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Robert Sawyer: Homínidos

Здесь есть возможность читать онлайн «Robert Sawyer: Homínidos» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. Город: Barcelona, год выпуска: 2004, ISBN: 978-84-666-1912-7, издательство: Ediciones B, категория: Фантастика и фэнтези / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

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Un experimento científico hace posible la inesperada interacción entre dos universos paralelos con la salvedad de que, en uno de ellos, la especie humana que ha predominado son los Neanderthales y no los Cromagnones, como ha ocurrido en nuestro mundo. Homínidos

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—Ah —dijo Mary, vacilante.

Louise tomó un sorbo de su nuevo café.

—Bueno, ¿no lo ves? Eso explica el Gran Salto Adelante. Cierto, nuestros cerebros eran tal como son hoy desde hace cien mil años, pero la conciencia no comenzó hasta que se produjo un evento mecánicocuántico, presumiblemente al azar: la creación sola y única de un nuevo universo que sucedió como piensa Everett.

Mary asintió; sí que era una idea interesante.

—Y los eventos cuánticos, por propia naturaleza, tienen múltiples resultados posibles —dijo Louise—. En vez de esa fluctuación cuántica, o lo que quiera que fuese, creando conciencia en el Homo sapiens , lo mismo podría haber sucedido en la otra especie humana que existió hace cuarenta mil años: ¡el hombre de Neanderthal! La primera división del universo fue un accidente, un azar cuántico. En una rama, pensamiento y cognición surgieron en nuestros antepasados; en otra, surgieron en los antepasados de Ponter. He leído que los Neanderthales existieron hace tal vez unos doscientos mil años, ¿no?

Mary asintió.

—Y tenían el cerebro más grande que el nuestro, ¿no es así? Mary volvió a asentir.

—Pero en este mundo —dijo Louise—, en esta línea temporal, esos cerebros nunca cobraron conciencia. Lo hicieron los nuestros, y la ventaja que nos dio esa conciencia (astucia y previsión) nos llevó a triunfar sobre los Neanderthales, y a convertirnos en dueños del mundo.

—¡Ah! —dijo Mary—. Pero en el mundo de Ponter…

Louise asintió.

—En el mundo de Ponter sucedió lo contrario. Fueron los Neanderthales los que se volvieron conscientes, desarrollando arte y cultura… y astucia. Ellos dieron el Gran Salto Adelante mientras nosotros continuábamos siendo los brutos bobos que habíamos sido durante los sesenta mil años anteriores.

—Supongo que eso es posible —dijo Mary—. Podrías hacer un buen ensayo con esas ideas.

—Más que eso —dijo Louise. Sorbió más café—. Si tengo razón, significa que Ponter podría volver a casa.

El corazón de Mary dio un vuelco.

—¿Qué?

—Me baso en parte en lo que me contó Ponter, y en parte en la comprensión de la física que tenemos en nuestro propio mundo. Supongamos que cada vez que un universo se divide, no lo hace como lo hacen las amebas…, con una ameba convirtiéndose en dos hijas, y la madre desapareciendo en el proceso. Supongamos que en cambio sucede más bien como los vertebrados dando a luz: el universo original continúa y se crea un nuevo universo hijo.

—¿Sí? —dijo Mary—. ¿Y…?

—Bueno, verás, los universos son de edades distintas. Podrían parecer absolutamente idénticos, a excepción de lo que tomaste para desayunar esta mañana, pero uno de ellos tiene doce mil millones de años de antigüedad y el otro es… —miró su reloj—, bueno, el otro tiene unas cuantas horas. Naturalmente, el universo hijo parecería tener miles de millones de años de antigüedad, pero en realidad no sería así.

Mary frunció el entrecejo.

Umm, Louise, no serás por casualidad creacionista, ¿no?

—¿Quoi? —Entonces se echó a reír—. No, no, no… pero veo el paralelismo al que te refieres. No, estoy hablando de física de verdad. —Si tú lo dices. Pero ¿cómo devuelve todo esto a Ponter a casa?

—Bueno, supongamos que este universo, donde tú y yo estamos ahora mismo, es el original donde el Homo sapiens se volvió consciente… el que inicialmente se desgajó del universo donde los Neanderthales se volvieron conscientes en cambio. Todo el otro revoltijo de universos donde existen los Homo sapiens conscientes son hijos, o nietos, o tataratataranietos de éste.

