—Deseamos purificarlo —explicó el nacido muchas veces—. Queremos purificar su espíritu. No creemos que eso sea un castigo.
—¿Le haréis daño físicamente?
—Ni pensarlo.
—¿Pondréis fin a su vida?
—¿Hablas en serio? Claro que no.
—¿Lo encarcelaréis?
—Lo tendremos bajo custodia mientras dure el rito de purificación —respondió Vol'himyor—. Creo que no llevará mucho tiempo. Será rápidamente liberado y nos estará agradecido.
—Te pido una vez más que me expliques la naturaleza de su delito.
—El mismo te lo dirá —contestó el nildor—. No es necesario que yo confiese por él.
Gundersen evaluó todos los aspectos de la cuestión. Poco después dijo:
—Acepto tu propuesta, nacido muchas veces, pero sólo si me permites agregar algunas cláusulas.
—Adelante.
—Si Cullen no me explica la naturaleza de su delito, quedo libre de la obligación de entregarlo.
—Aceptado.
—Si los sulidores ponen reparos a que me lleve a Cullen de la región de las brumas, también quedo libre de mis obligaciones.
—No pondrán reparos, pero acepto.
—Si Cullen ha de ser sometido por la violencia a fin de traerlo, quedo libre.
El nildor vaciló un instante y finalmente respondió:
—Aceptado.
—No tengo nada más que plantear —terminó por aceptar Gundersen.
—Entonces trato hecho —dijo Vol'himyor—. Puedes iniciar hoy tu viaje al norte. Cinco de nuestros nacidos una vez también han de viajar a la región de las brumas pues les ha llegado el momento del renacimiento y, si lo deseas, te acompañarán y protegerán a lo largo del camino. Entre ellos está Srin'gahar, al que ya conoces.
—¿Les resultará molesto tenerme con ellos?
—Srin'gahar ha pedido especialmente el privilegio de servirte como protector —respondió Vol'himyor—. Pero no te obligaremos a aceptar su ayuda si prefieres hacer el viaje solo.
—Será un honor para mí contar con su compañía —afirmó Gundersen.
—Entonces, así sea.
Un nildor viejo llamó a Srin'gahar y a los otros cuatro que emprenderían el camino del renacimiento. Gundersen se alegró al confirmar los datos existentes: una vez más, la danza frenética de los nildores había precedido a la partida de un grupo para la ceremonia de renacimiento.
También le satisfizo el hecho de que contaría con una escolta de nildores en el viaje hacia el norte. El tratado sólo contenía un aspecto oscuro: el que implicaba a Cedric Cullen. Deseó no haber prometido cambiar la libertad de otro terráqueo por su salvoconducto. Pero quizá Cullen había hecho algo realmente aborrecible, algo que merecía castigo… o purificación, como decía Vol'himyor. Gundersen no comprendía de qué modo ese hombre normalmente risueño pudo convertirse en un delincuente y un fugitivo, pero Cullen había vivido mucho tiempo en ese planeta y la rareza de los mundos extraños finalmente corroía hasta a las almas más despiertas. De todos modos, Gundersen sentía que había abierto bastantes salidas honrosas para sí mismo en el caso de que necesitara eludir su pacto con Vol'himyor.
Srin'gahar y Gundersen se apartaron para organizar la marcha.
—¿A qué lugar de la región de las brumas te propones ir? —preguntó el nildor.
—A ninguno en especial. Sólo quiero entrar en la región. Supongo que tendré que ir a donde está Cullen.
—Sí, pero como no sabemos exactamente dónde está; tendremos que esperar a llegar para enterarnos. ¿Piensas visitar algunos lugares en especial durante la marcha hacia el norte?
—Quiero detenerme en las estaciones terráqueas —repuso Gundersen—. Especialmente en las Cataratas de Shangri-la. Mi idea consiste en seguir el río Madden en dirección noroeste y…
—Esos nombres me resultan desconocidos.
