse al general Campbell para ser transferido a un lugar top secret. He verificado la firma y es la suya.»
«Yo no he autorizado nunca una cosa parecida». El coronel hizo una pequeña pausa y luego dijo. «¿Y entonces dónde está ahora el general?»
«No tengo ni idea, señor. Está custodiado por los oficiales de los que le he hablado»
«Maldito sea, ha conseguido escapar.» a continuación tuvo una intuición y dijo. «Sargento, ¿podrÃa describirme a los dos militares que se lo han llevado?»
«Claro. Uno era alto y delgado mientras que el otro era más bajo y con un evidente sobre peso. TenÃanâ¦Â»
«Vale, sargento, nada más. He comprendido. Gracias.»
«Espero no haber metido la pata.»
«No se preocupe. No ha sido culpa suya» y cortó la conversación.
«¿Qué ha ocurrido?» preguntó preocupada Elisa.
«Los dos que te habÃan asaltado y que habÃamos capturado han conseguido escapar y han conseguido también ayudar a evadirse al bastardo del general Campbell.»
«Lo siento, querido, lo siento de veras pero no te preocupes tanto. Tenemos problemas más importantes de los que ocuparnos ahora, ¿no?»
«Tienes razón.» Mientras hablaba asà le quitó de la mano el candelabro y, mostrándoselo a Azakis, le preguntó «¿Dónde habÃamos quedado?»
«La fuente de energÃa»
«SÃ, es verdad. En resumen, ¿cómo demonios funciona esto?»
«No es tan sencillo de explicar, de todos modos podemos decir que consigue absorber la energÃa que lo rodea y darle la forma para la cual ha sido programado.»
«Pero» dijo Jack perplejo. «No es que haya comprendido gran cosa. El hecho es que funciona y lo hace estupendamente. ¿Piensas que esta tecnologÃa podrÃa desarrollarse también en la Tierra?»
«Realmente sÃ. No veo ningún problema. Hablaré con Petri, cuando llegue el momento, para que os pase toda la información necesaria.»
«Fantástico. Pienso en las caras que pondrán nuestros cientÃficos ante una revelación semejante. En la actualidad no conseguimos producir una cantidad estimable de energÃa a no ser de los combustibles fósiles o de las centrales nucleares. Creo que vuestra visita revolucionará unas cuantas cosas en nuestro planeta.»
«Como siempre ha sucedido» añadió Azakis con una sonrisa.
«Si no recuerdo mal» dijo Elisa metiéndose en la discusión «¿no fue un cientÃfico llamado Nikola Tesla 4, que vivó entre 1800 y 1900 que imaginó una forma de energÃa que se extendÃa por todo el cosmos?»
«¡Guau!» replicó Jack asombrado. «No pensaba que fueses una experta en la materia.»
«Son tantas las cosas que debes todavÃa descubrir sobre mÃ, querido.» y con aire desenvuelto se pasó una mano por sus largos cabellos.
«En realidad» continuó Jack «Tesla hizo muchÃsimo más. Aparte de realizar un montón de inventos que aún ahora utilizamos, teorizó sobre la posibilidad de utilizar lo que él llamaba âéterâ como una fuente de energÃa infinita. Dicha sustancia, que está difundida por todo el universo, si fuese estimulada de la manera adecuada podrÃa administrar energÃa en cualquier parte y en cualquier momento.» Complacido por el hecho de que su amada lo estaba observando con creciente admiración, continuó orgulloso su exposición. «Este hombre estudioso, después de haber peleado con la hipocresÃa y la avaricia de los poderosos de su época, afirmó que la humanidad no estaba todavÃa preparada para un desarrollo de este tipo y abandonó el proyecto mientras hacÃa desaparecer todo rastro del mismo. Sólo hoy, después de más de cien años, nuestros cientÃficos han comenzado a teorizar sobre la presencia de una sustancia que llaman materia oscura que conformarÃa más del 70% de la densidad del universo.»
«Estoy impresionada» exclamó la doctora mientras lo miraba asombrada. «Ni siquiera yo imaginaba que fueses un erudito en esta materia.»
«Son tantas las cosas que debes descubrir todavÃa sobre mÃ, querida» replicó Jack con la misma broma y con el mismo gesto, aunque realmente sus cabellos eran demasiado cortos para obtener el efecto que buscaba.
«Quizás estamos hablando de lo mismo.» dijo Azakis complacido.
«EnergÃa ilimitada, a disposición de todos, por todas partes del universo y a un costo cero⦠increÃble.» Jack estaba absorto en la valoración de todas las posibles implicaciones de esta nueva y perturbadora revelación cuando su teléfono móvil comenzó a sonar con la misma musiquilla de antes.
«¿Y ahora quién demonios será?» exclamó un poco molesto. A continuación leyó el nombre del emisor de la llamada y su rostro se iluminó. «Almirante, no creÃa que le iba a escuchar tan pronto.»
«Muchacho, he conseguido ponerme en contacto con el Presidente y le he explicado la situación. Ahora está justo delante de mÃ. Si quieres te lo paso.»
«¡Pues claro, faltarÃa más!» respondió un poco embarazado mientras que, gesticulando, le mostraba a Petri el teléfono móvil. Pasaron algunos segundos y una voz tranquila y profunda se escuchó desde el teléfono. «¿Coronel Jack Hudson?»
«Sà señor Presidente, soy yo. A sus órdenes.» al responder no pudo resistirse a ponerse en posición de firmes, provocando una tÃmida sonrisa en Elisa.
«Señor coronel, sólo el respeto y la confianza que siento por el almirante Wilson ha hecho posible esta llamada. Aquello que me ha contado es tan absurdo que incluso podrÃa ser verdad.»
«Presidente, querrÃa que apuntase el primer telescopio que esté disponible a las coordenadas que le voy a enviar.»
Petri, que se habÃa ya encargado de posicionar la Theos sobre un paralelo más cercano al norte, de manera que se pudiese ver una zona de la Tierra que todavÃa estaba a oscuras, hizo aparecer sobre la pantalla gigante una serie de números. Jack, a toda velocidad, los escribió en el teléfono móvil y los envió. «Esta es la posición actual de nuestra astronave. No creo que sus técnicos tengan muchos problemas para encontrarnos.»
El Presidente hizo un gesto a su asistente más alto y robusto que se encontraba en el Despacho Oval de la Casa Blanca. Le mostró los números que habÃan aparecido sobre el teléfono móvil y susurró algo al oÃdo. El hombre, que vestÃa un traje negro, una camisa blanquÃsima y una corbata gris a rayas de color claro, se acercó la muñeca a la boca e impartió una serie de órdenes.
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