—¡Theremon! ¡Pareces un Apóstol de la Llama! Ellos también creen que el beber es malo, ¿verdad?
—Ellos creen que todo es malo. Pero beber ciertamente lo es. ¿Qué es eso tan maravilloso, amigo mío? —Theremon se echó a reír—. Me estabas hablando de Athor.
—Sí. Lo realmente cómico. ¿Recuerdas esa loca idea que tuviste de que algún factor desconocido podía estar empujando Kalgash fuera de la órbita que esperábamos que siguiera?
—El gigante invisible, sí. El dragón resoplando y bufando en el cielo.
—¡Bien, pues Athor adoptó exactamente la misma posición!
—¿Cree que hay un dragón en el cielo?
Beenay se echó a reír a carcajadas.
—No seas tonto. Pero alguna clase de factor desconocido sí. Un sol oscuro quizás, o algún otro mundo situado en una posición que resulta imposible de ver para nosotros, pero que pese a todo ejerce una fuerza gravitatoria sobre Kalgash…
—¿No es todo eso un poco fantástico? —preguntó Theremon.
—Por supuesto que lo es. Pero Athor me recordó la vieja perogrullada de la Espada de Thargola. Que utilizamos, metafóricamente, por supuesto, para ensartar la más compleja premisa cuando intentamos decidir entre dos hipótesis. Es más simple buscar un sol oscuro que tener que producir una Teoría de la Gravitación Universal enteramente nueva. Y en consecuencia…
—¿Un sol oscuro? Pero, ¿no es eso una contradicción en su propio enunciado? Un sol es una fuente de luz. Si es oscuro, ¿cómo puede ser un sol?
—Ésa es sólo una de las posibilidades que planteó Athor. No es necesariamente una que se tome en serio. Lo que hemos estado haciendo, estos últimos días, es mover de un lado para otro todo tipo de nociones astronómicas, con la esperanza de que alguna de ellas tenga el suficiente sentido como para que podamos pergeñar una explicación para… Mira, ahí está Sheerin. —Beenay saludó con la mano al rechoncho psicólogo, que acababa de entrar en el club—. ¡Sheerin! ¡Sheerin! Ven aquí y toma una copa con nosotros, ¿quieres?
Sheerin cruzó cuidadosamente el angosto umbral.
—Así que has adquirido algunos nuevos vicios, ¿eh, Beenay?
—No muchos. Pero Theremon me ha expuesto al Tano Especial, y me temo que he empezado a cogerle gusto. Conoces a Theremon, ¿verdad? Escribe una columna en el Crónica.
—No creo que hayamos sido presentados nunca —dijo Sheerin. Tendió la mano—. Aunque ciertamente he oído hablar mucho de usted. Soy el tío de Raissta 717.
—El profesor de psicología —dijo Theremon—. Ha estado en la Exposición de Jonglor, ¿verdad?
Sheerin pareció sobresaltarse.
—Está usted al tanto de todo, ¿no?
—Lo intento. —El camarero estaba de vuelta—. ¿Qué va a tomar? ¿Un Tano Especial?
—Demasiado fuerte para mí —dijo Sheerin—. Y un poco demasiado dulce. ¿Tienen neltigir, por casualidad?
—¿El brandy jongloriano? No estoy seguro. ¿Cómo lo quiere, si puedo encontrar un poco?
—Solo —dijo Sheerin—. Por favor. —A Theremon y Beenay—: Me acostumbré a él mientras estaba en el Norte. La comida es horrible en Jonglor, pero al menos saben destilar un brandy decente.
—He oído que han tenido un montón de problemas en la Exposición —dijo Theremon—. Algo en su parque de diversiones…, un viaje a través de la Oscuridad que volvía a la gente loca, la sacaba literalmente de sus casillas…
—El Túnel del Misterio, sí. Ésa fue la razón de que me llamaran: como consultor solicitado por la municipalidad y sus abogados para emitir mi opinión.
Theremon se inclinó hacia delante en su silla.
—¿Es cierto que la gente moría de la impresión en ese túnel, y que pese a todo siguieron manteniéndolo abierto?
