José Somoza - La dama número trece

Здесь есть возможность читать онлайн «José Somoza - La dama número trece» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La dama número trece: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La dama número trece»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Salomón Rulfo, profesor de literatura en paro y gran amante de la poesía, sufre noche tras noche una inquietante y aterradora pesadilla. En sus sueños aparece una casa desconocida, personas extrañas y un triple asesinato sangriento, en el que, además, una mujer le pide ayuda desesperadamente. Por este motivo, Salomón acude a la consulta del doctor Ballesteros, un médico que le ayuda a desentrañar el misterio de los sueños y le acompaña en lo que se convertirá en un caso mucho más terrible y escalofriante que cualquier fantasía: el escenario del crimen es real y la mujer que pide socorro a gritos fue realmente asesinada.
En compañía de una joven de pasado enigmático, el doctor y un ex-profesor de la universidad con el que mantiene una relación compleja, Salomón se adentrará en un mundo donde las palabras y la poesía son un arma de gran poder. En ese mundo, habitan las doce damas que controlan nuestro destino desde las sombras… O, ¿son trece brujas? En esta novela el autor hilvana con destreza y elegancia una fascinante historia de intriga, en la que se desafía la inteligencia y la fantasía del lector.

La dama número trece — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La dama número trece», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

XIII. LA DAMA NÚMERO TRECE

Por un momento no supo dónde se encontraba. Comprendió que se había quedado dormido, incluso había tenido un sueño. Había soñado con Beatriz. Estaban juntos en una playa, bajo una desordenada colección de nubes. Entonces ella se alejaba lentamente en dirección al mar y él la seguía, pero, al adentrarse en las aguas, descubría su cuerpo ahogado y azul como un alga arrancada del fondo, mecido por olas transparentes.

La tristeza que le acometió al despertar era mucho más oscura que las tinieblas que lo rodeaban. De repente recordó dónde estaba y qué era lo que tenía que hacer. Se hallaba sentado sobre la tapa de un retrete y le dolía la espalda. Los bolsillos de su chaqueta repiqueteaban con el peso de las herramientas que había traído. Echó un vistazo a la hora: 23.42, se levantó, flexionó los músculos e intentó percibir algún ruido extraño. No se oía nada. Sigilosamente, abrió la puerta.

El cuarto de aseo se encontraba a oscuras. Antes de avanzar, hurgó en uno de los bolsillos y palpó la pequeña linterna que Ballesteros le había proporcionado, pero no deseaba encenderla aún.

Se asomó a la negra quietud. Había olvidado en qué dirección se hallaba la sala de espera. Todo estaba tan silencioso y desierto que le confundía. Decidió arriesgarse a usar la linterna.

Aquel suave camino de oro le permitió definir la situación de las cosas.

La biblioteca parecía inacabable. Después de despejar las columnas de libros junto al ordenador, la muchacha encontró un altillo, subió a una silla y lo registró.

Ballesteros miró la hora: 23.40. Le ponía nervioso pensar en lo que podía estar ocurriendo. Suponía que Rulfo aún no había descubierto nada, ya que había prometido telefonear si realizaba algún hallazgo importante. Pero también cabía pensar que lo hubieran descubierto a él. Sonrió: sería gracioso que las brujas no los mataran y, en cambio, la policía los arrestara por complicidad en un allanamiento de morada. Para distraerse, decidió hablar con Raquel.

– Dijiste antes que los poetas son peligrosos. Pero a Shakespeare, por ejemplo, se le recita con frecuencia en todos los teatros del mundo y no sucede nada…

La muchacha, que había sacado varios libros y estaba examinándolos, se volvió hacia Ballesteros. El médico reprimió un escalofrío. Dios mío, qué hermosa es.

Aquella mañana la había visto desnuda. Le había dejado su cama para que descansara, ya que la habitación de su hija continuaba sucia de sangre, y él se había recostado en el sofá, pero, al levantarse a mediodía, necesitó entrar en el dormitorio a coger algo de ropa. Abrió la puerta y una línea de luz trepó por una colcha color crema, unos pies descalzos, la doble esfera de unas nalgas, una mano flexionada y una almohada de cabellos negros. La muchacha reposaba con la mano izquierda bajo la mejilla y la derecha un poco desplomada sobre la cadera. Sus senos se movían como nubes con la suavidad de la respiración. El rostro de Ballesteros ardía. No había imaginado que ella dormiría sin ropa. Le parecía despreciable mirar, pero no pudo evitarlo. Jamás había visto, ni sospechado, una mujer tan bella. Desnuda no se asemejaba a nada concreto que él hubiese conocido antes, aunque solo fuera a través de una pantalla. Era una criatura extraña, sobrenatural. Una bruja, quizá. Permaneció mirándola un rato y sintió pánico al imaginarla despertando de improviso y percatándose de su escrutinio. Cogió la ropa que necesitaba y salió apresuradamente.

