Louise Cooper - Troika

Здесь есть возможность читать онлайн «Louise Cooper - Troika» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Troika: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Troika»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Troika — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Troika», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Plata. Los viejos recuerdos penetraron en la mente de Índigo como serpientes; recuerdos de otras épocas, otras tierras. Un broche de estaño que centelleaba como si fuera de plata a la luz de una débil hoguera. Una anciana echadora de cartas gritando en medio de la algarabía de un bullicioso mercado oriental: cartas plateadas para mi señora y su hermoso perro gris... Y una criatura corrompida de ojos plateados, inhumana, implacable, riendo entre las sombras de una torre que se derrumbaba, siguiendo sus pasos como una invisible amenaza, mirando al mundo a través de sus propios ojos y mostrándole la horrible verdad de aquello en lo que se había convertido. Plata: el color y la personificación de su propia Némesis; y una señal que no podía ignorar.

Lo había percibido, tal y como decía Grimya; pero se había negado a aceptarlo, esperando en contra de todo lo que le decía su instinto estar equivocada, y aplazando el momento en que debería averiguar la verdad para bien o para mal. Podía seguir fingiendo pero ahora que Grimya había hecho abiertamente la pregunta supo que ninguna de las dos descansaría hasta que obtuviera respuesta.

Sacó la piedra-imán de la bolsa y la sostuvo encerrada en su puño unos instantes. La piedra ya no poseía el poder de intimidarla que poseyera en una ocasión; ésa era una lección que había aprendido durante sus viajes con los Brabazon, y le había enseñado algo sobre la auténtica naturaleza de la ilusión. Pero aunque había obtenido el poder de controlar la piedra, todavía no la dominaba por completo. Al fin abrió la mano y bajó los ojos hacia el liso guijarro.

El punto dorado de luz brillaba y danzaba como una luciérnaga atrapada. Ya no indicaba en dirección norte, pero no quería permanecer inmóvil. Una muda pregunta se formó en la mente de Índigo:

«¿Ahora qué, vieja amiga?»

Y el punto de luz se movió con un rápido y enfático parpadeo, para detenerse en el centro exacto de la piedra.

No necesitaba ninguna otra confirmación. El cuarto demonio estaba en esa casa.

Índigo no habló. Se limitó a guardar la piedra-imán, luego se volvió y tomó el farol. El aceite se había terminado casi por completo y la mecha humeaba; la débil luz duraría quizá otro minuto o dos, pero no más.

—Me voy a la cama —anunció. Su voz carecía de expresión.

Grimya agachó la cabeza en mudo asentimiento.

—Sssí. No hay nada que pu...eda hacerrrse ahora. —Levantó los ojos pesarosa—. Lo... sssiento.

¿Simpatía o una disculpa por haberla obligado a enfrentarse a la verdad? Índigo no lo sabía, y no parecía importar. Negó con la cabeza.

—No hay nada que lamentar, cariño. Vayámonos a dormir, si es que podemos, y no pensemos en esto ahora.

Afuera, en el vestíbulo enlosado, el ruido de la galerna se amplificaba en fantasmales ecos, gimiendo por el pasillo y haciendo que las pesadas cortinas que colgaban de las puertas para conservar el calor se agitaran y movieran inquietantes en la penumbra. Las sombras acechaban en la escalera; llegaron a su habitación mientras la lámpara llameaba con un último esfuerzo y, cuando la puerta se cerró tras ellas, Índigo extinguió la mecha haciendo que el destello azul se apagara. La habitación quedó sumida en la oscuridad mitigada sólo por la línea pálida y débil que se filtraba allí donde los postigos dejaban pasar el extraño fulgor del cielo cargado de nieve, Índigo avanzó a tientas hasta la cama y se deslizó bajo las sábanas sin intentar siquiera desvestirse y encontrar su camisón. De repente se sintió agotada casi hasta el delirio, y lo único que deseaba era enterrarlo todo (Veness, maldiciones familiares, demonios) en el olvido del sueño. Grimya saltó sobre la cama para quedarse junto a ella. Advirtió el cuerpo cálido de la loba contra su espalda, pero Grimya no dijo nada e Índigo estaba demasiado cansada para desearle siquiera buenas noches. En menos de un minuto estaba ya dormida...

