Susan Mallery - Pasión En El Desierto
Здесь есть возможность читать онлайн «Susan Mallery - Pasión En El Desierto» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современные любовные романы, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Pasión En El Desierto
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:3 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 60
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Pasión En El Desierto: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Pasión En El Desierto»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Pasión En El Desierto — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Pasión En El Desierto», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
¿Serían todos sus hijos como Dabir? Sonrió al recordar al niño alegre y cariñoso que había conocido. Frecuentar su compañía sería una delicia…
Varios años de experiencia como niñera le habían enseñado a calibrar a un niño a primera vista. Sabía que Dabir debía de tener sus defectos, pero tenía un corazón generoso y era muy divertido. Se mordió el labio. Con un niño sería fácil, pero… ¿cuatro? Peor aún: el primogénito de Mazin era solamente unos pocos años más joven que ella misma. El pensamiento la hizo estremecerse. Aunque, se recordó, los hijos de Mazin no iban a suponerle a ella ningún problema, por supuesto…
Alzó la mirada a las estrellas, pero el cielo de la noche no pudo darle ninguna pista sobre cuándo acabaría Mazin cansándose de ella, ni tampoco sobre sus intenciones. En lugar de citarla para el día siguiente a la mañana, Mazin había quedado con ella por la tarde. Aquel cambio de planes le excitaba e inquietaba a la vez…
Sucediera lo que sucediera, se dijo Phoebe con firmeza, no se arrepentiría de nada. La luna se reflejaba en el océano inquieto. Se llenó los pulmones del olor del mar y del perfume de las flores. Sabía que recordaría aquella noche para siempre.
Mazin estaba sentado frente a ella, tan guapo como de costumbre. Esa noche iba de traje, con lo cual Phoebe se alegraba de haber hecho un gasto extraordinario con la elegante blusa que se había comprado en la tienda del hotel. Su falda negra había conocido mejores días, pero todavía estaba de buen ver. Después de haber pasado casi una hora luchando con su pelo, había conseguido recogérselo con una trenza francesa. Se sentía casi… sofisticada. Algo que iba a necesitar para contrarrestar el efecto de la atracción de Mazin a la luz de la luna…
– Me siento un poco culpable -le confesó mientras el camarero les servía el vino.
– ¿Por qué? -le preguntó Mazin cuando el camarero se hubo marchado y volvieron a quedarse solos-. ¿Has hecho algo que no deberías haber hecho?
– No -sonrió-. Es tarde. Deberías estar con tu familia.
– Ah. Estás pensando en mis hijos.
«Entre otras cosas», añadió ella para sus adentros, esperando que esa vez no pudiera leerle el pensamiento.
– En Dabir, sobre todo -murmuró-. ¿No deberías estar en casa, acostándolo y contándole un cuento?
Mazin hizo un gesto de indiferencia.
– Tiene seis años. Es demasiado mayor para que siga acostándolo su padre.
– A esa edad es más un bebé que un adolescente.
Mazin frunció el ceño.
– No había pensado en que pudiera seguir necesitando ese tipo de atenciones. Tiene a Nana para hacerse cargo de él.
– No es lo mismo que te tenga a ti a su lado.
– ¿Estás intentando deshacerte de mí?
– Para nada. Es sólo que no quiero que les quites tiempo a ellos para dedicármelo a mí. Yo sé que si tuviera hijos, siempre querría estar con ellos.
– ¿Y qué pasa con las necesidades de tu marido? -sonrió-. ¿No tendrían prioridad?
– Creo que tendría que aprender a resignarse. O a alcanzar un compromiso.
El humor de Mazin se transformó en sorpresa.
– Son los niños y la mujer quienes deben alcanzar ese compromiso -se encogió de hombros-. Estuve casado el tiempo suficiente para aprender eso en las raras ocasiones en que el marido no tenía prioridad.
– Pues yo no estoy de acuerdo -se inclinó hacia él-. Háblame de tus hijos.
– ¿Por qué tengo la sensación de que estás más interesada en ellos que en mí?
– No lo estoy. Es sólo que… -vaciló, pero luego decidió que no tenía sentido evitarle la verdad-. Bueno, supongo que el tema de tus hijos es más… seguro.
– ¿Por qué? ¿Acaso conmigo no te sientes segura?
En lugar de responder, Phoebe bebió un sorbo de vino. Mazin se echó a reír mientras se apoderaba de su mano libre.
