– Bien entonces, date prisa. ¡Dile! -apuró Palus.
Tanis se detuvo, levantó la mano. Inclinó la cabeza.
– Sí, por supuesto. El Gran Romance. Siéntate, siéntense todos.
Rápidamente los otros se sentaron en la sesgada hierba, y Tom se sentó al lado de ellos. Tanis andaba de un lado a otro, la túnica suelta.
– El Gran Romance -anunció Tanis, con un dedo al aire; giró hacia los niños-. Johan, dile qué es el Gran Romance.
Johan se levantó de un salto.
– ¡Es el juego de Elyon! -exclamó y se volvió a sentar.
– Un juego. Sí, es un juego, supongo. Así como cualquier historia es una historia. Exactamente. Bueno, allí lo tienes entonces. El juego de Elyon. Voy a suponer, tal vez de forma correcta, que no sabes nada, Thomas. En todo caso, quiero decírtelo de todas maneras. El Gran Romance es la base Para todas las narraciones.
– ¿Quiere decir las historias? -preguntó Tom.
– ¿Historias? No, quiero decir narraciones. Las historias son fascínanos, y me encantaría hablar de ellas. Pero el Gran Romance es la raíz de nuestras narraciones, narraciones que nos confrontan con las ideas eternas.
– Amor. Belleza. Esperanza. Los regalos más estupendos. El mismo corazón de Elyon. ¿Comprendes?
– Este… en realidad parece un poco abstracto.
– ¡Aja! ¡Todo lo contrario, Thomas! ¿Sabes por qué amamos las flores hermosas? ¡Porque amamos la belleza!
Todos asintieron. Tom los miró sin comprender.
– El punto es que fuimos creados para amar la belleza. Nosotros amamos la belleza porque Elyon ama la belleza. Amamos la melodía porque Elyon ama la melodía. Amamos el amor porque Elyon ama el amor. Y amamos ser amados porque Elyon ama ser amado. En todas estas formas somos como Elyon. De un modo u otro, todo lo que hacemos está ligado a esta narración que se desarrolla entre Elyon y nosotros.
Tom asintió, no porque entendiera, sino porque la respuesta parecía la más apropiada.
Tanis asintió con él.
– El amor de Elyon por nosotros y de nosotros por él, el Gran Romance, como ves, está por sobre todo. Agitó un dedo en el aire.
– Y segundo -continuó, agitando su otro dedo índice en el aire-, ese mismo amor expresado entre nosotros.
Hizo una pausa, levantó los dos dedos por encima de su cabeza como palos de portería de fútbol americano, y anunció de manera enfática.
– ¿Recuerdas? Seguramente recuerdas.
– Amor. Sí, desde luego que recuerdo el amor.
– Entre un hombre y una mujer -presionó Palus.
– Seguro. Sí, entre un hombre y una mujer. Romance.
– ¡Exactamente! ¡Romance! -exclamó Tanis, palmoteando una vez, bastante fuerte como para imitar a un trueno.
– ¡Romance! -gritó una voz detrás de ellos.
Tres roushes guiados nada menos que por Gabil llegaban listos a aterrizar. Los otros dos se presentaron rápidamente como Nublim y Serentus. Cuando Tom preguntó si los nombres eran masculinos o femeninos, Gabil rió.
– No, los roushes no son de esa manera. No tienen romance, no de ese modo para nada.
– Por desgracia, no de ese modo en absoluto -opinó Nublim.
– ¿Quieres jugar? -preguntó Johan a Gabil, levantándose de un salto.
– ¡Por supuesto!
Como en el momento justo, los tres niños corrieron ululando tras los roushes, quienes los guiaron volando colina abajo.
Los dos ancianos de la aldea pusieron de inmediato las manos alrededor de los hombros de Tom y lo llevaron cuesta arriba.
– Ahora el asunto, mi querido amigo, es desde luego -expresó Tanis, y miró a Palus-. Rachelle.
Todo estaba empezando a tener sentido para Tom, pero las repercusiones eran sorprendentes. Muy audaz. Muy desconcertante. ¡El dirigente de la aldea, este primogénito, y Palus en realidad intentaban emparejarlo con Rachelle!
– Rachelle -fue lo único que logró expresar él.
