Traté de asimilar aquella amalgama de información. Sabía que Chamorro no era tan frívola como para hacer afirmaciones categóricas sin un buen fundamento. Pero me pareció que debía enfriarla:
– A ver, a ver. Para empezar, ya sabes que eso que acabas de decir, conectar a alguien de carne y hueso con su personalidad en Internet, no es moco de pavo. De pende de cómo entre en la red, y en este caso dependerá además de si sigue utilizando esas cuentas, y tenemos alguna que otra razón para temer que estén ya en desuso.
La sonrisa de Chamorro siguió inconmovible.
– Coincido contigo en las dificultades generales -dijo-, y en que whiterknight_79 y nemosín_for_alice deben de ser a estas alturas cuentas de correo inactivas, y por tanto no interceptables, ya que parece que su titular sólo las utilizaba para comunicarse con alguien que ya nunca va a poder responderle. Así y todo, se puede tratar de recuperar su tráfico pasado, aunque también estoy de acuerdo en que será difícil. Pero por suerte, a veces el de enfrente tiene un desliz. Una vez, sólo una vez, el gatito le escribió a Neus desde otra cuenta: pab_penya_79 . No cabe duda de que es la misma persona, por el tono, por los sobreentendidos entre ellos, porque en ese mensaje le dice que no puede olvidar la última noche que han pasado en la casa de Zaragoza. Y tengo el pálpito de que esa cuenta de correo sí va a seguir utilizándola.
Normalmente, le habría reprochado con severidad a Chamorro su recurso a un concepto policial tan pobre y tan deleznable como el de pálpito. Pero, a esas alturas, mi cerebro andaba desbordado por las muchas cuestiones que se le amontonaban de golpe. Opté por una:
– ¿Quieres decir que fueron más veces a la casa de Zaragoza?
– Afirmativo, jefe. No menos de tres veces, antes de la llamémosla definitiva. Era el nidito de amor, hasta donde he podido deducir.
– Déjame ver ese apodo -pedí, y me tendió, impreso, el mensaje al que se había referido-. ¿Qué puede querer decir pab_penya 79 ?
– ¿Pablo Peña, nacido en el 79? Lo del año estoy ya casi por asegurarlo. Es el mismo número que usa en el otro apodo, y si haces cálculos, nos da que nuestro hombrecito andaría en este momento por los…
– Veinticinco años -dije.
– Oye, vas mejorando en aritmética. En cuanto a lo de Pablo Peña…
– Hay algo que no habrás dejado de hacer, ¿no?
– No, no he dejado de hacerlo. He buscado en el listado de los titulares de Audis para ver si hay alguien con ese nombre y ese apellido. Y lamento decirte que no es el caso. Tampoco hay Peñas, aunque sí Pablos o Paus. Nada menos que ocho. Pero yo no iría por ahí.
– ¿Por dónde irías?
Mi compañera se demoró unos segundos. Disfrutaba del momento.
– Por donde siempre me has dicho, para que veas hasta qué punto aprecio y no desatiendo tus sabias enseñanzas. Por buscar el fondo de las personas y sus motivaciones. Pablo Peña puede ser un nombre falso que usa el individuo con afán de hacerlo pasar por verdadero, o al menos por verosímil. Para poder jugar en los chats de Internet el juego de la personalidad ficticia. Por eso mismo presumo que lo ha usado más veces, y que no va a abandonarlo sin más, porque bajo esa identidad puede haber hecho relaciones que le interese mantener.
– Te confieso que en Internet no entro demasiado, y que chatear me parece una de las actividades más aburridas a las que puede dedicarse un ser humano después de la filatelia, la papiroflexia y el bingo.
– Tampoco yo estoy ahí pegada todo el día. Como mucho he jugado alguna vez. Pero hazme caso: Pabpenya 79 volverá a conectarse.
Traté de recapitular. Temía estarme dispersando.
– Deja por un momento eso -le rogué-. ¿Te importaría mucho que lo repasáramos todo desde el principio? Tienes la ventaja de que tú te has leído los papeles, y apenas me has explicado lo que has encontrado.
