—Recepción del mensaje clara, Orgullo de Chanur. Naves mahe respondiendo a la emergencia. Por favor, permanezca a la escucha.
Pyanfar siguió vigilando la pantalla con los nudillos apoyados en los dientes y la respiración sibilante. En el diagrama aparecía el tráfico de naves, paralizado en comparación a la línea borrosa que representaba el trayecto de la Buscaestrellas: el movimiento era ralentizado lo bastante como para ser visible sólo gracias a que el diagrama abarcaba todo el sistema. Tanto las imágenes de la pantalla como las voces procedentes de la zona de emergencia eran ya historia. Incapaz de reducir su velocidad, la Buscaestrellas no tendría más remedio que cruzar el sistema como una flecha para acabar perdiéndose en un ciego viaje hacia el infinito. Era un modo muy lento de morir.
—La transmisión se ha perdido —dijo Haral. Hilfy, desesperada, se inclinó sobre ella accionando los controles de su tablero. Pyanfar sacudió la cabeza, mordisqueándose una garra. Reunir a una tripulación aún aturdida por los efectos del salto y dirigirla hacia el módulo de escape (que, dado el tipo de la Buscaestrellas, se encontraría en la parte alta de la estructura), con los escasos minutos de tiempo que les quedaban…
Y, si conseguían hacer todo eso, entonces sólo les quedaba esperar que los motores del módulo fueran capaces de contrarrestar la velocidad que ya llevaban dándole a cualquier nave cercana la oportunidad de alcanzarles y apresar de ese modo la masa del módulo, más pequeña y manejable, hasta reducir su impulso a una magnitud manejable. El carguero que se encontraba por ahí cerca era su mejor oportunidad de sobrevivir, siempre que la tripulación lograra huir en el módulo.
—¡El módulo se ha soltado! —exclamó Haral y, al oírlo, Tirun y Hilfy empezaron a darse golpes de puro alivio en la espalda. Pyanfar se tapó la boca con las dos manos, apretando con fuerza, y se quedó contemplando la pantalla con las orejas gachas, viendo cómo aparecía un nuevo diagrama indicando el curso probable del módulo ya separado de la nave condenada. Los dos puntos seguían avanzando por el mismo curso pero gradualmente fueron apartándose: el impulso de frenado del módulo no era lo bastante fuerte como para eliminar la velocidad que había adquirido con la nave antes de que su potencia se extinguiera, pero estaba haciendo todo lo posible. Lo más probable era que la tripulación se desmayara debido a la tensión del frenado, lo que después de todo sería mejor para ellas. Ahora empezaba la carrera: con el tiempo se vería si el carguero lograba alcanzar al módulo o si éste acabaría saliendo del sistema.
—¿Carguero mahe ? —preguntó Pyanfar.
Haral hizo un gesto de asentimiento.
Las transmisiones que recibía la Orgullo procedían de la estación y la estación debía estar utilizando los datos procedentes de naves más lejanas, al igual que de las minas de Lijahan y de cualquier otra fuente capaz de proporcionárselos, con lo que el tiempo relativo era bastante difícil de calcular ahora. El carguero iba aumentando su velocidad a medida que transcurrían los minutos, propulsándose con su campo de salto. La distancia que los separaba iba reduciéndose con agónica lentitud mientras que las imágenes de la pantalla iban variando, manteniéndose en relación con algo que ya había sido decidido hacía tiempo, en un sentido o en otro.
Por el comunicador oyeron de pronto una transmisión gemebunda. Knnn.
—Dioses —dijo Tirun—. Por ahí fuera hay una nave knnn.
Desde el puesto de mando de la estación le respondió una voz tc’a. Luego oyeron más transmisiones: una serie de voces knnn, un discordante concierto de gemidos.
—Chanur —dijo de pronto una voz hani, clara y aparentemente muy próxima—. ¿Esto también es obra tuya?
