Raye Morgan - Dulce Atracción

Здесь есть возможность читать онлайн «Raye Morgan - Dulce Atracción» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современные любовные романы, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Dulce Atracción: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Dulce Atracción»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Lisa buscaba a un hombre hogareño y que fuera un buen padre en potencia y sabía que a los playboys como Carson James tenía que evitarlos a toda costa.
El sólo tenía que mirar a una mujer para que ésta se derritiera, pero lo último que deseaba era formar una familia. Estaba dispuesto para el amor, sí, pero ¿serían los encantos de Lisa suficientes como para hacerlo desear un matrimonio… e hijos?

Dulce Atracción — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Dulce Atracción», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Oiga señor.

Conocía aquella voz. Abrió los ojos. Por supuesto. Michi Ann Nakashima estaba a su lado, con su temible gato en los brazos. Cerró el ojo de nuevo. A lo mejor podía convencerla de que estaba dormido.

Pero Michi no se lo tragó ni por un instante.

– Oiga, señor -repitió en voz un poco más alta.

Esta vez, Carson abrió los dos ojos y la miró fijamente.

– Mi nombre es Carson, Michi Ann. Carson James.

– Oiga, señor Carson James. ¿Puede usted ayudarme con mi gato?

Carson miró al gato que la niña tenía en los brazos, y que le miraba con ojos finos y malvados. Dios mío, ¿qué le había hecho él a aquel animal?

– ¿Qué es lo que le pasa al viejo Jake? -preguntó de mala gana.

– Se ha hecho daño en una pata. ¿Podría usted mirársela?

Carson sintió que le recorría un escalofrío. Todavía tenía en la mano las cicatrices que le había hecho aquel gatito la última vez que había intentado asirlo.

– No sé, Michi Ann. Yo creo que tu gato me odia.

– No, señor. Usted es el único que le cae bien.

– ¿Qué yo le caigo bien? -dijo Carson con incredulidad, mirando al gato de nuevo. Le parecía que había una sonrisa debajo de aquellos bigotes-. Y ¿qué me dices de tu madre? A las mujeres se les suelen dar bien estas cosas.

– A él le gusta usted.

– Ah, ¿sí? Bueno -dijo Carson por fin-. De acuerdo.

Luego tragó saliva y suspiró profundamente. Al fin y al cabo, no era más que un animal. No podía acobardarse de aquella manera.

– Tráelo aquí -dijo-. Le echaré una mirada.

Lisa estaba mordisqueando su estilográfica y mirando a Carson por el rabillo del ojo. Greg estaba hablando y hablando sobre medidas fiscales y planes de austeridad de cinco años, repitiendo cosas de las que ya habían hablado mil veces, y ella había perdido el interés hacía rato. Martin Schulz, el principal comprador, estaba dormido.

Terry estaba haciendo un crucigrama. Carson estaba haciendo dibujos sin sentido en la tapa de su agenda de teléfonos. Lisa había oído todas las propuestas que habían hecho Greg y Carson, planes de reducir el personal drásticamente, de limitar líneas productivas… Eran todas ideas que parecían predecir el desastre, y ninguna parecía positiva ni optimista. Y ella ya había decidido qué era lo que iba a dejar de lado y qué era lo que iba a tomar en consideración.

No sabía cómo iba a decírselo. Sus propias ideas estaban todavía formándose en su cabeza, pero estaba segura de que lo que ella iba a proponer era un plan totalmente distinto a todo lo que había oído hasta el momento. Y a ellos no les iba a gustar. Pero al fin y al cabo, la tienda era suya.

La situación era desesperada. Si su idea no lograba salvar la tienda, entonces ya no habría más Loring's.

Miró a Carson de nuevo. Aquel día estaba especialmente atractivo. Llevaba una chaqueta color azul marino y pantalones grises. Tenían un arañazo a un lado de la nariz, y Lisa se preguntaba qué le había sucedido. A lo mejor había tenido un accidente, o quizá había sido una pelea. No se lo había preguntado. Estaba intentando no preocuparse por su vida privada.

El levantó los ojos, y la descubrió mirándolo. Lisa frunció el ceño y apartó la vista. Últimamente, fruncía el ceño cada vez que lo veía. Se lo merecía. Bien pensado, era él quien lo estaba estropeando todo.

No los planes para la renovación de Loring's. Aunque habían discutido acerca de ciertos detalles, en este aspecto él sí que había resultado de mucha ayuda.

