Jacquie D’Alessandro - Caricias de fuego

Здесь есть возможность читать онлайн «Jacquie D’Alessandro - Caricias de fuego» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Исторические любовные романы, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Caricias de fuego: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Caricias de fuego»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Genevieve Ralston sabía cómo satisfacer a un hombre; pero cuando su amante la abandonó sin contemplaciones, se dijo que no querría nada más con el sexo opuesto. Hasta que conoció a Simon, un caballero atractivo e inquietante del que no podía apartar las manos. Pero Simon Cooperstone, vizconde de Kilburn, era espía. Tenía la misión de recuperar una carta misteriosa que se encontraba en manos de Genevieve; y al intentar seducirla para conseguir su objetivo, olvidó poner a salvo su corazón. ¿Estaría a la altura de una amante tan sensual y experimentada?

Caricias de fuego — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Caricias de fuego», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Cuando las damas solteras de Little Longstone le echaran el ojo, revolotearían sobre él como abejas alrededor de una flor. Incluso se preguntó cuál de todas conseguiría su objetivo. Pero fuera cual fuera, sabía una cosa: que no sería ella.

Capítulo Cuatro

Genevieve se sintió aliviada cuando Baxter entró en la habitación con la bandeja donde llevaba el servicio de té, un plato con bollitos, mantequilla y su mermelada preferida de frambuesa. El señor Cooper la había confundido e intrigado tanto que la aparición del criado fue un soplo de aire fresco.

Tras dejarlo todo en la mesita, Baxter procedió a servir el té con gran delicadeza y eficacia. A continuación, chascó los nudillos y preguntó, lanzando una mirada de pocos amigos al visitante:

– ¿Algo más?

– No, gracias, Baxter.

Baxter se dirigió a la salida. Sus pisadas eran tan fuertes que las piezas de porcelana que estaban en la encimera, temblaron.

– Llámeme si me necesita -añadió-. Estaré cerca.

Cuando se marchó, Simon dijo:

– Espero no darle ninguna razón para que tenga que llamar a vuestro mayordomo. Sospecho que sería capaz de sacarme las tripas.

– No lo dude.

– Como ya ha dicho, es muy protector… Aunque es normal que lo sea -añadió-. Tiene que cuidar cosas muy valiosas.

Genevieve volvió a sentir otra oleada de calor, que esta vez la disgustó sobremanera. A sus treinta y dos años, debía de estar más que acostumbrada a los cumplidos de los hombres. Sin embargo, llevaba mucho tiempo sin escuchar uno.

Se dijo que ése era indudablemente el problema. El señor Cooper era el primer hombre con quien se quedaba a solas desde que Richard la había abandonado. Y era muy atractivo. No tenía nada de particular que se sintiera algo excitada y más tímida de la cuenta.

Lo miró mientras él echaba azúcar en el té y sonrió. Puso tantas cucharaditas que el contenido de la taza estuvo a punto derramarse.

– Veo que le gusta el azúcar…

Él levantó la taza y la miró por encima.

– Confieso que siento debilidad por los dulces. ¿Y usted?

– Supongo que también, aunque mis preferencias se decantan por la mermelada de frambuesa de Baxter. Debería probarla.

Genevieve observó a su invitado mientras éste untaba mantequilla y mermelada en uno de los bollitos. Sus manos eran morenas, de dedos largos y fuertes. Tenía una leve mancha de tinta en el índice de la derecha, lo cual le pareció lógico teniendo en cuenta su profesión; obviamente, pasaba mucho tiempo con las cuentas del caballero para quien trabajaba.

En ese momento, imaginó que aquellas manos masculinas le acariciaban el cabello, le retiraban las horquillas e inmovilizaban su cabeza antes de que sus labios descendieran sobre su boca y la besaran.

– ¿No está de acuerdo, señora Ralston?

La frase la sobresaltó. No sabía lo que le estaba pasando. Su imaginación nunca se desbocaba de aquella manera; no hasta el punto de perder el hilo de una conversación.

– ¿Perdón?

– Decía que debemos ser tolerantes con nuestras propias debilidades.

Ella lo miró, hechizada, mientras él mordía el bollito y mascaba lentamente. Abrió la boca para decir algo, pero las palabras se esfumaron de su mente cuando Simon Cooper se lamió un poco de mermelada que se le había quedado en los labios. Sin darse cuenta de lo que hacía, imitó el gesto. Él clavó los ojos en su boca.

– Supongo… supongo que eso depende de las debilidades en cuestión -acertó a responder, en voz baja-. Y de si están a nuestro alcance.

– ¿A nuestro alcance?

– Si alguien siente debilidad por los diamantes y carece de los medios para obtenerlos, no debería ser tolerante con su debilidad.

– A menos que quisiera endeudarse…

– O terminar en la prisión de Newgate por robar.

– ¿Insinúa que los diamantes le gustan?

Genevieve pensó en el collar y en los pendientes que Richard le había regalado y que ella había vendido poco después de que se separaran.

– No. De hecho, no me gustan; los encuentro fríos y carentes de vida. Prefiero los zafiros, aunque no diría que sean mi debilidad.

– ¿Cuál es entonces?

