Margaret Weis - La segunda generación

Здесь есть возможность читать онлайн «Margaret Weis - La segunda generación» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La segunda generación: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La segunda generación»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Los héroes soñaban con encontrar un refugio seguro en ese río de rápida corriente. Pero el equilibrio del poder eterno siempre es cambiante. La Reina de la Oscuridad fue vencida, pero no destruida. Sus poderes son muchos y la gente es débil. Se olvidan las lecciones del pasado y las aguas del río se vuelven más turbulentas y peligrosas.
Pero no serán los Héroes de la Lanza quienes deberán lanzarse al río revuelto de la guerra que se acerca. Ha llegado la hora para los que son más jóvenes, más fuertes. Es hora de entregar la espada, o el bastón de mago, a quienes serán los héroes de la segunda generación. O a quienes traerán la perdición para esa nueva era.

La segunda generación — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La segunda generación», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Desconcertado, incapaz de adivinar qué se proponía el elfo oscuro, Tanis lo siguió.

En el vestíbulo, una kalanesti se afanaba en limpiar una mancha en la elegante alfombra. Dalamar señaló la mancha, llamando la atención de Tanis hacia ella.

Era reciente; tanto el agua del cubo como la bayeta que utilizaba la kalanesti estaban teñidas de color carmesí.

Sangre. Los labios de Tanis formaron la palabra, pero no la pronunciaron.

Dalamar no contestó. Estaba al pie de la escalera y miraba hacia arriba. Empezó a subir, haciendo un gesto a Tanis para que lo siguiera. La sirvienta, ajena a su presencia, siguió con su tarea.

Tanis mantuvo la mano sobre la empuñadura de la espada. No se le daba muy bien luchar con la izquierda, pero al menos tenía la ventaja de la sorpresa. Ningún enemigo lo vería llegar.

Subieron en silencio, pisando con precaución, tanteando cada escalón antes de apoyarse en él. Un silencio mortal envolvía la casa, y un chirrido bastaría para delatarlos. No obstante, los peldaños resultaron ser sólidos y macizos.

—Sólo lo mejor para el senador Rashas —masculló el semielfo, que empezó a subir más deprisa. Ahora empezaba a entender por qué habían ido allí.

Al llegar a lo alto de la escalera, Dalamar alzó la mano en un gesto de advertencia, y Tanis se paró. Una puerta estaba abierta, dejando a la vista un pasillo espacioso. Había tres puertas en el pasillo, una a cada lado y la tercera al fondo.

Sólo una de ellas, la del fondo, estaba guardada. Dos kalanestis que sostenían lanzas se encontraban plantados delante de la hoja de madera. Tanis miró de reojo a Dalamar.

—Ocúpate del de la izquierda —dijo el elfo oscuro—. Yo me encargaré del de la derecha. Ataca rápida y silenciosamente. Probablemente haya más guardias dentro de la habitación.

Tanis se planteó utilizar la espada, pero después decidió que no. Se situó justo delante del kalanesti y apretó el puño, apuntó y descargó un izquierdazo en la mandíbula del Elfo Salvaje, que ni se dio cuenta de lo que le pasaba. Tanis agarró al aturdido kalanesti cuando se desplomaba y lo soltó silenciosamente en el suelo. Echó un vistazo y vio que el otro guardia yacía en el suelo, dormido, con granitos de arena esparcidos sobre su cuerpo inerte.

Tanis puso la mano en el picaporte. Los finos dedos del elfo oscuro se cerraron sobre su muñeca.

—Si lo que sospecho es cierto —le susurró Dalamar al oído—, cualquier movimiento de la puerta al abrirse resultará fatal. No para nosotros —añadió al advertir la expresión sorprendida de Tanis—. Para la persona que está dentro. Utilizaremos los caminos de la magia de nuevo.

Tanis torció el gesto y sacudió la cabeza. Recorrer esos «caminos» lo dejaban desorientado y con náuseas. Dalamar sonrió al comprender.

—Cierra los ojos —aconsejó el elfo oscuro—. Te ayudará.

Asiendo firmemente la muñeca de Tanis, Dalamar pronunció rápidamente unas palabras. Casi antes de que Tanis tuviera tiempo de cerrar los ojos, sintió aquellos dedos presionándole el brazo, advirtiéndole que mirase a su alrededor. Abrió los ojos y parpadeó, deslumbrado por la intensa claridad.

Se hallaban en una especie de invernadero bañado por el sol. Sentada en un sillón, cerca de un ventanal, había una mujer. Tenía las muñecas y los tobillos atados con un cordón de seda. Se sentaba muy recta, regia e imperiosa, con las mejillas suavemente enrojecidas, pero no por el miedo, sino por la ira. Tanis reconoció, con un sobresalto, a Alhana Starbreeze.

Justo enfrente de Alhana había un kalanesti de pie, armado con un arco. El arco estaba levantado y una flecha encajada en la cuerda y lista para ser disparada. La flecha apuntaba al pecho de Alhana.

—¡Y éstos me exiliaron a mí! —musitó quedamente Dalamar.

