Manuel Montalbán - La muchacha que pudo ser Emmanuelle

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Es un relato que fue publicado como feuilleton entre el 3 y el 30 de agosto de 1997 por EL PAÍS, con ilustraciones de Fernando Vicente.
Nació como guión para la serie televisiva sobre Carvalho que iba a producir la televisión argentina bajo la dirección de Luis Baroné y con Juan Diego en el papel de Carvalho.
La acción se desarrolla en Barcelona pero sirve de introito a Quinteto de Buenos Aires.

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– Te la estás buscando, ché. No has cumplido ninguna parte del acuerdo, pero el dinero te lo has quedado.

– Deje hacerlo a mi manera. Cumpliré. Pero ese detective merodea más de la cuenta, le he dejado a dos manzanas rodeado de íntimas amigas de Pepita de Calahorra. ¿Por qué sobredosis? Ella no se pinchaba.

– ¿Y a mí qué me cuentas? Del detective ése no te preocupes. Lo tengo controlado y raya. Hasta sé dónde vive su familia más lejana, la única que tiene, un tío que estuvo en Argentina mucho tiempo y que ahora quiere convencerle de que se vaya para allí a resolverle un problema.

– Ese tío de América vive en un sobreático, en la calle Marina. A las puertas de la Villa Olímpica. Procuro conocer el terreno que piso.

No volvió la cabeza el gordo para expresar su sorpresa y quería terminar la reunión cuanto antes.

– Te has de comer el marrón.

– El de Pepita no.

– Eso no es un marrón. Es una muerte accidental. Ya sabes a qué me refiero. Helga y Rocco. Ahora. Ahora mismo. Me dejas, te vas a ver a Lifante y cantas, no podías soportar que la Palita te vejara con ese tío pelirrojo canoso y con coleta, cantas hoy, porque si no lo haces el próximo eres tú.

Recorrió Cayetano la calle Robadors, apenas dos bares abiertos para las penúltimas profesionales, en la calle viejos muertos de sexo.

– A mi aire, señor, a mi aire. Cumpliré.

– Tu cadáver no va a tener un buen aspecto y nadie lo va a encontrar. ¿Quién va a interesarse por tu desaparición? ¿Tienes familia?

– Tuve un abuelo. Padres. Una prima.

– ¿Dónde?

– En el sur.

Se levantó Cayetano y musitó:

– Esta tarde, lo más tardar mañana a última hora, cumpliré.

Recorrió Cayetano lo que quedaba de la calle Robadors, apenas dos bares abiertos para las penúltimas profesionales, en la calle viejos muertos de sexo, por todas partes el anuncio de Enderrocs Siurana. Dobló por San Rafael, pasó ante Casa Leopoldo y desembocó en la plaza abierta a costa de parte de las calles Aurora y Cadena. Siguió por Aurora hasta llegar ante la puerta de plancha acanalada y oxidada de un almacén. Ningún candado ligaba la puerta a la acera y Cayetano la levantó con cuidado para que el óxido no la convirtiera en virutas de chatarra. Una nave sin otro contenido que las cagadas de las ratas, más allá el rectángulo de luz de un patio interior donde crecía una higuera y en torno de la higuera Bienzobas, Aguader, Pérez, la Reme y el grandullón de El Pequeñito. La higuera había conseguido prosperar durante cien, doscientos años, creciendo hacia el sol por la chimenea de aquel patio interior, sin otro riego regular que el goteo de las coladas tendidas cuando aquellas casas estaban habitadas.

– No hay que abusar de estos encuentros.

Empezó Bienzobas. Nunca había mirado a nadie a la cara y no iba a hacer una excepción. De vez en cuando observaba a sus compañeros de hurtadillas para comprobar que seguían allí o cabeceaba para respaldar la oratoria de la Reme, también conocida por La Pasionaria de la Derecha del Ensanche. La situación, según la Reme, corroboraba la tesis que ella había expuesto muchas veces, la necesidad de una organización estable de mendigos con sus normas y sus estatutos aprobados según la ley de asociaciones.

– Legal, nada. Ni hablar.

Oponía Pérez.

– La democracia me pilló en la cárcel y fuimos tan ingenuos que montamos una asociación de presos. Todo el mundo dijo que de buten, pero en cuanto había una reivindicación, ¿a quién fostiaban, a quién daban cera? A los camaradas asociados. Si a los cundas nos fostiaban, imaginaros lo que nos harían a los vagueras. Los cundas tienen un sitio, una razón social, la cárcel, ocupan un espacio físico. ¿Nosotros?