—Eso es mucho suponer —dijo Mary.

—Lo sería, si no tuviéramos ninguna otra prueba. Pero tenemos la prueba de que este universo concreto es especial: la llegada de Ponter aquí, entre todos los otros sitios a los que podría haber llegado. Cuando el ordenador cuántico de Ponter se quedó sin versiones donde existían otras versiones de sí mismo, ¿qué hizo? Vaya, pues buscó otros universos en donde no existía. Y, al hacerlo, se lanzó primero al que se había desgajado inicialmente de todo el árbol de aquellos en donde sí existía, el que, cuarenta mil años antes, había iniciado otro camino, con otro tipo de humanidad al mando. Naturalmente, en cuanto alcanzó un universo donde no existía un ordenador cuántico en el mismo punto, el proceso de búsqueda de factores se quebró y el contacto entre los dos mundos quedó roto. Pero si la gente de Ponter repite el proceso exacto que lo llevó a quedar atrapado aquí, creo que hay una verdadera posibilidad de que el portal a este universo específico, el que primero se desgajó de su línea temporal, sea recreado.

—Son muchos «si» —dijo Mary—. Además, si pudieran repetir el experimento, ¿por qué no lo han hecho ya?

—No lo sé —respondió Louise—. Pero si tengo razón, la puerta al mundo de Ponter podría abrirse de nuevo.

Mary sintió el estómago revuelto, y no sólo por las patatas fritas, mientras trataba de aclarar sus sentimientos respecto a esa posibilidad.

43

Adikor Huld contempló el robot minero que le había proporcionado Dern. Era un aparato de aspecto penoso: apenas un conjunto de marchas y poleas y pinzas mecánicas, que se parecía vagamente a un pino grueso sin agujas. El robot había soportado algún tipo de incendio; se había producido uno en la mina hacía unos cuatro meses, recordó Adikor. Algunos de los componentes del robot se habían fundido, otras partes de metal estaban bastante dañadas y todo el aparato tenía un aspecto ennegrecido y sucio de hollín. Dern había dicho que esa unidad iba a ser enviada a los patios de reciclaje, de todas formas, así que a nadie le importaría si se perdía.

Pero era difícil determinar cómo controlar al robot. Aunque había robots con inteligencia artificial, eran muy caros. Éste no tenía la inteligencia para hacer por su cuenta lo que era necesario hacer: tendría que ser manejado por control remoto. No podían usar señales de radio, pues interferirían en los registros cuánticos, estropeando el intento de reproducir el experimento. Dern, finalmente, decidió tender un cable de fibra óptica desde el torso del robot hasta una pequeña caja de control, que colocó en una consola de la sala de control de cálculo cuántico. Usó dos barras gemelas para mover las manos del robot y que el aparato apretara la parte superior del registro 69, como había hecho originalmente Ponter.

Adikor miró a Dern.

—¿Todo listo?

Dern asintió.

Miró a Jasmel, que también estaba presente.

—¿Preparada?

—Sí.

—Diez —dijo Adikor, de pie junto a su unidad de control; gritó la cuenta atrás como había hecho la primera vez, aunque no había nadie en la sala de cálculo para oírlo.

—Nueve.

Deseaba desesperadamente que aquello funcionara… por el bien de Ponter, y por el suyo propio.

—Ocho. Siete. Seis.

Miró a Dern.

—Cinco. Cuatro. Tres.

Sonrió a Jasmel para darle ánimos.

—Dos. Uno. Cero.

—¡Eh! —gritó Dern. Su caja de control cayó de la mesa y chocó contra el suelo, por donde se deslizó mientras el cable de fibra óptica que surgía de su parte trasera se tensaba.

Adikor sintió un gran viento arremolinarse, pero sus oídos no zumbaron; no hubo ningún cambio significativo en la presión. Fue como si el aire simplemente se intercambiara…

La boca de Jasmel formó las palabras «no puedo creerlo», pero el sonido que pudiera estar haciendo quedó ahogado por el viento.

Dern, tras echar a correr, había impedido que la consola siguiera alejándose al detener el cable con el pie derecho. Adikor corrió a la ventana para asomarse a la sala de cálculo.

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