Jessica Hart - Cita sorpresa

Здесь есть возможность читать онлайн «Jessica Hart - Cita sorpresa» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современные любовные романы, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Cita sorpresa: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Cita sorpresa»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Kate Savage tenia un jefe que parecia sacado del mismisimo infierno; quizas fuera guapo, pero se pasaba el dia entero pegado a su mesa. Sus amigas decidieron intentar mejorar el dificil momento que estaba pasando concertandole una cita a ciegas con un atractivo viudo, pero cuando llego al lugar de la cita decubrio horrorizada que el hombre misterioso no era otro que Finn McBride… ¡su jefe! Finn tenia una curiosa proposición que hacerle a kate: no solo queria que fuera la niñera de su hija, tambien queria que se hiciese pasar por su prometida!!!!!!!!!

Cita sorpresa — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Cita sorpresa», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Finn no le hizo ni caso. De hecho, parecía estar contando hasta diez.

– Kate -dijo por fin-, ¿qué está haciendo ese perro aquí?

– Lo encontré cuando venía a trabajar.

– Pues ya puedes librarte de él. éste no es sitio para un perro.

– Tampoco es sitio para una niña. -Finn apretó los labios.

– Mi ama de llaves está cuidando de su madre y hoy no hay colegio. No podía dejarla sola en casa.

– Y yo no podía dejar a Derek en la calle -replicó Kate-. Podría haberlo atropellado un coche.

– Kate, esto es una oficina, no un albergue para animales abandonados. ¡Pensé que estabas intentando ser más profesional!

– Hay cosas más importantes que ser profesional -dijo ella, tomando al perro en brazos.

– ¿Adónde vas? ¡Aún no he terminado!

– Voy a secarlo y a darle un poco de leche. Cuando vuelva, podrás seguir regañándome todo lo que quieras…

– ¿Puedo ayudarte? -preguntó Alex.

– Claro. Tú puedes sujetar a Derek mientras yo lo seco.

– Un momento… -empezó a decir Finn, incapaz de creer que había perdido el control de la situación. Alex levantó los ojos al cielo, como una adolescente irritada.

– Papá, no pasa nada.

Después de eso fueron al cuarto de baño, dejando a Finn McBride perplejo.

– No creo que hoy vaya a ganar el premio a la secretaria mejor vestida -suspiró Kate.

– No te pareces a Alison -comentó Alex.

– Eso me dice tu padre casi todos los días.

– A mí no me gusta Alison -lijo Alex entonces-. Me habla como a una niña pequeña. Y es muy cursi con mi padre.

– ¿En serio?

– Sí, le habla así con una voz…

– ¿Y tu padre también se pone cursi con ella? -preguntó Kate sin poder evitarlo.

La niña se encogió de hombros.

– No lo sé. Espero que no. Yo no quiero una madrastra. Rosa es un poco rollo, pero la prefiero a ella antes que a Alison.

– ¿Quién es Rosa?

– El ama de llaves.

Pobre Alison, pensó Kate. No le gustaría estar en su pellejo.

Diez minutos después, Derek estaba debajo de su escritorio, tumbado sobre el periódico.

– Es más rico… -murmuró Alex-. Ojalá pudiera quedármelo. ¿Tú crees que mi padre me dejará?

Kate pensó que la respuesta era «no», pero mejor que se lo dijera Finn personalmente.

– Tendrás que preguntárselo a él. Y yo que tú esperaría a que estuviese de mejor humor.

Finn apareció entonces con la misma expresión sombría de antes.

– Alex, puedes ir a sentarte en recepción si quieres. Sé que te gusta hablar con la recepcionista.

– Sólo cuando Alison está aquí -contestó la niña-. Ademas, Kate me ha dicho que puedo cuidar de Derek.

– Sí, bueno… yo tengo que hablar con Kate un momento.

– No la molestaré -insistió Alex-. Yo cuidaré de Derek y así ella podrá trabajar. No te importa, ¿verdad, Kate?

– Claro que no.

– No es a Kate a quien debe importarle -intervino Finn, impaciente-. Ven a mi despacho… si has terminado de convertir mi oficina en un albergue para perros abandonados, claro.

– Voy, voy -murmuró ella, sabiendo lo que la esperaba.

– ¿Te importaría explicarme qué demonios está pasando aquí? -le espetó Finn en cuanto cerró la puerta.

Kate se preguntó si debía quedarse de pie con las manos a la espalda, como si estuviera hablando con el director del instituto. Pero decidió sentarse.

