Poul Anderson - La nave de un millón de años

Здесь есть возможность читать онлайн «Poul Anderson - La nave de un millón de años» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Город: Barcelona, Год выпуска: 1997, ISBN: 1997, Издательство: Ediciones B, Жанр: Фантастика и фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La nave de un millón de años: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La nave de un millón de años»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Desde las primitivas tribus escandinavas, desde la antigua China y la Grecia clásica, hasta nuestros días y todavía más allá, hacia un tuturo de miles y miles de años, pasando por el Japón Imperial, la Francia de Richelieu, la América indígena y la Rusia estalinista...
La nave de un millón de años

La nave de un millón de años — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La nave de un millón de años», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

El cuerpo viejo y frío tembló contra la carne firme y tibia, luego Tres Gansos dijo adiós y se marchó. Inmortal permaneció inmóvil mientras los rescoldos se apagaban y la noche brotaba de la tierra. El ruido continuaba, tambores, cánticos, pies brincando alrededor de una gran hoguera. Creció cuando la puerta resplandeció de nuevo. Había despuntado la luna llena. Ese gris se volvió negro cuando la luna subió más, aunque fuera el suelo permaneció blanco. Al fin los festejos se acallaron hasta que el silencio tendió su manto sobre la aldea.

No había acudido ninguna visión. Tal vez acudiera un sueño. Había oído que los hombres de las tribus nómadas a menudo se torturaban con la esperanza de invocar así los espíritus. Él se atendría a las antiguas armonías naturales. Durmió sobre pieles apiladas, echándose una encima.

Las estrellas surcaron el cielo. El rocío titiló en el frío profundo. Los coyotes callaron. Sólo el río murmuraba a lo largo de las orillas, al pie de los álamos, alrededor de los bancos de arena, escapando de la luna en descenso.

Lentamente, las estrellas del este palidecieron mientras esa parte del cielo se aclaraba.

Los cascos que se acercaban apenas rompieron la quietud. Desmontaron jinetes, dejaron sus animales a cargo de compañeros escogidos y se acercaron a pie.

Se proponían robar los caballos atados fuera de la empalizada. Un niño que montaba guardia los vio y corrió hacia la puerta. Gritó una advertencia hasta que un guerrero lo alcanzó. Un lanzazo lo abatió. Pequeña Liebre gorgoteó a través de la sangre que le inundaba la boca. Pataleó hasta caer hecho un guiñapo. Gritos de guerra desgarraron el alba.

—¡Afuera! —rugió Lobo Corredor frente a su casa—. ¡Es un ataque! ¡Salvad los caballos!

Fue el primero en salir a campo abierto, pero los hombres lo seguían en un enjambre, casi desnudos, empuñando las armas que habían cogido. Los forasteros se lanzaron sobre ellos. Se oyeron palabras extranjeras. Silbaron flechas. Los hombres gritaban al caer; con menos dolor que furia. Lobo Corredor empuñaba un tomahawk. Buscó al grueso del enemigo y atacó como un tornado.

Los aldeanos, aunque desconcertados, superaban en número a los atacantes. El líder pariki ladró órdenes, agitando la lanza. Sus guerreros se reunieron alrededor de él. Como un solo hombre, apartaron a los defensores y entraron por la puerta abierta.

La luz del alba se intensificó. Como perros de la pradera, las mujeres, los niños y los viejos se recluyeron en las casas. Los pariki rieron y los persiguieron.

Lobo Corredor perdió tiempo en reunir a sus consternados guerreros. Mientras tanto, los pariki se adueñaban de lo que podían —una mujer o un niño, finas pieles, una túnica de búfalo, una camisa con coloridas plumas— y se juntaron en el camino que conducía a la puerta.

Un guerrero encontró a una bella joven con una mujer madura y una vieja en la casa más pequeña, cerca de una cabaña redonda. Ella gimió y le arañó los ojos. Él le sujetó las muñecas contra la espalda y la arrastró, a pesar de sus forcejeos y de los esfuerzos de las otras para detenerlo. Un hombre salió de la cabaña. Estaba desarmado, salvo por una vara y un cascabel. Cuando los sacudió, el guerrero aulló y lo amenazó con el tomahawk. El hombre tuvo que retroceder. El atacante y su presa se reunieron con el resto de los enemigos.

Los hombres de Lobo Corredor se agruparon en la entrada. A sus espaldas, los pariki que cuidaban los caballos llegaron al galope, con las bestias libres sujetas con cuerdas. Los aldeanos se dispersaron. Los atacantes cogieron las crines, montaron de un brinco, llevando consigo el botín o los cautivos. Los hombres que ya estaban montados ayudaron a los camaradas heridos y recogieron a tres o cuatro muertos.

Lobo Corredor aullaba, alentando a su gente. No les quedaban flechas, pero al menos logró reunir hombres suficientes para que el enemigo no intentara atacar de nuevo. Los pariki cabalgaron hacia el oeste, llevándose sus trofeos. Aturdidos de horror; los aldeanos no los persiguieron.

