Lorenzo Silva - El alquimista impaciente

Здесь есть возможность читать онлайн «Lorenzo Silva - El alquimista impaciente» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El alquimista impaciente: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El alquimista impaciente»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Un cadáver desnudo, sin rastros de violencia, aparece atado a una cama en un motel de carretera. ¿Se trata o no de un crimen? El sargento Bevilacqua, atípico investigador criminal de la Guardia Civil, y su ayudante, la guardia Chamorro, reciben la orden de resolver enigma. La investigación que sigue no es una mera pesquisa policial. El sargento y su ayudante deberán llegar al lado oscuro e inconfesable de la víctima, a su sorprendente vida secreta, así como a las personas que la rodeaban, en su familia, en la central nuclear donde trabajaba.

El alquimista impaciente — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El alquimista impaciente», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Su abogado no responde. ¿Insiste en esperarle?

Egea había perdido casi todo el gas. Se había aflojado la corbata y parecía comenzar a darse cuenta de lo que estaba pasando. En ese momento, para reforzar los efectivos en su contra, se personó en la habitación el comandante Pereira, a quien había ido a avisar Chamorro.

– A sus órdenes, mi comandante -le saludé.

– ¿Es éste?

– El mismo.

Pereira le observó con toda su dureza, que podía ser mucha. La verdad era que me intimidaba incluso a mí. Sin ninguna duda, el comandante había nacido para colgarse un uniforme de los hombros y hacerse respetar con él. Egea bajó los ojos y se retorció las manos nerviosamente.

– ¿A qué esperamos? -preguntó Pereira.

– A su abogado.

Pereira se cruzó las manos a la espalda. Suspirando, dijo a Egea:

– ¿De qué cree que le va a servir el abogado? Si es para que no le demos, aquí no le damos a nadie, hombre. Y si es para que le salve, a quien debería llamar es a su mago, si también tiene uno. Ande, no sea fantasma y no nos haga perder el tiempo, que aquí nadie ha comido todavía.

Y dicho eso, se largó, sin darle a Egea opción a responderle. Ésa era una de las más finas técnicas de Pereira. No quedarse a ver los efectos.

– Ya ha oído al comandante -dije-. Tiene setenta y dos horas por delante aquí dentro, como nos dé por ponernos cabezotas. Ningún juez le va a estimar un habeas corpus, y lo sabe. Así que usted verá si es la mejor estrategia empezar nuestra relación tocándonos las narices. Pero que conste que aquí no le presiona nadie. Si quiere esperar al abogado, esperamos.

Egea estaba a punto de derrumbarse. Manoseaba una y otra vez su chillona corbata de seda, como si fuera la cuerda que le mantenía ilusoriamente ligado a una realidad que ya se había desmoronado para él.

– No merece la pena -le aconsejó Chamorro, con su más dulce y cálida entonación-. Tenemos más que de sobra para empapelarlo. La única cuestión, ahora, es si quiere comérselo todo usted solo.

Egea la miró con unos ojos como platos. Por un instante quiso creer, tal vez, que no teníamos nada. Pero al instante siguiente comprendió que las cosas eran radicalmente distintas de cuando habíamos ido a su despacho y nos habíamos marchado confortados por sus mentiras. Y temió que supiéramos, posiblemente, más de lo que en realidad sabíamos.

– Ha sido el cabrón del ruso, ¿verdad? -preguntó, ansioso.

– Bielorruso -corregí, sin mucho énfasis.

Egea se llevó las manos a la cara y estuvo con ellas así, tapándose los ojos, durante un buen rato. Por fin se rindió y dijo:

– Me olía que me había visto. Lo que no sabía era si se acordaría, o si habríais tenido la idea de enseñarle fotos.

– Si pensó en ello, no ha sido muy inteligente, señor Egea -aprecié, procurando no herir demasiado su orgullo-. Debió huir cuando aún estaba a tiempo. Esos cabos se acaban atando tarde o temprano.

Egea parecía ausente. Regresó de pronto para inquirir, con rabia:

– ¿Y dónde se esconde, ese hijo de puta?

Entonces deduje que le habían estado buscando, y que Vassily había salvado su vida, seguramente, al no haber establecido otro vínculo con la justicia que aquel número de teléfono móvil que sólo yo tenía.

– Es un espíritu libre -repuse-. Vaga de aquí para allá.

Egea se frotaba la frente como si quisiera arrancarse la piel. Todavía le costaba aceptar que su intrincado pastel estuviera al descubierto.

– Un miserable fallo -se lamentó, encendido-. Sólo uno, y al carajo el invento. Es como para no creérselo, me cago en…

– Hay más de un fallo -le rebatí-. Tampoco se crea que era tan perfecto, sólo un poco retorcido. Se tarda, pero se desmonta igual.

Aunque lo intentaba, Egea no lograba salir de su desconcierto.