Donde él causaba problemas era en su vida amorosa, aquella llamita casi inexistente que ella estaba intentando avivar después de años de desinterés por el tema. El hecho era que ella había descubierto que en realidad había un montón de posibles candidatos entre la población masculina del lugar.

Pero en el fondo de la escena aparecía siempre Carson. Era como su conciencia.

La noche anterior, por ejemplo, era eso mismo lo que había sucedido. Lisa había asistido a una degustación de vino dada por el alcalde de la ciudad, y al poco rato de llegar se había encontrado de pronto monopolizada por Andy Douglas, un dentista de la zona cuya esposa lo había abandonado para poder seguir una carrera de actriz en Broadway. Era simpático, y tenía una sonrisa muy amistosa.

Justo en el momento que mejor se lo estaba pasando con Andy, había visto a Carson apoyado en la pared y contemplándola.

No se había acercado a ella. No había dicho ni una palabra. Pero la visión de aquellos ojos azules fijos en ella la había seguido acompañando toda la noche. Había seguido riendo y bromeando, pero ya no tenía el corazón en ello. Pobre Andy. Probablemente jamás comprendería cuál había sido la razón de que ella le hubiera dicho que no cuando le había propuesto salir a cenar la noche siguiente.

Carson estaba siempre hablando de lo impaciente que se sentía por marcharse a Tahití. Mirándole a través de la mesa de conferencias, Lisa pensó que ella también estaba impaciente de que se fuera.

Después de la noche que habían salido juntos, Lisa había albergado la absurda esperanza de que quizá ella pudiera cambiarle. Había pensado que podría hacer lo mismo que había hecho su madre: moldear a un hombre de acuerdo con sus deseos. Pero había sido un sueño absurdo.

Carson había echado por tierra todos aquellos sueños, dejando bien claro que él no era una persona moldeable. No había cambiado en absoluto. No quería cambiar. ¿Por qué tenía que hacerlo? El era completamente feliz con la vida que llevaba. Un corazón inquieto.

Durante todos esos días se hablaban el uno al otro con exquisita educación y total frialdad. Era como si estuvieran librando una larga y sostenida batalla, en la cual ninguno de los dos sabía exactamente por qué causa estaba luchando. Era cierto. Eran incompatibles.

Y era una lástima. Jamás había conocido a un hombre que provocara en ella una respuesta como la que le incitaba él. Cada vez que recordaba aquel beso, sentía un estremecimiento por todo el cuerpo que no se parecía a nada que ella hubiera experimentado antes. Sabía que no podría volver a encontrar eso en otro hombre. Por lo menos, no podría mientras Carson estuviera cerca de ella para recordarle a cada momento lo que se estaba perdiendo.

Por unos instantes, lo imaginó vestido de tweed , sentado al lado del fuego con un libro, e imaginó luego un par de niños corriendo hacia él y gritando de felicidad mientras se sentaban en las rodillas de papá Carson.

– Lisa. ¡Lisa! -dijo Greg sacudiéndole el hombro-. ¿Te pasa algo?

Ella lo miró sin comprender lo que pasaba. Greg la estaba mirando con expresión de extrañeza. De hecho, todos los de la mesa la estaban mirando.

– Me parece que estoy un poco agotada -admitió con una sonrisa-. Vamos a dejarlo por ahora. ¿De acuerdo? Mañana seguiremos donde lo dejamos.

Hubo un murmullo de asentimiento general, y los otros comenzaron a guardar sus papeles y a cerrar sus carteras, preparándose para marcharse. Lisa salió con los brazos cargados de archivos y carpetas, pero al salir al pasillo se encontró con Carson a su lado.

– Estás trabajando demasiado -le dijo-. Deberías tomarte un día libre. Necesitas un descanso.

– Quién, ¿yo? -dijo ella mirándole-. No te preocupes por mí. Ya descanso lo necesario.

– Ah, ¿sí?

Se detuvieron frente al ascensor, y Carson se puso frente a ella para que lo mirara a los ojos.

– Las seis horas que duermes por la noche no cuentan -dijo-. Tienes que salir y hacer algo para distraerte y pensar en otra cosa. ¿Qué te parece esta noche? ¿Por qué no nos vamos a cenar juntos a la Shell Steakhouse?

Ella lo miró. Era la primera vez que él le proponía que salieran juntos de nuevo. Se sentía tentada a aceptar. Cenar con él, hablar, reír, quizá un nuevo beso. Se estremeció.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Dulce Atracción»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Dulce Atracción» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Dulce Atracción»

Обсуждение, отзывы о книге «Dulce Atracción» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x