C. Cherryh - El orgullo de Chanur

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El orgullo de Chanur: краткое содержание, описание и аннотация

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Los comerciantes hani y sus antiguos enemigos, los kif, coexisten en precaria paz en la estación Punto de Encuentro. Hasta que el Extraño aparece y provoca la gran conmoción que acabará poniendo en peligro el pacto interestelar entre diversas especies. La capitana hani Pyanfar Chanur deberá afrontar la persecución de los kif, con la ayuda de los mahendo sat y la constante presencia de los misteriosos knnn. Y todo ello sin olvidar la defensa de la mismísima casa de Chanur en su planeta natal.
Una saga espacial que moderniza lo mejor de la clásica
y que da inicio a una tetralogía que hará historia dentro del genero.

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De repente uno de ellos saltó hacia adelante y se apoderó de un tc’a, arrastrando su cuerpo de reptil rugoso al centro de la masa que se retiraba. Los tc’a sisearon y chasquearon con frenesí aún mayor—, pero, aparte de un súbito remolino formado por docenas de cuerpos sinuosos que parecían entrelazarse como los dedos de una mano preocupada, nada. Ni el menor intento de contraataque o de rescatar al cautivo. Pyanfar contempló el secuestro con las orejas gachas.

Así que los knnn habían decidido comerciar a su modo, viniendo lo más rápido posible a la estación para ofrecer su mercancía y obtener a cambio de ella un precio justo: una especie más había caído en la tentación de comerciar con seres inteligentes.

—¿Qué es? —preguntó un mahe con aire abatido, callándose luego. Un grupo bastante numeroso de tc’a había logrado arrastrar cierta distancia al objeto con que pensaban comerciar los knnn, agitando grotescamente los miembros metálicos del traje. Se recibió una comunicación y un técnico se acercó a Stasteburana.

—Cápsula extravehicular, obra hani —le dijo y el Stasteburana se volvió hacia Pyanfar con ojos preocupados mientras que ésta enderezaba las orejas e intentaba adoptar su expresión más tranquila.

—No deseaba causaros tal inquietud —le dijo Pyanfar—. Todo lo que hallaréis en ese traje, sabio mahe, es un pedazo de carne ya bastante corrompida procedente de nuestra nevera. Os aconsejo que adoptéis precauciones anticontaminación para quitarle el casco.

—¿Qué haces? —le dijo iracundo el Stasteburana sin utilizar a su Portavoz, apartándole de un gesto al intentar intervenir éste en la conversación—, ¿Qué haces, capitana?

—Los knnn parecen haber interceptado un regalo que les dirigí a los kif. Estoy segura de que se encontrarán algo confusos y acabarán devolviendo al tc’a… Reverenciado mahe, en esos momentos fue necesario hacerlo.

—¡Necesario!

—Os aseguro que sólo se ha echado a perder un poco de carne, nada más. Estábamos a punto de discutir las reparaciones de mi nave, que son muy urgentes. Imagino que no desearéis tenerme ocupando el muelle ni un segundo más de lo necesario. Preguntad al respecto, el honesto capitán de la Mahijiru os lo podrá aclarar.

—¡Ultraje! —proclamó el Portavoz—. ¡Extorsión!

—¿Discutimos el asunto?

El peluche se vio transferido a otro dignatario y el Portavoz pareció prepararse a entablar un combate verbal pero el Maestre alzó plácidamente la mano, haciéndole callar y con otro gesto le indicó al grupo que volviera por el pasillo, mientras impartía algunas instrucciones concernientes a los tc’a. Después de ello el Maestre abrió la marcha hasta llegar de nuevo a la cómoda sala de espera.

—Beneficios —se apresuró a decir Pyanfar en tono conciliatorio una vez que el anciano mahe y su séquito se volvieron hacia ella.

—Problema primero con kif y ahora con knnn y tc’a. Engaños, fraudes y peligros para la estación.