– Lo que no consigo explicarme, señor Egea -dije-, es para qué servía hacer aquella indignidad con el cadáver. ¿No es bastante con matar a un hombre? ¿Qué necesidad había de vejarle de esa forma?

– No, no, se equivoca -tartamudeó, con gesto desesperado-. Fue un accidente. No se trataba de matarle, se lo juro. Sólo era para hacerle unas fotos. Pero resultó que tomaba esas puñeteras pastillas y se quedó allí.

– Un bonito cuento -opiné-. Y como los más sublimes de todos los cuentos bonitos, rigurosamente inútil. Salvo que tenga otro cuento sobre el accidente que le costó un balazo en la nuca a la chica. Con un asesinato nos basta para emplumarle veinte años, que ya nos resarce del esfuerzo.

Egea enmudeció. Todavía no había asimilado nada.

– Qué pobre táctica se trae usted preparada, señor Egea -le compadecí-. Cualquier chorizo de mala muerte se lo monta diez mil veces mejor que todo un licenciado como usted. Estoy por dejarle quince minutos para que piense y se recomponga un poco. No me gusta abusar de nadie.

– ¿Qué otros fallos son esos que decía antes? -preguntó, emergiendo de pronto del pozo de sus pensamientos.

– Bueno, muchos -dije, distraído-. El paquete de plomo para Ochaita, por ejemplo. Era realmente ingenuo creer que eso no iba a saltar. Hay controles, y controles de los controles. No basta con falsificar unas fichas.

– Joder -exclamó Egea, con aspecto derrotado.

– Le repito lo de antes -insistió Chamorro, aprovechando aquella crisis-. La que tiene encima es demasiado gorda. No querrá pagarla solo.

Egea soltó una risotada histérica.

– ¿Cómo? Menuda chorrada -dijo.

– Será mejor si empieza a colaborar -advertí, poniéndome serio-. En alguna cosa puede ayudarnos todavía. Lo que más nos preocupa es lo que había en el paquete de plomo. Ya sabe lo peligroso que es. ¿Dónde está?

Egea se quedó con la vista perdida en el vacío, como un demente.

– Eso sí es brillante -aseguró, presuntuoso-. Por lo menos yo creo que tiene su gracia. Debajo del asiento del Lamborghini Diablo.

Capítulo 19 EL VIEJO DE LA MONTAÑA

El abogado Gutiérrez-Rubira, con sus zapatos y su maletín a juego y su graciosa pajarita, llegó a tiempo de vernos trasladar a Egea a su celda.

– ¿Cómo? ¿No van a interrogarle? -preguntó, sorprendido.

– Ya hemos cambiado algunas impresiones con él -expliqué-. El interrogatorio formal lo practicaremos luego.

– ¿Cuándo?

– Luego. Ahora tenemos cosas que hacer. La operación sigue abierta.

– ¿Cómo dice?

El abogado se hizo el ofendido. En el fondo le importaba un rábano, porque el que se iba a quedar a dormir entre rejas era Egea y al día siguiente él se pondría otros elegantes zapatos y cogería otro maletín a juego con ellos. Pero tenía que montarnos su número. En ese momento se acercó por allí el comandante Pereira. Con su voz más tronante, preguntó:

– ¿Qué pasa aquí?

– Mi comandante, el abogado del detenido. El letrado Gutiérrez-Rubira.

– Comandante, esto es un disparate -abordó a Pereira el abogado, con una amabilidad que denotaba hasta qué punto le aliviaba poder debatir el asunto con un igual, y no con un chusquero como yo.

– Los disparates los hará usted -replicó Pereira, inflexible-. Aquí pensamos antes de actuar. ¿Qué objeción tiene?

– Exijo que se ponga inmediatamente en libertad a mi patrocinado -saltó el abogado, visto que con zalemas no iba a conseguir nada.

– Si le parece -repuso Pereira, sin inmutarse-, ahora le justifico, hasta donde puedo, por qué no vamos a acceder a su petición. Pero si me disculpa un momento, estamos entreteniendo al sargento, que tiene cosas importantes que hacer -y volviéndose a mí dijo-: Vete, Vila. Yo me ocupo.

No aguardé a que me lo dijera dos veces. Me reuní con Chamorro y bajamos a toda velocidad hacia el coche. Un cuarto de hora antes lo había organizado todo con Pereira, o él lo había organizado conmigo, que era a fin de cuentas como quedaría registrada la operación en los archivos del Cuerpo. Pero para poder rematar la jugada nos faltaba todavía cumplir un trámite. Algo que debíamos ir a buscar a Guadalajara sin perder ni un minuto, aunque fueran casi las cuatro y aún no hubiéramos comido.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El alquimista impaciente»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El alquimista impaciente» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El alquimista impaciente»

Обсуждение, отзывы о книге «El alquimista impaciente» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x