Jessica Hart - Una Unión Irresistible

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Un deseo de Navidad, una proposición… ¡y una nueva vida!
Aquellas navidades, Sophie Beckwith tendría que ver al hombre que la había abandonado para casarse con su hermana. Sólo una persona podía ayudarla: su mejor amigo Bram. Bram había estado prometido con la hermana de Sophie, pero ahora pretendía demostrarles a los tortolitos que tanto Sophie como él los habían olvidado y se le ocurrió el plan perfecto para conseguirlo: pedirle a Sophie que se casara con él.
Era una locura, pero también era la solución a todos sus problemas. Además, sería todo fingido… ¿no? Pero a medida que se acercaba el día de la boda, los sentimientos de Sophie hacia Bram fueron cambiando y empezó a desear que todo fuera real.

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Pero cuanto más lo miraba, menos familiares le parecían sus rasgos.

«Es Bram… es Bram», se repetía. Su amigo Bram. El que siempre le había parecido un chico ni guapo ni feo, pero de ojos bonitos. Sus rasgos ahora, sin embargo, le parecían excitantes e intrigantes al mismo tiempo.

– ¿Qué vas a pedir?

Pillada por sorpresa, Sophie dio un respingo.

– ¿Eh? Ah, es que no sé…

– ¿No te has decidido? -preguntó él, mirándola con sus ojitos azules.

Y Sophie sonrió. Porque sabía que siempre serían amigos. Y todo lo demás sería un extra. Un extra maravilloso.

– Sí, creo que ya me he decidido.

Estuvieron charlando sobre mil cosas durante el almuerzo, hasta que la luz del sol empezó a desvanecerse y se encendieron las farolas. Después de comer fueron a comprar regalos de Navidad y un regalo especial para su padre y, por fin, encargaron dos alianzas con la fecha grabada.

– ¡Mira, una boda en Navidad! -exclamó la dependienta, emocionada-. ¡Qué romántico!

– Si ella supiera… -le dijo a Bram cuando salieron de la joyería, levantando los ojos al cielo.

Pero él no respondió con una broma. Sophie se estaba portando como lo hacía siempre, pero él no ayudaba nada. Cuanto más amistosa se mostraba ella, más distante parecía él. Y ahora, cuando debería reírse por lo absurdo de la situación, lo único que hacía era mirarla como si hablase en otro idioma.

– ¿Si supiera qué?

– Ya sabes… la razón por la que vamos a casarnos -contestó Sophie-. Si lo supiera no pensaría que es tan romántico.

– ¿Quieres decir si supiera que los dos vamos a conformarnos con un segundo plato? -preguntó Bram.

– Bueno… sí -Sophie no había querido decir eso exactamente y desearía poder retirar la broma, pero ya era imposible.

– Uno puede hacer creer a la gente lo que quiera. Todo depende de las apariencias.

– Sí, bueno, espero que esta noche funcione -dijo ella, incómoda. Tenía la impresión de que esa conversación iba en dirección equivocada, como un tren dirigiéndose hacia un puente destruido, pero no era capaz de darle la vuelta.

– ¿Esta noche?

Sophie levantó la mano para mostrarle el anillo.

– Estas son las apariencias a las que te refieres, ¿no? Si esto no convence a Nick de que vamos a casarnos por amor, nada lo convencerá.

No. Y convencer a Nick era lo más importante, se recordó Bram a sí mismo.

– Supongo que Nick te compró un anillo de diamantes.

– Pues sí, la verdad es que sí.

– ¿Y qué fue de él?

– Se lo devolví -contestó Sophie, temblando bajo el abrigo. No sabía por qué, de repente, tenía tanto frío.

El anillo que le regaló Nick no tenía un diamante espectacular, pero ella se había sentido tan emocionada que no lo habría cambiado ni por el Koh-i-Noor, la piedra más grande del mundo.

Bram recordaba su expresión cuando le contó lo enamorada que estaba de Nick, y se sintió avergonzado de sus celos. Por supuesto, era lógico que para Sophie el anillo de Nick fuera un tesoro mientras el que él le había regalado no era más que para cubrir las apariencias.

– Lo siento, Sophie. Perdona el tono… es que estoy un poco cansado. ¿Tienes que comprar algo más?

Volvieron a casa en silencio y había anochecido cuando llegaron a la granja. Mientras Bram iba a ver al ganado, acompañado por una emocionada Bess, que había estado sola todo el día esperando en la verja, Sophie no sabía qué hacer. Paseaba por la cocina, colocando cosas y volviendo a colocarlas donde estaban antes. ¿Qué había pasado? ¿Por qué, de repente, Bram y ella no podían comportarse de forma normal?