—Lo siento. Supongo que han vuelto a adoptar los nombres en nildororu. No los conozco. Espera… —Gundersen cogió un palo y trazó en el barro un mapa apresurado pero útil del hemisferio occidental de Belzagor. En la cintura del disco dibujó la gruesa ringlera de los trópicos. A la derecha abrió una curva para señalar el océano y a la izquierda esbozó el Mar de Polvo. Por encima y por debajo de los trópicos trazó unas líneas más delgadas que representaban las regiones norteña y sureña de las brumas y después de éstas marcó los gigantescos casquetes de hielo. Señaló con una X el puerto espacial y el hotel de la costa y desde allí trazó una serpenteante línea ascendente que cruzaba los trópicos hasta internarse en la región norteña de las brumas con el fin de indicar el río Madden. En la mitad de esa línea marcó un punto para señalar las Cataratas de Shangri-la—. Bien —dijo Gundersen— si sigues la punta del palo…
—¿Qué son esas marcas en el suelo? —preguntó Srin'gahar.
Un mapa de tu planeta, deseó responder Gundersen. Pero mentalmente no encontró ninguna palabra en nildororu que quisiera decir «mapa». También descubrió que no había vocablos que representaran «imagen», «dibujo» y conceptos semejantes. Dijo débilmente:
—Éste es tu planeta. Es Belzagor, o mejor dicho, la mitad de Belzagor. Mira, éste es el océano y el sol sale por aquí y…
—¿Cómo es posible que esto, que esas marcas sean mi mundo si mi mundo es tan grande?
—Es como tu mundo. Cada una de estas líneas representa un lugar de tu mundo. Mira, aquí está el gran río que nace en la región de las brumas y baja hasta la costa, donde está el hotel, ¿comprendes? Y esta marca es el puerto espacial. Esas dos líneas separan la parte superior e inferior de la región norteña de las brumas. El…
—Un sulidor fuerte ha de realizar una marcha de muchos días para atravesar la región norteña de las brumas —le interrumpió Srin'gahar—. No comprendo cómo puedes señalar un espacio tan pequeño y decirme que es la región norteña de las brumas. Discúlpame, amigo de mi viaje, soy muy estúpido.
Gundersen hizo un nuevo esfuerzo e intentó comunicarle el significado, de las marcas en el terreno. Pero Srin'gahar era incapaz de asimilar la idea de un mapa y no podía darse cuenta de que unas líneas garabateadas representasen lugares. Gundersen pensó en pedir ayuda a Vol'himyor pero renunció a la idea cuando comprendió que quizás éste tampoco comprendiera; sería un desatino poner de relieve la ignorancia del nacido muchas veces. El mapa era una metáfora de lugar, una abstracción de la realidad. Evidentemente, incluso los seres que poseían g'rakh podían carecer de la capacidad del pensamiento abstracto.
Pidió disculpas a Srin'gahar por su incapacidad para expresar claramente los conceptos y borró el mapa con la bota. Sin éste, la planificación de la marcha se tornó algo más difícil, pero encontraron formas de comunicarse. Gundersen aprendió que el gran río en cuya desembocadura se alzaba el hotel se llamaba Seran'nee en nildororu y que el sitio donde éste caía de las montañas hasta la llanura costera —que los terráqueos conocían como Cataratas de Shangri-la— era Du'jayukh para los nildores. Entonces les resultó fácil ponerse de acuerdo para seguir el Seran'nee hasta su nacimiento, haciendo una parada en Du'jayukh y en cualquier otro poblado de terráqueos que encontrasen en el camino hacia el norte.
Mientras decidían este asunto, varios sulidores llevaron a Gundersen un desayuno tardío de frutas y pescado del lago, exactamente como si reconocieran su autoridad bajo el gobierno de la Compañía.
Fue un gesto curiosamente anacrónico, casi servil, que en modo alguno se parecía a la forma en que el día anterior le habían arrojado un trozo de carne cruda de malidar. Entonces lo habían puesto a prueba, incluso se habían burlado de él, pero ahora le presentaban sus respetos. Se sintió incómodo, pero estaba muy hambriento y pidió a Srin'gahar que le enseñara a decir gracias en solidororu. De todos modos, no vio indicios de que los potentes bípedos se sintieran satisfechos, halagados o divertidos cuando utilizó su idioma.
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