Liz Fielding - La traición

Здесь есть возможность читать онлайн «Liz Fielding - La traición» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современные любовные романы, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La traición: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La traición»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Hacía tres años que Abbie se había casado con Grey Lockwood. Tres maravillosos años. Ella lo tenía todo. Una profesión interesante, una casa hermosa y, lo más importante, un estupendo marido que la esperaba en el hogar.
Sus amigas siempre le habían tomado el pelo, diciéndole que, con un marido tan atractivo como el suyo, no estarían tanto fuera de casa, pero ella creía que su matrimonio se basaba en la confianza mutua. ¿Lo habría dejado solo demasiado a menudo? Él ya no parecía satisfecho con la relación que mantenían y había creado otra familia…

La traición — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La traición», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Me temo que no puedo permitirle que haga su trabajo bajo mi techo -dijo Grey-. Pero si se da prisa, tal vez pueda llegar a ver el anuncio en el noticiero de la una.

Steve no necesitó que lo animasen a ello, ya se estaba poniendo el abrigo.

– Es una pena -siguió Grey-. Ha estado en el lugar equivocado detrás de una historia equivocada durante los últimos dos días, señor Morley. Debió quedarse en Londres. Sin lugar a dudas el propietario de su periódico querrá saber por qué no estaba usted en su despacho.

Grey se puso el abrigo que estaba colgado detrás de la puerta.

– Y ahora lo llevaré hasta la carretera. El campo es muy traicionero en esta época, y no quisiera que le pasara algo malo -miró a Abbie-. No tardaré -le dijo.

Pero al cerrarse la puerta, ella no se quedó tranquila.

Capítulo 10

Abbie se quedó esperando. Durante un rato largo se sentó al lado del fuego a esperarlo. Quería escucharle decir que comprendía lo que ella había hecho, y por qué.

Necesitaba que hablasen y aclarasen todo.

Pero él no volvía.

A la hora, se puso de pie, recogió las copas, puso la tetera al fuego y buscó en el congelador algo para comer. Tendrían que comer. Tenía que entretenerse en cualquier cosa para no obsesionarse con la pesadilla que había montado por su desconfianza.

Filetes, patatas, ensalada de tomate. Dejó los ingredientes a mano, y fue a buscar la pimienta. Para su asombro, descubrió que ni de eso se había olvidado Polly. Al volver del fregadero se lo encontró allí, en silencio.

– No te he oído llegar -dijo ella-. Has tardado mucho. ¿Qué… qué le has hecho a Steve?

– ¿Y eso importa? -él miró la comida-. Si vamos a comer filetes, debemos acompañarlos con clarete. Lo abriré ahora, si me das el sacacorchos.

– ¿El sacacorchos?

¿Por qué hablaban de sacacorchos?, se preguntó ella.

– En el cajón, delante de ti -le indicó él.

– ¿Le has hecho daño? -le preguntó ella, con la cabeza baja.

– ¿Debí hacerlo? Él estaba haciendo su trabajo, simplemente. Da igual lo desagradable que fuera su labor. Creo que ya tendrá su merecido. No creo que le haga gracia al dueño del periódico todo lo que gastó Steve en los últimos meses para seguir la pista de Robert, y que ahora vuelva con las manos vacías. Eso será peor que lo que yo pueda hacerle -Grey se acercó a ella. Y tomó el sacacorchos, sin apenas rozarla-. Además, tiene una barbilla dura -dijo, recordando el golpe que le había dado al periodista.

Ella se dio la vuelta para mirarlo.

– Lo siento, Grey. Debí tenerte confianza…

Él se encogió de hombros y se alejó.

– ¿Grey? -ella le puso una mano en la manga-. Fue un malentendido, ¿no lo ves?

Grey estaba imperturbable.

– Por favor, háblame, Grey.

– ¿Qué quieres que te diga, Abbie? Pensé que tenías un amante. Tú te has esforzado para que me lo creyese, si no recuerdo mal. Incluso te molestaste en que saliera un hombre desnudo de tu cuarto de baño para probarlo.

– Quería que tú fueras libre…

– Ahora tengo que enfrentarme al hecho de que este canalla te dijera que me había visto con otra mujer. Tú creíste que yo te estaba engañando. Tres años de respeto, confianza y amor, se van por la borda, ¿y yo no tengo ni la oportunidad de defenderme? ¿Tienes idea de lo que se siente frente a eso?

Él se apartó, y se quedó mirando las llamas de la chimenea.

Ella comprendía que él quisiera hacerle daño. Se sentía dolido. Pero mientras él había estado jugando con fuego para mantener alejada a la prensa de Robert, ella había sufrido también.