Tanis estaba mudo por la sorpresa. Casi no podía pensar con coherencia, cuanto menos hablar. Ahora deducía qué amenaza habían utilizado para inducir a Porthios a renunciar al Medallón de los Soles; la misma amenaza que había obligado a Gilthas a aceptarlo. El horror y la indignación, la conmoción y la furia, el espantoso recuerdo de las cosas terribles que le había dicho a su hijo; todo ello combinado dejó abrumado a Tanis. Se sentía tan entumecido e inútil como su brazo derecho. No podía hacer nada salvo seguir allí plantado, contemplando la escena con incredulidad.

Dalamar tiró de su manga y señaló al guardia kalanesti, que se encontraba de espaldas a ellos. El elfo oscuro hizo un gesto con el puño cerrado.

Tanis asintió para indicar que había entendido, aunque se preguntó qué tendría en mente Dalamar. Al primer ruido que hicieran, el kalanesti dispararía. Aun cuando consiguieran matarlo, sus dedos podrían soltar la flecha en un movimiento espasmódico.

Alhana permanecía inmóvil en el sillón, contemplando la cara de la muerte con un desdén que parecía invitarla.

Dalamar, invisible para los que estaban en la habitación excepto Tanis, se adelantó y se situó directamente delante del kalanesti. La flecha apuntaba ahora al pecho del elfo oscuro. Con un veloz gesto, Dalamar asió el arco y se lo arrebató al guardia de un tirón. Tanis le asestó un golpe en la nuca con los dos puños cerrados, y el kalanesti se desplomó en el suelo sin emitir un sonido.

Alhana no se movió, no habló. Miró al guardia caído sin salir de su asombro. Al no poder ver a Tanis y a Dalamar, a la elfa debió de parecerle como si el kalanesti se hubiese peleado consigo mismo y hubiese perdido.

Tanis se quitó el anillo y Dalamar se despojó del manto mágico de invisibilidad.

Alhana dirigió su estupefacta mirada a los dos hombres.

—Majestad —dijo Tanis mientras se acercaba presuroso a ella—. ¿Os encontráis bien?

—¿Tanis Semielfo? —Alhana lo contemplaba aturdida.

—Sí, majestad. —Le rozó la mano para que comprobara que era de carne y hueso, y después se puso a soltar sus ataduras—. ¿Os hicieron daño?

—No, me encuentro bien —respondió la elfa, que se incorporó en cuanto estuvo libre del cordón de seda—. Venid conmigo. No hay tiempo que perder. Debemos detener a Rashas…

No acabó la frase. Había reparado en la expresión plasmada en el rostro de Tanis.

—Demasiado tarde, majestad —dijo él en voz queda—. Cuando me marché de allí, Gilthas estaba prestando el juramento. Y antes de eso el Thalas-Enthia había decretado que a vos y a Porthios se os ha de exiliar.

—Exiliar —repitió la elfa.

Se quedó tan pálida que pareció que al perder el color también hubiese perdido la vida. Su mirada se desvió involuntariamente hacia Dalamar, un elfo oscuro, la personificación de la suerte que la aguardaba a ella. Se estremeció de pies a cabeza, eludió la mirada y se cubrió los ojos con la mano. Los labios del hechicero se curvaron.

—No tenéis derecho a apartar la mirada de mí, milady. Ahora no.

Alhana se encogió. Temblorosa, se apoyó en el respaldo del sillón y se apretó la boca con la mano.

—Dalamar… —empezó duramente Tanis.

—No, semielfo. Tiene razón —dijo suavemente la elfa.

Alhana alzó la cabeza y la espesa melena negra cayó despeinada alrededor de su hermoso rostro. Alargó la mano hacia el hechicero.

—Por favor, perdóname, Dalamar. Lo que dices es cierto, ahora soy lo mismo que tú. Me salvaste la vida. Acepta mi disculpa y mi gratitud.

Dalamar siguió con las manos metidas bajo las mangas de la negra túnica; su expresión era dura y fría como el hielo, rebosante de desprecio, petrificada por el amargo recuerdo.

Alhana no dijo nada; bajó lentamente la mano.

El hechicero soltó un suspiro que sonó como el viento entre las hojas de los álamos. Sus negros ropajes susurraron. Rozó las puntas de los dedos de Alhana, apenas tocándolas, como si temiera hacerle algún daño inadvertidamente.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La segunda generación»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La segunda generación» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Margaret Weis - Die Brüder
Margaret Weis
Margaret Weis - Drachenzauber
Margaret Weis
Margaret Weis - Drachenjäger
Margaret Weis
Margaret Weis - Ámbar y Sangre
Margaret Weis
Margaret Weis - La Torre de Wayreth
Margaret Weis
Margaret Weis - The Second Generation
Margaret Weis
Margaret Weis - The Magic of Krynn
Margaret Weis
Margaret Weis - The War of the Lance
Margaret Weis
Отзывы о книге «La segunda generación»

Обсуждение, отзывы о книге «La segunda generación» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x