Poul Anderson - Tau cero

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Tau cero: краткое содержание, описание и аннотация

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La época es el siglo XXI. Los personajes son cincuenta especialistas: hombres y mujeres elegidos tras un largo y cuidadoso proceso de selección destinado a incorporar sólo personal particularmente entrenado en el viaje espacial y excepcionalmente apto para desarrollar con éxito una nueva colonia. La nave es la
, la más reciente de su clase. Y todos los esfuerzos están puestos al servicio de una única misión: viajar a través del espacio interestelar hasta un lejano planeta donde debe establecerse una colonia terrestre.
Sin embargo dos años después de su partida, la
colisiona con una nube de desechos del espacio, se avería y la ruta se altera. Todos se ven irremediablemente sin fin hacia lo desconocido.

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—Oh, no exactamente —dijo Reymont—. Nuestra tau no puede ser tan pequeña, ¿no? Habremos atravesado un brazo espiral.

—¿Destruyendo cuántos mundos? Conozco las cifras. No tenemos la masa de una estrella. Pero sí la energía; creo que podríamos atravesar un sol y no nos daríamos cuenta.

—Quizá.

—Eso es parte de nuestro infierno. Nos hemos convertido en una amenaza para… para…

—No lo digas —dijo Reymont en serio—. No lo pienses. Porque no es verdad. Estamos interaccionando con polvo y gas, nada más. Cruzamos muchas galaxias. En términos de su tamaño están muy próximas unas a otras. Dentro de un cúmulo, los miembros se encuentran a diez diámetros de distancia, a veces menos. Las estrellas individuales dentro de una galaxia… ése es otro tema. Sus diámetros son una fracción microscópica de un año luz. En una región del núcleo, la parte más poblada… bien, la separación entre dos estrellas es todavía como la separación entre dos hombres, uno a cada lado de un continente. Un gran continente. Como Asia.

Freiwald apartó la vista.

—Ya no existe Asia —dijo—. Ya no.

—Nosotros existimos —le contestó Reymont—. Estancos vivos, somos reales, tenemos esperanzas. ¿Qué más quieres? ¿Algún gran sentido filosófico? Olvídalo. Eso es un lujo. Nuestros descendientes lo inventarán, junto con aburridos poemas épicos sobre nuestro heroísmo. Tenemos sangre, sudor y lágrimas. —Su sonrisa parpadeó—. Es decir, los fluidos corporales sin encanto. ¿Y qué tiene de malo? Tu problema es que piensas que una combinación de miedo a las alturas, privación sensorial y cansancio nervioso es una crisis metafísica. Por mi parte, no desprecio nuestro instinto de langosta por sobrevivir. Me alegro de tenerlo.

Freiwald flotaba sin moverse.

Reymont se acercó y le agarró el hombro.

—No estoy despreciando tus dificultades —dijo—. Es difícil seguir. Nuestro peor enemigo es la desesperación; y nos arroja al suelo a cada uno de nosotros de vez en cuando.

—A ti no —dijo Freiwald.

—Oh, sí —le dijo Reymont—. A mí también. Sin embargo, vuelvo a ponerme en pie. Tú también lo harás. Si sólo dejases de sentirte inútil por una incapacidad que es simplemente el resultado del cansancio físico. Jane lo entiende mejor que tú, amigo, porque la incapacidad desaparecerá por sí misma. Después verás el resto de tus problemas en perspectiva y volverás a ser el de antes.

—Bien… —Freiwald, que se había puesto tenso mientras Reymont hablaba, se relajó un poco—. Puede ser.

—Lo sé. Pregúntaselo al doctor si no te lo crees. Si quieres, haré que te recete algunas drogas para acelerar tu recuperación. Mi razón es que te necesito, Johann.

Los músculos bajo la mano de Reymont se aflojaron aún más. Sonrió.

—Sin embargo —continuó—. Tengo conmigo la única droga que creo que necesitarás.

—¿Qué? —Freiwald miró hacia «arriba».

Reymont buscó bajo su túnica y sacó una botella con dos tubos para beber.

—Aquí la tienes —dijo—. El rango tiene sus privilegios. Es escocés. El artículo genuino, no ese brebaje de brujas que los escandinavos consideran una imitación. Te receto una buena dosis, y para mí también. Me gustaría una charla tranquila. No he tenido una desde hace tanto tiempo que no puedo acordarme.

Habían hablado durante una hora, y la vida volvía a la actitud de Freiwald, cuando el intercomunicador habló con la voz de Lindgren:

—¿Está ahí el condestable?

—Uh, sí —contestó Freiwald.