– No pasa nada. No quería llegar tarde, pero ya has visto a ese pobre perrito… alguien debió de aburrirse de él y lo abandonó. Es que no entiendo cómo la gente puede ser tan cruel…

– Kate, no me interesa -la interrumpió Finn-. Tengo una empresa que dirigir, por si no te has dado cuenta. Hemos perdido media mañana con ese perro…

– Alex está muy contenta cuidando de Derek, así que yo creo que ha sido providencial -lo interrumpió ella, tomando el cuaderno-. Bueno, podemos empezar cuando quieras.

CAPÍTULO 4

– Papá? -Alex esperó hasta que Finn le dio una larga lista de órdenes a Kate. Estaba sentada en el suelo, con la cabeza del perrito en su regazo.

– ¿Estás bien ahí?

La niña asintió vigorosamente.

– Me dijiste que si era buena podíamos ir a comer

– Sí -asintió Finn, suspicaz.

– Pues no quiero ir a comer a ningún sitio. Quiero que me lleves a una tienda para comprarle una correa a Derek.

– Alex, no quiero que te encariñes con ese perro.

– Por favor, papá. Me lo prometiste.

– Yo estaba pensando en llevarte a una pizzería -suspiró Finn, mirando a Kate como si todo fuera culpa suya-. Yo creo que debe ser Kate quien se encargue del perro, hija. Después de todo, fue ella quien lo rescató.

– Kate no tiene tiempo de ir a comer -dijo Alex. Era cierto. Finn le había encargado tanto trabajo que no tenía tiempo para comer y menos para ir a una tienda de animales.

– No importa. Buscaré una cuerda o algo -suspiró Kate, con cara de mártir-. Salid a comer y no os preocupéis por mí.

Finn levantó una ceja.

– Sí, claro, eso dará una imagen estupenda de la empresa. Mi secretaria saliendo del despacho con un perro sujeto de una cuerda.

– Me marcharé cuando se haya ido todo el mundo.

– Papá, por favor, llévame a una tienda de animales -insistió Alex-. He sido buena ¿verdad Kate? Y el otro día dijiste que todo el mundo debería cumplir sus promesas.

Kate disimuló una sonrisa. Evidentemente, Alex no necesitaba consejos para manejar a su padre.

– No sé dónde vamos a encontrar una tienda de animales en el centro de Londres -suspiró Finn.

– En todos los grandes almacenes hay tiendas de animales -dijo Kate.

Su jefe, por supuesto, la fulminó con la mirada. Cuando él y su hija salieron a comer, el perrillo se acercó a Kate. No era muy guapo, pero sus confiados ojos castaños le romperían el corazón a cualquiera. No debería encariñarse demasiado con él porque entonces tendría que quedárselo hasta que encontrase un dueño, pero lo tomó en brazos, incapaz de resistirse.

A la porra la profesionalidad, pensó. Podía seguir escribiendo en el ordenador y acariciando a Derek al mismo tiempo.

Finn y Alex volvieron a las tres y media, cargados de comida para perros, juguetes, un collar, una correa…

– Éste es el collar -dijo la niña, orgullosa.

Kate soltó una carcajada. Era de terciopelo rojo, con brillantitos, la clase de capricho que cuesta un dineral.

– Lo eligió tu padre, seguro.

Entonces, por el rabillo del ojo, vio que Finn casi sonreía. Casi.

– Lo he pagado con mi propio dinero -estaba diciendo la niña.

– Ejem…

– Bueno, yo pagué el collar, pero mi padre ha pagado el resto -admitió Alex entonces.

– No te preocupes, Finn. Te devolveré el dinero -dijo Kate, sintiéndose culpable.

– No hace falta. Prefiero olvidarme del asunto lo antes posible. A la hora de comer me gusta comer, no pasarme dos horas en una tienda de animales, chantajeado por una niña de nueve años.

– Gracias de todas formas -insistió ella, poniéndole el collar-. Mira qué guapo estás, Derek. -También hemos comido pizza dijo Alex.

– Ah, qué suerte. Ya me imaginaba yo que tu padre no te dejaría con el estómago vacío.

– Te hemos traído un bocadillo. Mi papá dijo que tenías que comer algo.

Un bocadillo de queso, beicon y aguacate. Su favorito. ¿Cómo lo había sabido?

Kate lo miró y notó… algo, como si… en fin, no podría definirlo. Algo raro. Como si fuera humano.

– Gracias -murmuró, con voz entrecortada.

– No quiero que te desmayes de hambre. Aún tenemos mucho que hacer esta tarde -dijo él, apartando la mirada.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Cita sorpresa»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Cita sorpresa» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Cita sorpresa»

Обсуждение, отзывы о книге «Cita sorpresa» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x