C. Cherryh - El orgullo de Chanur

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El orgullo de Chanur: краткое содержание, описание и аннотация

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Los comerciantes hani y sus antiguos enemigos, los kif, coexisten en precaria paz en la estación Punto de Encuentro. Hasta que el Extraño aparece y provoca la gran conmoción que acabará poniendo en peligro el pacto interestelar entre diversas especies. La capitana hani Pyanfar Chanur deberá afrontar la persecución de los kif, con la ayuda de los mahendo sat y la constante presencia de los misteriosos knnn. Y todo ello sin olvidar la defensa de la mismísima casa de Chanur en su planeta natal.
Una saga espacial que moderniza lo mejor de la clásica
y que da inicio a una tetralogía que hará historia dentro del genero.

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—Que vengan —le dijo Pyanfar, articulando lentamente las palabras para hacerse comprender—. Diles que vengan a la estación.

—Venir, sí.

Pyanfar se volvió de nuevo hacia la pantalla y empezó a planear un rumbo a la estación. Algunas naves ya estaban dirigiéndose hacia ella, principalmente las naves hani con capacidad de salto que no habían llegado a tener ocasión de reducir su velocidad: tenían parientes en la estación o quizás iban e busca de sus tripulaciones o de los grupos que habían desembarcado en los diques para ayudar a la casa Llun.

En esos instantes podía estar ocurriendo cualquier cosa en la estación, dado el pánico en que debían encontrarse los kif.

Y en esos momentos ni cien Extraños sobre bandejas de oro habrían podido interesarle en lo más mínimo.

—Capitana —dijo Geran y de pronto un torrente de datos nuevos apareció en la pantalla, en tanto que una señal familiar brotaba firme y clara en el altavoz—. La estación vuelve a transmitir, capitana.

Oyó cómo los mahe las avisaban de lo que ya era obvio en tanto que los Extraños parloteaban incesantemente, con toda seguridad porque ellos también estaban recibiendo la señal, y una confusa multitud de voces hani que le hacía ansiosas preguntas a la estación.

—La estación se encuentra totalmente a salvo y en orden —fue la respuesta—, Aquí Kifas Llun. La resistencia ha terminado y la estación se encuentra totalmente a salvo.

Pyanfar mantuvo la velocidad, sin hacer caso de la multitud de luces que le indicaban las averías sufridas. Esa condenada tobera número uno volvía a estar mal y sólo los dioses sabían qué otras partes de la nave habían sufrido un buen vapuleo pero aún podían controlar su dirección y su capacidad de frenado no había resultado afectada. No había necesidad de entrar cojeando, ya que la estación no había tenido el tiempo necesario para establecer los senderos de aproximación: las naves deberían arreglárselas manteniendo los ojos bien abiertos y evitando los choques.

Estaban recibiendo otras señales. La estación de Harn volvía a emitir y unos minutos después se recibió una transmisión de Tyo, informando de que ni los daños ni las bajas habían sido de gran consideración.

Hilfy, pensaba constantemente Pyanfar, y Chur.

Y Khym, aunque eso estaba casi oculto en lo más hondo de su cerebro, y Khym, para quien ya no podía concebir ninguna esperanza.

Pero, después de todo, él había venido hasta aquí buscando precisamente eso.

Una gota de sudor resbaló por su nariz, haciéndole cosquillas. Le costaba respirar dada la aceleración. Los mahe viajaban casi pegados a la Orgullo y detrás de ellos, por razones ignoradas y movidos por un propósito imposible de adivinar, venía la nave de los Extraños, rebasando uno a uno a los cargueros más lentos para los que el viaje sería cuestión de horas.

Para cuando llegaran, quizá la estación de Gaohn tuviera ya los primeros informes sobre las bajas sufridas.

14

La Orgullo abrió sus accesos en tanto que la Mahijiru se instalaba en el dique contiguo y Jik, a bordo de la Aja Jin, permanecía montando guardia con la proa hacia ese cuadrante del sistema por el que aún era posible la aparición de alguna nave kif. Nadie creía probable tal aparición pero, pese a todo, decidieron tomar precauciones al respecto.

La nave de los Extraños se posó lentamente en el muelle y se mostró perfectamente dispuesta a recibir visitantes, pero el proceso se vio algo retrasado por el hecho de que sus ocupantes no entendían ni el lenguaje ni los procedimientos habituales, careciendo al mismo tiempo de equipos compatibles con las instalaciones de la estación.

