—¡El Mundo de Goldblatt! ¡Prikazyvat Kendy, graba eso, Mundo de Goldblatt! ¡Allí dentro hay un planeta!
—No puedo estar de acuerdo hasta que no nos encontremos a menor distancia, Sam.
—Está allí. ¿Sabes cómo actúa un torus de gas?
Aquello era parte de las memorias de Kendy.
—Sí. No dudo que tengas razón. Obtendremos algunos muestreos de radar cuando pasemos la aparatosa tormenta.
—¡Demonios, continúa! Nos detendremos e investigaremos esa cosa. —Goldblatt parecía desquiciado por la espera—. ¡Una vida que parece verde! ¡Vida, no un planeta! Debemos aprenderlo todo sobre ella. Claire, Dennis, ¿lo estáis viendo o no?
La tripulación estaba constituida por doce ciudadanos y ocho corpiscilos. Los corpiscilos podían razonar, pero no tenían derechos civiles. Los ciudadanos tenían menos de los que pensaban. Por razones morales, Kendy mantenía la ficción que le habían encargado.
La sugerencia de Goldblatt no fue digna de consideración.
—Piensa —dijo Kendy—. Tenemos combustible para desacelerar una vez y sólo una vez. La necesitaremos cuando alcancemos la Tierra.
—Allí hay agua —dijo Dennis Quinn pensativamente. Podremos recargar combustible. Apuesto a que es rica en deuterio y tritio. ¡No puede ser de otro modo; después de todo, circunda las cenizas de un supernova!
Claire Dalton estaba mirando fijamente a la pantalla, hacia el perfecto anillo de humo con una diminuta punta de alfiler brillante en el centro.
—La estrella de neutrones se ha enfriado, ha perdido mucha rotación y mucho calor y mucha de la tremenda fuerza magnética que hacía girar el pulsar. Es brillante, pero demasiado pequeña para que desprenda mucho calor real. Es probable que pudiéramos vivir en su entorno. —Miró a su alrededor—. ¿Acaso no hemos venido hasta aquí para eso? Las sorpresas del universo. Si no paramos ahora, podremos regresar a la Tierra sin problemas. —El tono de desprecio que mostraba su voz era inequívoca.
Los recuerdos de Kendy saltaban a partir de aquel punto. Apenas le sorprendió. Aquel debía haber sido el verdadero comienzo del motín.
Recordaba que había examinado y actualizado todos sus datos sobre la mecánica del torus de gas.
Había dos planetas circulando ampliamente las estrellas gemelas: gigantes gaseosos, tipo Júpiter, sin lunas. La vieja supernova debía haber volatizado los mundos más pequeños.
Un cuerpo daba vueltas alrededor de la estrella de neutrones. Un limbo del Anillo de Humo estaba plasmado en un distorsionado remolino tormentoso. Oculto en su interior había un conglomerado de roca y metales de 2,5 masas terrestres. Había algo de oxígeno y vapor de agua en su caliente y pesada atmósfera. El Mundo de Goldblatt estaba bloqueado por las mareas, y era inhabitable. Una banda envolvía su atmósfera y quizá pudiera albergar vida como la de la Tierra primitiva… pero la atmósfera era terrible disminuyendo indefinidamente a través del propio Anillo de Humo.
Las marcadas líneas de oxígeno y agua procedían del torus de gas.
Un torus de gas es el resultado de una masa ligera orbitando alrededor de una masa más pesada, como Titán orbitando Saturno. Puede suceder que la masa más ligera sea demasiado débil para contener su propia atmósfera. Las moléculas más rápidas del aire escapan… pero orbitan alrededor de la masa más pesada. De ese modo, Titán órbita a Saturno dentro de un anillo formado por la atmósfera escapada de Titán, como Io órbita a Júpiter dentro de un anillo de azufre ionizado por el feroz campo magnético de Júpiter.