– Perdona, tienes razón -admitió-. Los papeles aquí están, a tu disposición. Merecerá la pena que pierdas un rato con ellos, te van a esclarecer muchas cosas. Pero si quieres, te hago una síntesis.
– Ardo en deseos de escucharla.
– Muy bien. Procuraré distinguir entre aquello que podemos dar por contrastado y lo que resulta más o menos hipotético. Yendo al comienzo de todo: Neus y este caballero se conocieron hace exactamente veintitrés días. Las referencias a esa fecha crucial son abundantes y coincidentes. En cuanto al dónde, no puedo ser tan taxativa. Da la impresión de que fue en un acto social, una fiesta, un cóctel o algo así. Supongo que si cruzamos con su agenda o con Meritxell podremos saber adónde fue Neus ese día. También te puedo decir que la pasión fue fulminante, y que tuvo su consumación esa misma noche, en el vehículo de Neus, lo que dicho sea de paso acredita, dado el espacio disponible, la fogosidad y las dotes de contorsionista de ambos. ¿Me sigues?
– Con la boca abierta.
– Si hay que creer lo que Neus y su galán escribieron al respecto, he de anotar que con una franqueza notable, el encuentro carnal fue de una intensidad tal que generó en ambos la necesidad de repetirlo a la mayor brevedad posible. Y eso fue al día siguiente. Desde entonces, se las arreglaron para verse casi todos los días, y el muchacho este debe de estar bastante en forma, porque Neus se declara más que satisfecha de las prestaciones exhibidas en todos y cada uno de sus encuentros. También parece que desde el primer momento entraron en el juego de asumir el papel de personajes de A través del espejo . El empezó siendo el Caballero Blanco, o más blanco aún que el blanco, whiter knight . Neus adoptó naturalmente la identidad de Alicia, aunque a la vez jugaba con lo de la gatita, de ahí el apodo just a kitten . Con el tiempo, kitten sirvió también para referirse a él, es decir, se convirtieron en gatitos los dos. Como ves la historia no deja de estar teñida de ese toque de ternura y confusión que suele caracterizar a las parejas de enamorados.
– Confusión y ofuscación -dije, recordando alguna lectura.
– Hacia la mitad de la relación, empezaron a jugar con otro concepto. Lo dice aquí, en este mensaje, el primero de nemosín_for_alice . Cito: Si quieres, yo seré tu Nemo, ese nadie que nadie conoce y que te monta en su submarino para llevarte a los mares nunca vistos . En fin, el estilo no es nada del otro mundo, pero la metáfora tiene su gracia, y la verdad es que el apodo también, con el diminutivo nemosín le quita toda la solemnidad que pudieras achacarle. En general, el chico tiene bastante sentido del humor, no sé si llegaría a decir que encanto. Aunque Neus, de lo que le escribe se desprende, sí que estaba encantada con él.
– Continúa.
– Los mensajes que se cruzaron nos permiten precisar un montón de detalles. La fisonomía y complexión física del sujeto, por ejemplo, en todo coincidente con la descripción que nos hizo el rumano de la gasolinera. Neus se refiere a ella con meticulosos e inflamados adjetivos que abarcan, además, algunas partes que nuestro testigo no pudo ver pero según parece ella pudo examinar a su antojo. También tenemos información sobre su vehículo, que él le describe en uno de sus mensajes, el de la víspera de la primera excursión a Zaragoza, como un Audi A3 plateado. Mientras lo leía ya se me hacía la boca agua pensando que pudiera facilitarle la matrícula para mayor precisión, pero no, no llegó a tanto. De lo que por desgracia no deja demasiada constancia es de dónde vive, a qué se dedica, etcétera. El mundo exterior no existe en esta correspondencia, sólo la pasión y las almas y los cuerpos de los amantes, y aquello que en uno u otro momento les sirve para realizar o amparar sus escaramuzas amorosas. Como mucho, hay alguna alusión al mundo de ella, la famosa, la estrella televisiva, como cuando nuestro caballero blanco consigna el subidón que le ha dado verla presentando el programa y pensar que esa a la que ahora contemplan todos, maquillada y esplendorosa en la pantalla, es la mujer a la que ha tenido entre sus brazos, desnuda y gimiente, apenas unas horas antes.
Читать дальше