—A nuestro lado —se había limitado a decirles Pyanfar—, ¿Tenéis equipo de vídeo? Veréis cuatro abrazaderas; la escotilla debe quedar en el centro, ¿entendido? Debéis ir despacio y con mucho cuidado. Si tenéis algún problema paradlo todo y retroceded. Esperad a que llegue una nave pequeña de la estación para ayudaros en el atraque. ¿Lo habéis comprendido todo?

—Comprendido —le habían respondido a través del comunicador. Y la nave de los Extraños se acercó cautelosamente al muelle de la estación en tanto que sus ocupantes, sin duda, se hacían múltiples preguntas sobre los cascos destrozados de las naves kif y las señales de fuego reciente que se veían en esa zona de la estación.

Una de las cuadrillas del dique se encargó de establecer una línea directa de comunicación.

—Capitana —dijo Geran, con sus pupilas ambarinas casi echando chispas—, capitana, son Chur y Hilfy. ¡Las dos están ahí abajo!

—Ya —dijo Pyanfar sin dar excesivas muestras de emoción, ya que en ese mismo instante tenía a la nave de los Extraños parloteando en su otro oído pero sintiendo en sus entrañas una poderosa oleada de alivio, con el resultado final de que no escuchó gran cosa de lo que le estaban diciendo. Miró a su tripulación y luego a Tully, al que también se le habían iluminado los ojos al oír las noticias.

—Están a salvo —le medio preguntó, medio afirmó Tully—. ¿Chur y Hilfy?

—Vamos a salir —dijo Pyanfar, apartándose de los controles—. Vamos a salir todas de aquí, por los dioses. —Se puso en pie y recordó la cinta que habían estado grabando durante el regreso. La cogió y se la metió en el bolsillo—. Vamos.

Salieron del puente y recorrieron el pasillo a toda prisa, cogiendo el ascensor y luego yendo hasta la escotilla. Sí hubo un momento en el que pareciera adecuado echar a correr de pura alegría, sin duda debió ser durante ese interminable trayecto por la rampa; pero Pyanfar logró mantener el paso relativamente tranquilo hasta encontrarse en el muelle ennegrecido por el fuego, donde grupos de hani armadas montaban guardia.

Chur, Hilfy, algunos miembros del grupo de Chanur. Oh, dioses, Hilfy llevaba un vendaje manchado de sangre en el costado y se apoyaba en Chur, que, a su vez, llevaba un brazo en cabestrillo; pero las dos estaban sonriendo, lo cual parecía indicar que al menos tenían las fuerzas suficientes para ello. Chur le dio un apretón a Geran utilizando sólo el brazo bueno y Pyanfar agarró a Hilfy por los hombros, clavando sus ojos en los de ella. Hilfy tenía la nariz bastante pálida y el fruncimiento de sus labios delataba el dolor que sentía, pero sus ojos brillaban y no había agachado las orejas ni un solo segundo.

—Les cogimos —dijo Hilfy con voz ronca—. Logramos pillarles por detrás del muelle mientras que otro grupo cruzaba por el núcleo de la estación y les hacían salir de sus refugios. Luego creo que recibieron algún tipo de orden porque parecieron volverse locos intentando regresar a sus naves, Ése fue el problema principal. Una nave logró huir. Al resto las cogimos.

—¿Y Khym?

Hilfy se volvió con evidente dificultad y señaló a una figura empequeñecida por la distancia, al otro extremo del muelle.

—Na Khym logró acabar con el que me hirió, gracias a los dioses.

—Se le echó encima con las manos desnudas —dijo Chur—. Dijo que no lograría hacer blanco jamás con un arma. Cruzó el muelle como un rayo y cayó sobre esos kif y, dioses, eran cinco pero no consiguieron más que chamuscarle un poco. Creo que jamás habían visto a un hani de ese tamaño. Dioses, fue algo digno de presenciar. Salieron corriendo de su escondite, dando gritos, y fue fácil encargarse de ellos después.

Pyanfar miró hacia la figura lejana, sintiendo una mezcla de tristeza y orgullo al ver su rígida inmovilidad. Sentía orgullo por lo que había hecho (ah, Khym, que nunca había servido para combatir…) y tristeza al verla en ese estado y pensar en su futuro.

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