Susan Mallery - Pasión En El Desierto
Здесь есть возможность читать онлайн «Susan Mallery - Pasión En El Desierto» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современные любовные романы, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Pasión En El Desierto
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:3 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 60
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Pasión En El Desierto: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Pasión En El Desierto»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Pasión En El Desierto — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Pasión En El Desierto», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
Estaba experimentando una especial sensibilidad en todo el cuerpo. Le temblaban ligeramente los labios.
– No quieres que haga esto -le dijo él con tono suave. Phoebe parpadeó varias veces. ¿Que no quería recibir su primer beso? ¿Cómo podía dudarlo?
– No, ha sido estupendo.
– Pero no has respondido.
Una ola de humillación la barrió por dentro. Se agachó para recoger sus zapatos, pero antes de que pudiera hacerlo, Mazin le tomó las manos y la obligó a mirarlo.
– ¿Por qué no me lo cuentas?
– No es nada -«lo es todo», pensó.
– Phoebe…
Pronunció su nombre con un tono de advertencia que la hizo estremecerse. Tragó saliva y le soltó la verdad de golpe, o al menos todo lo que estaba dispuesto a confesarle:
– No tengo mucha experiencia con los hombres. Nunca salí con nadie en el instituto. Luego Ayanna cayó enferma y me pasé cuatro años cuidándola. Eso no me dejó tiempo para tener vida social… aunque tampoco la quería. Durante este último año he estado muy triste. Los besos no se me dan muy bien…
Esperó a que él dijera algo. Esperó y esperó. De repente vio dibujarse una sonrisa en sus labios. Su sombría expresión se suavizó ligeramente. Para su sorpresa, le acunó el rostro con sus grandes y fuertes manos.
– Entiendo -murmuró antes de besarla de nuevo.
Aquel beso debería haberse parecerse al primero. ¿No eran todos iguales? Pero, de algún modo, lo sintió distinto. Más intenso. Antes de que pudiera darse cuenta de lo que estaba sucediendo, cerró los ojos. Extrañamente, la oscuridad la reconfortó. Su cerebro se desconectó también, de lo cual se alegró porque, en aquel silencio, pudo disfrutar mejor de la experiencia…
La besó con ternura, pero a la vez con un rastro de fuego que la dejó sin aliento. De alguna manera, Phoebe encontró el coraje necesario para devolverle el beso. Corrientes eléctricas empezaron a circular arriba y abajo por sus brazos y piernas, haciéndola estremecerse.
Mazin le acariciaba las mejillas con los pulgares, lo cual le hacía desear abrir los labios. Cuando lo hizo, sintió la leve caricia de su lengua en la suya.
El contacto fue tan delicioso como inesperado. El cosquilleo de sus brazos y piernas se convirtió en una vibración tan intensa que de repente le resultó difícil permanecer de pie. Tuvo que sostenerse en él, así que apoyó ligeramente las manos sobre sus hombros. Se estaban besando. Se estaban besando de verdad.
La acariciaba ligeramente, excitándola. Al cabo de un minuto, de algún modo Phoebe sacó la fuerza necesaria para hacer lo mismo. Todos y cada uno de los aspectos de aquella experiencia eran increíbles.
Por supuesto, había leído sobre ello en libros, y había visto besos apasionados en las películas, pero nunca lo había experimentado por sí misma. Era maravilloso. No le extrañaba que a los adolescentes les gustara hacerlo durante horas. Ella misma estaba deseosa de imitarlos…
Le gustaba todo de aquella experiencia: el sabor de sus labios, su aroma, el ardor que los inflamaba. Se sentía ligera, como si pudiera flotar. Cuando él le soltó el rostro para abrazarla y acercarla hacia sí, Phoebe supo sin lugar a dudas que no había otro lugar sobre la tierra donde más le gustara estar.
Nunca había estado tan cerca de un hombre, y le sorprendió descubrir lo duro y musculoso de su cuerpo. En comparación, se sentía infinitamente fina y delicada.
Finalmente, Mazin se apartó y apoyó la frente contra la suya.
– Esto ha sido toda una sorpresa -le dijo con voz baja y ronca.
– ¿He hecho malo? -inquirió Phoebe antes de que pudiera evitarlo.
– No, paloma mía. Me has besado muy bien. Quizá demasiado bien.
Sus alientos se mezclaban. Phoebe no quería separarse de él: habría podido continuar besándolo para siempre, hasta que se acabara el mundo.