¿Había tomado la decisión equivocada al decirle que se casaría con él?, se preguntó.

Pero cada día era más difícil volverse atrás porque los preparativos estaban muy avanzados. Y aquella noche tenían que cenar con su familia…

Y con Nick.

Después de temerlo durante tanto tiempo, Sophie sentía un extraño deseo de verse cara a cara con él. Cuando lo viese sabría lo que sentía, pensaba, y quizá estaría menos confusa.

Se tomó su tiempo para arreglarse y, cosa poco habitual en ella, se pasó el cepillo por los indómitos rizos para darle un poco de estilo a su peinado. Para que su madre no pusiera el grito en el cielo, se pintó los labios y se dio un toque de colorete en las mejillas. Después, quitó la etiqueta del vestido con una tijera, se puso los zapatitos color bronce y, como único adorno, unos discretos pendientes que su amiga Ella había diseñado… bueno, todo lo discretos que podían ser.

Luego se miró al espejo y se sintió más segura de sí misma, más fuerte.

Cuando bajó al salón, Bram estaba esperándola. Poco acostumbrado a llevar corbata, estaba pasándose una mano por el cuello de la camisa, pero al verla se quedó inmóvil.

Estaba preciosa… incluso más preciosa que en la tienda. Bram no sabía qué había hecho para tener otra apariencia, pero era evidente que se había esmerado.

Y también era evidente por qué, pensó entonces: porque quería que Nick viese lo que se había perdido.

– Estás guapísima-le dijo, pero su voz sonaba extrañamente plana.

– Gracias -sonrió ella-. La verdad es que me siento como si fuera otra persona.

Bram la estudió, pensativo. A pesar de que sus rizos estaban un poco más controlados que de costumbre tenía un aspecto muy sexy, como si acabara de levantarse de la cama.

– Pues yo creo que eres la de siempre -murmuró.

Y entonces cometió el error de mirarla a los ojos. Atrapado en aquel río de aguas verdes, Bram no podía decir nada y pasó una eternidad hasta que logró, haciendo un esfuerzo, apartar la mirada.

«Di algo, lo que sea».

– ¿Estás bien, crees que podrás soportar ver a Nick?

– Estoy bien -contestó ella-. Curiosamente, estoy deseando verlo. No sé por qué.

– No sé si debería ir yo -intentó bromear Bram-. A lo mejor molesto.

– No, no. Te necesito a mi lado. ¿Tú cómo estás?

– ¿Yo?

– Melissa también estará en casa de mis padres. Y sé que también es difícil para ti.

Cuando Sophie lo tomó del brazo, Bram tuvo que tragar saliva. El olor de su pelo, su proximidad, su calor…

– Más de lo que te puedas imaginar -contestó por fin.

Un BMW nuevo estaba aparcado en la puerta de la granja Glebe cuando llegaron. Nick y Melissa ya estaban allí.

Bram aparcó el Land Rover al lado del lujoso coche y apagó el motor. Pero antes de bajar tomó la mano de Sophie, que parecía nerviosa.

– ¿Todo bien?

– Sí, todo bien -contestó ella.

La puerta se abrió justo en ese momento y los dos pudieron ver la silueta de su madre recortada en el umbral.

– Será mejor que vayamos -dijo Bram-. Ah, espera… esto está lleno de barro y no querrás estropearte los zapatos. Venga, te llevo en brazos. Un servicio más para la señorita.

Algo en su sonrisa hizo que Sophie se sintiese… rara.

– No puedes llevarme en brazos. Peso mucho.

– Tonterías. No pesas más que el ternero que tuve que arrastrar el otro día -insistió él- Venga, deja de discutir. Ya sabes que tu madre estará dándote la charla durante toda la cena si apareces con los zapatos llenos de barro.

Eso era cierto. De modo que Sophie se dejó llevar en brazos, nerviosa mientras Bram la apretaba contra su pecho. Sólo duró unos segundos, pero cuando la soltó, sintió frío… o, más bien, sintió que le faltaba algo.

– ¡El vestido que te gustaba! -exclamó su madre-. Estás muy guapa, hija. ¿Ves lo que puedes conseguir haciendo un pequeño esfuerzo?

Cuando entraron en el salón, la conversación se interrumpió bruscamente. Sabiendo que nadie lo miraba a él, Bram pudo estudiar las expresiones de los demás mientras admiraban a Sophie.

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