– Hemos venido a escuchar los problemas del compañero Cayetano y no a teorizar -impuso el Pequeñito con el apoyo explícito de Aguader.

– Una mica de seny, companys que ens donaran altre vegada per cul i encare ens agradarà.

Era la preocupación constante del viejo Aguader, que les dieran por culo y les gustara. Cayetano compuso la estampa de Cristo recién descendido del madero con ayuda de Machado y de Joan Manuel Serrat.

– Me tienen crucificado. Vienen a por mí y de hoy no pasa que me detengan para hacerme comer el marrón de dos asesinatos. ¿Cómo puedo resistir?

– Ante todo, nada más tener la mano de la pasma en el hombro, en el que sea -dictó Pérez-, tú reclama un abogado de oficio.

– Y cuando se va el abogado te dan hule.

– Lo importante es llegar al juez teniendo salidas.

– Para un juez un vagabundo, un mendigo es caca de la vaca, denén.

– Tú hazme caso, Cayetano.

– Compañeros, os he citado para hablar del día después. Imaginaros que me detienen, que me como el marrón o que incluso me cuelgan la muerte de Pepita de Calahorra, la de La Dolce Vita, muerta, muerta de sobredosis, entonces quiero que contéis a la prensa lo que habéis sabido en estos días de investigación.

Era el momento de Bienzobas. Seguía sin mirarles, sobre todo porque había sacado un cuaderno del bolsillo de un pantalón que había sido militar y para consultar sus apuntes tenía que rozarlos con las pupilas, pero ninguno de los asistentes expresó impaciencia alguna, como si la cosa hubiera pasado a buenas manos y en cuanto Bienzobas coordinara la vista con las notas, la reunión habría llegado a su cenit.

– En Barcelona a tantos de tantos de tantos… La fecha se pondrá en su día y aquí viene el resultado de muchas horas de trabajo, en las distintas zonas de Barcelona aquí tan dignamente representadas.

Por fin el cerebro y los ojos de Bienzobas habían encontrado el punto de partida. Sus compañeros se sentaron al pie de la higuera y empezó su discurso.

25. LA ABOGADA DE OFICIO

Bienzobas tenía la oratoria eficaz y la gesticulación condicionada por el total esfuerzo de que el cuaderno no se le despegara de los ojos. No soportaba que se le recomendara ponerse gafas, sobre todo desde que en una reyerta le habían roto las que mejor le habían ido en su vida, encontradas en un contenedor del paseo de Gracia. Las gafas estropean la vista, sostenía, y las graduadas aún peor, porque las hacen mal ex profeso, para que gastes en óptico y en oftalmólogo. Así que se pegó el papel a los ojos e improvisó un resumen en función de los datos en presencia.

– Lo más productivo ha sido lo de las basuras. Hemos examinado las que hemos podido, dentro del circuito que nos señalaste, Cayetano. Las de Vía Layetana nos han demostrado que esa gente no escarmienta y hay notas del jefe en las que comenta las relaciones con un tal Aquiles y los riesgos de recomponer operativos paralelos hispano-argentinos. Es el borrador de una nota que envía al delegado del gobierno de España. De los restos dejados por el llamado Aquiles en el hotel Juan Carlos se ha hecho cargo la hija del Careto, que está allí de limpiamierdas de lujo. También tenemos las llamadas desde el hotel de Aquiles a Argentina. Se le ha seguido en sus conexiones con los chulais de la cabeza rapada y la moto. Lo del detective privado eso ha sido mascao. Le desparrabaron el despacho y dedicamos a tres compañeros a hacer el inventario de las virutas. De ese percha lo sabemos todo, también de su pinche y de una tal Charo, que era puta de teléfono y ahora está en Andorra de recepcionista, enchufada por un alto cargo de la Generalitat. Olavarría y Osorio, van detrás del gordo como los sobrinos del pato Donald detrás del pato Donald. En cuanto a la Samuelson, se ha dado puerta con el artista de la Villa Olímpica y están escondidos en una casa de Vallvidrera de la que sólo salen papeles escritos en latín y declaraciones de renta y potes que huelen a lomo adobado. Bref, como se dice en francés, dispones, Cayetano, de un triángulo de evidencias que es la rehostia: el argentino Aquiles, la cúpula político-policial y los fachas musculitos cabezas rapadas. Por sus desperdicios les conoceréis.

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