Un torus de gas es poco denso. El gas puede llegar al extremo de que cada molécula puede considerarse como seguidora de una órbita independiente: incluso es razonable suponer que puede dar media vuelta a la masa primaria sin golpear con ninguna otra molécula. Bajo ciertas circunstancias, un torus de gas es estable. Un rayo ocasional de fotones puede golpear contra una molécula en el espacio interestelar; pero las moléculas continuamente reencuentran el cuerpo del satélite.
Titán —más pequeño que Marte, no tan grande como Ganímedes— arrastra una atmósfera neblinosa a una vez y media la presión terrestre a nivel del mar. La atmósfera se pierde continuamente, claro está, pero regresa también continuamente desde el torus de gas.
La Estrella Levoy era un caso extremo y también una proposición ligeramente diferente.
El Anillo de Humo era la parte más densa de torus de gas que rodeaba la Estrella Levoy. En la zona media, era tan denso como la atmósfera terrestre a una milla por encima del nivel del mar: demasiado denso para ser estable. Debía estar continuamente goteando en el torus de gas. Pero el torus de gas era estable: era denso, pero contenía elemento gravitacional ambulante. Las moléculas regresaban continuamente desde el torus de gas al Anillo de Humo, y del Anillo de Humo a la tormentosa atmósfera que envolvía el Mundo de Goldblatt.
—El Mundo de Goldblatt podía haber producido vida como cualquier otro gigante gaseoso, como, por ejemplo, Saturno. Probablemente no entrara en esa fase hasta que el pulsar perdiera una buena parte de calor y de capacidad de giro. —La voz crispada de Sharon Levoy hablaba en el interior de la memoria de Kendy—. Entonces fue capturado por las poderosas mareas de Roche. Pudo haber caído lo bastante cerca como para perder el agua y la tierra lo mismo que el gas. Durante mil millones de años el Mundo de Goldblatt ha estado soltando gas en el Anillo de Humo, y el Anillo de Humo lo ha estado lanzando al espacio interestelar. No es exactamente estable, pero, infiernos, los planetas no son tampoco estables durante mucho tiempo.
—Puede que no permanezca estable mucho tiempo más —le interrumpió Dennis Quinn—. La mayor parte del Mundo de Goldblatt ha desaparecido. Diez millones de años, o cien millones, y el Anillo de Humo estará muy enrarecido.
Kendy recordaba aquellas cosas. Las grabaciones habían sido efectuadas mientras los instrumentos de la Disciplina comprobaban los datos del Anillo de Humo a corto alcance. Algunos miembros de la tripulación estaban inspeccionando el Anillo de Humo por medio de los MACs.
Sus informes eran entusiastas. La vida se basaba en el ADN; el aire no sólo era respirable, sino de una calidad excelente…
Kendy no recordaba haber llevado la Disciplina hacia una órbita alrededor de la Estrella Levoy. Aquello habría gastado el combustible, posponiendo para años su fecha de llegada a las otras estrellas que constituían su objetivo. ¿Por qué?
La voz de Claire Dalton:
—Vamos a salir de esta caja. Está bajando. Con cada vuelta estamos perdiendo un poco de lo que nos recicla. Allí hay algo más que agua; hay aire, ¡incluso, probablemente, haya fertilizantes frescos para los tanques hidropónicos!
Era Sharls Davis Kendy quien gobernaba la Disciplina. La tripulación de la nave estaba formada por veinte personas porque eran las necesarias para controlar una nave sembradora de exploración. El Estado los había elegido como un depósito de la Humanidad: un planeta, un sistema solar, era demasiado frágil para asegurar la supervivencia del Estado, o de la propia Humanidad. Cada una de las naves que había en el cielo tenía tripulación de sobra para que la raza humana pudiera empezar de nuevo: aquella era la misión secundaria, si llegaba el caso. El Estado no esperaba tales desastres; pero la inversión era trivial comparada con la recompensa.
¿Cuándo había perdido el control? Quizá amenazaron con desconectar el computador y pasar a control manual. No debían haberlo hecho; pero la moral podría desintegrarse si demostraban tener tan poco control como tenían realmente. Kendy se había rendido ante aquellas premisas.
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