Simon Hawke - El desterrado

Здесь есть возможность читать онлайн «Simon Hawke - El desterrado» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El desterrado: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El desterrado»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Sorak es un mestizo, abandonado en el desierto, que es rescatado por una druida errante y educado después en la Disciplina del Druida y La Senda del Protector. Busca sus orígenes y al misterioso hechicero conocido como "El Sabio", cuya vida corre peligro. En esta aventura épica será acompañado por Ryana, la hermosa sacerdotisa villichi que ha quebrantado sus votos para acompañarlo, y por la encantadora y mimada hija de un rey-hechicero. Juntos desafiarán los peligros del desolador desierto arthesiano, en el mundo del Sol Oscuro. Por primera vez, en un solo volumen, la trilogía "La Tribu de Uno", de Simon Hawke, que en su día se publicó en tres libros: "El Desterrado", "El Peregrino" y "El Nómada".

El desterrado — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El desterrado», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Abrió la puerta y Tigra salió corriendo al vestíbulo, pero fue Kivara quien abandonó la habitación, no So – rak. En cuanto el joven se replegó y se echó a dormir, Kivara salió al exterior y se desplazó con paso rápido por el corredor detrás del tigone, en dirección a las escaleras que conducían al primer piso y a la cocina.

Exteriormente, nada en el elfling había cambiado, pero un observador agudo que estuviera familiarizado con So – rak habría observado un andar algo diferente y más ligero, casi felino, con una festiva vitalidad en el paso y un porte algo más tímido. También la expresión de su rostro había experimentado un cambio. En tanto que, en la mayoría de las circunstancias, la expresión del joven era hasta cierto punto neutra -si acaso, con un aire de melancolía y contemplación- ahora Kivara le confería a sus facciones un aspecto más animado; una leve sonrisa astuta jugueteaba en sus labios, y los ojos parecían llenos de picardía.

En la cocina encontró algunas aves de caza colgadas en la sala de ahumar y las arrojó al suelo para Tigra, que empezó a engullirlas con glotonería. Sin perder tiempo en sutilezas tales como poner la mesa, Kivara agarró un enorme pedazo de carne cruda de z'tal z´tal y la emprendió con él; no era lo mismo que una pieza recién cazada, y faltaba la emoción de la caza. Tampoco estaba presente la embriagadora sensación de sentir la sangre caliente corriendo garganta abajo, pero el placer de devorar carne cruda ensangrentada aún, sacrificada hacía muy poco, permanecía sin merma. Tanto Kivara como el tigone emi – tía l n sonidos de satisfacción en lo más profundo de sus gargantas mientras deglutían la carne.

– ¿Tomando un tentempié de última hora? -inquirió Krysta.

Kivara levantó los ojos y se encontró con la semielfa de pie en la puerta de la cocina, ataviada con un largo camisón de gasa transparente.

– Creía que no comías carne -dijo con una sonrisa burlona-. Algo sobre un… v V oto espiritual, ¿verdad?

– Tenía hambre -contestó Kivara, incapaz de pensar en una explicación mejor para aquella discrepancia entre sus apetitos halflings y el asceticismo de Sorak.

– Eso veo -repuso Krysta en voz baja, acercándose más. Se humedeció los labios-. Ya te dije que los juramentos se pueden romper… en especial cuando se tiene hambre.

Alzó la mano y acarició con suavidad la mejilla de Kivara, deslizando las puntas de los dedos por la línea de la mejilla hasta llegar a sus labios.

Kivara, deténla, ordenó la Guardiana, y la Centinela se hizo eco de su angustia con una oleada de inquietud.

– Tienes sangre en la boca -dijo la semielfa.

Kivara levantó la mano para limpiarla, pero Krysta la sujetó con la suya.

– No, no. Déjame… -Y acercó más el rostro…

¡Kivara!

Tanto que Kivara podía percibir su cálido aliento…

¿Kivara, qué estás haciendo? ¡Páralo!

… Y, con gran delicadeza, la lengua de Krysta se movió veloz y lamió la sangre de sus labios.

¡Kivara, no!

La Centinela huyó, abandonando su puesto víctima del pánico para replegarse a las profundidades más recónditas, donde la Guardiana ya no pudiera detectar su presencia. Alarmada, la Guardiana chilló y presionó a Kivara desde dentro, pero la joven tenía el control ahora, y había estado reprimida durante mucho tiempo. La renuencia a ceder el control y la fascinación de las nuevas sensaciones que experimentaba se combinaban par t a crear resistencia. Al mismo tiempo, esa resistencia -la rebelión de un niño contra un padre autoritario- y lo que Krysta hacía con su boca resultaban tremendamente excitantes; se trataba de una experiencia sensual, y Ki – vara era incapaz de dejarla escapar.

