Rebecca Winters - Entre el amor y el deber

Здесь есть возможность читать онлайн «Rebecca Winters - Entre el amor y el deber» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современные любовные романы, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Entre el amor y el deber: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Entre el amor y el deber»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

El doctor Raúl Cárdenas fue el primero en descubrir las consecuencias de la noche de pasión que había compartido con Heather Sanders. Al examinarla después de un accidente se dio cuenta de que se había quedado embarazada.
Raúl no tenía la menor duda de que él era el padre y estaba dispuesto a reclamar sus derechos… eso significaba que tenía dos noticias que dar a Heather: que estaba embarazada y ¡que estaba a punto de convertirse en su esposa!

Entre el amor y el deber — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Entre el amor y el deber», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¡Mira! -le contestó tendiéndole la carta. Ella la leyó.

– Es la tercera víctima en menos de seis meses por la misma causa.

– Exacto. Mañana por la mañana, me voy a Formosa.

– Raúl… Ya has hablado con todas las autoridades y no has conseguido nada.

– Esta vez voy a ir hasta lo más alto. Tenernos documentación de sobra. Si tú me cubres el tumo de mañana por la tarde…

– No hay problema -contestó ella-. Como médico, me gustaría que supieras que estás exhausto. Te lo digo en serio. Has debido de perder unos cinco kilos desde que ha vuelto de Estados Unidos.

«No empieces, Elana». -No lo sé.

– No me malinterpretes. Estás estupendo, pero no puedes seguir durmiendo dos o tres horas. No eres inmortal.

«Cuéntame algo que no sepa ya».

– Como mujer, te diré que tengo el remedio para la tensión que te tiene así. Sea lo que sea, tienes que olvidarlo -añadió haciendo una pausa significativa-. Pasa la noche en mi cabaña.

La invitación de Elana no lo pilló por sorpresa.

No era la primera vez que se preguntaba por qué no se sentía atraído por ella. Dios. Cuando pensaba en Heather, en la atracción inmediata que había sentido por ella…

Aquella brasileña de pelo color azabache y tez pálida era muy guapa. Estudió sus ojos oscuros y sus labios carnosos, intentando saber por qué la química no funcionaba con ella.

– Me miras como si fuera un bicho raro-murmuró ella-. No creo que te sorprenda saber lo que siento por ti.

– Elana, no sabes lo que sientes por mí. Te acabas de divorciar.

– Quizá, si nos acostáramos, ambos empezaríamos a sentirnos más humanos de nuevo.

– Eso no solucionaría nuestros problemas -contestó él. «Te lo digo por experiencia».

Tener que dejar a Heather después de una noche de pasión lo estaba destrozando. Lo único que lo mantenía ilusionado eran las noticias que Evan y Phyllis le habían dado sobre la gira europea, pero había tenido que tener cuidado para no mostrar excesivo interés.

– Nunca has querido acostarte conmigo, ¿verdad?-preguntó Elana-. Sin embargo, tampoco has traído a ninguna otra mujer aquí.

– Pocas mujeres pueden aguantar vivir en el Chaco-contestó él pensando que Heather habría soportado un par de horas-Tú eres una excepción.

– Pero no te sientes atraído por mí -dijo apagando el cigarrillo-. Has cambiado. Me he dado cuenta desde que volviste de Estados Unidos. Seguro que la mujer que conociste allí es una diosa. Rubia y de ojos azules, supongo.

«Eso y mucho más, Elana. No te lo puedes ni imaginar. Me parece que no voy a tener más remedio que ir a Viena».

– Ya que estamos hablando de cosas personales, te voy a decir algo y espero que no te lo tomes a mal -dijo Raúl echándose hacia delante en la silla-. Marcos no va a seguir insistiendo toda la vida en que salgas con él si tú no paras de meterlo en el mismo saco que a tu ex marido.

– Pensaré en ello -murmuró levantándose-Debería odiarte, pero no puedo. Te veo mañana por la tarde. Buena suerte.

– Gracias, Elana.

– ¿Actriz famosa americana? -preguntó el más alto al llegar junto a ella y agarrando su maleta.

Los dos le miraban el pelo fascinados. -No, soy amiga del doctor Cárdenas.

– Viene al hospital -sonrieron.

Tuvo que acelerar el paso para ir a su ritmo.

Oyó que la avioneta despegaba. Vio a un hombre en un laboratorio.

– ¿Raúl? -dijo corriendo hacia él.

No, era más bajo y tenía rasgos más latinos.

Sintió ganas de llorar.