—Todo el mundo me pregunta lo mismo —respondió Sheerin—. Hubo algunas muertes, sí. Pero no parecieron causar ningún daño a la popularidad de la atracción. La gente insistía en correr el riesgo pese a todo. Y muchos de ellos salieron del recorrido bastante alterados psíquicamente. Yo mismo efectué todo el trayecto del Túnel del Misterio. —Se estremeció—. Bueno, ahora lo han cerrado. Les dije que, o bien lo hacían, o fueran preparando millones de créditos para las demandas que les iban a caer encima, que era absurdo esperar que la gente fuera capaz de tolerar la Oscuridad a aquel nivel de intensidad. Vieron la lógica de mi argumento.
—Tenemos un poco de neltigir, señor —interrumpió el camarero, y depositó una copa de oscuro brandy amarronado sobre la mesa frente a Sheerin—. Sólo una botella, así que será mejor que se lo tome pausadamente. —El psicólogo asintió y cogió la copa con las dos manos, y había vaciado casi la mitad antes de que el camarero hubiese abandonado la mesa.
—Señor, dije…
Sheerin le sonrió.
—He oído lo que ha dicho. Me lo tomaré con calma después de ésta. —Se volvió a Beenay—. Tengo entendido que hubo una cierta excitación en el observatorio mientras yo estaba en el Norte. Liliath me lo contó. Pero no fue muy clara respecto a lo que ocurría. Alguna nueva teoría, creo que dijo…
—Theremon y yo estábamos hablando precisamente de esto —señaló Beenay con una sonrisa—. No es una nueva teoría, no. Es un desafío a una ya establecida. Yo estaba efectuando unos cálculos sobre la órbita de Kalgash y…
Sheerin escuchó la historia con creciente sorpresa.
—¿La Teoría de la Gravitación Universal invalidada? —exclamó, cuando Beenay estaba a la mitad de su relato—. ¡Buen Dios, hombre! ¿Significa eso que, si yo me quito mis gafas, es probable que salgan flotando hacia el cielo? ¡Entonces será mejor que me termine mi neltigir primero!
Y lo hizo.
Beenay se echó a reír.
—La teoría todavía está en los libros. Lo que intentamos hacer…, lo que Athor intenta hacer; él dirige el trabajo, es sorprendente observarle hacerlo…, lo que intentamos es llegar a una explicación matemática de por qué nuestras cifras no dan el resultado que creemos que deberían dar.
—Masajear los datos, creo que se le llama —añadió Theremon.
—Me suena sospechoso —dijo Sheerin—. No te gusta el resultado, así que arreglas a tu modo lo que has hallado, ¿no es así, Beenay?
—Haz que todo encaje, a las buenas o a las malas.
—Bueno, no exactamente…
—¡Admítelo! ¡Admítelo! —rugió Sheerin con un ataque de risa—. ¡Camarero! ¡Otro neltigir! ¡Y otro Tano Especial para mi no ético joven amigo de aquí! Theremon, ¿puedo invitarle a una copa también?
—Por supuesto.
—Todo esto es muy desilusionador, Beenay —dijo Sheerin, en el mismo tono amplio de antes—. Pensé que sólo éramos nosotros los psicólogos los que hacíamos que los datos encajaran con las teorías y llamábamos al resultado «ciencia». ¡Parece más bien como algo propio de los Apóstoles de la Llama!
—¡Sheerin! ¡Ya basta, por favor!
—Los Apóstoles de la Llama afirman que también son científicos —intervino Theremon. Beenay y Sheerin se volvieron para mirarle—. La semana pasada, justo antes de que empezara la lluvia, tuve una entrevista con uno de sus importantes. Esperaba ver a Mondior, pero en vez de a él obtuve a un tal Folimun 66, su relaciones públicas, un hombre muy melifluo, muy brillante, de muy buena presencia. Pasó media hora explicándome que los Apóstoles poseen pruebas científicas de confianza de que el año próximo, el 19 de theptar, los soles se apagarán y todos nos veremos sumidos en la Oscuridad y todo el mundo se volverá loco.
—Todo el mundo metido dentro de un gran Túnel del Misterio, ¿no es eso? —dijo Sheerin jovialmente—. No tenemos suficientes hospitales mentales para albergar a toda la población, ¿sabe? Ni suficientes psiquiatras para tratarla. Además, los psiquiatras se volverán locos también.
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