—Sí. Consecuencias. —La mano derecha de Robert jugó nerviosamente con el exquisito tapizado del asiento—. ¿Cárcel? —Pronunció la palabra con muy poca fuerza, casi como una petición.
Eve —› Bob: ‹ms› Ni soñarlo. Queremos que esté libre.‹/ms›
—Nada de cárcel, papá. Oficialmente, tú y tus amigos formabais parte de una protesta en el campus que se desmadró en exceso. Extraoficialmente… bien, estamos difundiendo el rumor de que ayudasteis a impedir el sabotaje de los laboratorios por parte de terroristas. —Otro trabajo más para los siempre útiles Amigos de la Intimidad.
Robert cabeceó.
—Detener a los malos fue idea de Miri.
—Sí, lo fue. —Miró a su padre con expresión pétrea—. Esa noche yo era el oficial de guardia.
Eve —› Bob: ‹ms› Con cuidado, coronel.‹/ms›
Pero era una advertencia huera. Los estrategas de interrogatorio habían estado de acuerdo en que Robert debía conocer esos detalles. El único problema era decírselo a su padre sin estamparle el puño en la cara.
—¿Aquí? ¿En San Diego? Bob asintió.
—En todo el suroeste del territorio continental de Estados Unidos, pero la acción tuvo lugar exclusivamente aquí. Esa noche Alice era mi jefa de analistas. —Vaciló, intentando contener la furia—. ¿Llegaste a enterarte de que fue Alice la que me impidió echarte de casa?
—Yo… —Se pasó la mano por el pelo rebelde—. Siempre parece muy distante.
—¿Sabes lo que es quedar pillado por ESR, papá?
Un asentimiento rápido.
—Sí. Calas Rivera queda pillado en chino. ¿Carlos está bien? —El viejo alzó la vista y su rostro se puso gris—. ¿Alice?
—Alice se derrumbó durante vuestra aventura. Tenemos pruebas sólidas de que…
Eve —› Bob: ‹ms› Sin detalles, por favor.‹/ms›
Bob siguió hablando sin apenas vacilar:
—Sigue pillada.
—Bob… no pretendía hacerle daño. Simplemente estaba desesperado. Pero quizá, quizá yo le tendí la trampa. —Miró a los ojos a Bob y luego apartó la vista.
—Lo sabemos, papá. Salió en tus entrevistas. Y sí, tú la comprometiste. —El DSI había investigado el hogar de los Gu y sus archivos personales con tanto cuidado como había estudiado todo lo de la UCSD; incluso tenían imágenes del robot que su padre había usado en el baño delantero. Pero seguimos sin saber qué hacía exactamente ese cacharro. India, Japón y Europa echaban la culpa a Conejo, y Conejo había quedado reducido a rumores y fragmentos ilegibles de cachés atrasados.
Eve —› Bob: ‹ms› Je. Ya lo descubriremos. Un ataque de red sobre una víctima biopreparada… es una tecnología excesivamente interesante para ignorarla.‹/ms›
Su padre tenía la cabeza gacha.
—Lo siento. Lo siento.
Bob se puso en pie abruptamente. Fue todo un logro que su voz surgiese tranquila y firme.
—Saldrás hoya última hora. Hasta entonces, busca algo que vestir y ponte al día con el mundo exterior. Seguirás viviendo una temporada con nosotros en Fallbrook. Queremos que lo retomes… justo donde lo dejaste. Se lo contaré a Miri y a Alice…
—Bob, no saldrá bien. Miri jamás me perdonaría…
—Probablemente sea cierto. Pero ella oirá una versión resumida. Después de todo, tu participación en el ataque a Alice es circunstancial. Y está oculta tras capas de seguridad que no es probable que Miri Gu logre atravesar. Yo… te recomiendo encarecidamente que no le des detalles.
Y de este modo el teniente coronel Robert Gu Jr. cumplió con las obligaciones que le habían encomendado. Ya podía irse. Atravesó la habitación, alargó la mano hacia la puerta. Algo le hizo volverse y mirar atrás.