Pero en lugar de leerle el pensamiento, Mazin se irguió y miró su reloj.
– Desgraciadamente, el deber me reclama -le pasó un brazo por la cintura-. Vamos. Te llevo de vuelta al hotel.
Quiso protestar, porque él ya le había dado demasiadas cosas. En un solo día había experimentado más que todo lo que había podido imaginar.
– Has sido muy amable -le dijo, disfrutando del contacto de su mano. Mazin esperó mientras ella recogía su bolso y los zapatos, antes de acercarla de nuevo hacia sí.
– El placer ha sido mío.
«Oh, por favor, que vuelva a verlo otra vez», rezó Phoebe para sus adentros. Caminaron en silencio hacia el coche. Mazin le abrió caballerosamente la puerta.
Phoebe intentó decirse que no debería sentirse decepcionada. Podría alimentarse durante mucho tiempo de aquellos recuerdos. Pero antes de que tuviera tiempo para sentarse, él le tomó la mano y se la llevó a los labios.
– ¿Mañana? -le preguntó en un susurro.
– Sí -suspiró-. Mañana.
Cuatro
Phoebe caminaba lentamente por el sendero empedrado que atravesaba el jardín botánico. Una ligera lluvia había caído temprano aquella mañana, lavando las plantas y acentuando su olor. En lo alto, los árboles bloqueaban el calor del sol de mediodía. Era un momento absolutamente perfecto.
– Dice la leyenda que los piratas de la antigüedad frecuentaban la isla -le estaba diciendo Mazin-. Los arqueólogos no han encontrado ninguna evidencia de razzias, pero las historias persisten -sonrió-. Todavía hoy a los niños se les dice que, si no se portan bien, vendrán los piratas a sacarlos de sus camas en plena noche.
Phoebe se echó a reír.
– Y eso les asusta lo suficiente para que hagan lo que supone tienen que hacer.
– Bueno, yo no estoy muy seguro de que los niños de ahora crean en los piratas…
– ¿Y tú?
Vaciló, y luego sonrió.
– Quizá cuando era muy pequeño.
Phoebe intentó imaginárselo de niño y no pudo. Miró su fuerte perfil, preguntándose si aquellos rasgos duros habrían sido alguna vez blandos, suaves, infantiles… Su mirada se detuvo en su bota. ¿Realmente lo había besado el día anterior? Le parecía más bien un sueño, antes que una realidad.
Con el borde del vestido rozó la rama de un arbusto que había crecido al pie del camino: gotas de humedad cayeron sobre su pierna desnuda. Mientras se cerraba su chaqueta de manga corta, pensó que, sueño o no, había sido una tonta en ponerse un vestido aquella mañana. La decisión sensata habría sido ponerse un pantalón.
Sólo que en ese momento no se sentía precisamente muy sensata. Había querido ponerse guapa para Mazin. Como no solía maquillarse ni sabía hacerse peinados sofisticados, un vestido había sido su única opción. Pero ahora que estaba con él, esperaba que no se diera cuenta del esfuerzo que había tenido que hacer. El día anterior, Mazin le había dicho cosas muy bonitas sobre su apariencia, pero ella no se había creído del todo aquellos cumplidos. Por supuesto, había tenido tiempo más que suficiente para evocarlos la noche anterior, dado que apenas había dormido.
– ¿Corren más leyendas sobre la isla?
– Varias. Se dice que, en los eclipses de luna, hay magia en el aire. Que de repente aparecen criaturas misteriosas y los animales se ponen a hablar.
– ¿De veras?
– Bueno -se encogió de hombros, riendo-. Yo no he hablado con ninguno.
Una rama de árbol bloqueaba el camino. Tomándola del brazo, Mazin la ayudó a rodearla. Phoebe podía sentir el calor de sus dedos en su piel desnuda. Poco antes del amanecer se le había pasado por la cabeza que podría estar seduciéndola… Como no tenía experiencia alguna al respecto, no podía estar segura. Si ése fuera el caso… ¿debería preocuparse? No lo sabía.
Su plan en la vida siempre había sido estudiar en la universidad y convertirse en enfermera. Sabía muy poco del amor y aún menos del matrimonio. Durante años había tenido la sensación de que nunca llegaría a experimentar ambas cosas: de ahí su plan de formación. Había querido cualificarse para poder mantenerse a sí misma.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Pasión En El Desierto»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Pasión En El Desierto» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Pasión En El Desierto» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.