Despuntó el sol. La sangre relucía.

Inmortal inspeccionó el campo de batalla. La gente estaba atareada. Algunos mutilaron dos cadáveres que el enemigo no había recobrado, para que sus fantasmas erraran para siempre en las tinieblas; esas personas lamentaban no tener prisioneros vivos para matarlos con torturas. Otros atendían a sus propios muertos. Tres Gansos estaba entre los que cuidaban a los heridos. Sus manos calmaban la angustia; su voz serena ayudaba a los hombres a contener los gritos.

Inmortal se reunió con él. Las artes curativas formaban parte de la sabiduría del chamán.

—Padre —dijo el berdache—, creo que te necesitamos más para que prepares medicinas contra nuevos infortunios.

—No sé si me queda poder para ello —replicó Inmortal.

Tres Gansos hundió una lanza en un hombre, hasta que la cabeza salió por atrás y pudo sacarla del todo. La sangre manaba, las moscas zumbaban. Tapó el orificio con hierba.

—Me avergüenza no haber participado en la lucha —murmuró.

—Hace tiempo que no eres joven, y la lucha nunca fue para ti —dijo Inmortal—. Pero yo…, bien, me cogió por sorpresa, y he olvidado lo que alguna vez supe sobre el combate.

Lobo Corredor se acercó, evaluando los daños. Oyó la conversación.

—Ninguno de nosotros sabía nada —rezongó. Nos irá mejor la próxima vez.

Tres Gansos se mordió el labio. Inmortal calló. Después cumplió con sus deberes de chamán. Con su discípulo, que el día anterior no se le había acercado, celebró los ritos para los caídos, obró hechizos para que cerraran las heridas, hizo ofrendas a los espíritus.

Un anciano se armó de coraje para preguntarle por qué no buscaba presagios.

—El futuro se ha vuelto muy extraño —respondió Inmortal, para sorpresa del viejo. Al atardecer fue a consolar a los hijos de Ala de Codorniz por la captura de la madre, antes de regresar a solas a la cabaña de medicinas.

La mañana siguiente enterraron a los muertos. Luego bailaron en su honor. Pero antes los hombres se juntaron en un sitio que había conocido reuniones más felices. Lobo Corredor lo había exigido —no un consejo de ancianos que buscara con calma un acuerdo, sino todos los hombres que pudieran caminar— y nadie se atrevió a contradecirlo.

Se reunieron ante una loma cerca del linde del risco. Desde allí se veía, al este, el ancho y pardo río con sus álamos, los únicos árboles a la vista; al este de la empalizada, los campos apiñados, con viejos y gastados túmulos funerarios; en otras partes, rutilantes hierbas verdes y blancas que ondeaban bajo el viento ululante. Las nubes pasaban proyectando sombras contra la cruda luz del sol. Negras cabezas de tormenta acechaban en el oeste. Desde aquí, las obras del hombre parecían meros hormigueros, desprovistos de vida. Sólo los caballos se movían a la distancia. Tironeaban de las cuerdas, ansiosos de liberarse.

Lobo Corredor subió a la loma y alzó un brazo.

—Oídme, hermanos míos —dijo. Arropado en una túnica de búfalo, parecía más alto de lo que era. Se había abierto tajos en las mejillas en señal de duelo y se había pintado franjas negras en la cara en señal de venganza. El viento le agitaba el penacho de plumas—. Sabemos cuánto hemos sufrido —dijo a los ojos y almas que lo escrutaban—. Ahora debemos pensar por qué ocurrió y cómo impediremos que ocurra de nuevo.

»Las respuestas son simples. Tenemos pocos caballos. Tenemos pocos hombres que sepan cazar con ellos, y no tenemos guerreros avezados. Somos pobres y estamos solos, apiñados dentro de nuestras míseras paredes, viviendo de nuestras magras cosechas. Entretanto, otras tribus cabalgan para coger la riqueza de las llanuras. Nutridas con carne, se fortalecen. Pueden alimentar muchas bocas, y así engendrar muchos hijos varones, que luego se convierten en jinetes cazadores. Tienen el tiempo y las agallas para aprender a guerrear. Sus tribus están muy desperdigadas, pero los unen orgullosas fraternidades, ligadas por juramentos. ¿Debe asombrarnos que seamos su presa?

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La nave de un millón de años»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La nave de un millón de años» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Poul Anderson - The Shield of Time
Poul Anderson
libcat.ru: книга без обложки
Poul Anderson
Poul Anderson - Flandry of Terra
Poul Anderson
Poul Anderson - Delenda est
Poul Anderson
Poul Anderson - Az egyetlen játék
Poul Anderson
Poul Anderson - De Tijdpatrouille
Poul Anderson
libcat.ru: книга без обложки
Poul Anderson
Poul Anderson - Komt Tijd
Poul Anderson
Poul Anderson - Le bouclier du temps
Poul Anderson
Poul Anderson - Pod postacią ciała
Poul Anderson
Отзывы о книге «La nave de un millón de años»

Обсуждение, отзывы о книге «La nave de un millón de años» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x