– ¡Exactamente! ¡Lo captaste! -exclamó Palus, palmoteando otra vez-. ¡Mi hija, Rachelle! ¡Ella te ha elegido!
– Y por eso estamos aquí para ayudarte -anunció Tanis-. Has perdido tu memoria y vamos a ayudarte a recordar. O al menos a que aprendas otra vez. Creemos…
– Quizá yo debería decir… -empezó Palus, levantando la mano.
– Sí, por supuesto, deberías decirlo.
– Sabemos que habrá un maravilloso romance entre mi hija y tú, pero comprendemos que tal vez no sabes cómo proceder.
– Bueno…
– ¡Es perfecto! Lo vi en tus ojos en el momento en que nos conocimos ayer.
– ¿Viste qué?
– La encuentras hermosa, ¿verdad? -le preguntó Tanis, llevándolo más arriba en la colina.
– Sí.
– Ella debe saber esto si la has de ganar. Tom quería hacer la única pregunta que cabía aquí. Concretamente, ¿y S1 rio quisiera ganarla? Pero no podía incumplir la promesa hecha a Michal e Seguir el juego y no apagar el entusiasmo del padre de Rachelle.
– Yo podría escribir tu historia -continuó Tanis-. Un juego maravilloso de amor y belleza, pero entonces sería mía, no tuya. Tú debes contar tu propia historia. O, en este caso, vivirla. Y para entender cómo se desarrolla el amor, debes comprender cómo ama Elyon.
Tom se dejó arrastrar por el mismo ímpetu del celo de ellos. Hizo la pregunta que sabía que Tanis estaba esperando que le hiciera.
– ¿Y cómo ama Elyon?
– ¡Excelente pregunta! El escoge.
– Escoge -repitió Palus.
– Persigue.
– Persigue -coreó el padre de Rachelle, con el puño apretado.
– Rescata.
– Rescata.
– Corteja.
– Corteja.
– Protege.
Era como una partida de ping-pong.
– Protege. ¡Aja!
– Se desvive -gritó Tanis. Palus se detuvo.
– ¿Es ese uno de los puntos? -preguntó.
– ¿Por qué no?
– Quiero decir, ¿está puesto normalmente con los otros?
– Debería estar.
Ellos se miraron uno al otro por un momento.
– Se desvive -gritó Palus.
– Esto, mi apreciado Thomas, es lo que deberías hacer para ganar el corazón de Rachelle.
– ¿Hace Elyon todo esto?
– Sí, desde luego. ¿También te has olvidado de él? Esto pareció dejarlos estupefactos.
– No, no del todo. Está regresando, ¿saben? -afirmó él, rápidamente desvió de nuevo la discusión hacia Rachelle-. Perdonen mi… Se dio golpecitos en la cabeza.
– …trabazón aquí, pero ¿de qué exactamente necesita una mujer ser rescatada? No existe maldad en este lado del bosque negro. ¿De acuerdo?
Nuevamente se miraron uno al otro.
¡Caramba, caramba! Es extraña esta pérdida tuya de memoria -enunció Tanis-. ¡Es un juego, amigo! ¡Un juego! Algo en lo cual regocijarse. ¿Por qué le das una flor a una doncella? ¿Por qué ella necesita la atención? No, porque ella la desea.
– ¿Qué tiene eso que ver con rescatar? ¿De qué necesita ella ser rescatada?
– Porque ella quiere sentirse rescatada, Thomas. Y ella quiere sentirse elegida. Tanto como tú estás desesperado por ser elegido. Todos lo estamos. Elyon nos escoge. Él nos rescata, nos protege, nos corteja y, sí, se desvive de amor por nosotros. Este es el Gran Romance. Y así es como ganarás el corazón de Rachelle.
Tom no estaba seguro de querer volver a preguntar, pero sinceramente aún no comprendía el concepto que ellos tenían del rescate.
– Dile, Palus -expuso Tanis-. Creo que quizá aquí sería buena idea una historia. Yo podría escribírtela para que la leas antes de entrar en la batalla por este amor.
– ¿Batalla? -dudó Tom-. ¿Se trata ahora de una batalla?
– En forma figurada -contestó Palus-. ¿Sabes? Se gana el corazón de una mujer como ganarías una batalla. No como si estuvieras peleando contra shataikis de carne y sangre, por supuesto, porque nunca harás eso.
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