– ¿Eso es lo que piensas, Grey? -le preguntó desde la puerta de la cocina-. ¿Crees que yo he creído que me estabas siendo infiel simplemente por lo que me dijo Steve? Reconozco que influyó, pero luego me dije, venga Abbie, se trata de Grey. Puede ser que haya estado un poco ausente últimamente, y que no haya querido discutir acerca de nuestro futuro, pero es un hombre honesto y sincero. Si estuviera con otra persona te lo habría dicho. Él nunca te engañaría.

– ¿Y entonces, por qué?

– Porque te vi. Con mis propios ojos. Fui a tu oficina para almorzar contigo y cuando bajé del taxi te vi caminando. Estabas muy lejos para gritarte, pero vi que te dirigías al parque, así que te seguí. No para espiarte, simplemente para alcanzarte y estar un rato contigo.

Ella respiró hondo.

– ¿Y sabes qué vi entonces?

Grey se puso blanco.

– Te vi rodeando a esa mujer con tus brazos, y luego inclinarte y tocar… -se le hizo un nudo en la garganta-. Te vi tocar al bebé. Tan tiernamente. Tan amorosamente. Tú habías dejado claro que no querías tener un hijo conmigo, y de pronto, con aquella escena, empecé a comprender.

– ¡No es posible! -él se puso erguido-. ¡Dios santo! ¿No te dejé claro por qué prefería que esperásemos?

– Matthew es igual que cuando eras pequeño.

– Es igual que Robert también -él achicó los ojos-. ¿Y tu cómo sabes eso? ¿Te acercaste al cochecito?

– Las mujeres suelen mirar a los bebés. Miran los cochecitos, conversan en los parques, le cuentan a los extraños todos sus problemas. Ella no sabía quién era yo.

– ¿Hablaste con Emma?

– Sí -le dolía recordar aquel día todavía-. Después de que tú te fuiste quería salir corriendo, y hacer como si no hubiera visto nada. ¡Fue tan horrible!

– ¿Y no pudiste hacerlo?

– Emma era tan dulce, tan abierta. Demasiado confiada quizás, dada su situación. Supongo que se sintió segura simplemente porque yo era otra mujer, una perfecta desconocida. O quizás fuera porque había tenido que callarse tanto tiempo, y yo di en la tecla justa -ella se encogió de hombros-. Por lo que sea, me lo contó todo. Que su amante era abogado y que un divorcio destruiría su carrera…

– ¡Dios mío! Abbie, los abogados divorciados son muchos actualmente, como en otras profesiones.

– Lo sé. Y Robert es abogado también -dijo ella suspirando-. Pero hace tanto que no ejerce que no se me ocurrió que podía ser él. En lo único que podía pensar era en el pobre Henry.

– ¿En Henry? Pero eso fue distinto. Él se lió con una cliente. Él causó el divorcio, ¡por el amor de Dios!-hizo una pausa-. ¿Pensaste que Emma era cliente mía?

– Llevaba la marea de un anillo en el dedo. Era posible.

– Se me olvida a veces que eres periodista además de fotógrafa. Abbie.

– No tanto, por lo que veo. Por eso no me lo contaste, ¿no? ¿Crees que antepongo mi profesión a mi familia, no?

– No, por supuesto que no -dijo él impacientemente. Luego se acercó a ella, y le tomó las manos-. Simplemente intentaba protegerte, Abbie.

Sus manos habían estado junto al fuego, y estaban calientes contra sus dedos fríos. Ella lo miró a los ojos.

– ¿Protegerme? -él le había dicho eso en algún momento, y ahora lo comprendía.

– De los tipos como Steve Morley, que es tan bueno como tú en eso de dar en la tecla. Y bastante menos escrupuloso también.

– Ya veo. El problema, amor mío, es que mientras tú estabas intentando convencer al resto del mundo de que eras tú quien tenía un lío con Emma Harper, me convenciste también a mí.

– Jamás se me ocurrió que pudieras llegar a esas conclusiones sin darme ni siquiera la oportunidad de explicarte la situación. Además, como tú estabas fuera tanto tiempo…

– ¿Creías que no importaba, no?

– Por supuesto que importaba -dijo él-. Pero ya ves a qué extremos estaba dispuesto a llegar Steve Morley. Si él hubiera sospechado que tú sabías qué estaba pasando, no te habría dejado en paz. Supongo que fue él quien te contó lo de la cuenta de ahorro de Matthew, ¿no?

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La traición»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La traición» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La traición»

Обсуждение, отзывы о книге «La traición» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x