Esperaba dormir profundamente hasta la mañana siguiente pero faltaba aún mucho para el amanecer cuando algo la despertó. Se dio la vuelta medio despierta y preguntándose aturdida qué podría haber alterado su descanso. Entonces, a medida que sus ojos se acostumbraban a la oscuridad de la habitación, distinguió la silueta de Grimya junto a la ventana. La loba tenía el hocico pegado a los postigos e Índigo percibió una gran agitación en su mente. Pero resultaba imposible comprender aquel revoltijo de pensamientos incoherentes.

¿Grimya? —Se sentó en el lecho, mientras su susurro se escuchaba por encima del ruido ahogado de la tormenta del exterior.

Grimya se volvió rápidamente, las orejas bien erguidas.

—¡Índigo! No quería despertarte.

—¿Qué haces? ¿Qué sucede?

—Hay algo ahí a... afuera —dijo Grimya —. Me despertó un ruido, y luego lo olí.

Índigo echó a un lado las sábanas y cruzó la habitación hacia ella. Se detuvo junto a la ventana escuchando, pero sólo oía el gemido del viento.

—A lo mejor si abro los postigos un poquitín... —empezó.

«¡No!»

La respuesta llegó con tal rapidez que Índigo se sobresaltó. Sus ojos se clavaron en la borrosa silueta de Grimya. La loba tenía el lomo arqueado en actitud defensiva, y de su postura se desprendía el temor que enfatizaba su protesta telepática.

Grimya, ¿qué es? —La sensación de terror empezaba a afectar a Índigo, también, y su pulso se aceleraba hasta hacerse molesto—. ¿Qué hay ahí afuera?

¡Tigre! —respondió la loba con voz ronca que apenas si era algo más que un gruñido gutural.

Y, como llamado por haber pronunciado la palabra, surgió de repente de la noche un sonido que no formaba parte de la tormenta, audible incluso por encima del aullido de la galerna. Lejano, pero enérgico y aterradoramente poderoso, era el desafiante rugido ronco de un felino enorme.

Grimya lanzó un gañido, y saltó del alféizar de la ventana para quedarse temblorosa en el centro de la habitación. Tenía los pelos erizados, y su miedo se iba transformando en terror incontrolado.

¡Grimya! —Índigo corrió junto a su amiga y le acarició la leonada cabeza, en un intento por calmarla—. ¡Todo va bien, no puede llegar hasta ti! Está muy lejos...

—¡No! —ladró Grimya temerosa—. No está lejos. ¡No está lejos!

—¡Está bastante lejos! Tranquilízate, cariño. Aquí estás a salvo. —Dirigió una rápida mirada a la ventana cerrada, al tiempo que se preguntaba inquieta a qué distancia estaría el enorme felino. Aquel rugido se había oído con tanta claridad en medio de la tormenta...

Desechó de inmediato la especulación para que Grimya no percibiera sus pensamientos. Todo el cuerpo de la loba se estremecía ahora mientras hundía el hocico en el brazo de Índigo.

Lo si... sssiento —dijo angustiada—. Pero le tengo tanto mi... edo.

Índigo la abrazó con muda simpatía. A ella le asustaba también el tigre de las nieves, y sabía lo fuerte y peligroso que podía ser; pero Grimya, empujada por el instinto innato de los suyos, era incapaz de combatir aquel horror con la ayuda de la lógica humana, y estaba casi paralizada de terror. Durante varios minutos permanecieron acurrucadas la una contra la otra en el suelo de la habitación a oscuras, escuchando con atención a la espera de un nuevo rugido, pero sólo se oyó el incesante y sombrío gemido del viento y el repiqueteo de los postigos debatiéndose contra los pestillos. El tigre de las nieves había dado a conocer su presencia, y parecía conformarse con eso.

Por fin Índigo notó que los estremecimientos de Grimya empezaban a remitir, y aflojó su abrazo al tiempo que empezaba a incorporarse.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Troika»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Troika» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


libcat.ru: книга без обложки
Louise Cooper
Louise Cooper - El Proscrito
Louise Cooper
Louise Cooper - El Iniciado
Louise Cooper
libcat.ru: книга без обложки
Louise Cooper
libcat.ru: книга без обложки
Louise Cooper
libcat.ru: книга без обложки
Louise Cooper
Louise Cooper - Nocturno
Louise Cooper
libcat.ru: книга без обложки
Louise Cooper
libcat.ru: книга без обложки
Louise Cooper
Louise Cooper - Nemesis
Louise Cooper
Отзывы о книге «Troika»

Обсуждение, отзывы о книге «Troika» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x