—Una nueva especie, reverenciado mahe, ése es el tesoro que tanto inquieta a los kif. Se dan cuenta de que pueden obtener unos beneficios tales como nunca antes han conseguido y yo tengo en mi poder al único miembro superviviente de su grupo: una especie capaz de viajar por el espacio y de comunicarse, sabio mahe, una especie civilizada capaz de hacer cambiar el equilibrio del poder en el Pacto. Eso era lo que se puso en juego en Punto de Encuentro y por esa razón se destruyó la nave Handur, y ésta fue la parte de mi carga que me negué a echar al vacío. Supongo, reverenciado mahe, que estaremos de acuerdo en lo que pretenden hacer los kif con ese tipo de informaciones. ¿Queréis que os cuente con más detalle lo que sospecho, que los stsho sabían también algo de lo que ocurría? Los kif pretendían conquistar una parte mayor del espacio adyacente al suyo; ¿quizá intimidando a los stsho? Habiéndolo conseguido, se hallarían en posición de expandir sus operaciones y cambiar el mapa del Pacto para su beneficio, adquiriendo algo que, por su posición, no estaría dentro del alcance de los demás miembros del Pacto. Sólo los stsho, dispuestos a lamerle los pies a la especie kif.

Y, entonces, ¿qué futuro le aguardaría al Pacto? ¿Qué sería de este Pacto que mantiene y hace posible todo nuestro provechoso comercio? ¿Qué sucedería con el equilibrio actual? Dejad que os diga lo que tengo: tengo una cinta, mi gran y preclaro mahe, tengo una cinta para un traductor simbólico; una cinta por la cual los kif sacrificaron bastantes vidas, pero que no lograron conseguir. No somos egoístas: pongo esta cinta a la libre disposición de los mahendo’sat igual que a la de nuestra especie, todo ello en interés de que ese conocimiento se difunda lo más posible entre especies con intenciones idénticas. Pero quiero ver reparada mi nave, que se olviden todas esas multas y la seguridad de que Chanur seguirá gozando de la amistad de esta grande y poderosa estación.

El Maestre inclinó bruscamente las orejas, con los ojos abiertos como platos. Se dio la vuelta, dejando que su Portavoz lidiara con el problema.

—¿De dónde viene este ser? ¿Cómo nosotros sabemos inteligente? ¿Cómo nosotros sabemos amistoso?

—Tully —dijo Pyanfar, poniéndole la mano en el brazo y haciéndole avanzar—. Tully, es el Portavoz del Maestre de la estación, un amigo, Tully.

Durante un terrible instante sintió la tensión de su brazo, como si Tully se dispusiera a salir corriendo.

—Amigo —dijo luego Tully, obedeciéndole. El Portavoz frunció el ceño, observando atentamente el rostro de Tully, que se hallaba al mismo nivel que el del mahe.

—¿Habla hani? —preguntó el Portavoz.

—Voy en nave de Pyanfar. Amigo.

Dioses, toda una frase. Pyanfar le apretó levemente el brazo y luego se puso delante de él, en un gesto de protección. El Portavoz torció levemente el gesto y, algo más atrás, el Maestre se volvió a mirarles con interés.

—Tú nos traes este problema —dijo el Stasteburana—. Y los knnn… ¿por qué knnn?

—Un residente de Urtur. No pretendo decir que pueda entender a los knnn. Se puso nervioso, inquieto… pero eso no fue por mis actos, noble mahe. En este momento el curso de acción más seguro para la estación de Kirdu es ponerse a mi lado; y para ello, me temo que está antes la cuestión de ciertas reparaciones esenciales.

El anciano mahe respiraba aguadamente, con las fosas nasales dilatadas al máximo. Habló brevemente con su Portavoz, y éste le respondió algo en lo que se mencionaba a los kif y a los knnn. El Maestre se volvió nuevamente hacia ella.

—Este trato con la cinta…

—Es la clave para entender a otra especie, reverenciado mahe. Los mahendo’sat tendrán acceso a ella y encontrarán naves de esta especie, con lo que podrán asegurar que el encuentro sea pacífico y la comunicación perfecta. Y pensad que no estáis tratando con ninguna extraña que vaya a esfumarse una vez os haya engañado. Chanur espera volver de nuevo a Kirdu en el futuro, Chanur espera… ¿me permitís que os hable en confianza? Chanur espera explotar este nuevo hallazgo.

El Stasteburana miró a Tully con cierto nerviosismo.

—¿Y cuál es el hallazgo? Hallazgo es problema. Da problemas.

—¿Estáis dispuesto a permitir que sean los kif quienes planten la cosecha y la recojan luego? Estad seguro de que lo harán, mi buen mahe, si antes no lo hacemos nosotros.

El Maestre agitó las manos, cada vez más nervioso, acercándose luego al dignatario que sostenía el enfadadísimo peluche y lo cogió de nuevo, acariciándolo y hablándole con mucha suavidad. Luego miró a Pyanfar.

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