– Te conozco, paloma mía. He aprendido a leerte el pensamiento cuando evitas mi mirada y procuras mantenerte ocupada en algo. Evidentemente no quieres responder a mi pregunta. Con lo cual me siento obligado a descubrir el motivo.
Se la quedó mirando con expresión inescrutable. En esos momentos, Phoebe deseaba poder conocerlo tan bien como él la conocía a ella.
– ¿Por qué me tienes miedo? -le preguntó Mazin inesperadamente.
Phoebe se quedó tan sorprendida que se irguió de inmediato, liberando la mano.
– No te tengo miedo -se mordió el labio-. Bueno, no demasiado -añadió, porque nunca había sido una mentirosa-. Es sólo que eres tan diferente de todos los otros hombres que he conocido… Eres encantador, pero también intimidante. Contigo me siento incómoda, fuera de mi ambiente…
– No te alejes tanto -dio una palmadita sobre la mesa-. Pon tu mano aquí, para que pueda tocarte.
Lo dijo con naturalidad, pero sus palabras la hicieron estremecerse. Se las arregló para obedecer, y él entrelazó los dedos con los suyos. Sentía su contacto fuerte, cálido. Mazin la hacía sentirse segura, cosa extraña porque él representaba al mismo tiempo la razón de su incomodidad.
– ¿Lo ves? Encajamos muy bien. Somos tal para cual.
– Lo dudo. Mazin, no sé por qué pasas tanto tiempo conmigo. Yo no me parezco en nada a las otras mujeres de tu vida. Es imposible.
Esa vez fue él quien se tensó. No retiró la mano, pero su mirada adquirió la dureza del hielo.
– ¿Qué otras mujeres? -le preguntó con tono cortante-. ¿De qué estás hablando?
Phoebe se dio cuenta de que lo había insultado.
– Mazin, no me refería a ninguna en concreto… Es evidente que tú eres un hombre de éxito, un triunfador en la vida. Tiene que haber decenas de mujeres detrás de ti, requiriéndote constantemente. Tengo la imagen de ti sacudiéndotelas de encima como si fueran moscas, a cada paso que das.
Quiso decirle más, pero se le cerró la garganta cuando se lo imaginó en compañía de otra mujer, aunque probablemente eso era algo que sucedía constantemente…
– No te preocupes, paloma mía -le dijo él con tono suave-. Me he olvidado de todas.
Sí, pero… ¿por cuánto tiempo? No llegó a pronunciar la pregunta. No tenía sentido hacérsela. Al fin y al cabo, Mazin podría decirle la verdad, y eso podría dolerle.
– Me doy cuenta de que no me crees -le dijo, soltándole la mano-. Para demostrarte lo que digo, te he traído algo.
Chaqueó con los dedos. El camarero apareció enseguida, pero no con las cartas de menú, sino con una gran caja aplanada. Mazin la recibió y se la entregó a su vez a Phoebe.
– No te niegues a aceptarlo hasta que no lo hayas abierto. Estoy seguro de que, en cuanto veas mi regalo, serás incapaz de rechazarlo.
– Entonces debería resistirme a abrirlo.
– Ni se te ocurra.
Phoebe acarició el papel dorado que envolvía la caja mientras intentaba imaginarse lo que podría contener. No podía ser una joya. La caja era demasiado grande. Y ropa tampoco, porque era demasiado delgada.
– No lo adivinarás -le aseguró él-. Ábrela.
Desató el lazo y retiró el papel. Cuando alzó la tapa, se quedó sin aliento.
Mazin le había regalado una fotografía enmarcada de Ayanna. Phoebe reconoció su rostro inmediatamente. Su tía abuela parecía muy joven, quizá sólo un año o dos mayor de la edad que tenía ella en ese momento. Era un retrato de cuerpo entero, de pie, apoyada en una columna, de espaldas a una galería porticada que terminaba en el mar.
Reconoció también el palacio. Ayanna lucía un precioso vestido de baile. Un brillo de diamantes relucía en sus orejas, en su cuello, en sus muñecas. Con la melena recogida en un sofisticado y elegante peinado, parecía una auténtica princesa.
– Nunca había visto esta foto -pronunció sin aliento-. ¿De dónde la has sacado?
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Pasión En El Desierto»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Pasión En El Desierto» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Pasión En El Desierto» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.