– No soy Raúl, pero me gustaría serlo -contestó él mirándola con unos ojos negros como el carbón-. Soy el doctor Marcos Ruiz.

– Me llamo Heather Sanders -dijo ella tomando aire-Vengo desde Bélgica para ver al doctor Cárdenas, pero él no lo sabe.

– No está -contestó el hombre atusándose el bigote y mirándola preocupado-. Está usted como si se fuera a desmayar. Venga conmigo.

Si no la hubiera agarrado de la cintura, se habría caído al suelo. Lo veía todo nublado mientras entraba en la cabaña. Los dos indígenas entraron con la maleta.

El interior, equipado con un pequeño aparato de aire acondicionado, estaba más fresco de lo que ella esperaba. El médico la tumbó en el sofá y le puso los pies en alto.

– Bébase esto, señorita Sanders. Todo el mundo se deshidrata al llegar aquí. El azúcar le hará bien. Todavía le llevará unos días aclimatarse -le indicó llevándole una botella de zumo.

La avioneta acababa de bajar el morro para tomar tierra. Heather cerró los ojos creyendo que se iban a estrellar.

«Raúl», gritó su corazón.

Al sentir el tren de aterrizaje en el suelo, los abrió y vio que todo había salido bien y que el aparato estaba intacto. Habían aterrizado en una pista de hierba y se dirigían a un poblado de madera.

La avioneta se paró y ella se desabrochó el cinturón para dirigirse fuera.

– ¿ Ve? Ha llegado sana y salva a Zocheetl -le dijo la piloto acompañándola-. El hospital es el edificio grande y encontrará al doctor Cárdenas allí.

Heather le dio las gracias y vio a dos indígenas que corrían hacia ella vestidos con ropas modernas. Se encontraba algo mareada bajo aquel sol de justicia y se maravilló de la energía que parecían tener ellos.

No tuvo que insistir mucho. Al cabo de unos minutos, Heather se había bebido la botella entera.

– Gracias, doctor Ruiz. Me siento muy débil.

– No se preocupe. Volverá a recobrar las fuerzas, pero si viene de Europa debe de estar exhausta. Quédese ahí tumbada y duerma. Voy al hospital a ver dónde está Raúl.

– Gracias, ha sido usted muy amable conmigo.

– De nada -dijo él desapareciendo seguido por los dos indígenas.

Cuando volvió a abrir los ojos, Heather se dio cuenta de que había estado durmiendo más de dos horas.

– Vaya, se ha despertado! -la saludó el doctor Ruiz desde la silla donde estaba leyendo.

Heather se sentó y puso las piernas en el suelo.

Se sentía mejor.

– Parece que se ha recuperado un poco.

– Gracias a usted.

– Le he pelado una naranja -le dijo pasándole un plato-. Le hará bien.

– Gracias -contestó comiendo unos gajos-Está deliciosa.

– Me alegro de que le apetezca comer. Le diré a la cocinera del hospital que le prepare un emparedado.

– Estupendo. Le pagaré todo esto. Marcos se rió.

– No hace falta. Soy médico y es mi trabajo.

– Mi padre siempre dice eso.

– ¿Es médico?

– Sí, tocólogo -contestó terminándose la naranja-. ¿Ha localizado a Raúl?

– No. Juan me ha dicho que se fue esta mañana temprano a Formosa, pero volverá esta tarde a última hora, así que su avión llegará en cualquier momento.

– Perdone por ocasionarles molestias. Quería darle una sorpresa, pero no sé si ha sido una buena idea.

El doctor sonrió.

– A los que sí que ha dejado sorprendidos ha sido a Tekoa y a Ponga. Nunca habían visto un pelo como el suyo, que brilla como el oro al sol. Para un hombre que nunca ha visto a una mujer con rasgos escandinavos, es usted una auténtica belleza.

– A mí, me encantan sus rasgos.

– Si lo dice por Raúl, todas las mujeres argentinas están de acuerdo con usted. ¿Quiere comer algo más?

– Todavía no, gracias.

– Bueno, entonces le vaya traer algo de beber.

Es una bebida con alcohol, pero suave. ¿Confía en mí?

– Sinceramente, no.

– Una mujer inteligente -murmuró-. Por favor, solo por esta vez. Es solo zumo de fruta con un toque de algo más. Le hará bien y la calmará.

¿Le diría alguien que no? Era casi tan persuasivo como Raúl.

– Muy bien, doctor Ruiz, pero solo por esta vez. Él se levantó y le retiró el plato vacío.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Entre el amor y el deber»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Entre el amor y el deber» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Entre el amor y el deber»

Обсуждение, отзывы о книге «Entre el amor y el deber» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x