Pyanfar extendió la mano hacia el interruptor, haciendo todo un esfuerzo de voluntad para esconder la garra que había surgido automáticamente.
—Tahar, ¿eso es una pregunta o una queja?
—Aquí Dur Tahar. Es una pregunta, Chanur. ¿Qué sabes de todo esto?
—Ya te lo dije. No hablemos de esto por el comunicador, Tahar.
Silencio. La nave Tahar no era aliada de la tripulación Faha. Las vidas que corrían peligro ahora eran aliadas de Chanur pero si alguna nave de la estación hubiera podido llegar ahí a tiempo, la Luna Creciente lo habría intentado: Pyanfar no dudaba de ello. El permanecer inmóvil vigilando la pantalla era un esfuerzo doloroso. Tirun, a su lado, se había reclinado en su asiento y Hilfy contemplaba la pantalla en silencio mientras sus parientes Faha y la ruina que antes fue una nave Faha se acercaban cada vez más y más al límite de recepción. Después de que hubieran rebasado ese punto ningún sistema observador sería capaz de seguirles. Ahora la estación recibía una transmisión de una fuente distinta, el mercante Hasatso, la nave de carga que perseguía a la Buscaestrellas y la única que se encontraba cerca de ella. El punto luminoso que representaba a la Buscaestrellas acabó desapareciendo de la pantalla.
—Nave Chanur —transmitió la estación—, nave Tahar. Advertimos que mercante Hasatso se vio obligado a expulsar la carga; hacer todo lo posible.
—Chanur y Faha pagarán las compensaciones adecuadas —replicó Pyanfar y apenas una fracción de segundo después la Luna Creciente transmitió su agradecimiento a la Hasatso a través de la estación.
—Que los dioses cuiden de ellos —murmuró Haral. Habían arrojado su cargamento para ganar más velocidad, para acudir en socorro de unas vidas en peligro que no pertenecían a su especie.
Un gemido knnn y ninguna otra señal. Durante largo tiempo todas las respiraciones de la Orgullo parecieron convertirse en un solo aliento colectivo.
—Están casi ahí —dijo Hilfy en voz muy baja.
—La han alcanzado —dijo Tirun—. Ahora es imposible que fallen.
Todo ocurrió con gran lentitud. Las transmisiones de la Hasatso fueron haciéndose gradualmente más esperanzadas hasta que, por fin, informaron de que habían capturado el módulo.
—Señal hani —le dijo la Hasatso a la Estación de Kirdu—, en módulo. Viven.
Pyanfar exhaló por fin el aliento que había estado conteniendo. Sonriendo, le apretó el brazo a Hilfy, que parecía totalmente agotada.
—Tahar —transmitió Pyanfar—, ¿han recibido ese informe?
—Recibido —contestó lacónicamente la nave Tahar.
Pyanfar cerró el contacto y se quedó inmóvil por unos instantes con las manos sobre el tablero que tenía delante. Una nave perdida: algo que, como pedía la tradición, bien merecía ser lamentado. El hogar y la vida de toda la tripulación Faha se había esfumado para siempre.
—Estación —transmitió después de unos instantes más—, dígale a la tripulación Faha que Chanur le envía su más profundo dolor por lo ocurrido y que ker Hilfy Chanur par Faha les ofrece todos los recursos que en estos momentos están en manos de la Orgullo de Chanur.
—Dígales —otra vez, transmitiendo directamente—, que Dur Tahar de la Luna Creciente de Tahar, les ofrece también su ayuda.
Eso era sólo cortesía. Pyanfar se reclinó en el almohadillado y finalmente se irguió, estirando los hombros.
—Ya hemos hecho todo lo posible. Hilfy, trae algo de beber; ya que he sido despertada tan bruscamente, es lo menos que se me debe. Algo de beber y el desayuno: mientras, oiré los informes menos urgentes, Haral, ¿quién está de guardia ahora?
—Yo.
—Bien. Entonces, baja a la cubierta inferior. Tirun, a descansar.
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