—Sadler me lo dijo —explicó la primer oficial—. ¿Podrías venir al puente, Carl?

—¿Es urgente? —preguntó Reymont.

—N-n-no realmente, supongo. Las últimas observaciones parecen indicar… posteriores cambios evolutivos en el espacio. Quizá tengamos que modificar nuestro plan de vuelo. Pensé que quizá te gustaría discutirlo.

—Está bien. —Reymont se encogió de hombros—. Lo siento.

—Yo también. —El otro hombre miró la botella, agitó la cabeza y se la devolvió.

—No, más vale que la acabes —dijo Reymont—. Solo no. Es malo beber solo. Se lo diré a Jane.

—Vaya —rió Freiwald con sinceridad—. Es muy amable por tu parte.

Al salir, cerrando la puerta a su espalda, Reymont miró a lo largo de todo el pasillo. No había nadie a la vista.

Entonces se dejó caer y cerró los ojos con el cuerpo temblando. Después de un minuto llenó los pulmones y se dirigió al puente.

Norbert Williams venía en el otro sentido por la escalera.

—Hola —le saludó el químico.

—Pareces más feliz que la mayoría —comentó Reymont.

—Sí, supongo que lo soy. Emma y yo hemos estado hablando y puede que hayamos encontrado una nueva forma de comprobar a distancia si un planeta tiene nuestro tipo de vida. Una población de tipo plancton debería imprimir cierta radiación térmica característica a la superficie del océano; y dado que el efecto Doppler hace que esas frecuencias puedan ser analizadas adecuadamente…

—Bueno. Trabaja en eso. Y si necesitas la cooperación de otros, me alegraré.

—Claro, ya lo hemos pensado.

—¿Y podrías decir por ahí que esté donde esté, Jane Sadler queda excusada de su trabajo por hoy? Su amigo tiene algo que discutir con ella.

La carcajada de Williams siguió a Reymont por la escalera.

Pero el nivel de mando estaba vacío y tranquilo; y en el puente, Lindgren estaba de guardia sola. Agarraba con las manos la base del visor. Cuando se volvió, él vio que su rostro había perdido el color.

Cerró la puerta.

—¿Qué pasa? —dijo en voz baja.

—¿No dejaste que se te escapara?

—No, por supuesto que no, cuando la situación es tan difícil.

Ella intentó hablar pero no pudo.

—¿Tienen que venir más personas a esta reunión? —preguntó Reymont.

Ella negó con la cabeza. Él se acercó a ella, se sujetó con una pierna a una barra y con el otro pie se apuntaló en el suelo, y la recibió en los brazos. Ella lo agarró tan fuerte como lo había hecho en su única noche robada.

—No —dijo contra su pecho—. Elof y… Auguste Boudreau… me lo dijeron. Además de ellos, sólo lo saben Malcolm y Mohandas. Me pidieron que se lo dijese… al jefe. Ellos no se atreven. No saben cómo. Yo tampoco. Cómo decírselo a nadie. —Sus uñas atravesaron la túnica—. Carl, ¿qué podemos hacer?

Él acarició su pelo, mirando más allá de su cabeza y sintió los latidos rápidos e irregulares de su corazón. Una vez más la nave resonó y saltó; y de nuevo otra vez. Las notas que la recorrían tenían un tono más alto que antes.

El aire de la ventilación estaba frío. El metal que le rodeaba parecía hundirse.

—Sigue —dijo finalmente—. Cuéntamelo, ülskling .

—El universo, todo el universo, se muere.

Reymont no pudo contener un ruido en la garganta.

Por lo demás, esperó.

Al final ella pudo echarse atrás lo suficiente para mirarle a los ojos. Se lo contó todo con voz torpe y apresurada:

—Hemos avanzado más de lo que suponíamos. En el espacio y el tiempo. Más de cien mil millones de años. Los astrónomos empezaron a sospecharlo… no sé. Sólo sé lo que me han contado. Todos han oído que las galaxias que vemos se hacen más oscuras. Las viejas estrellas se marchitan y no nacen otras nuevas. No pensábamos que nos afectase. Todo lo que buscábamos era un pequeño sol no demasiado diferente de nuestro Sol. Debería haber muchos. Las galaxias tienen vidas largas. Pero ahora…

»Los hombres no estaban seguros. Las observaciones son difíciles de hacer. Pero empezaron a preguntarse… si no habíamos infravalorado la distancia recorrida. Comprobaron el corrimiento Doppler con mayor cuidado. Especialmente ahora, cuando parece que atravesamos más y más galaxias y el gas entre ellas parece que se hace más denso.

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