Ella consideró la posibilidad de reír y cambiar de tema; pero si no respondía a su pregunta, tampoco podría interesarse a continuación por sus debilidades. Y ardía en deseos de hacerlo.

– Las flores. Sobre todo, las rosas.

– ¿De algún color en particular?

– El rosa.

Él sonrió y ella se estremeció. Por muy atractivo que fuera cuándo estaba serio, lo era todavía más cuando sonreía.

– Me alegro enormemente de saber que no sólo he traído sus flores preferidas, sino también del color que más le gusta -declaró él-. ¿Y qué más?

Durante un momento, Genevieve no supo a qué se refería con la pregunta. Estaba demasiado alterada. Y cuando por fin cayó en la cuenta, carraspeó.

– Gatos, libros, artesanía…

Él asintió y miró a su alrededor.

– Tiene piezas muy interesantes -dijo, mirando hacia el cuadro colgado sobre la chimenea-. Aquel óleo, por ejemplo, es notable. Tan vivido que casi puedo sentir las salpicaduras de agua de mar en la cara.

Genevieve miró el cuadro. Lo había pintado ella misma en su adolescencia, cuando aún no padecía artritis y albergaba la esperanza de ser artista. Representaba a una mujer en lo alto de un acantilado, entre flores silvestres. Estaba de espaldas, contemplando unas aguas tumultuosas, y no se le veía la cara; pero Genevieve sabía quién era o, por lo menos, quien debía ser.

– Gracias. Tengo mucho afecto por ese cuadro.

Simon se levantó, caminó hasta la chimenea y lo observó de cerca.

– El trazo de las pinceladas es poco común.

Genevieve arqueó una ceja. Aquel hombre mostraba conocimientos ciertamente inesperados para un administrador.

– ¿Ha estudiado arte?

Él dudó durante unos segundos y sonrió antes de volver a su silla.

– El señor Jonas Smythe posee una gran colección, así que debo tener ciertos conocimientos sobre la materia. He observado que el lienzo no lleva firma…

– En efecto.

– ¿Dónde lo compró?

– Fue un regalo.

Genevieve no tenía intención alguna de decirle la verdad.

La atención de Simon se dirigió hacia la puerta. La gata había entrado en la habitación; llevaba la cola en alto y parecía decir que la casa era suya y que los seres humanos tenían suerte de que les permitiera quedarse en ella.

– Debe de haberla oído cuando ha incluido a los gatos entre sus debilidades…

– Se llama Sofía. Me temo que es algo tímida y que…

Genevieve dejó de hablar cuando el felino, que se mantenía lejos de los extraños a no ser que le ofrecieran comida, corrió hacia él, le saltó al regazo sin dudarlo un momento y se acomodó allí como si lo hubiera convertido en su colchón personal. Pero eso no fue todo; acto seguido, ronroneó con tanta fuerza que pareció que en la habitación había tres gatos.

Él carraspeó y acarició al animal.

– Sí, ya veo que es extremadamente tímida.

Genevieve contempló la escena con asombro.

– Es la primera vez que se porta así con un desconocido. Actúa como si lo conociera…

Él se encogió de hombros.

– Les gusto a los animales… Pero cuénteme algo más sobre sus gustos.

Genevieve se obligó a apartar la mirada de sus fuertes manos. Encendían su imaginación, y no estaba dispuesta a dejarse arrastrar.

– Ya he hablado de las mías. Ahora es su turno.

Él alzó su taza de té sin dejar de mirarla a los ojos y ella sintió un estremecimiento que reconoció al instante. Lo deseaba.

Sin embargo, no se lo podía permitir. Sería mejor que buscara alguna excusa para quitárselo de encima. Y como no podía echarlo de inmediato sin que resultara sospechoso y el señor Cooper llegara a la conclusión de que le había gustado, decidió que le concedería diez minutos más. Sólo diez minutos, lo suficiente para no parecer grosera ni despertar sospechas.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Caricias de fuego»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Caricias de fuego» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Jacquie D’Alessandro - Your Room or Mine?
Jacquie D’Alessandro
Jacquie D’Alessandro - Who Will Take This Man?
Jacquie D’Alessandro
Jacquie D’Alessandro - Whirlwind Wedding
Jacquie D’Alessandro
Jacquie D’Alessandro - Vestida De Rojo
Jacquie D’Alessandro
Jacquie D’Alessandro - Un Romance Imprevisto
Jacquie D’Alessandro
Jacquie D’Alessandro - Touch Me
Jacquie D’Alessandro
Jacquie D’Alessandro - Not Quite A Gentleman
Jacquie D’Alessandro
Jacquie D’Alessandro - Mascarada
Jacquie D’Alessandro
Jacquie D’Alessandro - Love and the Single Heiress
Jacquie D’Alessandro
Jacquie D’Alessandro - Just Trust Me…
Jacquie D’Alessandro
Jacquie D’Alessandro - In Over His Head
Jacquie D’Alessandro
Jacquie D’Alessandro - El Ladrón De Novias
Jacquie D’Alessandro
Отзывы о книге «Caricias de fuego»

Обсуждение, отзывы о книге «Caricias de fuego» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x