Krysta oprimía su cuerpo contra el de ella ahora, y el calor del contacto fluía al interior de Kivara. Notaba la tersa carne prieta bajo la transparencia del camisón, y resultaba suave y agradable al tacto. La piel de Krysta respondió al contacto de Kivara, y la muchacha sintió cómo se estremecía. La lengua de la semielfa tanteaba ahora entre sus labios, y Kivara, interesada por averiguar adónde podría conducir esto, le abrió la boca.

Luchó por conseguir cerrar el paso a las protestas de la Guardiana mientras los dedos de Krysta se enredaban en sus cabellos y le provocaban un maravilloso cosquilleo. Sus lenguas se encontraron, y Kivara se dejó llevar por la otra, aprendiendo con rapidez con un ansia de experiencias que sólo los realmente inocentes pueden experimentar. Las manos de la mujer estaban ahora sobre su pecho, las uñas arañando ligeramente, acariciando, descendiendo…

Sorak se vio arrancado de su sopor por un aguijonazo de la Guardiana. Su primera percepción desorientada fue que todos estaban en peligro, ya que sintió la tremenda agitación y pánico de la Guardiana, y luego de improviso comprendió lo que sucedía. Furioso, arrastró a Kivara de nuevo hacia el interior y tomó el control…

¡No; no, aún no! ¡No es justo!, protestó Kivara, pero Sorak hizo caso omiso al encontrar sus brazos ocupados de repente por una apasionada semielfa que devoraba ávidamente sus labios y hacía restallar su lengua contra la de él. Notó cómo la mano izquierda de la mujer se introducía bajo su pierna, en tanto que los dedos de la derecha manoseaban sus pantalones…

– No -dijo, con voz tranquila pero firme, y la apartó.

– ¿Qué? -inquirió Krysta, mirándolo con repentina sorpresa-. ¿Qué sucede? ¿Qué es lo que está mal?

– Esto está mal -explicó Sorak-. No puedo hacerlo.

– ¿Cómo puede estar mal cuando resulta tan bueno? -quiso saber ella-. Además, lo hacías estupendamente hasta hace un momento…

Se aproximó a él y le rodeó el cuello con los brazos. El joven le cogió los brazos y con suavidad pero con firmeza los retiró.

– Krysta, por favor… No lo comprendes.

Ella se apartó, su expresión de perplejidad trocándose en una de enojo.

– ¿Qué? -exigió-. ¿Qué es lo que no comprendo? Comprendo que hace un instante estabas dispuesto… Más que dispuesto, ansioso, y ahora este repentino cambio de parecer surge de un modo inexplicable. ¿Es por mí? ¿Es que no soy lo bastante buena para ti ahora que sabes quién y qué eres? ¿Es eso? ¿Es que una antigua esclava no resulta una consorte apropiada para un rey?

Sorak sacudió la cabeza y suspiró.

– Eso no tiene nada que ver con esto -contestó-. Ya te he dicho lo que pienso de esta idea tuya sobre que soy una especie de rey elfo mitológico. Es algo totalmente absurdo y lo rechazo.

– ¿Entonces qué? -exigió ella-. ¿Qué es? ¡Dime que no te excitaba! ¡Dime que no me deseabas!

– Tú no me excitaste -suspiró Sorak-. Yo no te deseé.

– ¡Embustero!

– Tal y como he dicho, no lo comprendes. Tú no me excitaste a mí. No era yo quién te deseaba; no era yo quién se excitó ante nuevas y desconocidas sensaciones físicas. Fue Kivara.

– ¿Quién…? ¿De qué estás hablando?

– Kivara -repitió Sorak, aspirando con fuerza-. Kivara es… otra entidad que reside en mi mente y comparte mi cuerpo conmigo. Ella no es yo; es una persona diferente.

– ¿Ella? -Krysta lo contempló boquiabierta.

– Sí, ella. Kivara es una hembra. Una hembra halfling.

La semielfa dio otro paso atrás con una expresión de total desconcierto pintada en el rostro.

– ¿Qué es lo que estás diciendo? -inquirió-. ¿Intentas decirme que crees ser una… mujer?

– No. Yo soy un hombre; pero Kivara es una mujer, como lo son la Centinela y la Guardiana. Mis otros aspectos son todos varones.

– Intentas confundirme -dijo Krysta sacudiendo la cabeza.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El desterrado»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El desterrado» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El desterrado»

Обсуждение, отзывы о книге «El desterrado» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x