Aquel súbito recuerdo le hizo tragar saliva mientras, subida a la silla, ella le contestaba.

– Un actor no sabe recitar un verso de poder. De todas formas, siempre sucede alg o, aunque sea mínimo. Y a veces, por casualidad, el verso es recitado de manera casi correcta. Pero, como es casual, el efecto se produce en otro lugar y otro tiempo…

El médico creía entender. Era como dedicarse a jugar con un detonador muy complejo sin saber para qué sirve: quizá nunca llegues a provocar una explosión, quizá lo desactives, o quizá la bomba te estalle en las manos.

– ¿Qué efectos?

– Casi siempre terribles: una epidemia, un terremoto, un asesinato…

De repente a Ballesteros se le ocurrió algo.

– ¿Un… accidente de tráfico, quizá?

– Muchos accidentes.

Guardó silencio, estremecido. Se preguntó qué clase de verso, y de qué autor, había arrasado para siempre la vida de su esposa en aquella carretera. Qué poema recitado al azar había hecho estallar el cerebro de Julia dentro del coche.

Nunca había sospechado, hasta ese momento, que la poesía fuera tan emocionante.

A su izquierda se encontraba la sala de espera; a la derecha, un rellano y unas escaleras. El pasillo continuaba hacia el fondo mostrando a ambos lados varias puertas como posibilidades cerradas. Apuntó la linterna hacia los letreros. El tramo que descendía estaba señalado con una flecha y una palabra: «Archivos». Las escaleras de subida mostraban otra indicación: «Salas de terapia E y O». Despreció ambas direcciones, avanzó un poco más por el pasillo y enfocó la primera puerta: «A1». Probó a abrirla. Cerrada.

Se detuvo un instante a reflexionar.

¿Y ahora qué, Lidia? ¿Bajo a los «Archivos»? ¿Subo a las «Salas de terapia»?

De repente quedó boquiabierto.

lidia

Dios mío.

Era casi inconcebible que no lo hubiese recordado hasta ese instante. Hasta ese mismo instante.

lidia garetti

Retrocedió sobre sus pasos y encontró la escalera que llevaba a los «Archivos». Doblaba en ángulo recto y finalizaba en un pequeño corredor con tres puertas cerradas. Sin embargo, cuando las enfocó con la linterna, la primera de ellas, suave y silenciosamente como el destello de una idea, se abrió.

Fue casi un déjà vu : revivió el momento en que la puerta metálica de la parcela de la joven italiana se había comportado igual. Sintiendo que el corazón le latía con fuerza, empuñó la linterna y entró. Era una habitación estrecha, sin ventanas, repleta de archivadores clasificados. Abrió el cajón de la letra «g» y le bastaron unos cuantos segundos para hallar lo que deseaba.

Sostuvo la tarjeta frente a la luz.

Lidia Garetti.

Su ficha. Su foto.

Recordaba nítidamente a Susana refiriéndole lo que aquella periodista le había contado. Lidia Garetti había recibido «tratamiento psicológico». Pero Susana no le había dicho dónde y él no le había preguntado. Naturalmente, en el Centro Mondragón, ¿verdad, Lidia? Era otra pista para mí.

En la tarjeta había una nota manuscrita, seguramente del terapeuta: «Solo dos sesiones. Abandonó la terapia». Abandonaste la terapia porque no habías venido a eso, ¿no es cierto? En realidad, viniste a dejar una filacteria. Visitaste este lugar hace años para dejarme otra pista, como las del abuelo de César o Rauschen. Otra pista. Pero ¿cuál?

Siguió leyendo. Las dos sesiones las había recibido en una única sala: la E 1.

La E 1.

Dejó la ficha en su sitio, cerró el cajón, salió del cuarto y cerró la puerta. Subió las escaleras hasta la planta baja, llegó a la encrucijada y ascendió por el tramo que llevaba a las salas de terapia.

En el rellano de la segunda planta encontró otra sala de espera y otro pasillo. Se introdujo en él. Pero, al llegar al recodo, se paró en seco. Alguien se acercaba apuntándolo con una linterna. Durante unos segundos permaneció conteniendo la respiración, asustado, intentando improvisar alguna excusa creíble. Entonces comprendió que se trataba de un espejo. El espacio en aquel corredor se prolongaba mediante espejos que reflejaban las puertas frente a ellos. En el reflejo de la primera leyó:

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La dama número trece»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La dama número trece» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


José Somoza - Clara y la penumbra
José Somoza
Jose Somoza - Art of Murder
Jose Somoza
José Somoza - El Cebo
José Somoza
Diane Setterfield - El cuento número trece
Diane Setterfield
José Somoza - La Caja De Marfil
José Somoza
José Somoza - Dafne desvanecida
José Somoza
José Somoza - Silencio De Blanca
José Somoza
José Somoza - Zigzag
José Somoza
Отзывы о книге «La dama número trece»

Обсуждение, отзывы о книге «La dama número trece» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x