Robert Gu padre lo miraba con la angustia reflejada en los ojos. Era una mirada que Bob había visto en otras caras. A lo largo de los años, en ocasiones, los jóvenes a su mando habían metido la pata hasta el fondo. Los jóvenes se desesperan. Los jóvenes hacen cosas horribles, tontas y egoístas… en ocasiones con consecuencias terribles.
Pero ¡hablamos de mi padre! Ni la desesperación ni la inexperiencia le servían de excusa.
Y, sin embargo, Bob había visto el vídeo del equipo del Centro de Control de Enfermedades mientras seguía las indicaciones de Sharif para entrar en los laboratorios. Había visto a su padre y a su hija tendidos en el suelo, cerca del empaquetador del UP/Ex. Había visto cómo Robert tenía el brazo extendido, cómo retenía la piedra cuajada a pocos centímetros de la cara de Miri. Y, por tanto, a pesar de la monstruosa pifia del viejo, todavía tenía que decir una cosa:
—Gracias por salvarla, papá.
Retomarlo justo donde lo había dejado, le había dicho Bob. En Fairmont casi era posible. Juan y Robert ya habían aprobado los exámenes finales escritos y habían tenido vacaciones de Navidad y Año Nuevo. Estaban de vuelta justo a tiempo para pasar por lo que la mayoría de los estudiantes consideraban la parte más aterradora del semestre: la presentación de sus proyectos durante la Noche para Padres. Los problemas sobre la vida, la muerte y la espantosa culpa se redujeron a la preocupación por no quedar como un tonto delante de algunos niños y sus padres.
Asombrosamente, Juan Orozco todavía le hablaba. Juan no sabía exactamente qué había pasado en la UCSD. Sus recuerdos habían sido eliminados todavía más sistemáticamente que los de Miri. Se dedicaba a reunir fragmentos de las noticias intentando distinguir la verdad de las mentiras propaladas por los Amigos de la Intimidad.
—No recuerdo nada de lo sucedido desde que Miri y yo llegamos al campus. Y la policía todavía retiene mí atuendo. ¡Ni siquiera puedo ver los últimos minutos de mi diario! —El chico agitó los brazos con la misma desesperación que el primer día que Robert le había visto.
Robert le tocó el hombro.
—También se han quedado con el de Miri.
—¡Lo sé ! Se lo pregunté. —Los ojos del chico se llenaron de lágrimas—. Ella tampoco lo recuerda. Empezábamos a ser amigos, Robert. No te hubiésemos seguido juntos si ella no hubiera confiado en mí.
—Claro.
—Bien, ahora me trata como cuando nos conocimos… me aparta. Cree que me entró miedo y que por eso tuvo que ir a buscarte ella sola. y quizá sí que me acobardé. ¡No lo recuerdo !
Lena —› Juan, Xiu: ‹ms› Dale tiempo, Juan. Miri está distraída por lo sucedido, especialmente por lo de su madre. Creo que se culpa, y quizá nos culpa a todos nosotros. Yo sé que no eres un cobarde.‹/ ms›
Lena —› Xiu: ‹ms› Pero me resulta incomprensible que esté buscando consuelo en el hijo de puta.‹/ms›
Juan apartó la vista de Robert un momento, recuperándose gradualmente.
Robert le dio una palmada algo torpe en la espalda. Consolar a los demás definitivamente no formaba parte de sus habilidades.
—Acabará comprendiéndolo, Juan. No te llamó cobarde cuando estábamos allá abajo. Le preocupabas mucho. Dale tiempo. —Buscó alguna distracción—. ¿Quieres que malgastemos todo el trabajo del semestre? ¿Qué hay de los chicos de Bastan y el sur? Tenemos que hacer preparativos.
Lena —› Xiu: ‹ms›¿No te fastidia el imbécil? Sólo quiere que el chico le ayude un poco más.‹/ms›
El intento de bromear de Robert no había sido muy bueno, pero Juan le sonrió sinceramente.
—Sí. ¡Hay que dedicarse a las cosas importantes!
Bob y Miri no acudieron a Fairmont para las presentaciones del ciclo formativo. Al menos no eran visibles físicamente… y Roben veía que Juan Orozco buscaba a fondo.
—Esta noche Miri está en la clínica Crick. Su madre sale del hospital. —Bob se había alegrado mucho de saber que Robert tenía otro compromiso para la velada.
Читать дальше